Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

jueves, 7 de octubre de 2010

Mario Vargas Llosa. Premio Nobel de Literatura


Como ya sabéis todos hoy le han dado el Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa. 

Yo me he alegrado un montón, no solo porque me gusta este autor, sino porque también se premia la literatura en castellano. Además, siempre ha sido un escritor muy cercano a España.

He estado escuchando todo el programa de esta tarde del Ojo Crítico en Radio Nacional, por supuesto dedicado a él. Ha estado muy bien. 

A las cinco de la mañana él leía y su mujer le ha pasado el teléfono... Así se ha enterado.

"España es un país que no era mío, pero se ha vuelto mío, es un país al que yo quiero muchísimo..." Mario Vargas Llosa en un momento de la rueda de prensa de hoy.

Hoy en todas partes se puede leer esta noticia, así que creo que no os voy a abrumar con datos que podéis leer mucho mejor escritos en otra parte. Solo quería hablaros de mi último contacto con él. 

El último libro suyo que leí fue "El Paraíso en la otra esquina" que me gustó mucho, sobre dos vidas,  la de Flora Tristán, esforzada en la lucha por los derechos de la mujer y de los obreros y la de Paul Gauguin, el hombre que descubre su pasión por la pintura y abandona su existencia burguesa para viaja a Tahití en busca de un mundo sin contaminar...  Me pareció un libro muy interesante sobre el siglo XIX  y sobre la pintura, muy bien escrito alternando la tercera con la segunda persona.

"Paul partió y -lo recordabas muy bien-, en la calle, el frío del invierno le caló los huesos. En su caminata a través de la ciudad amurallada, oyó, en algunas casas, a las familias cantando villancicos. Iba rumbo a la estacion, a un hotel modesto cuya patrona conocía. Al atravesar la placita Victor Hugo, sintió pasos a su espalda, muy próximos. Se volvió, con un mal pálpito, y, en efecto, a pocos metros, con una navaja de afeitar en la mano y descalzo, Vincent lo fulminaba con unos ojos terribles.
- ¿Qué pasa? ¿Qué significa ésto? -le gritó.
El holandés dió media vuelta y echó a correr. ¿Hiciste mal, Paul, no alertando de inmediato a los gendarmes sobre el estado de un amigo?. Sí, sin duda. Pero cómo dibalos ibas a imaginar que el pobre Vincent, luego de esa frustrada tentativa de acuchillarte, iría a cortarse media oreja izquierda y a llevarle un pedazo de carne sanguinolento, envuelto en un periódico, a Rachel, la putita flaca de madame Virginie. Y, luego, como si fuera poco, a tumbarse en su propia cama, con la cabeza envuelta en toallas, que, a la mañana siguiente, cuando entraste..."

Me he alegrado mucho de este premio. Enhorabuena. Esta vez los de Nobel sí que han acertado.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Siria y Jordania, un placer



Yo ya no tengo palabras.

Solo tengo unas ganas enormes de regatear cuando las dependientas me dicen el precio de algo. No puedo evitar en cuánto las oigo, calcular mentalmente la tercera parte, y me muerdo las ganas de decirla en voz alta, para retar a esa voz y que comience, lúdico y veloz, el juego de "tanto, pues tanto, no, tanto, bueno tanto ¿vale?, venga sí tanto...". Viendo victoriosa como va bajando el precio. Pero miro a mi alrededor y ya no estoy allí... Así que me trago las ganas de regatear, miro otra vez a la dependienta y saco cabizbaja mi monedero para pagar "cristianamente" lo que siempre estuvo marcado.

Yo ya no tengo palabras.

Solo tengo unas ganas enormes de comer jamón y tortilla de patatas y gazpacho y cocido y diez mil comidas  más que tanto he añorado en estos días de "humus", trigo y entremeses "desvaríados"...

Yo ya no tengo palabras.

Solo tengo un montón de preciosas fotografías que me recuerdan que estuve allí, que cumplí años allí, en la lejana Petra, que compartí con los mejores compañeros de viaje lo que significa una túnica y un té, una propina y una regañina, mil mezquitas de reflejos verdes orando a la vez y un único y hondo sentimiento de gratitud a la vida por  permitirme estar allí.

Yo ya no tengo palabras.

Solo tengo un montoncito de "paradojas humanas" que me hacen volver a sonreir. Tengo la sensación de estar "suelta" cuando no estoy para nada ni nadie, tengo un arabe con cara de arabe, con turbante de arabe, con voz de árabe diciéndome: "Aquí solo café americano..". Tengo paradojas  y juegos de palabras que nunca entendereis, pero que me devuelven un millón de risas y una única complicidad que me arropará en los largos y fríos meses del invierno.

Yo ya no tengo palabras.

