Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

sábado, 5 de mayo de 2018

"El efecto Marcus" de Jussi Adler-Olsen


Las reseñas de los libros que voy leyendo se me van acumulando otra vez... No consigo estar al día a nunca.

Teníamos pendiente uno de los casos del Departamento Q. Uno de mis departamentos favoritos en cuánto a novela negra se refiere. La serie de Jussi Adler Olsen que comenzó con "La mujer que arañaba las paredes", ya reseñada aquí junto a los tres siguientes: Los chicos que cayeron en la trampa, El mensaje que llegó en una botella y El expediente 64.

Le toca el turno a "El efecto Marcus", el quinto caso.

Confieso que estuve tentada de dejarlo cuando comencé a leerlo. No me gustan las novelas donde se les hace daño a los niños. Pero me costaba, porque quería saber que pasaba con el trío protagonista de estas novelas y que componen el Departamento Q de Copenhagen: Carl Morck el subcomisario y su equipo, Assad y Rose. Peculiares los dos como ellos solos. Menos mal que Marcus, el protagonista, se iba revelando como un chaval muy listo que se iba salvando, y eso hizo que continuara leyendo.

Pero vamos al argumento: Marcus, que tiene quince años, es carterista de una banda rumana cuyo líder, Zola, obliga a sus miembros a robar y a cometer otros actos criminales. Cuando amenaza con mutilarlo para que dé más pena, Marcus huye. Y al hacerlo descubre el cadáver de un hombre cerca del escondite de Zola. Más tarde, Marcus averigua que el muerto es William Stark, responsable de un proyecto de ayudas al desarrollo en Camerún, y se convierte así en un peligro tanto para Zola, que ejecutó al asesinato, como para quienes se lo encargaron, personas poderosas que desviaron los fondos del proyecto. Por otra parte tenemos a nuestro departamento Q, Carl, Assad, Rose, más Gordon, el nuevo miembro, que de casualidad acaban tropezando con el mismo caso.

Bueno no quiero contaros mucho para no destriparos más de la cuenta.

Hay varios temas que se abordan en este caso: la corrupción política y financiera, los proyectos internacionales las bandas mafiosas que explotan niños... 

Cómo es decía estamos ante un nuevo caso del Departamento Q que se hace cargo de antiguos casos archivados que no se resolvieron. No voy a hablaros de nuevo del trío protagonista: el subcomisario Carl Morck (el antihéroe total) y su departamento ocupado por el sirio Assad y la complicada Rose, porque ya os he hablado en las anteriores reseñas y ya los conoceis.

En este caso que nos ocupa, temporalmente la novela comienza en el otoño del 2008 con una de las subtramas, cuando en un remoto poblado bantú se produce el asesinato de la persona encargada de gestionar el proyecto danés de ayuda al desarrollo. Pero desde ese episodio salta a otra subtrama, la que terminará por convertise en la trama principal, han pasado dos años y conocemos a Marcus, un adolescente que pertenece a un red criminal donde les obligan a mendigar y robar.

Luego el autor ha creado varias subtramas que convergerán en una sola. Lo cual imprime a la novela la agilidad de hacer al lector saltar de una historia a otra. Como también hemos dicho, temporalmente también el escritor va a romper la linealidad, saltando desde el pasado al presente. Todo ello hace aumentar la intriga.

Pero en general yo creo que es el caso de los leídos de este Departamente que menos me ha gustado. Me ha parecido más aburridillo que los anteriores. Lo he leído hasta el final para ver que pasaba finalmente con Marcus, y sobre todo para saber si íbamos avanzando en la historia de los protagonistas, pero el autor no nos dice demasiado de sus vidas en esta entrega.

Por ello aunque recomendaría esta colección del Departamento Q, justo este caso es el que veo más flojillo en general. 

Pero pienso seguir con ellos, quiro saber que es de la vida de los protagonistas  con todos los secretos y las peculiaridades que arrastran caso tras caso no puedo abandonarlos.


