Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 7 de febrero de 2010

"La isla bajo el mar" Isabel Allende


Terminé de leer el último libro de Isabel Allende "La isla bajo el mar".

Me ha gustado. No sé si tanto como otros libros suyos, recuerdo cuánto me gustó "La casa de los espíritus", "De amor y de sombra" o "Paula", pero desde luego es una historia que me ha tenido ahí atrapada durante quinientas páginas noche tras noche y en la que he saboreado esas frases que escribe, he disfrutado esa forma íntima de contar los sentimientos que me gusta tanto.

Esta vez me ha transportando hasta los esclavos haitianos del siglo XVIII. En estos días pasados en que la televisión nos bombardeaba con las tristes imágenes del terremoto de Haití, yo también estaba allí aunque mucho tiempo atrás. Qué tierra más castigada desde siempre.

El argumento cuenta la historia de Zarité, una niña mulata del Caribe que a los nueve años es vendida como esclava al francés Toulouse Valmorain, dueño de una importante planta de azúcares en territorios de lo que ahora es Haití. Zarité tiene una buena estrella y en vez de ir a recoger la caña, quedará como una esclava doméstica, sin embargo su camino hasta la libertad no será nada fácil. A través de Zarité o Teté, nos sumergimos en la lucha por la abolición de la esclavitud en América Central y del Norte. De Haití saltaremos en la narración a Nueva Orleans donde huyeron muchos terratenientes cuando sus esclavos se rebelaron contra el maltrato y la opresión.

El tema principal es la lucha de la protagonista, una mujer fuerte, Zarité, como en casi todas las obras de Isabel Allende.

A su alrededor, surgiran otros muchos personajes, el amo, sus dos mujeres, su sensible hijo Maurice, los hijos de Zarité, el médico Parmentier, el militar Relais y la cortesana mulata Violette, Tante Rose, la curandera, Gambo, el apuesto esclavo rebelde... Algunos con ese punto de magia (la cultura haitiana ya de por sí es una cultura mágica) al que nos tiene acostumbrados Isabel Allende y que a mí me gusta tanto. Y a lo largo de la novela viviremos con ellos, viviremos sus vidas, treinta largos años, desde que Zarité tiene nueve años hasta que llega a los cuarenta y ya es abuela.

A mí me gustan los personajes de Isabel Allende. Me gusta como sienten. Me gusta la forma sencilla y al mismo tiempo, aunque pueda resultar paradógico, profunda de contar de esta autora.

Comienza con un prólogo que en realidad es el epílogo, donde una Zarité ya de cuarenta años se presenta. Después volvemos hacia atrás hasta el principio de la historia, a partir de ese momento la narración será lineal en el tiempo. Es una novela que tiene dos narradores, uno omnisciente en tercera persona, intercalado por otro en primera persona, Zarité, contando su propia historia. Eso hace que la novela sea entretenida y ágil, porque permite al lector alejarse y acercarse a la historia.

Os dejo con un párrafo (página 131):

"... La primera vez que lo vi estaba tirado boca abajo en el hospital de esclavos, cubierto de moscas. Lo incorporé con dificultad para darle un chorro de tafia y una cucharadita de las gotas del ama, que me había robado de su frasco azul. Enseguida comencé la tarea ingrata de limpiarlo. las heridas no estaban demasiado inflamadas, porque Cambray no pudo echarles sal y vinagre, pero el dolor debía de ser terrible. Gambo se mordía los labios, sin quejarse. Después me senté a su lado para cantarle, ya que no conocía palabras de consuelo en su lengua. Quería explicarle cómo se hace para no provocar a la mano que empuña el látigo, cómo se trabaja y se obedece, mientras se va alimentando la venganza, esa hoguera que arde por dentro. Mi madrina convenció a Cambray de que el muchacho tenía peste y más valía dejarlo solo, no fuera a dársela a los demás de la cuadrilla...

