Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

jueves, 22 de noviembre de 2012

De palabras y "Pipis"



Había una vez una loca de las palabras (o sea yo) que tenía que a ir a la farmacia... Había esa vez muuuucha gente en esa farmacia a la que fui. ¿Y que hace muchas veces uno cuando espera en una fila? Pues mirar por aquí, por allí, tarro arriba, tarro abajo. ¿Y que hace alguien, que además es una loca de las palabras, mientras mira? Pues va leyendo mentalmente las palabras sin apenas darse cuenta.

Pero sigamos con nuestra historia: Había una vez una loca de las palabras que estaba en una farmacia, cuando de pronto topa con una palabra familiar, muy familiar, una de esas de siempre, esa misma que te crees que jamás de los jamases vas a encontrar escrita en una estantería fina de una farmacia de bién: "Pipis". 



¡PIPIS! dice la loca de las palabras para sus adentros. ¡Qué gracia y lo escriben ahí! se sigue diciendo. Y como la loca de las palabras no se puede aguantar, saca su cámara de fotos y allí mismo, en la farmacia, y entre clientes y recetas de las que ahora se pagan, atrapa la palabra vivita y colando, y como si se tratara del gran botín, se la trae a su blog.

Y colorín, colorado aquí está el término encontrado.

Bueno, chorradas aparte, es cierto todo lo que he contado hasta aquí. Ahí estaba la palabra "pipis" tan campante en la estantería de la farmacia.

¡Y yo que pensaba que solo utilizaba esa palabra mi madre y mi abuela, y la madre de mi abuela...! vamos que era una de esas palabras de andar por casa, de brasero, de zapatillas...

¡Anda que no me queda por aprender...!

Porque buscamos en el diccionario de la Real Academia de la Lengua y encontramos:

pipi.

1. m. pipiolo.
2. m. coloq. piojo (‖ insecto hemíptero parásito de los mamíferos).

¡Viene en el diccionario!

Qué pipiolo, ni que pipiolo, se dice para sus adentros la loca de las palabras, un pipi es un piojo de toda la vida... ¡Pues claro que sí señores académicos, claro que sí, un diez por ustedes (y otro diez para mi señora madre que habla así de requetebién)!

martes, 20 de noviembre de 2012

Día Mundial del Niño. Muñoz Molina y Elvira Lindo




Hoy, 20 de noviembre de 2012, es el Día Universal del Niño.

He pensado que qué mejor día, para dejaros con un artículo de Antonio Muñoz Molina de su blog, del día 15 de noviembre, donde hablaba de un niño, el niño que inventó Elvira Lindo.

Sabéis de quién os hablo ¿verdad?

http://antoniomuñozmolina.es/2012/11/mejor-que-nunca/



Mejor que nunca

nov 15
2012

Ya no tan niño, pero todavía un niño: y no porque siga teniendo pocos años -¿once, doce ahora? Nunca estuvo muy clara su edad- sino porque es de esas personas que preservarán durante toda la vida un vínculo muy cercano con la infancia. Hacía más de diez años que no se sabía nada nuevo de él: la escritora que contaba la crónica de su vida, dice él, se marchó, irresponsablemente , a “la ciudad de los rascacielos” y dejó a su madre embarazada, todo interrumpido.

Ahora vuelve, pero no quiere que sigan llamándole Manolito, en un intento vano por ganarse un respeto que para él siempre será dudoso y difícil: es de esas personas destinadas a provocar ternura, o desdén, o a pasar inadvertidas entre los arrogantes, pero nunca a imponerse a los demás. Mejor Manolo, pide ahora, sin mucha convicción, sabiendo que aunque él insista y aunque parezca que logra algo al poco tiempo le volverán a llamar por el diminutivo.

