Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

martes, 28 de julio de 2009

Otro ejercicio de Léxico para el verano


Siguiendo unos ejercicios que estuvimos viendo en el último curso de Manual de Estilo del Lenguaje al que asistí, os dejo con uno sobre definiciones de una palabra. Vamos a repasar. Las soluciones están al final del ejercicio.


Elige la definición que creas correcta:

Asequible
a) Persona que tiene fácil y buen trato.
b) Aquello que se puede adquirir, conseguir o alcanzar.
c) Objeto o elemento que es fácil de asir o coger.
d) No significa nada.

Exhaustivo:
a) Minucioso, amplio, prolijo.
b) Que cansa o agota.
c) Que lo dice todo, que apura o agota por completo.
d) No significa nada

Inédito:
a) Cosa insólita, sinónimo de inaudito.
b) No significa nada.
c) Suceso extraordinario.
d) Que no se ha editado o publicado.

Proclive
a) Que tiende o es propenso a algo, frecuentemente a lo malo.
b) Que propugna o defiende algo.
c) Que tiene debilidad enfermiza por algo.
d) No significa nada.

Interfecto:
a) Persona de quién se habla o a la que se alude.
b) Muerto violentamente, especialmente si es víctima de una acción delictiva.
c) Persona que sirve de referencia en una comparación.
d) No significa nada.

Cerúleo
a) De color azul
b) Ungüento que contiene aceite y cera.
c) Del color de la cera.
d) No significa nada.

Enervar
a) Soliviantar
b) Poner nervioso
c) Debilitar, quitar las fuerzas
d) No significa nada.

Deleznable
a) Repudiable
b) Que se deshace con facilidad.
c) De poco valor
d) Repugnante

Eximio
a) Exiguo
b) Insuficiente
c) Muy ilustre
d) No significa nada




Soluciones:

Asequible:

b) Aquello que se puede adquirir, conseguir o alcanzar.


Exhaustivo

c) Que lo dice todo, que apura o agota por completo.

No es la “a” porque los adjetivos de esa opción admiten gradaciones, y este adjetivo lo dice todo.



Inédito:

d) Que no se ha editado o publicado.


Proclive:

a) Que tiende o es propenso a algo, frecuentemente a lo malo.

Es un adjetivo que debe utilizarse para connotar cosas malas.


Interfecto:

b) Muerto violentamente, especialmente si es víctima de una acción delictiva.

Con esa palabra ha ocurrido un “desplazamiento semántico” hacia la definición “a” pero es la b. Es un muerto violento, viene de “interficio”: matar.


Cerúleo:

a) de color azul.

Si fuera del color de la cera sería “cereo”.


Enervar:

b) y c) Ambas son correctas


Deleznable:

b) y c) Ambas son correctas. A la “c” se ha llegado por un desplazamiento semántico.


Eximio:

c) Muy ilustre

Ángeles Mastretta



Empiezo una nueva sección que va a llevar por título “Artículos”. Serán noticias literarias, crónicas periodísticas, artículos de opinión, entradas de otros blogs… que a mí me han parecido curiosas por algún motivo y siempre en torno a la literatura, sus autores o el mismo lenguaje.

Os inserto entonces una entrada del blog de Ángela Mastretta “Puerto libre”, un blog que tiene en el periódico El País.com, y que a mí en su día me gustó mucho, se titula “Hace tiempo que no me hago caso”.

Ángeles Mastretta como sabéis es una periodista y escritora mexicana. Su libro “Mujeres de ojos grandes” (1990) es uno de mis libros favoritos. Es un compendio de relatos o historias cortas en los que siempre la protagonista es una mujer, una tía, como ella las llama. Mujeres en principio anónimas y de todo tipo, conformistas, rebeldes, religiosas, ateas, pasivas o no pasivas pero que al final coinciden en romper con lo establecido para buscar su felicidad. Todo ello contado de forma muy lírica, con un lenguaje dulce lleno de imágenes, en el que está muy presente el sentido del humor. Es un libro que a mí me gusta mucho, y que por ello varias veces incluso he regalado.

