Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

jueves, 24 de junio de 2010

Celia Cañadas en Libertad 8





A mí me gustaría que conocierais a Celia Cañadas. Que la conocieraris poéticamente hablando. Porque creo que si no lo hacéis os estais perdiendo algo importante. Y no está la vida para perderse cosas buenas...

Yo no sé si a Celia le vendrá la poesía por línea paterna, su padre es Aureliano Cañadas de quién ya os he hablado en este blog otras veces, no sé la verdad si eso se hereda, si es así ya venía la niña con muy buenos genes para los versos. Pero se herede o no, a Celia se le da muy bien lo de la poesía. Su poesía es sentimental, cotidiana y cercana. Es una poesía que te acaricia la piel y te la traspasa. Una poesía sugerente. Una poesía que hay que tener en cuenta.

Dice Celia de su afición a la escritura: "Manipulo las palabras (cuántas veces fue a la inversa) en ocasiones, para ordenar mis sentimientos, otras, para desorientar al resentimiento o simplemente, por pura diversión".

Aquí os dejo el poema que leyó el martes pasado, día 15 de junio, en Libertad 8 en el recital poético que dió su padre, Aureliano Cañadas con Jose Mª Herranz y del que os hablaré más adelante. En un momento dado su padre la atacó a traición con un: "Y ahora me vais a permitir que saque a mi hija, ella no sabe nada, que me he traído uno de sus poemas para que os lo lea..." Así que allá que fue Celia, obligada por las circunstancias, mirando para abajo y muerta de verguenza, para leernos este poema que os dejo y que yo le pedí después.

Días más tarde ella me mandó este correo: "Te mando el poema que mal leí el martes, por si lo pones en tu blog, yo feliz si alguien quisiera leerlo..."

¿Verdad que sí quereis leerlo? Por favor no dejeis de hacerlo, porque merece la pena. Aquí Celia Cañadas, aquí los lectores de mi blog:


El viento no le fue propicio

A Virginia Woolf


Esta cadencia de agosto
en pleno marzo
aventa lo que ocultan
nuestras aguas estancadas.

En los jardines
crece la hierba
y son otros
los que se abandonan
a lo irregular del terreno,
como nosotros
a la regularidad de las sombras.

Ruedan
ajenos a la gravedad
y a su risa,
ajenos al ridículo
de mi braceo al aire,
a los números, miserables,
como piedras insatisfechas
rompiendo los bolsillos
de mi traje.


Celia Cañadas Marques-Repas

miércoles, 23 de junio de 2010

Joaquín Sabina y yo... ayer en Las Ventas




Hoy soy más joven que ayer. Os lo tenía que contar.

Porque dice una canción de Joaquín Sabina “Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver…” Pues yo a sus conciertos vuelvo una y otra vez. Una y otra. Por eso mismo. Porque es un lugar donde soy feliz.

Ayer otra vez, junto a miles y miles de personas, pisé Las Ventas, esperando a que Sabina saliera en el que dice que seguramente será su último concierto a lo grande en Madrid. Y mientras nos lo dice se le quiebra la voz, y la multitud a la de una quiere arroparlo y se levantaba en bloque y le vitorea al unísono, como en una nana.
No lo sé. Quizás. Pero si es así yo habré estado en el último. Y todo porque ayer mismo por la mañana mi amiga Ana me llamó para hacerme una proposición deshonesta: “Rocío que te llamo porque resulta que tengo una entrada para el concierto de Sabina de esta noche…” YO VOY, YO VOY, dije sin querer oír más. Bendita Ana, querida Anita, que me despierta de golpe del letargo laboral con uno de los regalos que más ilusión me hacen en el mundo: Un concierto de Joaquín Sabina. Y otra vez canté a gritos, salté, me apretujé y disfruté de todas sus canciones. Porque ayer hizo un recorrido muy amplio por todo su repertorio. Del último disco cantó como mucho tres canciones. Todas eran de siempre. Y allí cantaron todos, cantó Panchito Varona, cantó García de Diego, cantó Marita, la chica que le acompañaba, cantó todo el mundo y canté yo. En el ruedo. Como hacía veinte años…



Y Sabina además de cantar hablaba mucho. Nos hablaba mucho. Y nos dijo que había estado como cuatro años sin escribir una sola canción y que él buscaba a las Musas y las esperaba pero nada, y mientras Almudena Grandes le hacía tortilla de patatas, y mientras Luis García Montero le corregía los sonetos, que luego Chus Visor le publicaba… y venga a escribir pero canciones nada, pero que nada, de nada, que las Musas no venían, que las Musas estaban follando con Serrat… y en algún lado estaba Fernando León de Aranoa grabando todo el concierto para un documental o una película que quiere hacer.