En el mundo exterior han pasado más de diez años, pero en el suyo particular sólo tres, más o menos. Al comienzo de la segunda parte del Quijote no ha pasado ni un mes desde el final de la primera, pero entre una y otra hay una distancia de diez años. El tiempo pasa de otra manera en la literatura. El tiempo de los héroes de la cultura popular es un tiempo raro y casi siempre suspendido en el que ellos viven como en un burbuja, y por eso los admiramos tanto, y nos dan tanto consuelo, porque nos permiten cobijarnos brevemente en una temporalidad sin decadencia ni pérdida. Empieza una historieta de Calvin y Hobbes, de Charlie Brown, de Mafalda, y cuando llega al final la interrupción nos devuelve una y otra vez al principio, al mismo principio, a la vida intacta por la que no pasa el tiempo, la vida de Sherlock Holmes, la de Maigret, la de ese Nueva York de cuento que habitan Jerry Seinfeld y sus tres amigos, nunca del todo adultos, con sus pequeñas aventuras tan ordenadas como las viñetas en una página de tebeo.

Manolito es parecido a ellos, pero no exactamente como ellos. El tiempo ha pasado. No tanto como para expulsarlo de la niñez. Pero sí para que ocurra algún cambio decisivo, como esa hermana de la que su madre estaba embarazada hace once años pero que ahora tiene sólo tres, o esa seriedad estrambótica del sempiterno hermano pequeño, el Imbécil, al que en Estados Unidos hubo que cambiarle el nombre, para que no se traumatizaran los niños americanos. Los niños americanos pueden ver películas de gente descuartizada viva o convertida en pulpa sangrienta por una explosión pero no leer que a un personaje infantil le llaman Susana Bragasucias(tampoco los niños escandinavos, por cierto).

Manolito, o mejor Manolo, ha cambiado sutilmente: ha ganado en perspicacia sin perder la inocencia. Los dibujos de Emilio Urberuaga captan y explican muy bien esos cambios nada ostensibles. Y es el hablador de siempre, con una voz como no hay otra en la literatura de ahora mismo, tan rica en matices y en veladuras de sentido dentro de su naturalidad que pueden disfrutarla igual un niño y un adulto, como se ríen un niño y un adulto viendo a Chaplin o a los hermanos Marx y cada uno escucha o ve algo distinto y algo idéntico. Hay una oralidad extraordinaria en este nuevo Manolito -mejor Manolo, perdón- parecida y distinta a la de los anteriores, pero se ha acentuado una comicidad visual que ya existiía antes: ocurre algo digamos que en primer plano, una conversación, y un poco más allá hay personajes que gesticulan y hacen diabluras, como Chicco y Harpo en un margen de la pantalla mientras Groucho seduce a una millonaria jamona.

Manolito vive en un mundo que es tan exclusivamente suyo como el de Calvin o el de Seinfeld, pero también vive, y eso forma parte de su originalidad, en el mundo real de ahora mismo. La suya es una de esas familias que ni siquiera en los años más delirantes vivieron “por encima de nuestras posibilidades”. Ya pasaban apuros en los tiempos de la burbuja y ahora siguen pasándolos. La diferencia es que ya no habrá tantos lectores que encuentren exóticas sus estrecheces. Manolito, Manolo, está a un paso de dejar de ser niño, y a mí me gusta que aunque se haya hecho algo mayor siga suspendido en ese tiempo anterior a la adolescencia, acogido a la estabilidad perfecta de su familia, sus vecinos, su barrio. Algo de la melancolía del tiempo se filtra en esta nueva salida, pero es una melancolía tenue y mezclada con la risa, como sucede siempre en la comedia.

eo el libro y me acuerdo de una frase de Onetti que me gusta mucho, y que creo que tiene que ver con esa parte del carácter de Elvira del que brota el torrente limpio del habla de Manolito(o mejor Manolo):


“El hombre que no conserve algo de la infancia nunca podrá ser totalmente amigo mío”.








Las fotos de niños de esta entrada las tomé yo en Tailandia, este septiembre pasado.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Miliki






Cuando yo era pequeña solo teníamos una televisión en el comedor. Una tele no muy grande que tenía dos canales. Cada tarde yo llegaba vestida con mi uniforme azul marino y gris de las monjas, me quitaba de un tirón el verdugo blanco bien apretado que mi madre se empeñaba que llevara siempre para que no me dolieran tanto los oídos y con la coleta medio despeinada pero con el bocadillo en la mano, me hacía sitio como podía entre mis hermanos delante de la primera cadena de la tele para no perderme a los payasos. ¡Los payasos de la tele!