Solo tengo la maravillosa certeza de haber estado en varios lugares únicos en el mundo, de haberlos paseado, de haberlos vivido, de haberlos sudado y respirado entre moscas y más moscas volando a mi alrededor.  Tengo la inmensa suerte de haber estado allí, echándolas una y otra vez... Qué asco tú.

Yo ya no tengo palabras.

Solo tengo un cursillo sobre la "pérdida" que comencé con mis compañeros para  poder superar lo que sería volver a la rutina, a la normalidad, a la vida monótona de todos los días. 

No, ya no tengo palabras, no me alcanzan para contar lo que solo se puede vivir. 

Vivir.

(Si no fuera por esta maldita sensación de que ese cursillo, el de "la pérdida" no lo voy a aprobar...)

Siria y Jordania
Septiembre de 2010

A Paloma, Olga, Yolanda, María, Asun, Carlos y Sergio.






viernes, 1 de octubre de 2010

"La playa de los ahogados" de Domingo Villar



Como ya os habréis dado cuenta por las entradas anteriores, el último libro que he leído ha sido "La playa de los ahogados", segunda novela de Domingo Villar (Vigo 1971). Una novela que no tiene nada que envidiar a la literatura policíaca de fuera de España. Pero no había tenido tiempo de hablaros de ella, así que  allá vamos.

Yo no había leído su primera novela ("Ojos de agua"), ahora ya la estoy leyendo.  Y desde luego a partir de ahora no pienso perderme ninguna de las que escriba. Porque lo hace tan bien, que tendrá que seguir inventando y escribiendo más casos de Leo Caldas.

El argumento es el de la aparición en una playa gallega del cadaver de un marinero, con las manos atadas y del que no se encuentra la embarcación con la que había salido esa mañana de domingo. Leo Caldas, el inspector protagonista, tiene que investigar que ha ocurrido, para lo cual se traslada desde Vigo hasta Pantxon donde residía el ahogado y donde se encuentra con el silencio de todos los vecinos o en su defecto, con el miedo a la aparición de viejos fantasmas. Ya se sabe "Haberlas, haylas".

 Leo Caldas, es un personaje que te atrapa. Fuma sin parar y le gusta tomarse un vino en la taberna del Eligio. Le disgusta el silencio de su casa y se marea con mucha facilidad. Tiene un ayudante, Rafael Estevez, un aragones muy impulsivo que no entiende el ambigüo carácter gallego, y que tampoco acaba de encajar con su jefe. 

A mi la verdad es que me ha gustado mucho. Me ha parecido muy entretenida. Y amena. Cada capítulo empieza con una palabra y su definición. Palabra que desde luego tiene algo que ver con el capítulo que viene a continuación. Y no hay cabos sueltos, sino que lo que después se va descubriendo es a raíz de  cualquier dato que ya en algún momento había aparecido.  

Está contada en tercera persona lo que te mantiene a distancia de la acción y la trama. Pero siempre con un lenguaje muy sencillo y cercano, salpicado de ciertas dosis de fina ironía.

El ambiente gallego y de los marineros está muy bien descrito, suavemente te vas sumergiendo en aquellas poblaciones, en sus playas, en su clima, en los oficios y las costumbres de la gente del mar.

Lo dicho. Me ha gustado mucho. Y desde luego que si os apetece leer novela policíaca yo os recomiendo ésta. Nuestra novela policíaca. Y de la buena.


Domingo Villar: La playa de los ahogados

Madrid: Siruela, 2009. 448 págs. 19,90 €.

 BIOGRAFÍA


Domingo Villar, gallego emigrado a Madrid, ha ejercido como guionista de cine y televisión. Ligado desde niño al mundo del vino, desde hace años es crítico gastronómico en una emisora de radio nacional y colaborador habitual en diversas publicaciones escritas. Obtuvo con su primera novela Ojos de agua, el I Premio Sintagma, el Premio Brigada 21 y el Premio Frei Martín Sarmiento, y fue finalista en dos categorías de los Crime Thiller Awards en Reino Unido. Hasta la fecha ha sido traducido a seis idiomas .

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Hoy, además de tantas cosas... es mi cumpleaños



De la niñez uno recuerda algunos libros especialmente. Recuerda sus tapas duras, su forro de papel coloreado que podías separar, recuerdo como olían al pasar las hojas y como me gustaba verlos todos juntos colocados en la estantería, formando una fila que podías colocar por autores o por tema.

Cuando yo era pequeña en casa había muchos libros de la editorial Bruguera que llevaban un subtitulo llamado "Colección Historias Selección". Más tarde "Joyas literarias Juveniles". 

La mayoría de aquellos libros eran de mi hermano mayor. Pero terminábamos leyéndolos todos.

Recuerdo que teníamos muchos de Julio Verne, Salgari... También recuerdo Miguel Strogoff con aquella escena dibujada en una viñeta donde le pasan la espada por los ojos y le dejan ciego...