Y como dice Sabina “Nadie se ha muerto por ir sin dormir al currelo” y claro que no me he muerto, no me he muerto pero me muero, me muero todo el rato de sueño con estas escasas cuatro horitas en brazos de Morfeo que he estado, pero ¿Y lo bien que estuvo el concierto de ayer? Lo bien, bien que estuvo…

Rejuvenezco con cada uno de esos conciertos. Y os lo tenía que contar. Hoy soy más joven que ayer. Mucho más. Y he vuelto a un lugar donde he sido feliz, y lo he vuelto ser. Feliz.

Os dejo dos de las canciones que más me gustan de Sabina, y que ayer, qué suerte, nos cantó:


Amor se llama el juego (Joaquin Sabina/1992)


Hace demasiados meses
que mis payasadas no provocan tus
ganas de reir.
no es que ya no me intereses
pero el tiempo de los besos y el sudor
es la hora de dormir.

Duele verte removiendo
la cajita de cenizas que el placer
tras de si dejó,
mal y tarde estoy cumpliendo
la palabra que te dí cuando juré
escribirte una canción.

Un dios triste y envidioso
nos castigó
por trepar juntos al árbol
y atracarnos con la flor de la pasión
por probar aquel sabor.

El agua apaga el fuego
y al ardor los años,
amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño.
y cada vez peor
y cada vez más rotos
y cada vez más tú
y cada vez más yo
sin rastro de nosotros.

Ni inocentes ni culpables
corazones que desbroza el temporal,
carnes de cañón.
no soy yo, ni tú, ni nadie,
son los dedos miserables que le dan
cuerda a mi reloj.

Y no hay lágrimas
que valgan para volver
a meternos en el coche
donde aquella noche en pleno carnaval
te empecé a desnudar.


El agua apaga el fuego
y al ardor los años,
amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño.
y cada vez peor
y cada vez más rotos
y cada vez más tú
y cada vez más yo
sin rastro de nosotros.


Peces de ciudad
Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d'Austerlitz.

Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de san Martín.

Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a mademoiselle Amsterdam.

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,
pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar

y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.


Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.

El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.

En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un liguero de mujer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.

lunes, 21 de junio de 2010

"De sotanos y azoteas" Juan Carlos Fernández León


 El último libro que he leído ha sido "De sotanos y azoteas", el libro de cuentos ganador del Premio Tiflos de Relatos 2009. Ya os hablé de él, cuando os conté que estuve en la Feria del Libro a ver a su autor Juan Carlos Fernández León (http://rociodiazgomez.blogspot.com/2010/05/juan-carlos-fernandez-leon-escritor.html ), amigo de letras y sobre todo gran cuentista, que estuvo firmando ejemplares de esta obra el primer domingo que estuvo la Feria del Libro en Madrid.

De sótanos y azoteas ha sido publicado por la editorial Castalia, y tiene ahora el honor y sobre todo el orgullo de compartir publicación con buenos cuentistas del momento que ganaron otros años anteriores ese mismo premio.

Se compone de nueve cuentos, nueve historias de héroes de barrio, de personas normales y corrientes, de nuestro vecino de enfrente, de nosotros mismos. Porque cada una de esas historias podría ser la nuestra, tal es el grado de cotidaneidad del que están empapadas. Son casi todas historias de jóvenes de un barrio cualquiera de Madrid, de Hortaleza, que además es mi barrio. 

Así que eran muchos los hilos que mientras leía me ataban a esos cuentos, mi proximidad con su autor, mi identificación con un tiempo y con un espacio. Cuentos tan bien descritos, tan bien contados, que me permitian zambullirme de nuevo en ellos como si nunca hubieran pasado los años por mí.