Había una vez... Y entraba Gaby, y luego todos los demás: Fofó, Miliki, Fofito y hasta ¡Milikito! con su  cencerro (quién lo diría ahora...).

¿Cómo están ustedeeeeeessss?

Más fuerte que no les oigo ¿Cómo están ustedeeees?

Y entonces entraba Don Pepito y Don José, nos picaba la nariz, la gallina Turuleca ponía un huevo, el chinito se declaraba de amol a la chinita y Manuela, era tan buena cocinera que le cantábamos Porrompompón Maanueeelaaaaaaaa...

Nosotros no teníamos radiador como Susanita, teníamos una estufa de butano que nos seguía por la casa calentando justo donde estábamos y dejando helado todo lo demás. El auto de Papá era un Seat 850 rojo, y aún faltaría mucho tiempo para que la barba de mis hermanos tuviera más de tres pelos. Pero que no nos faltaran los payasos, los payasos de la tele.

Hoy, 18 de noviembre de 2012, que cumple años Micky Mouse, también hemos sabido que se ha muerto Emilio Aragón, Miliki. Y qué penilla me ha dado, aunque haga ya muchos años que no vengo del colegio con el verdugo blanco apretándome la cabeza...

En fín.

Pasa el tiempo y nunca me han gustado los gorros. Pasa el tiempo y se ha muerto Emilio Aragón sí. Qué lástima. Pero Miliki no, Miliki no se va a morir nunca.







"Y nuestro amol así será: siempre, siempre igual..."

viernes, 16 de noviembre de 2012

Un ramillete de noticias literarias para un 16 de noviembre de 2012




"Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos."
 J.Saramago de Ensayo sobre la ceguera.

"Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio, que es bueno para mi salud. Pero nunca he oído a nadie decirle a un deportista: tienes que leer".
José Saramago


I

Hoy 16 de noviembre de 2012 es el aniversario del nacimiento de Saramago. Un 16 de noviembre de 1922 nació José de Sousa Saramago, escritor portugués y Premio Nobel de Literatura en 1998. Escribió, entre otras novelas, El Evangelio según Jesucristo (1991), Ensayo sobre la ceguera (1995), Todos los nombres (1997), La caverna (2000), El hombre duplicado (2002), Ensayo sobre la lucidez (2004) y El viaje del elefante (2009).

En 1998, cuando le concedieron el Nobel de Literatura, su discurso de aceptación del Nobel comenzaba así: "El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir....."

II  
Hoy 16 de noviembre de 2012 en un 'ranking' que continúa, una semana más, liderado por la trilogía erótica superventas 'Cincuenta sombras de Grey', seguida de 'Victus', de Albert Sánchez Piñol, destaca la entrada del flamante nuevo Premio Planeta "La marca del meridiano" de Lorenzo Silva, y el nuevo poemario de Joan Margarit "Es perd el senyal".
 
SOMNI D’UNA NIT D’ESTIU

Hem aturat el cotxe
vora un mur de xiprers.
Fa trenta anys que vivim junts.
Jo era un jove inexpert i tu una noia
desemparada i càlida.
L’ombra de l’última oportunitat
està ocultant la lluna.
Sóc un vell inexpert.
I tu una dona gran desemparada.



SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Hemos parado el coche
junto a este largo muro de cipreses.
Hace treinta años que vivimos juntos.
Yo era un chico inexperto, tú una chica
desamparada y cálida.
Sombras de la última oportunidad
van cubriendo la luna.
Soy un viejo inexperto.
Tú, una mujer mayor desamparada.