Tante Rose nos dejaba solos en su cabaña durante las curaciones. Adivinó. Y al cuarto día sucedió. Gambo estaba tan abrumado por el dolor y por lo mucho que había perdido -su tierra, su familia, su libertad- que quise abrazarlo como habría hecho su madre. El cariño ayuda a sanar. Un movimiento condujo al siguiente, y me fui deslizando debajo de él sin tocarle las espaldas, para que apoyara la cabeza en mi pecho. Le ardía el cuerpo todavía estaba muy afiebrado, no creo que supiera lo que hacíamos. Yo no conocía el amor. Lo que hacía conmigo el amo era oscuro y vergonzoso, así se lo dije, pero no me creía. Con el amo mi alma, mi ti-bon-age, se desprendía y se iba volando a otra parte y solo mi corps-cadavre estaba en esa cama. Gambo. Su cuerpo liviano sobre el mío, sus manos en mi cintura, su aliento en mi boca, sus ojos mirándome desde el otro lado del mar, desde Guinea, eso era amor. Erzuli, loca del amor, sálvalo de todo mal, protégelo. Así clamaba yo."

"Despedidas" de Yojiro Takita

Es la primera vez que en este blog voy a hablar/escribir sobre una película.

Pero hoy quería hablaros de "Despedidas" de Yojiro Takita.

Termino de verla y me ha gustado mucho. Es una película delicada, sensible, emotiva.

"Despedidas relata la historia de Daigo Kobayashi (Masahiro Motoki), un hombre que acaba de perder su trabajo como violonchelista en una orquesta de Tokyo debido a la disolución de la misma. Daigo, entonces, decide volver a su ciudad natal con su esposa. Creyendo que se trataba de una agencia turística, Daigo se ofrecerá como trabajador en lo que resulta ser una funeraria. Su vida dará un giro radical al enfrentarse a su nuevo trabajo: realizar la ceremonia budista del nokanshi, basada en la limpieza, el vestido y maquillaje ceremonial de los muertos en lo que se considera la consolidación de un largo viaje."

El protagonista es como si volviera a la vida a través de la muerte. Porque sí esta película tiene por tema la muerte, cómo nos enfrentamos a ella. Pero lo hace con cierta dosis de humor mezclado con tristeza. Se aborda el tema con delicadeza, con gestos precisos, con gestos suaves, afectivos.

Y la música que tiene la película es tan bonita... Con instrumentos de cuerda, con el chelo... Unas melodías que parece que te mecen...


Me ha gustado mucho. Es íntima, profunda. Serena.

Ganadora del oscar 2009 a la mejor película de habla no inglesa.


viernes, 5 de febrero de 2010

"¡Por favor... domestícame!" El Principito de Antoine de Saint-Exupery




"Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Pero tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños. Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada. Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan).Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:

A León Werth, cuando era niño"



Así comienza una asignatura pendiente que yo tenía. Leer “El Principito” de Antoine de Saint-Exupery. En estos últimos días he compaginado la lectura del libro de Isabel Allende que me leía, con su descubrimiento.

Me ha gustado mucho. Me ha encantado. Es una fábula. Una metáfora.

Ahora sé que no era una lectura pendiente desde hace tanto tiempo como yo creía, porque es para leerlo (en mi caso) o releerlo cuando uno ya es mayor.

Imagino que todos sabréis que fue publicado el 6 de abril de 1943 y es el relato corto más conocido del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Lo escribió mientras se hospedaba en un hotel en Nueva York y fue publicado por primera vez en los Estados Unidos. Ha sido traducido a ciento ochenta lenguas y dialectos. (Wikipedia).
El argumento es el de un aviador que está perdido en el desierto del Sahara, debido a una avería en su avión. Entonces aparece un pequeño príncipe. Y empiezan a conversar… El principito busca respuestas haciendo preguntas. Y al mismo tiempo va contando que vive en un planeta diminuto con tres volcanes, una rosa, y unos árboles baobab que constantemente tiene que evitar que echen raíces, porque harían estallar su pequeño planeta. Pero un buen día decide salir de allí para explorar otros mundos y conoce seis planetas cada uno habitado por un personaje: un rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo. Al final viaja a la Tierra que es donde encuentra al aviador…

La verdad es que no podría elegir cual es la parte que me gusta más. Pero si hiciera un esfuerzo escogería dos. La descripción de su pequeño planeta. Y la parte en la que conoce al zorro, que me gusta mucho, cuando habla del domesticar, de las relaciones humanas.