Cómplices, Los imperdibles de la memoria, Se van a ver las navajas, De sótanos y azoteas, La alquería, Tatuajes, Los antagónicos, Diario de la operación masacre y Soneto, son los títulos de los nueves cuentos. Nueve cuentos madrileños, nueve cuentos con un poso de nostalgia, quizás de amargura en su  interior. Nueve arañazos para la memoria y el corazón, porque son historias que no te dejan indiferente, sino que casi te incomodan, te revuelven por dentro, te cogen de las solapas como si quisieran decirte: "Esto es la vida ¿sabes? es esto, así que espabila... y crece"

Qué bien domina Juan Carlos Fernández León la técnica del relato. Como usa y abusa de la primera persona y de la segunda para que nada más comenzar a leer tardes medio segundo en implicarte en la historia, en reconocerte en ella. "Acaba de salir el sol, Germán, y pienso en tí." Esta es la primera frase del primer cuento "Cómplices". "Pensé en el tatuaje cuando me vino a la cabeza la fecha de nuestro aniversario. Me pareció una idea, una solución digna al problema de los regalos..." Así comienza otro de los cuentos: "Tatuaje". ¿Os dais cuenta? Eso unido a su forma de narrar, mezclando la descripción con las reflexiones, ya te ha atrapado sin remedio: "El tío Leando aseguraba que por las venas de Mario corrían manantiales de leche, y se preguntaba a quién habría salido, a qué miembro de su familia le había copiado sus costumbres, esos hábitos de mirar las cosas de soslayo, como si estuvieran torcidas, como si les buscara un orden oblicuo muy distinto a su geometría natural..."( de Se van a ver las navajas).

Tiene un estilo directo, ágil, fresco, que resulta ameno y entretenido. Y aborda los grandes temas, el amor, la amistad, la complicidad, el incesto, la violencia, la nostalgia, el paso del tiempo... a veces tensándolos hasta casi retorcelos, hasta casi hacerte daño con las palabras, con las situaciones, con la historia, con los personajes, con su forma de ver el mundo y sentirlo, y otras sin que te des cuenta haciéndote sonreír.

Los personajes, como ya he dicho, son casi todos jóvenes, jovenes de barrio. O vecinos, vecinos de bloque. Y hábilmente Juan Carlos Fernández no solo los ha encuadrado en su propia historia, sino que los ha sacado de ella para introducirlos en alguna otra, consiguiendo una mayor unidad entre los relatos, una mayor visión de conjunto.


En cuánto a la forma tengo que confesar que me ha gustado mucho él último cuento: Soneto. Me ha parecido un gran acierto su división, tal y como correspondería a un verdadero soneto poético, en dos cuartetos y dos tercetos; división que a su vez se corresponde y se adapta perfectamente a las cuatro plantas de un bloque de vecinos.

Si queréis un libro de relatos dulces o amables no os leais este libro. Pero si queréis buena literatura, si queréis adentraros en un pedazo de vuestra realidad, si queréis sentir, oler, volver al barrio del que salisteis, volver a los ochenta y tantos, si queréis que os zarandeen por dentro con una forma cercana y al mismo tiempo hábil y exacta de narrar, por favor, no dejeis de leerlo.


Juan Carlos Fernández León (Madrid 1971) Se licenció en Filología Hispánica y actualmente es profesor de Lengua y Literatura en un Instituto. Colabora en las revistas Eñe, El Problema de Yorick y Cuaderno Sie7e. Por su narrativa breve ha obtenido los premios Miguel de Unamuno, el Nacional de Periodistas de Ávila y el Villa de Mazarrón. Fue finalista del Coseña Ñ 2009 y del Max Aub. De Sotanos y Azoteas es su primer libro publicado.

"Las olas" de Manuel Vicent



Estoy leyendo en estos días "El cuerpo y las olas" de Manuel Vicent. Es una recopilación de columnas publicadas en el Periódico El País.

Me quedan aún muchas páginas. Qué gusto...

Pero quería dejaros con la primera de esas columnas... es una buena filosofía de vida.




Manuel Vicent:


Las olas

El mar sólo es un conjunto de olas sucesivas, igual que la vida se compone de días y horas, que fluyen una detrás de otra. Parece una división muy sencilla, pero esta operación, incorporada a la mente, ha salvado del naufragio a innumerables marineros y ha ayudado a superar en tierra muchas tragedias humanas.