Finalmente os dejo con las reseñas de este blog de los anteriores libros de este autor y su Departamento Q:

https://rociodiazgomez.blogspot.com.es/search?q=jussi+adler+olsen

miércoles, 2 de mayo de 2018

Uno de mis relatos premiados: "La cesta de Caperucita"de Rocío Díaz



Y se fue abril. 

Se fue volviéndonos locos con sus cambios de tiempo, sus calores y fríos extremos fuera de temporada. Se fue arrasando con los abrigos y las bufandas, a cambio de lluvias y más lluvias, pero también algún que otro premio.

Ay. Eso fue lo mejor. Se fue abril pero me dejó un tercer premio, un primer premio, y la ilusión de una lista de finalistas de otro certamen, entre los que me encuentro con una sonrisa hasta que se resuelva en mayo. 

Siempre se premian los relatos que uno piensa que son menos premiables. Y no dejas de sorprenderte.

Pero cuánto motivan esos premios, sean como sean. Qué agradecida se siente una. Porque son premios, reconocimiento, ánimo. Y a seguir escribiendo.

Se fue abril, sí. Pero, aunque travieso, no se portó mal, no.

Os dejo con el tercer premio, en la Zubia, el único cuya entrega ya se ha celebrado.

Espero que os guste.




La cesta de Caperucita


Blancanieves despertó y nada más sacar las piernas de debajo de la colcha vio horrorizada que le habían crecido en ellas unos pelos más largos que su melena, bueno quizá no tanto, pero desde luego sí más negros que la boca del lobo de la casa de al lado. Corriendo fue derecha al cuarto de baño cogió la silkepil y, sin tan siquiera desayunar su kiwi acostumbrado, se la acercó decidida a las piernas. El aullido tuvo tal potencia que no solo se escuchó en todo el cuento, sino que atravesó todos los cuentos del libro en el que vivían, sobrevoló los demás libros de ese estante y terminó por recorrer la librería entera antes de perderse en el horizonte. Fueron tantas las palabras malsonantes que salieron de la dulce boquita de la princesa, tantos los juramentos e insultos que profirió mientras se frotaba la pierna dolorida, que hasta los piratas y gentes de mal vivir de otros cuentos tuvieron que taparse los oídos y quedaron mudos de la impresión durante siglos. Se cree que Mudito lo es, desde ese aciago día.
Caperucita que vivía en el cuento de al lado, y aún no había salido de casa, preocupadísima corrió hasta su puerta. Pero Blancanieves aunque escuchó el timbre no quiso abrir. ¿Con esa pinta? Porque desde luego ella no pensaba acercar jamás esa silkepil infernal a su pierna. Prefería otra indigestión de perdices, y mira que las había cogido asco.
Caperucita, viendo que nadie abría, olvido el decoro y comenzó a llamarla con unas voces más fuertes que Garbancito en la tripa del buey. “Shhhh, ya voy, calla” dijo Blancanieves reconociendo la voz de su amiga y preocupada por si despertaba a Bella que vivía tres cuentos más allá. “Estarás ronca…” fue lo primero que dijo Caperucita. “Ronca ¿yo?”. “Sí tú ¿Te duele la garganta? Después de ese grito…” insistió irónica la de la capucha. “No estoy para tonterías porque mira…” solo contestó Blancanieves, y sin decir más se abrió la bata de princesa de par en par mostrándole las peludas piernas.
El de Caperucita fue el segundo alarido de pavor de aquella mañana. “¡Pero tía que eres princesa no puedes ir así por el cuento!” “Ya lo sé…” -Contestó entre hipidos Blancanieves- “Pero duele muchííísimo” y señaló la silkepil como si fuera la guillotina de María Antonieta. “¿Has probado con la cera?” contestó Caperucita y sin esperar respuesta corrió hasta su casa y trajo varias cajas de tiras, pues con una caja y semejante pelambrera, no iban a tener ni para las corvas… Pero solo fue capaz de colocarle una tira. Primero llegaron las mil y una quejas: “¡Pero qué está ardiendo! ¡Céntrate que soy Blancanieves no Juana de Arco!” Y después al primer tirón el ronco aullido que salió de la garganta de Blancanieves antes de desmayarse despertó de golpe a la Bella durmiente sin beso de amor ni nada parecido pero con una taquicardia tal que casi desaparece de su cuento y de todos por siempre jamás.