Pero no quería hablaros de aquel, sino de uno que estaba también entre ellos, el dedicado a Lawrence de Arabia.


Hoy es mi cumpleaños. Y estoy muy lejos. Pero por esos azares de la vida el lugar donde estoy me ha recordado aquella colección y mi niñez. 

Porque estoy en Jordania, en el desierto de Wadi Rum, donde transcurrió la historia de Lawrence de Arabia.

 Quién me hubiera dicho a mí cuando tenía siete u ocho años, quién me hubiera dicho cuando leía aquellas historias, que algún día yo estaría aquí. Qué cosas...

 Aquí. Donde Lawrence de Arabia... cumpliendo un año más.


lunes, 27 de septiembre de 2010

"No hay tu tía" o "No hay tutía"



 Supongo que todos a estas alturas alguna vez habreis oído la expresión "No hay tu tía" con el significado de no hay remedio o no hay solución. ¿No os habéis preguntado nunca de donde podría venir?

Yo sí, por eso he investigado un poco y he encontrado  varios lugares donde se explica, entre ellos he escogido un artículo de Ramón Solsona publicado en La Vanguardia en agosto de este año:


PALABRAS VIAJERAS: NO HAY TUTÍA

24/08/2010
Tutía, escrito todo junto. No se refiere a ninguna tía ni a ningún otro pariente. Bien mirado, eso de la tía es extraño, porque jamás decimos 'no hay tu suegra', 'no hay tu cuñada' o 'no hay tu primo'.

Pero ¿qué diablos es la tutía? Si lo buscan en los diccionarios, lo más probable es que les diga que se trata de un óxido de cinc, lo cual no explica satisfactoriamente la expresión. Pero si tenemos en cuenta que la tutía o atutía se utilizaba para fabricar colirios y ungüentos que llegaron a ser casi una panacea para curarlo todo, entendemos que se diga «no hay tutía» cuando algo no tiene remedio o cuando alguien se ve en un atolladero.

 Ya veis resulta que viene de un ungüento, un colirio o un medicamento, la tutía o tuthía, lo he encontrado escrito de ambas formas y parece ser que era de origen arabe attuttiya.

Por otra parte en el blog de Lengua Española de Alberto Bustos, se explica como se ha llegado de la expresión "No hay tutía" a la de "No hay tu tía". Ha sido como ocurre otras veces, el hablante transforma la expresión en palabras que conoce, apoyándose en ellas cambia la expresión originaria hasta convertirla en otra que para él tiene más significado. Hace una falsa separación. Él conoce las palabras "tu" y "tía", mucho más que "tutía" de ahí el cambio. Pero os dejo con el vínculo de dicho blog donde lo explica.


http://blog.lengua-e.com/2007/no-hay-tu-tia-etimologia-popular/

sábado, 25 de septiembre de 2010

La playa de los ahogados de Domingo Villar



"La entrada de un médico en la habitación arrancó al enfermo una mueca de disgusto.
-Alberto, ¿Cómo va? -preguntó el médico, y recibió por toda respuesta el balanceo de una mano.
El doctor descubrió la sábana y palpó varios puntos del abdomen del enfermo, que en el refugio de plástico verde que le aireaba los pulmones desencajaba su rostro con cada presión.
-En un mes está usted nuevo -dijo al concluir el examen y, tras guiñar un ojo al padre de Leo Caldas, abrió la puerta y abandonó la habitación.
Los tres hombres permanecieron en un silencio incómodo hasta que el tío Alberto, con un ademán, pidió a su hermano que se aproximase. El padre del inspector se acercó al borde de la cama y su hermano se retiró la mascarilla.
-¿Me harías un último favor? -preguntó con voz fatigada.
El padre cruzó una mirada con Leo Caldas.
-Claro.
-¿Aún conservas tu libro de idiotas?
-¿Cómo?
-¿Lo conservas o no? -Insistió el enfermo, esforzándose por elevar su bisbeo sobre el soplido del oxígeno.
-Sí, creo que sí.
-Pues apunta a ese médico -dijo, y señaló con su dedo caquéctico la puerta por la que había salido el doctor.
Luego se colocó la mascarilla sobre la nariz y la boca durante unos instantes para despúes retirársela y volver a susurrar:
-Es el doctor Apraces. ¿Lo recordarás?
...

Al salir del hospital, el inspector encendió un cigarrillo y su padre abrió un paraguas.
-Cabemos los dos -dijo.
Leo se arrimó a él y echaron a andar hacia el aparcamiento entre el recital de cláxones que ofrecían los conductores exasperados por el atasco.
-¿Tienes un libro de idiotas?
-¿No lo sabías? -contestó el padre sin mirarle, y Caldas advirtió que tenía los ojos acristalados.
..."

La playa de los ahogados
Domingo Villar