Bueno, pero ahora os dejo con la entrada que os comentaba “Hace tiempo que no me hago caso” en la que se habla de Joaquín Sabina (otra de mis debilidades) y de García Márquez, pero sobre todo de la amistad, de escribir, de cantar, de querer.

Espero que os guste.


Escrito por: Ángeles Mastretta el 29 Oct 2008 - URL Permanente


Llegaron los Sabina. Primero entró a mi casa un ramo de flores mezclado de naranjas y rojos. Inmenso y generoso. Como son ellos. Joaquín está más guapo que nunca. Jimena le cortó el pelo y ahora él trae las canas despiertas y un sonrisa grande, más aún que la de siempre. Jimena es una mujer bellísima y con luz. Más que eso: es guapísima y la luz que tiene en los ojos le sale del modo en que vive. Joaquín la conoció en Perú. Ella es mucho más joven que él, pero dentro de la pareja ella está a cargo de lidiar el mundo. Y lo lidia con una gracia que conmueve.


"¡Esas flores son México!" dijo Sabina cuando las vió instaladas en la mesa.


"Las mandaron ustedes", dije yo.


"¿Nosotros?"


Por supuesto quien las eligió y decidió enviarlas fue Jimena, pero ellos se entienden con los ojos. Y lo que manda Jimena lo mandan ellos. Él, que es un niño grande y que ha vuelto a la inocencia de tanto perderla y robárnosla. Y que disfruta el mundo como quien sabe que sólo es de un a vez este viaje nuestro. Que somos tan inermes y enormes como los asteroides, que vinimos de quién sabe qué éxtasis, que augurio.


Los Sabina trajeron con ellos cuatro amigos. Y yo había invitado a los otros dos amores que fueron la causa de que nos conociéramos. Una pareja de genios. Cada uno en cada cual. Cada cual en lo suyo y los dos en los dos.


"Como nosotros ya somos de la cuarta edad", dice ella que es una caribeña de abolengo intenso, "nos fuimos a hacer unos exámenes. El doctor preguntó si yo fumaba, si comía grasa, si tenía vida sedentaria. Yo dije que sí a todo. Entonces me agobiaron con la medicina nuclear y me revisaron el corazón, las arterias, el esfuerzo. Luego, con los resultados, volví a donde el médico que se enfurruñó. "Usted no tiene nada, está perfecta, dijo, y ésa es una injusticia, porque lo que usted hace está muy mal hecho."


Cuenta todo esto acompañando su pescado con un cigarro. Y nos hace reír. De verdad es sana. Ni se diga de la cabeza.


Su marido es un genio por el que todos tenemos veneración. Ha estado callado comiendo su sopa. Está contento. Lo contagia. Nos hemos acomodado alrededor de la mesa en un desorden alegre.


"Qué bien se como en esta casa, dice él. "Y gratis".


"¿Cómo estás?"--le pregunta Joaquín que lo adora.


"Yo, muy bien. Hace tiempo que no me hago caso".


"Hay que empezar una canción así", le dice Joaquín. ¿Me regalas la frase".


"Sí", dice él. Y todos en la mesa nos ponemos a pensar en qué sigue. "Hace tiempo que no me hago caso" empezará la canción.


No hacerse caso. Gran remedio para curarse del ahora, el acaso, la dicha, la suerte, la luna, la pena, la calle, la muerte, las flores, la nada, la casa, las letras, las cuentas, la prisa, los cuentos.
¿Por dónde habrá de ir la canción? Por donde se le antoje. Como todo lo que a uno le sale del alma. ¿Sale del alma todo? ¿Y de dónde será que sale el alma? ¿y que hay en el alma de los desalmados?