Recuerdo haberlo leído, tal vez, en alguna novela de Conrad. En medio de un gran temporal, el navegante piensa que el mar encrespado forma un todo absoluto, el ánimo sobrecogido por la grandeza de la adversidad entregará muy pronto sus fuerzas al abismo; en cambio, si olvida que el mar es un monstruo insondable y concentra su pensamiento en la ola concentrada que se acerca y dedica todo el esfuerzo a esquivar su zarpazo y realiza sobre él una victoria singular, llegará el momento en que el mar se calme y el barco volverá a navegar de modo placentero. Como las olas del mar, los días y las horas baten nuestro espíritu llevando en su seno un dolor o un placer determinado que siempre acaba por pasar de largo.

Cuando éramos niños desnudos en la playa no teníamos conciencia del mar abstracto sino del oleaje que invadía la arena y contra él se establecía el desafío. Cada ola era un combate. Había olas muy tendidas que apenas mojaban nuestros pies y otras más alzas que hacían flotar nuestro cuerpo; algunas llegaban a inundarnos por completo con cierto amor apacible, pero, de pronto, a media distancia de nuestro pequeño horizonte marino aparecía una gran ola muy cóncava adornada con una furiosa cresta de espuma que era recibida con gritos sumamente excitados. Los niños nos preparábamos para afrontarla: los más audaces preferían atravesarla clavándose en ella de cabeza, otros conseguían coronarla acomodando el ritmo corporal a su embestida y quienes no veían en ella una lucha concreta sino un peligro insalvable quedaban abatidos y arrollados. Con cuanto placer dormía uno esa noche con los labios salados y el cuerpo cansado, abrasado por el sol pero no vencido.

La práctica de aquellos baños inocentes en la orilla del mar es la mejor filosofía para sobrevivir a las adversidades. El infinito no existe, el abismo sólo es un concepto. Las pequeñas tragedias de cada día se componen de olas que baten el costado de nuestro navío. La única sabiduría consiste en dividir la vida en días y horas para extraer de cada una de ellas una victoria concreta sobre el dolor y una culminación del placer que te regale. Una sola ola es la que te hace naufragar. De esa hay que salvarse.

Presentación del disco libro de Manuela Temporelli "De cal y arena"


"Los libros se escriben en solitario, pero hacen falta muchas voluntades para que salgan adelante..." Así comenzó a dar las gracias Manuela Temporelli en cuánto terminó el recital que dió el 10 de junio en el Ateneo Cultural 1º de Mayo de CCOO y al que asistí.

A Manuela Temporelli la conocía de oídas. Manuela y Sonia, Manuela y Sonia decían… Manuela Temporelli y Sonia Rincón. Y siempre esos dos nombres llegaban asociados a la revista poética “Poeta de Cabra” o a la tertulia poética “Indio Juan” del Ateneo 1º de Mayo de CCOO. Al final tuve la oportunidad de conocerlas, a ambas, en una cena literaria en casa de un poeta y amigo común, José Mª Herranz, de quién ya he hablado en otras ocasiones en este blog. Las conocí y sorprendieron muy gratamente con su trato tan natural y cercano y por supuesto con sus versos.

Después de aquella noche he coincidido con ellas en más veladas poéticas. Pero hasta el jueves pasado no tuve la oportunidad de asistir a un recital de Manuela Temporelli.

Los que me leéis y no sois dados a este tipo de eventos, quizás pensareis “Bueeeeno otro rollo de recital poético…” Pero de verdad, de verdad, que cada vez los recitales poéticos son más originales, y diferentes. Y éste desde luego lo fue.


En esta ocasión Manuela presentaba su tercer libro “De cal y arena” homenaje a Camarón. Es un libro-disco que viene con un cd lleno de canciones. Así que os podéis imaginar que la lectura fue más un pequeño concierto que una lectura al uso. Cuando llegamos Manuela nos anticipó al saludarnos: “Espero que os guste, es diferente a lo que he escrito antes, y diferente a otros recitales…” y ciertamente lo fue.


La presentación que hizo Gerardo Mercado fue muy amena e ingeniosa. Muy entretenida y emotiva. Me gustó mucho. Y después comenzó el recital propiamente dicho.