Pero no os cuento más, porque os contaría todo. Cada detalle, cada frase. Porque como os decía, en realidad es una metáfora. Una joya que encierra profundas reflexiones sobre la vida adulta, la estupidez, la niñez y sus verdades. Habla de los problemas, de la ambición, de la lealtad, de la amistad, del amor.

El relato viene acompañado por ilustraciones dibujadas por el autor.


Es un libro para leer despacio, para saborearlo. Para releer de vez en cuando.

Os dejo con algunas de sus frases:

“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle.”

Fuente: Capítulo IV.


“No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.


“Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…”


"Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá los campos de trigo?. Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo… El zorro calló y miró largo tiempo al principito. - ¡Por favor…domestícame! -dijo. -Bien lo quisiera -dijo el principito -..."

“Y cuando te hayas consolado (uno siempre termina por consolarse) te alegrarás de haberme conocido”

(Del diálogo entre el Principito y el zorro)

jueves, 4 de febrero de 2010

Larra. Fígaro de vuelta. 1809-2009



Hace una semana estuve en la Biblioteca Nacional de España visitando la exposición "Larra. Fígaro de vuelta 1809-2009". Esta exposición está organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC) junto con la Biblioteca Nacional de España (BNE), y se puede visitar hasta el 14 de febrero.

Como puede deducirse de su título, se ha creado con motivo del segundo centenario de su nacimiento, y tiene como finalidad analizar la vida de Larra, así como el contexto histórico, cultural y literario en el que desarrolló su actividad como poeta, novelista, autor teatral y periodista.

La exposición ocupa varias salas de la planta baja de la Biblioteca y reúne ciento cincuenta piezas que abarcan documentos autógrafos, libros, artículos, muebles, grabados, cuadros y grabaciones musicales.

La verdad es que a mí me pareció muy interesante. Tiene cinco apartados. El primero recoge el marco histórico por el que transcurre su vida. El segundo profundiza en la biografía del periodista en relación con sus amigos escritores. Una época en la que Larra fue fundamentalmente periodista, pero no dejó de cultivar géneros como la poesía sátira, el ensayo polémico, la novela histórica y el teatro. El tercer apartado se centra en sus distintas firmas. El cuarto apartado son retratos y grabados de artistas de la época. El quinto se dedica a recorrer la fama "postuma" de Larra.

Me llamaron la atención las ropas que aún se conservan de él. Era un hombre muy bajito. Incluso está en una vitrina la camisa ensangrentada de su último día. Ya sabemos que Larra se mató de un pistoletazo el 13 de febrero de 1837. Siempre se ha dicho que fue porque Dolores Armijo, su amante, no quiso saber más de él. En la exposición se subraya que ya en los meses anteriores a su muerte Larra publicó artículos muy reflexivos en los que se lamentaba de forma muy pesimista de la España de ese momento. Era un poeta infeliz. Se ilusionó con volver a estar con Dolores Armijo, con la que se relacionaba desde 1831, y su negativa a seguir viéndose fue de alguna forma la gota que colmó el vaso y se suicidó.

Por otra parte me gustó mucho el tercer apartado. Recordar sus varios seudónimos. Se recoge muy bien esta inclinación que tuvo a emplear varios nombres, además del propio, para firmar sus textos. Para las piezas teatrales utilizaba el anagrama "Ramón Arriala" y para los artículos periodísticos diversos seudónimos, aunque en unas ocasiones firmaba con la inicial de su apellido "L" y en otras, sin firma. El seudónimo que utilizó en la primera revista, hecha por él mismo, fue "El Duende Satírico del Día". En la segunda revista unipersonal que tuvo Larra firmaba con "El Pobrecito Hablador". El Pobrecito Hablador se comunica con otro seudónimo de Larra "Andres Niporesas", que firma también cartas a partir del núm. 10 de esa publicación. Al mismo tiempo que firmaba como "El Pobrecito Hablador", empieza a firmar en otra Revista como contratado con el seudónimo que le hará más famoso "Fígaro".