Gran tarde la nuestra. Afuera hacía frío y nos queríamos. Es tan bueno quererse. Y abriga tanto.

lunes, 27 de julio de 2009

¿Cerrado por Vacaciones?



He estado una semana fuera de Madrid, en la playa. He tomado el sol, me he bañado en el mar, en la piscina, he descansado y he leído mucho.

Siempre pienso que en verano uno de los mayores placeres de la vida es después de darte un chapuzón secarte despacio al sol. Qué gusto…

Otro, leer sin prisas. Durante todo el año leo por las noches antes de dormir. Pero cómo estoy cansada enseguida se me cierran los ojos. Sin embargo en vacaciones da gusto leer páginas y páginas sin prisa ni sueño. He estado leyendo el último libro de Marta Rivera de la Cruz “La importancia de las cosas”. Me gusta mucho, pero aún me quedan unas cincuenta páginas así que todavía no voy a hablar de él.

De lo que sí voy a hablar ahora, es de que aunque he leído mucho, en esta semana pasada no he escrito nada de nada. Ni una sola línea. Ni en mis relatos, ni en el blog. Varias veces pensé que tenía que haberme despedido con un cartel de “Cerrado por vacaciones”. Uno de esos que colgaban de una cadena o un delgado cordel (en el caso de las más modestas) en la mayoría de las tiendas y cafeterías de otros lejanos veranos. Agostos largos y calurosos en los que parecía que la vida entera dormía la siesta y se multiplicaban las aceras vacías y todo estaba suspendido en el tiempo con el cartel del “Cerrado por vacaciones” en el escaparate.

Ahora sé que he hecho bien al no colgar ningún cartel, porque aunque yo no estaba pendiente del blog, él seguía creciendo. Unas doscientas y pico entradas más se han sumado a las anteriores en estos siete días. Y además dos comentarios nuevos. El de mi cuñada Ángeles Calvo, de nombre artístico no conocido, pero famosa en el mundo entero por sus cuadros copiados a autores cuyo nombre nos aprenderemos bien para citarlos siempre como se debe hacer Y el de Conchi Velasco, vallisoletana también, pero a pesar de las coincidencias en ningún caso copia de la más conocida Velasco, sino amiga de Xosé y ahora nuestra. Por supuesto que está en pie lo de ir a Valladolid.

Muchas gracias a las dos por hacer que este blog siguiera vivo estos días, y muchas gracias también a los demás por vuestras anónimas visitas. Es verano, casi agosto, pero este blog no cierra por vacaciones.

©Rocío Díaz
Ah por cierto la imagen es una copia de un cuadro pintada por ¡Ángeles Calvo!, Nines para la familia. Aunque en este caso la copia en vez de lucirse en las paredes de su casa, se luce en la mía. Esa suerte que tengo.

miércoles, 15 de julio de 2009

"Ni una pizca de sal" Relato de Rocío Díaz





Este relato que os dejo hoy, obtuvo el primer premio en el año 2002 en el III Certamen de Cuentos Interculturales - Háblame de tu diversidad, convocado por la Escuela de Mediadores Sociales para la Inmigración de la Comunidad de Madrid.


Se titula "Ni una pizca de sal".




La imagen es un cuadro de Ángeles Calvo.
Que además de ser una artista es mi cuñada.



Aquí os lo dejo. Espero que os guste. Va por mis amigos cubanos, porque sin ellos no habría relato.




NI UNA PIZCA DE SAL



Nadie desea formar parte de una ficción
y menos aún si esa ficción es real.
Paul Auster


Los sueños de hoy serán las realidades de mañana.
José Martí.





Néstor. Enero 2001
Cuando mi Clarita salió con aquello de la barriga, supe que no podía demorar más la marcha. Lo supe. Mi Clarita, sabor a isla, sabor dulzón.