Manuela recitaba esos poemas que le había inspirado Camarón sobre la música que tocaban, cantaban y recitaban también los que le acompañaban. En la presentación del disco ha intervenido José Mª Alfaya, Amalia Casas Mas, Jesús Marco, Alberto Anguela, Félix Arribas y Zaida Copado. En el recital había todo un despliegue de instrumentos, había un cajón, había dos guitarras, una de punteo y otra hacía el ritmo, había un teclado, un bajo, percusión. Era un espectáculo. Todos cantaban, hacían distintas voces, o simplemente tocaban alguna partitura instrumental. Pero el conjunto resultaba curioso, alegre, emotivo, intenso.

Componen el libro 16 textos, es decir, 16 cortes grabados en el disco, con carácter muy diferente, pero que compone un conjunto muy armonioso.
Había que estar allí, había que vivir aquello para disfrutar de esas canciones, de esos textos, de esas voces sustituyéndose en el micrófono, creando ese ambiente íntimo y emotivo.

Y después Manuela dijo aquello, aquello de que un libro se escribe en solitario, pero que después hacen falta la unión de muchas voluntades, para que lo que uno escribe quede finalmente impreso y encuadernado para los demás, y más en este caso que además se sustentaba sobre la música.
No sé si nota, pero me encantó. Qué homenaje tan sentido. Mi enhorabuena a Manuela y a todos cuántos le han acompañado en este libro cd. Era un espectáculo veros y un placer sentiros.


Lágrimas

Acércate a llorar tus ojos con los míos,
y acércate a reír, también, con mi sonrisa,
respira el aire fresco, toma mi aliento cálido.
Acercate a llorar, pero deja que sequen
tus ojos mis caricias.
La risa nacerá de un manantial templado.

Acércate a llorar, pero no llores:
las penas no requieren agua para brotar

De cal y arena

Los ojos de  mi niño
que sueñan, sueñan
castillos en el agua
con dos almenas.

De cal y arena:
los castillos que alumbras
hoy son pavesas.

Será de cal mi verso,
será de arena.
El agua de los ríos
borra sus letras.

De cal y arena,
los versos que hoy escribo:
palabras huecas.

Fue de arena tu vida,
de cal tu entierro.
Saetas de cristales
mis sufrimientos.
De cal y arena
tu voz sigue sonando
cuando alborea.

Y os dejo con este poema de su primer libro: Llueve en Junio

Llueve,
como tan sólo puede llover Junio:
Torrente y calle abajo.
Tus manos buscan surcos
por donde corra el agua.
Mi cuerpo se ha cerrado:
Compuertas de una presa que recoge tu fruto,
el dique de pasiones se rompe a tu caricia.
Está lloviendo
agua, amor y sementera.
Calada hasta los huesos por tus ansias,
tengo las carnes húmedas y espero
que seques mis sudores con tus labios.
Un techo de aguacero
cubre de plata el día
y el sol decae poniente abajo:
Lluvia y pasión, sigue lloviendo.


Manuela Temporelli coordina, desde 1998, la Tertulia Poética “indiojuan” del Ateneo Cultural 1º de Mayo de Comisiones Obreras de Madrid. Tiene tres libros publicados: Llueve en Junio (1997, Ediciones el Cazeron), Un ala rota (2008 Editorial Poeta de Cabra), y este último De cal y arena

jueves, 17 de junio de 2010

"Vuvuzela" no está en el diccionario


La palabra “Vuvuzela” no está en nuestro diccionario.

Lo sé bien, porque la he buscado. ¿Claro cómo iba a estar…? direis... Pero ayer inevitablemente en mi tertulia se habló de fútbol. ¿Existe algún lugar donde ayer no se hablara de eso? Si Madrid parecía muerta a esas horas... Pues nosotros también, también en un momento dado, hablamos de fútbol, y subida en el balón que nos metió el gol, venía la palabra en cuestión.

“¿Se escribe con b?” “¿Aaah… Pero no era con g?” “No, es con v… creo” Todos esos comentarios surgieron a continuación. Pero nadie dijo que “vuvuzela” se escribía además, con “z”.