Caperucita mojó un pico de su capa en agua fría y se la puso a Blancanieves en su regia frente a ver si espabilaba. “Blanqui, blanqui, venga, ya pasó, ya pasó…” le decía con ternura mirando de reojo a sus piernas peludas con aprensión. Blancanieves, pálida ya de por sí, estaba del color del papel en que la inventaron. Pero Caperucita insistió tanto en sus paños fríos que tras un par de estornudos a Blancanieves le fue volviendo el color. Sin embargo abrió los ojos, vio sus piernas de nuevo y comenzó a llorar sin remedio: “Tengo más pelos que los siete enanitos juntos ¿Qué voy a hacer?” “Tú no te preocupes, que ya inventaremos algo…” le consolaba Caperucita. “¿Pero no lo ves? Digo yo los siete enanitos juntos ¡tengo más pelos que tu lobo!” “¡Ay no me hables de mi lobo, no me hables! -contestó Caperucita- ni me lo mientes que me tiene contenta…” “Peor que lo mío no será…” “Pues no sé qué decirte…” dijo Caperucita moviendo su cabeza preocupada. “A ver cuenta, cuenta” le dijo Blancanieves olvidando por un momento su pena. “Pues tía que ahora le ha dado por colgarse del brazo mi cestita” “¡Qué me dices!” “¡Cómo lo oyes! Y se mira al espejo, y se remira, y ahora va para acá y ahora para allá, con más soltura que yo, mientras le hace morritos al espejo. Y chica como siempre está con ella al retortero, voy a salir y ni la encuentro… Como hoy. Me has pillado en casa por eso. ¿Dónde me la habrá metido?” “No andará muy lejos” “Pues no la encuentro y mira que he rebuscado en páginas y páginas de nuestro cuento. Pues no aparece. No me tiene roja, me tiene negra y más que negra. Éste es muy capaz de haberse ido a la calle con ella…” Y la imagen del lobo con la cesta por el bosque terminó por hacerlas soltar una carcajada. “No sé ni cómo me río…” dijo Blancanieves. “Si tú supieras… ¿Pero de quién te crees que son éstas tiras de depilar?” “¡No fastidies! Pero qué dolor, es inhumano!” “Normal, él no es humano… Además dice que la belleza es dolor y lejos de importarle cuando no está con la cesta está liado con las tiras… Me va a volver loca, y entonces ya seremos dos en mi cuento”. “Qué animal –dijo pensativa Blancanieves- con la suerte que tiene de ser lobo. La suerte de poder salir con sus pelos al aire. Lo que yo daría por no tenerme que depilar…” Y ambas se quedaron calladas pensando. Hasta que Caperucita mirándola fijamente le dijo “Y exactamente ¿Qué darías? No lo digas por decir, y piénsalo bien ¿Qué darías por no depilarte? ¿Qué darías por no hacer lo que se supone que debes hacer siendo princesa?” Y a Blancanieves no le costó demasiado contestar: “Cambiaría el cuento”. “¿Sí? ¿De verdad lo harías?” Insistió Caperucita a la que ya le rondaba una traviesa idea bajo la capucha. “De verdad de la buena” contestó Blancanieves, acariciándose sus peludas piernas de princesa antes de sonreírle.
Cómo era de imaginar desde aquel día Caperucita y Blancanieves cambiaron sus papeles y por tanto su destino. Caperucita se ha acortado la capa, y con la tela que le ha sobrado se ha hecho un tanga rojo con el que espera feliz a su príncipe de turno.
Blancanieves prefiere al lobo. Le encuentra menos afectado y le da mucha más libertad. Ella es feliz sin estar a merced de maquinitas despiadadas y arropada por sus pelos; feliz sin vestirse de princesa y mucho más sin tener qué parecerlo. Y a él le gusta más ella cuando se gusta a sí misma. Además anda dándole vueltas a lo del laser, le han dicho que, aunque es más laborioso, el resultado es mucho más definitivo.
El problema es la cesta. Sigue sin aparecer. Así que habrá que seguir cambiando el cuento, uno a uno los cuentos, hasta que todos los personajes estén contentos y en paz con ellos mismos, con lo que tienen y lo que son.
 Y mientras, seguiremos atentos a ver si aparece la dichosa cesta.