Joan Margarit

http://www.elperiodico.com/es/noticias/ocio-y-cultura/lorenzo-silva-joan-margarit-solidas-novedades-ranking-libros-2250567

III



Hoy 16 de noviembre de 2012 hemos sabido que el texto original del cuento «En este pueblo no hay ladrones», del colombiano Gabriel García Márquez, con correcciones y anotaciones del propio escritor, se subastará el próximo día 21 en la casa Christie's de Londres.






jueves, 15 de noviembre de 2012

El aula de Antonio Machado en Baeza


Me trasladé a Baeza, donde hoy resido. Mis aficiones son pasear y leer.
ANTONIO MACHADO
(Baeza, 1917)

 
Me gustó mucho Baeza, ciudad que ya tenía muchas ganas de conocer y que pude disfrutar bajo una lluvia pertinaz el mes pasado. Madre mía ¡lo que pudo llover! Pero qué brillante estaba, la verdad, tenía su encanto.
 
Y sobre todo me gustó mucho el aula de Antonio Machado en Baeza.
 
Bueno, Baeza está salpicado de historia machadiana y más cuando está de aniversario. El autor estuvo allí hace ¡100 años! porque justo este año se celebra el centenario de su paso por allí. Desde 1912 hasta 1919 dió clases en esa ciudad.

No me digais que no está bien esta clase de principios del siglo pasado... Es que me hinché a hacer fotos: este rincón de aquí, el de más allá, el otro... Y vamos que ya podréis haceros una idea de que no era tan grande...
 
Está en el Instituto "Santísima Trinidad" de Baeza, en lo que era la antigua Universidad, enclavada en un edificio renacentista del siglo XVI. Ya es historia ¿verdad?
 
En este aula impartió clases de frances el autor. Tenía 37 años cuando llegó y un sueldo de 2.500 pesetas. En las vitrinas están algunos documentos de su vida administrativa.

Bueno, os dejo con las fotos.
 












Fijaos, que debajo del pupitre tenía para calentarse...



La toma de posesión como profesor de ese Instituto



Mi paraguas, mi sombrero,
mi gabán…El aguacero
amaina…Vámonos, pues.

Es de noche. Se platica
al fondo de una botica.

—Yo no sé,
don José,
cómo son los liberales
tan perros, tan inmorales.

—¡Oh, tranquilícese usté!
...

Machado se reunía con otros sobresalientes de Baeza en una tertulia que se hacía en la rebotica de una Farmacia de un farmaceutico apellidado Almazán, que curiosamente también era profesor de gimnasia del Instituto. Aunque le costó unirse a ellos, porque al principio venía tan triste de Soria (donde se había quedado sin Leonor, su esposa) que le costaba relacionarse con sus vecinos.


Este es un artículo de un periódico de enero del 73  donde habla de la farmacia donde se reunían a hacer la tertulia, pero ya no existe.







lunes, 12 de noviembre de 2012

La tertulia literaria "El Rinconcillo"

Añadir leyenda    

Siguiendo con mi viaje por Granada (ya sabéis que el mes pasado, en octubre, estuve allí leyendo mis relatos invitada por "Encuentros Literarios" www.encuentrosliterarios.es ), quería dejaros dos fotos también con sabor a letras. 

Cuando estuvimos en la casa de García Lorca, en la Huerta de San Vicente, el señor de las entradas me dijo que podía acercarme a ver donde se reunía el poeta con otros literatos de la época. Era en el antiguo Café Alameda, en la Plaza del Campillo. Ahora es un restaurante que se llama Chikito, pero me dijo que allí había una placa recordando aquellas reuniones.

Aquí están las fotos de ese lugar.

He encontrado en internet un artículo del periódico Ideal que habla precisamente de ésto. Se titula "Las tertulias más granadas", jugando con el doble sentido de la palabra "Granada". Dejadme que os copie solo los parráfos que se refieren a este lugar. Aunque al final os dejo el enlace, por si os interesa, para que podais leer el artículo entero.

La reina de las tertulias tanto por la altura intelectual de sus componentes y su trascendencia allende las fronteras granadinas fue la de El Rinconcillo, que se desarrollaba en el Café Alameda, que estaba en la Plaza del Campillo, en una casa que hoy se encontraría junto al restaurante Chikito. Mora Guarnido describe el ambiente de aquel lugar en el libro 'Federico García Lorca y su mundo'. Se denominó de tal manera debido a que sus miembros se situaban al fondo del café, detrás de un pequeño tablado donde actuaba un quinteto musical, en un rincón que bien podría acoger a dos o tres mesas.