Pero sobre todo, lo que más me gustó de la exposición, fue el largo y entretenido documental “Larra”, que cuenta con testimonios de especialistas como Vicente Molina Foix, Luis Alberto de Cuenca, Francisco Nieva o Raúl del Pozo, entre otros. Me gustaba mucho como (también colaboraban uno de sus descendientes y una catedrática, que siento mucho en este momento no recordar sus nombres) tejían cada uno a su manera pero entre todos un tapiz de palabras sobre momentos de la vida de Larra relacionándolos con el momento político e histórico que vivió. Muy interesante. Para apoyar sus palabras el documental muestra muchísimas imágenes del Madrid de los Austrias, lugares que frecuentaba Larra de esta ciudad y que por lo que se deduce amaba y detestaba casi por igual.

Todos los que hablaban de él en el documental (alguno que otro subrayaba su pequeña estatura y el esmero que ponía en vestirse) incidían en que Larra fue el primer periodista moderno de este país. Lo triste es que se rindió demasiado pronto a la desesperanza. Cuando murió solo tenía 28 años.

Os aconsejo, si os interesa este tema, que no os perdais este documental. Es largo, pero muy instructivo e interesante.



Lugar y fecha
Biblioteca Nacional de España. Madrid
17.12.09 - 14.02.10


miércoles, 3 de febrero de 2010

El lenguaje popular meteorológico...


Hay muchas palabras que poco a poco se van reduciendo a algunos ámbitos geográficos y al habla de los mayores del lugar.



He encontrado un artículo muy interesante sobre el lenguaje meteorológico popular. Os lo recomiendo a quiénes os interese el tema del lenguaje relacionado con la meteorología. http://www.divulgameteo.es/uploads/Arcaismos.pdf


Para haceros la boca agua, y nunca mejor dicho, os voy a copiar aquí algunos ejemplos de lo que se cuenta en dicho artículo:



Lluvia:

Orvallo u Orbayo (lo vemos escrito de ambas formas) para referirse a la llovizna o lluvia menuda que cae blandamente. Se usa sobre todo en Galicia y Asturias.


Calabobos y chirimiri: Llovizna tan fina que apenas uno percibe su presencia hasta que al cabo de un rato está calado hasta los huesos, quedándosete cara de circunstancias o de bobo (de ahí la expresión). Propia del norte de España.



Orpín o Niebla chorrera (comarcas manchegas): llovizna más suave que el orbayo. O lo que es lo mismo niebla meona, que es aquella que sin llegar a producir precipitaciones sí que termina por hacer desprender minúsculas gotas de agua.


Chiriso (Islas Canarias), Chuvinela (Zamora), Albaina (Mallorca) también son términos para referirse a la llovizna. Mojarrinear, chivisnear, chivisquear, aguarrinear, murrinear o mugallear… también es lloviznear.


Jarrear, diluviar: Lluvias intensas o torrenciales.


Espurniar: Momento en el que puede afirmarse, con propiedad, que está lloviendo, si bien una segunda acepción lo identifica también con lloviznar.


Frío:



Rus, bris, rasca, biruji o escuchicín son el frío intenso y penetrante que sentimos cuando salimos de casa en invierno.


Carámbanos, calamocos, chapiteles, chipiletes, pinganiles, candelizos, calambrizos, rencellos, chupones o chupadores. Cangalitu, cirriu: Estalactitas de hielo que cuelga de los aleros de los tejados.



Vientos:


Cierzo (del latín cercius, que era como antiguamente llamaban los romanos a este viento) tiene como sinónimos: Cencio, cercera, ciercera, zarzagán, zaracio (León) o siero (Salamanca). Una cierzada sería una ventisca de agua o de nieve.