©Rocío Díaz Gómez

 


martes, 1 de mayo de 2018

1 de Mayo - Día del trabajo - Historia y Etimología de la palabra Trabajo



En honor de Los Mártires de Chicago celebramos hoy como festivo el 1 de mayo.

Porque también fue un 1 de mayo, pero de 1886, cuando miles de trabajadores en EEUU comenzaron una huelga para exigir sus derechos, entre ellos exigir que la jornada laboral fuera de 8 horas.

En Chicago la huelga se extendió varios días y acabó con la condena a la horca de cinco obreros a los que se llamó Mártires de Chicago.

Gracias a aquellos nuestras jornadas son más racionales, y se merecen esta conmemoración.

Y yo creo que ya lo hemos comentado en este blog más veces, pero no importa si volvemos a recordar que la palabra TRABAJO etimológicamente parece ya muy estudiado que procede del nombre de un instrumento de tortura: el tripalium.

El tripalium eran tres palos o estacas, donde se amarraba al reo, para azotarlo. Luego en el tripalum era donde se sufría.

Y de la palabra se evolucionó al resultado o a la consecuencia. Y tripalium pasó también a significar sufrimiento, padecimiento. Es una evolución metonímica.

Tripalium evolucionó a trabajo de forma simbólica y fonética.


Vamos que lo miremos por donde lo miremos, histórica o etimológicamente, el trabajo tiene un origen penoso. 

Que nos lo digan cuando suena el despertador a las 6 y media de la mañana.

Aunque por supuesto que peor, infínitamente peor, sería no tener un trabajo para el que madrugar, eso desde luego.

Así que otro motivo de celebración.


 La viñeta, por supuesto, del enorme Forges.



domingo, 29 de abril de 2018

"La casa de las jaquecas": La casa de Ernestina de Champourcin en Vitoria





Los míos cuando salen de viaje traen regalos para mi blog.

El último ha sido para la sección de Casas de Escritores. Uno de mis hermanos me trajo desde Vitoria la casa donde nació Ernestina de Champourcin, una poeta de la Generación del 27 que con el tiempo sufrió casi el mismo olvido que muchas de las mujeres artistas de su generación.

Yo creo que este regalo es la mejor excusa para que la recordemos.



Siempre que he leído sobre esta autora me ha llamado la atención. Su vida está llena de giros tanto en su periplo vital como en el poético.

Como ya hemos dicho esta poeta nació en Vitoria en julio del año 1905 y murió en Madrid en el 1999. Cuántas cosas debió vivir.

Nació en una familia católica con orígenes remotos franceses y uruguayos. Pronto se trasladó a Madrid, donde estudió en el Colegio Sagrado Corazón, y después como alumna libre en el Instituto Cardenal Cisneros. No llegó a ir a la Universidad por las convenciones sociales.

Pero sin embargo, leemos en todas partes que en su tiempo (antes de la guerra) fue una de las poetas más reconocidas y Gerardo Diego la incluyó en su antología de 1934 (solo lo hizo con otra poeta más).
Estuvo inmersa en el ámbito cultural porque formó parte del Lyceum Club Femenino (hemos hablado ya otras veces de él, fundado por María de Maeztu en 1926) ocupándose de la sección de literatura a partir del año 1929.Allí conoció también a Juan Ramón Jiménez y su mujer Zenobia Camprubí, a Concha Méndez, María Baeza, Pilar Zubiaurre, Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, Juan de la Encina y Rafael Alberti. Y cuentan que muchos reputados poetas le enviaban sus textos para que ella les diera su opinión.