Cuántas veces habíamos planeado la huida. Cuántas. Muchas. Y durante muchas tardes. Y durante mucho tiempo. Pero cuando no ocurría un contratiempo, ocurría otro y el viaje se iba demorando y demorando. “Y es que no es fácil, caballero... no es fácil dejar la isla”.

.....

Clarita. Mayo 2001

Allí, en la capital rusa, nos esperaba la persona que tenía que recibir las cajas de puros, sin embargo el contacto, aquel que nos tenía que traer los papeles para que pudiéramos continuar el viaje hasta España, continuar y quedarnos, no llegaba. Yo partida de hambre y de cansancio le decía a Néstor: “Óyeme mi amor, se demora, que no llega, no llega”, y no llegó.

Aquel tipo no llegó nunca.

Una sensación tan fría como aquel país lejano, se fue apoderando poco a poco de mi ánimo... La persona a quién habíamos llevado las cajas de puros de encargo, después de pasar mucho rato rogándole se apiadó de nosotros ¡Óyeme tu tienes que llevarnos a algún sitio, no puedes dejarnos aquí con este frío del polo, tiesos, sin entender nada...!. Aunque nuestra causa no le tocaba para nada conseguimos que al final nos acompañara hasta un hotel con un olor asqueroso de las afueras de Moscú, un hotel de prostitutas.

.....


Néstor. Enero 2001.

La madre de Clarita empezaba a mirarme de reojo... Pobrecita la vieja que le decía a su hija que tuviera cuidado conmigo y mis cuentos de abandonar el país: “!Ay niña bájate de esa nube y ven aquí a la realidad! No te creas sus bobadas... no te embullas...!” “Na viejita que esos son chismes, ya sabes como les gustan aquí a todos los chismes, pa que voy a yo embarcarme en esas historias...” y Clarita viraba la cara y seguía para lo suyo. Pero los dos sabíamos que a la viejita le daba tremenda tristeza pensar que Clarita cualquier día se le iba como ya se le había ido su otro hijo. A esa mujer tranquilita se le trastornaba la vida na más que de pensarlo...

Pero mi Clarita se había quedado embarazada y esos nueves meses eran la última posibilidad, el plazo final, no podía dejar que nuestro bebito naciera allí. Si eso llegara a ocurrir ya no podrían salir ni ella ni nuestro niño, de nuestra amada tierra donde tanta, tanta necesidad estábamos pasando.

.....

Clarita. Mayo 2001.
Dos días estuvimos metidos en aquella habitación que “ni muerta chica” hubiera elegido, sin pegar ojo, sin comer... Néstor me secreteaba en la oreja “No seas boba... no pasará nada, celebraremos una fiestona cuando lleguemos... mañana lo arreglaremos...” él intentaba endulzarme el rato pero le veía tan desmoronado como yo, tirado en aquella cama, mirando pal techo... Dos días sin comer, dos días sin hacer nada...

Dejé a Néstor en la habitación y me fui por ahí a dar una vuelta sola, a ver si por lo menos me entretenía por ahí, caminando y se me olvidaba todo... Me dio por caminar y caminar... Hasta que llamamos a España para avisar a los parientes que nos esperaban, les contamos que no había papeles ni pasaportes ni más nada... Masticándonos el trauma tras los primeros momentos de incertidumbre y pesar resolvimos vender las cajas de puros que logramos pasar entre los equipajes. Resolvemos, conjugando el segundo verbo de la supervivencia en nuestra isla: inventar, resolver, escapar.

.....