Solano ( un viento templado de componente sur, que debe su nombre a que sopla de donde sale el sol) tiene como sinónimos: Siroco, leveche o jaloque, xaloc (Cataluña). También rabiazorras o secabalsetes. También Levanto (Canarias).




Calor:


Bochorno (que tiene su origen en el término latino “vulturnus”, viento del este para los romanos) tiene como sinónimos: chornio y churmu (León). También caloracho, calorina, caloría, quemazón o farria.


Chicharrina: Calor excesivo

Sorna: Cuando el calor es pegajoso y sofocante.


Insolación veraniega: Tabardillo o asoleamiento




Si os interesa este tema, ya sabéis:

Arcaismos y otras particularidades del lenguaje meteorológico popular

Jose Miguel Viñas Rubio


José Miguel Viñas (Madrid, 1969) es físico del aire y comunicador científico, especialista en Meteorología y temas afines. Con amplia experiencia en predicción meteorológica en el sector privado, destacan sus trabajos como meteorólogo en diferentes medios de comunicación (TV, radio, prensa e Internet), así como su labor docente, como profesor de Meteorología Aeronáutica a varias promociones de pilotos (Aerea FTO, Aeromadrid). Entre mayo de 2005 y febrero de 2009, ha sido vocal de la Junta Directiva de la AME (Asociación Meteorológica Española). Desde 2004 es colaborador habitual de RNE, con distintas secciones en el magazine de fin de semana, “No es un día cualquiera”, que dirige y presenta Pepa Fernández.

lunes, 1 de febrero de 2010

"Un adverbio se le ocurre a cualquiera" Millás y el premio Don Quijote de Periodismo


Imagino que la semana pasada escucharíais que le habían dado a Millás el premio don Quijote de Periodismo. El jueves creo que fue.

El premio que está dotado con 9.000 € se lo dieron por un artículo titulado “Un adverbio se le ocurre a cualquiera” y fue publicado en la revista Interviú.

“…El jurado reconoce "la originalidad, la inteligencia y el humor que el trabajo ganador conjuga, para hacer un homenaje a los hispanohablantes, a la escritura y a las palabras en su totalidad".

A mi me gusta este artículo, es muy Millás. He pensado que os lo iba a dejar aquí, para que lo podáis saborear todos.




UN ADVERBIO SE LE OCURRE A CUALQUIERA

29/01/2010
Artículo por el que Juan José Millás ha obtenido el premio Don Quijote de Periodismo.

Hemingway cobraba los artículos por palabras. A tanto el término, lo mismo daba que fueran adjetivos que sustantivos, preposiciones que adverbios, conjunciones que artículos. No recuerdo de dónde saqué esa información, hace mil años (cuando ni siquiera sabía quién era Hemingway), pero me impresionó vivamente. En mi barrio había una tienda de ultramarinos, una mercería, una droguería, una panadería, una lechería… Pero no había ninguna tienda de palabras. ¿Por qué, tratándose de un negocio tan lucrativo, como demostraba el tal Hemingway? Para vender leche o pan, pensaba yo, era preciso depender de otros proveedores a los que lógicamente había que pagar, mientras que las palabras estaban al alcance de todos, en la calle o en el diccionario.
Imaginé entonces que ponía una tienda de palabras a la que la gente del barrio se acercaba después de comprar el pan. Sólo que yo las vendía a precios diferentes. Las más caras eran los sustantivos, porque sustantivo, suponía yo, venía de sustancia. Si la sustancia de una frase dependía de esta parte de la oración, lo lógico era que valiera más. Después del sustantivo venía el verbo y, tras el verbo, el adjetivo. A partir de ahí, los precios estaban tirados. Cuando un cliente, en mis fantasías, compraba tres sustantivos, le regalaba cuatro o cinco conjunciones, para fidelizarlo. Mi padre, que era agente comercial, utilizaba mucho el verbo fidelizar. ¿De dónde, si no, iba a sacar yo esa rareza gramatical? En mi tienda imaginaria había también un apartado de palabras inexistentes, para gente caprichosa o loca. Aún recuerdo algunas: copribato, rebogila, orgáfono, piscoteba, aguhueco, escopeja…