El personaje dinamizador, como se diría en la actualidad, de aquellas reuniones era Francisco Soriano Lapresa, un hombre leído y provocador de la 'carcundia', que abastecía a los jóvenes de literatura rusa y de lo último de la música europea contemporánea. Al grupo, además de los hermanos Federico y Francisco García Lorca, se sumaba Melchor Fernández Almagro, Antonio Gallego Burín, Miguel Pizarro Zambrano, el filólogo José Fernández-Montesinos, José María García Carrillo, Fernando de los Ríos, el arabista José Navarro Pardo, Manuel Ángeles Ortiz, Ismael González de la Serna, Hermenegildo Lanz, Juan Cristóbal, Ramón Pérez Roda, Luis Mariscal, Ángel Barrios y un jovencísimo Andrés Segovia. El compositor Manuel de Falla también frecuentó aquellos encuentros, aunque en muy pocas ocasiones porque era un maniático de los ruidos. Otro de los más veteranos de aquel jovencísimo grupo era el socialista Fernando de los Ríos, quien fuera ministro de Justicia e Instrucción Pública, y una especie de tutor de los hermanos García Lorca.


Fruto de esta tertulia es la creación de un poeta apócrifo, Isidoro Capdepón Fernández, cuyos textos se atribuyen a Lorca; y los primeros dibujos que de él se conocen. Los 'rinconcillistas' hicieron recibimientos 'apócrifos' a Capdepón, un poeta llegado de las 'Américas' y que venía a representar toda aquella poética que denostaban los jóvenes vanguardistas granadinos.


La tertulia acogió la llegada de personajes tan variopintos como Wels, Rudyard Kipling, Rubistein y Wanda Landovska. Entre los rinconcillistas visitantes se encontraba Nakayama Koichi, alias 'Nakita', 'Torero de Emoción', tal y como rezaban sus tarjetas de visita, y es que era un gran aficionado a los toros. Uno de los personajes escasamente mencionados era el camarero que atendía al rincón, Navarrico, quien había servido en los barcos de la Compañía Transatlántica y decía: «Yo sé llamar hijo de puta a una persona en cincuenta lenguas». Era parecido a la imagen del bufón 'Don Antonio el inglés', de Velázquez. Cuando los 'rinconcillistas' se la mostraron dijo: «Soy yo 'pintao', pero el malángel que lo hizo me pudo poner en un traje decente y no esas ropas de payaso».








domingo, 11 de noviembre de 2012

La dama de la furgoneta de Alan Bennett



La dama de la furgoneta. Alan Bennett

Anagrama (Barcelona, 2009)
92 páginas.


Tenía pendientes las reseñas de varios libros. Así que vamos a ello que ya tenemos una fila esperando...

El primero del que os quería hablar es de "La dama de la furgoneta" de Alan Bennett, que ya hace tiempo lo terminé.

Un libro curioso. Es una especie de libro de memorias donde el autor, el propio Bennett cuenta la historia de Miss Shepherd, una anciana medio chiflada, a quién tuvo alojada con furgoneta incluída en su jardín durante quince años. Sí, sí, en su mismo jardín. Es curioso ¿O no?

En un principio la mujer vivía en su calle, en la misma calle, dentro de su coche. A menudo los gamberros aporreaban su vehículo para meterse con ella. El caso es que en marzo de 1974 se impusieron restricciones de aparcamiento en Gloucester Crescent. Desde ese momentos los vecinos tenían preferencia para aparcar. Y allí en ese aparcamiento estaba Mis Shepherd. Los operarios tuvieron piedad y aguantaron hasta el límite antes de expulsar a la dama enloquecida, quien recibió un nuevo automóvil gracias a la desinteresada ayuda de Lady W. Entonces Bennett fue muy generoso e invitó a la pobre mujer a instalar su furgoneta con cuatro ruedas en su jardín, donde permaneció quince largos años.