Confieso que no me gustan los deportes. Ni verlos ni practicarlos… Qué le vamos a hacer, una que es así… Y por supuesto no tenía ni idea de que se había puesto de moda la “vuvuzela”… imaginaros el caso que le hago al futbol.


¿Y qué es la vuvuzela? “La vuvuzela es una especie de trompeta estridente que se toca sacando la lengua y exhalando en la boquilla al mismo tiempo. Según recoge la revista 'New Scientist', en un solo segundo los labios se mueven aproximadamente 235 veces, enviando el aire a través del tubo provocando una resonancia en la abertura cónica. Tocada en solitario y con pausa su sonido no es necesariamente estridente. Una sola vuvuzela bien entonada recuerda al cuerno de caza, pero el sonido es mucho menos agradable cuando lo toca toda la afición futbolera al mismo tiempo, ya que el sonido se distorsiona y termina recordando más al barritar de un elefante…”
La palabra “vuvuzela” es un término que proviene del zulú, uno de los idiomas que se habla en el sur de África, y parece ser que proviene de la palabra “vuvu” que significa ruido.


Las palabras “prestadas” de otros idiomas con el auge de los medios de comunicación cada vez son más numerosas. De los deportes, de las tecnologías, de la música, de muchos ámbitos nos están llegando constantemente palabras que terminamos adoptando, son los que llamamos extranjerismos.


¿Qué requisitos tiene que cumplir una palabra para ser adoptada?


Pues parece ser que para empezar tiene que ser algo extendido y generalizado. Después comprobar si existe en español una palabra que cubra con garantías el significado que aporta el extranjerismo, si existe, el extranjerismo debe desecharse.


Y si no existe este sustituto, pues tiene que haber una adaptación fonética y gráfica, o un calco, o le podemos adoptar tal cual. Cuando se dice adaptación fonética o gráfica es porque por ejemplo se ha transformado la y en i, o se ha perdido la t final, o se ha añadido una e cuando comienza en s… para no extendernos mucho podemos decir que esto ha ocurrido con palabras como panti, penalti, capó, carné, escaner, espaguetis…


En fin… he resumido mucho la explicación de cómo terminamos adoptando un extranjerismo, porque no es cuestión de hacer aquí una clase magistral, pero es todo un proceso. También hay veces, por su simplicidad fonética o facilidad de pronunciación, que las adoptamos tal cual eran, como ha ocurrido con chip, fan, o gay… etc.


Lo que está claro es que al final los que hablamos tenemos la última palabra.

¿Qué ocurrirá con “vuvuzela”? Porque desde luego su uso se está extendiendo mucho, ayer todo el mundo hablaba de ellas… Pero nosotros ya tenemos trompetas y cornetas. ¿Necesitamos vuvuzelas? Porque teníamos bocadillos y sin embargo nos quedamos con baguettes y sándwiches… nos quedamos con ellos tanto física como verbalmente. ¿O simplemente será una cuestión de modas? ¿Será lo “in” llevar las “vuvuzelas” al campo? ¿La adoptaremos solo por moda? ¿O no la adoptaremos?


¡¿Cómo no hablar hoy de las vuvuzelas?!




Para explicar los extranjerismos he consultado el artículo:
Extranjerismos en español
Eugenio Cascón Martín. Colaborador de la RAE

martes, 15 de junio de 2010

"El viaje" foto ganadora del premio "2010 Retratos de una generación"


El otro día fui a la sala Azca de la Fundación Mapfre a ver una exposición y de pronto tropecé con otra que llamó mucho más mi atención.

Se trataba de la exposición fotográfica titulada "2010 Retratos de una generación". Los participantes eran adolescentes españoles y franceses entre 14 y 18 años, y tenían que presentar una foto que representara la esencia de su generación, algo que fuera lo que más les caracterizara. La mayoría eran imágenes muy curiosas. Se presentaron más de 600 fotografías. Pero además, a medida que las ibas contemplando te dabas cuenta que no solo era digna de ver la fotografía, sino también resultaban curiosas algunas de las reseñas, los comentarios que acompañaban a las fotos.

Os dejo aquí la foto superior que es la que se llevó el primer premio.

Y aquí debajo os inserto la reseña de la foto ganadora titulada "El viaje", fijaros como cuenta el viaje que representa abrir un libro...