El negocio imaginario iba bien. Todo el mundo necesitaba mis palabras. Al poco de inaugurar la tienda tuve que contratar dos empleados porque no daba abasto. Luego compré el piso de arriba para ampliar el negocio, pues llegó un momento en el que la gente me pedía también frases. Puse en el sótano un taller con cuatro gramáticos que se pasaban el día construyendo oraciones. Las había de muchos precios, claro. Las frases hechas eran las más baratas. Recuerdo, entre las que tuvieron más éxito, en boca cerrada no entran moscas y no rascar bola, pero a mí me gustaban mucho también leerle a alguien la cartilla, ser un hueso duro de roer, chupar cámara, pelillos a la mar, o mi sastre es rico. El precio de las frases aumentaba a medida que resultaban menos comunes, o más raras. Por alguna razón que no llegué a entender, había mucha demanda de frases absurdas. Me duelen los zapatos, por ejemplo, los espejos fabrican harina orgánica, o las cremalleras son menos sentimentales que los botones. Con el tiempo tuve que crear un departamento dedicado de manera exclusiva a la construcción de frases absurdas.


La idea de la tienda de palabras y frases me resultó muy liberadora, pues siempre pensé que ganarse la vida era condenadamente difícil. El mayor miedo de mi infancia era el de acabar en una esquina, vendiendo pañuelos de papel. Un día que mi madre, tras suspirar con expresión de lástima, se preguntó en voz alta qué iba a ser de mí, le dije que no se preocupara, pues había decidido que iba a poner una tienda de palabras. Tras meditar unos instantes, me dijo que eso era un disparate y que debía poner mis energías en cuestiones prácticas. Ahí acabó mi sueño de vender palabras. Luego, de mayor, comprobé que los anuncios por palabras constituían un capítulo muy importante en la cuenta de resultados de los periódicos. Pero no le dije nada a mamá, para que no se sintiera culpable.


De todos modos, acabé viviendo de las palabras. No tengo una tienda abierta al público, tal como soñaba entonces, pero me levanto por las mañanas, las ordeno en un papel, las envío al periódico o a la editorial y me pagan por ellas. A tanto la pieza. Una pieza es un artículo. El término pieza se utiliza también entre los cazadores para denominar a los animales abatidos. La semejanza es correcta, pues escribir un texto se parece mucho a cazarlo. De hecho, con frecuencia se nos escapa. La otra noche, en la cama, con los ojos cerrados, pasó volando por mi bóveda craneal un artículo estupendo. Me levanté, cogí un cuaderno que tengo en la mesilla, apunté con el bolígrafo, pero la pieza había desaparecido. Desde la utilización masiva de los ordenadores, contamos los artículos por palabras. Éste que están ustedes leyendo tendrá unas 4.700. Puedo calcular a cuánto me sale la palabra y decir que cobro en plan Hemingway. Pero me sigue pareciendo mal que me paguen lo mismo por un sustantivo que por un adverbio. Un adverbio se le ocurre a cualquiera.

De libros, bragas y tertulias del Café Gijón. ¡Cómo es la vida!


Quería contaros el final (final por ahora porque ésto nunca se sabe...) de la historia de aquella foto tan polémica que llevaba por título "Regalamos un libro por la compra de tres bragas".


Si volveis sobre el enlace anterior os acordareis de que por esos azares de la vida (me lo contó una amiga) supimos el nombre del autor de los libros que regalaban. Todo un premio Nacional de Poesía.