“En cuanto aparcó la furgoneta, puso el freno de mano con tanta determinación que, como Excalibur, nunca pudo en adelante liberar, y se oxidó tan férreamente que diez años después, cuando vinieron a llevarse la furgoneta, la grúa municipal tuvo que izarla por encima del muro” (p. 27).

Le hizo semejante propuesta, según el escritor, por puro egoísmo, para quedarse más tranquilo. Pero las cosas se liaron de tal modo que, a las pocas semanas, la furgoneta descuajeringada de la mujer estaba instalada dentro del minúsculo jardín de Bennett. Y allí estuvo, hasta su muerte.

Y eso cuenta este libro, ésta estrámbotica historia. Esa conviviencia. Pero además lo hace de forma peculiar, no deja de sorprender.

Por ejemplo dice en el libro que la furgoneta estaba entre la verja del jardín y la puerta de la casa. Para entrar, los visitantes tenían que apretujarse para pasar por la trasera del vehículo y recorrer uno de sus lados. Bennett dice: "Si tenían mala suerte, se encontraban la portezuela de atrás abierta y a ella con sus gruesas piernas blancas colgando encima. Era difícil no ver el interior del vehículo, un revoltijo de ropas viejas, bolsas de plástico y sobras de comida (?). Los primeros años de su estancia en jardín, yo trataba de explicar a mis perplejos visitantes cómo se había producido aquella situación, pero al cabo de algún tiempo dejé de tomarme esta molestia, y si yo no mencionaba el asunto, nadie más lo hacía"

Ese es el argumento de la historia. Una historia real.

Y de esta forma nos adentra en todos los temas que toca: el deterioro de algunas personas: comida podrida, compresas usadas, costras de roña, gusanos... todo eso había dentro de la furgoneta. Habla de la enfermedad mental que lleva a este desorden de vida, del Síndrome de Diógenes. Habla de la peculiaridad de algunas relaciones humanas.

Todo ello contado en un tono amable, pues siempre habla de Miss Shepherd con respeto, compasión. Su forma de contarlo hace que el lector se acerque a esta señora, que según decía el cartero "A veces el olor te echa un poco para atrás", de forma positiva.


Los personajes, pues, son ellos dos. De un lado Miss Shepherd: católlica, malhumorada y anticomunista, leía con asiduidad la prensa y tenía sus propias opiniones sobre las noticias de actualidad, lo que le impulsó a escribir muchas cartas a personajes importantes como Margaret Thatcher, creyendo que sus sugerencias serian útiles para solucionar crisis y desajustes. Como fue ignorada pidió los documentos para fundar su propio partido político, el Fidelis Party. “Cuando me elijan, ¿usted cree que tendré que vivir en Downing Street o podré gobernar desde la furgoneta?” (p. 48). Esta mujer era todo un misterio, vestía estrafalariamente y se sentía incomprendida. A ratos, en la mayoría de las ocasiones, detestable y algunas otras veces simpática.

“En una ocasión, Coral Browne salía de mi casa con su marido, Vincent Price, y hablaban en voz baja. ‘Cierren el pico’, soltó la voz de la furgoneta. ‘Estoy intentando dormir’.

Por otro el mismo Bennet, que la toleraba e imponía normas y límites

Bennet, es un autor británico, que en 2003 recibió el British Book Award. Aquí en España tuvo múltiples elogios por Una lectora nada común, novela corta donde se atrevía a crear un personaje de la Reina Isabel II, apasionada bibliófila que veía alterada su cotidianidad mediante la sabiduría de la letra escrita. Bennett es conocido por su ingenioso sentido del humor.

Alan Bennett (caracterizado)
Alan Bennett (caracterizado)

Muerta Miss Sheperd quedó la duda de su vida anterior.

Hay una última parte de La dama de la furgoneta que es un añadido que el autor escribió en 1994 para contarnos su labor detectivesca en búsqueda de la identidad de su huésped. 


Un libro realmente muy curioso. Es corto, se lee rápido y con agrado por el tono en que está contado y lo inverosimil de la situación.