También allí, en el Lyceum, conocería al otro poeta con el que se casó, Juan José Domenchina (secretario de Manuel Azaña), y con el que compartió el exilio en Francia y México, pues ambos eran republicanos.

En el exilio sobreviviría traduciendo libros y participando en varias revistas, mientras sigue publicando poemarios. Y lo curioso es que estando allí su poesía dio un giro hasta lo místico y religioso. Seguramente esa poesía de haber seguido viviendo en España en el régimen franquista hubiera tenido éxito, pero cómo estaba en el exilio pues no. Su marido murió en el 1959 en México.

No regresaría a España hasta el año 1972, y seguiría publicando sus poemarios hasta el último "Presencia del Pasado" que lo publicaría solo tres años antes de su muerte.

En sus últimos años empezó a recibir otra vez los reconocimientos que merecía. A partir de 1989 recibe el premio Euskadi de Poesía, el Premio Mujer Progresista, la nominación al Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1992 y la Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid en 1997

La poesía de Champourcín es intimista. Puede dividirse en tres fases: poesía del amor humano (1905-1936), poesía del amor divino (1936-1974) y poesía del amor sentido (1974-1991).

Os dejo el enlace a una entrevista con la poeta ya siendo muy mayor. No os la perdáis, merece la pena:





CARTA AL VACÍOEs escribir a alguien
o lanzarse al silencio,
a nadar en lo oscuro,
a encender una llama
aunque ahoguen las dudas.
¿Carta a lo que no existe?
Hay buzones alados
que se disparan solos
y un correo sin pistas
ni trayecto seguro.

Eludir el camino
que todos conocemos.
Seguir hacia adelante
ruta de los que intentan
lo que nunca pensaron
y se sienten felices
porque hay algo distinto,
porque se desvanece
de pronto lo que sobra
y no existe el vacío
si queremos colmarlo.

Ernestina de Champourcín


Y estás: en el vacío...Y estás: en el vacío
y en la ausencia presente,
en la que es y vive
sin dejar de ser única
oquedad invisible
con raíces eternas.
No hay mundo que la llene
pero sí algo vivo
que la besa y la calma.

Ernestina de Champourcín





Qué bonita es la casa donde nació Ernestina de Champourcin ¿Verdad? Tan blanca y elegante.

Esta casa es del año 1901 y curiosamente recibe el nombre de "La casa de las jaquecas" por los Atlantes que tiene su fachada principal.




jueves, 26 de abril de 2018

El día del Libro 2018 en la ONCE con Rascamán



De izda a dcha: Javier Díaz Gil (coordinador de Rascamán), el poeta Enrique Gracia con el que coincidimos, Mariana Feride, Juan Bautista Raña, Juan Antonio Arroyo, Rocío Díaz Gómez, Feli Martinez,Ana Gonz, José León, Juan Calderón y María Jesús Briones

Había una vez un grupo de letraheridos que se hacían llamar con el rimbombante nombre de ¡Rascamán!

Bajo el sonoro apodo con el que se habían bautizado y capitaneados por un tal Javier Díaz Gil se reunían una vez a la semana, estación tras estación, para conspirar con las palabras en los bajos de una conocida cafetería del centro de Madrid.

Unos traficaban con versos y otros trapicheaban con cuentos, pero todos sufrían de la misma dolencia: una desmesurada pasión por el lenguaje que cursaba con una inevitable tentación por tatuar con la palabra precisa toda página en blanco que se dejara.

"Museriegos" empedernidos, se emparejaban con cualquier musa (o muso) que saliera a su encuentro, brindando con ellas y la felicidad hasta altas horas de la madrugada prometiéndoles amor eterno en el papel. Promesa que al día siguiente olvidaban por cualquier otra musa (o muso) que les guiñara el ojo apoyado indolentemente en un renglón.