Pues bien, como no hay dos casualidades sin tres, el otro día mi amiga otra vez me escribió, para contarme que en mi mismo blog, resulta que estaba la foto del autor en cuestión. ¡Qué gracia! Porque, efectivamente, cuando yo os conté que habíamos estado haciendo la tertulia en el Café Gijón, junto a la nuestra, colgué una foto de una tertulia que se hacía en ese Café, allá por el 1947... Y entre esos insignes tertulianos estaba nuestro Poeta. Es como si se cerrara el círculo ¿verdad?
Os voy a copiar el correo donde mi amiga me lo decía, de lo cual me alegro un montón y le doy las gracias por acordarse de mí en estas ocasiones, y después os voy a copiar los comentarios que ésto ha suscitado entre mis compañeros de tertulia, personas que se dedican a escribir. Sus diversas reacciones frente a el hecho de que, con el tiempo, los libros de un Premio de Poesía Nacional acaben regalándose al comprar tres bragas...



"Rocío, ¡¡más casualidades!!

Has tenido delante al poeta Prado Nogueira, le has visto, le has elegido y te diré más, has decidido que quedaba estupendo colgado en tu blog.
Está en la foto de la tertulia del café Gijón 1947 del grupo de la "juventud creadora" al que pertenecía. Desde allí, con esa galanura de actor de cine propia de la época, nos está mirando a las dos, sentado junto a José García Nieto en la primera fila, el quinto empezando por la derecha. Ya ves, querida Rocío, sin saberlo has juntado obra y autor en dos fotos de tu blog. ¿Qué más hilos fascinantes descubriremos?..."

Y ahora os voy a pegar los distintos comentarios que ha suscitado toda esta hilera de casualidades. Unos quieren verlo como algo negativo, otros más positivo... En cualquier caso ha sido muy curioso todo ¿verdad? Desde una foto chocante hasta el año 1947... Esto podría ser un todo un relato ¿verdad?

“Rocío, me habían pasado hace unos días la foto del regalo de la gitana y la tenía pendiente de colgar en mi blog, ya no la cuelgo, me había quedado impresionada. claro más impresionada me he quedado cuando has dicho que los autores que están primeros son el padre de un amigo tuyo y su amigo. Un día que estaba un poco depre, me fui a dar una vuelta por Atocha y enfrente del Brillante, un manta entre tuercas y otros artilugios vendía libros. Me dio por pensar que con la ilusión que se pone en un cada cosa que se escribe y lo contento que te pones cuando te publican un relato, que pena tener ese fin. Me dio por imaginar todos nuestros libros allí chorretosos como estaban aquellos y con nuestros nombres escritos, total que rematé el día. A mi estás cosas me producen mucha tristeza. “(C.F.)

“…después de ver la foto del blog de Rocío pero supongo que la vida tiene estas cosas (por cierto, que aun intento decidir si la foto es tan terrible o no, si es mejor eso que el olvido total, o no?...es muy triste, desde luego, pero, es mejor que nada?...y si de ese modo consigue llegar a la gente?... dentro de lo cómico, no es lo ideal ,claro, pero...en fin, no me hagáis mucho caso, que sigo dilucidando...) “ (C.H.)

“…La foto es surrealista total, pero como no se puede vivir de la poesía....ja,ja,ja
El caso es que me gustaría saber más, ¿como han llegado esos libros ahí?
¿Es un mercadillo de la calle? ¿Tantos ejemplares?
¡lo que es es la vida¡ como tú dices. Todo un premio nacional como se ve….” (F.M.)

“Rocío, desde la primera vez que vi la foto ya me pareció de las que provoca sentimientos contradictorios. Para los que nos gusta escribir, aunque lo hagamos a nivel amateur, esa imagen de los libros entre bragas, mejor dicho, de los libros que se regalan por comprar bragas, puede resultar tan alentadora como desalentadora. Que se tome por un lado o el otro depende de cada uno, o sobre todo, de cómo se haya levantado ese "cada uno" por la mañana. He decidido que a mí me produzca efectos alentadores. Porque se me ocurren varios destinos bastante más aberrantes para un libro que un mercadillo: A. Contenedor para reciclaje de papel. B. Refuerzo para apuntalar un armario o mesa que cojea. C. Objeto arrojadizo durante una discusión marital. D. Préstamo a alguien que ni se molesta en leerlo ni en devolvérselo a su dueño. La opción C hay que evitarla siempre, a toda costa.” (D.L.)