Sin embargo en ocasiones especiales, como el Día del Libro, dejaban de lado toda inspiración, y se les podía ver juntos fuera de los bajos de su cafetería preferida, para echar a volar sus versos o sus historias cual cometas, para quién las quisiera atrapar.

Solo en esas ocasiones memorables se les podía ver bajo la luz del sol. La última ha sido en salón de actos de la ONCE, en un maratón de literatura donde se dieron cita muchas de las tertulias literarias de Madrid.

¿Cómo iban a faltar los Rascamanes?




¡Comenzamos!

Javier Díaz Gil:

Feli Martínez:


Iñaki Ferreras:


Mariana Feride:




Juan Antonio Arroyo:






Y con el acordeón Iñaki Ferreras.




Retransmitiendo, para el blog de Rocío Díaz, y desde la ONCE, una Rascamán.


Los vídeos tenemos que agradecérselos a Marián Crespo.
Y a Elena Peralta que nos invitara.

Gracias a las dos.
 

miércoles, 25 de abril de 2018

Encuentro con Alejandro Palomas en La Librairie de Madrid



La Noche de los Libros nos trajo muchos encuentros literarios.

Los lectores de mi barrio tuvimos la suerte de que en La librairie pudiéramos encontrarnos con Alejandro Palomas con motivo de su última novela "Un amor", que fue la ganadora del Premio Nadal 2018.

¡¿Cómo no íbamos a ir?!

Y allí estuvimos charlando con él sobre los personajes de su trilogía ("Una madre" y "Un perro") que culmina con ésta última, aunque nos confesó que no puede despegarse de Amalia ni de sus hijos así que volveremos a saber de ellos.

Fue una charla distendida donde nos contó que ese mismo día había tenido una comida en el Palacio Real, y donde hablamos largo y tendido sobre su "mundo" literario, cómo él subrayó.

En este blog hay varias reseñas de sus libros, pues desde que lo descubrí me he ido leyendo cada una de sus novelas que han caído en mis manos. Aunque de todas, mi preferida es "El tiempo que nos une", novela que también es la preferida de su autor, según nos comentó.

Cierto es que yo eché de menos que habláramos más de su escritura, de su forma de enfrentarse a la creación literaria, de cómo estructura sus novelas, de dónde nacen. Más de su faceta de escritor.

El encuentro iba dirigido más al lector de su última novela, que al abordaje de él como escritor, pero bueno aún así siempre enriquecen estos encuentros. Y más, cuando desde que conocimos sus novelas, no hemos dejado de leerle.

Habrá que estar atentos a la agenda de La Libraire porque esta librería en la calle Alcorisa de Madrid tiene mucho que ofrecernos.



Os dejo todas las reseñas de libros de Alejandro Palomas que hay en este blog:











lunes, 23 de abril de 2018

Feliz día del Libro con Cervantes y Gregory Colbert

Gregory Colbert. 2008.



¡Feliz día del Libro!







"El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho"
Cervantes


Qué disfrutéis mucho este día.




Gregory Colbert es un fotógrafo cuyo proyecto vital y profesional persigue concienciar al mundo sobre nuestro trato y relación con los animales y el medio. Para ello se vale de fotografías en tonos sepia e impresas en papel antiguo japonés.

Sus imágenes buscan la belleza y muestra la relación entre los pueblos nómadas y los animales. Una relación de colaboración, respeto y amistad. Donde el animal no está para servirte sino para ayudarte, donde su mera presencia no es una amenaza sino una compañía.

Es actualmente uno de los fotógrafos vivos más cotizados del mundo. Se ha llegado a pagar medio millón por fotografía. Sin embargo, el dinero que recauda no lo usa para una vida de lujo, sino para su fundación. "No tengo ningún problema en arruinar a mis coleccionistas. Con el dinero sigo haciendo proyectos. Vivo de forma austera. Yo no me quiero morir rico".