Néstor. Febrero 2001.
Hacía meses que no había sal, una isla rodeada de mar y mi Clarita no tenía ni una pizca de sal para echar al caldo. Hacía tiempo que no veíamos el aceite, y los alimentos que veíamos, “¡Ay m´hija que poco los veíamos!”
Con la cartilla de racionamiento mensualmente teníamos derecho a cinco libras de arroz, tres libras de azúcar parda, dieciséis onzas de granos (chicharos o lentejas), cuatro onzas de café, media libra de pescado cada dos meses... “¿leche? no mi amor aquí el café se toma muy negro y poco, muy poco; el culito de la taza no más. Pero el poco que hay humeando en la cafetera se endulza con dos o tres cucharaditas de azúcar y deja escapar su olor por las ventanas siempre abiertas, llamando a grito pelado con el aroma a los demás, llenándose rápidamente la casa de vecinos y parientes, de voces y risas, de chismes compartidos... ”
El sistema gubernamental de distribución de los alimentos solo atendía a la mitad de nuestras necesidades. A partir de ahí todos inventamos comida, inventamos negocios. Con esos negocios semiilegales se gana más que con los trabajos estatales. Estuvimos un poco tiempo criando guarros, otros criaban pollos en los balcones de los edificios de la Habana. Nosotros engordamos puercos en el jardín de la casita. Aquella casita que teníamos malamente pintada, de piso de tierra prensada y techo frágil, que había que cuidar tanto pa que cuando se acercara el ciclón no lo arrancara y se lo llevara volando como otros, como otras veces.

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Clarita. Mayo 2001.
“Tremenda cosa aquellos días en Moscú” recordaría y repetiría a unos y otros Néstor meses después... “ ¿Te acuerdas Clarita que solo comíamos pollo porque era lo único que nos parecía conocido...? Pero a mí no me gusta recordarlo, se me pone la carne de gallina cuando le escucho... Entonces... entonces, aspiro hondo, viro de conversación y se esfuman los deseos de llorar...

Quince largos días estuvimos malviviendo, malcomiendo en aquel hotel de las afueras. Yo recién embarazada apenas comía de los nervios y la preocupación que sufría. Néstor todos de cada uno de los días salía a vender puros para reunir el dinero suficiente que sumado al que aún nos quedaba, alcanzaría a duras penas para dos billetes de avión a Madrid. Mejor dicho, tuvimos que comprar dos billetes de avión Moscú-La Habana, que hiciera escala en Madrid, porque no podíamos quedarnos en España...
.....

Néstor. Marzo 2001.
Al tiempo que criábamos los guarros íbamos poquito a poco ahorrando con otros trabajos, yo me dedicaba a cortar el pelo a los vecinos y Clarita montó un rudimentario salón de belleza en la casa. Siempre hubo algún vecino o conocido, o conocido de conocido, que había viajado con la carta de invitación hasta España y le pudo traer pintauñas de mil colores y tremendo montón de potingues con que ampliar el surtido de su salón.

Por allá todo el mundo inventaba. Algunos inventaron cuartos adicionales para los turistas dividiendo aún más el espacio de la casita con sobras de la construcción. Otros vendían pizzas caseras, otros ropa usada, otros hacían improvisados motores para balsas gracias a un ventilador... todo el mundo inventaba porque “los cupones de racionamiento no dan para nada mi amor... para nada. Si no, ya sabes solo te queda agenciar en bolsa negra lo que te falte, si aun te quedan pesos...”
En la isla conjugábamos los verbos de la supervivencia: inventar, resolver, escapar.

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Clarita. Finales de mayo 2001.
Quince eternos días después de llegar a Moscú, logré montar en el avión en el que se suponía que volvía a mi país. Néstor se quedó en Rusia hasta reunir un poco dinero más para su billete.

Habíamos quedado que en Madrid, un pariente mío que trabajaba en el aeropuerto intentaría sacarme de la sala de tránsito antes de que tuviera que enseñar el pasaporte...

.....

Néstor. Marzo 2001.
Mi Clarita con su piel morena y sus labios gruesos y su pelo negro ondeado... imagínensela bajo aquella luna redonda con unos aretes dorados en sus orejas chiquitas, tanto como sus ojos... Mi Clarita... que aquella noche que lo supo, mientras duró el apagón diario de electricidad me contó lo del bebito.

Decidí que no podíamos esperar más, no iba a permitir que nuestro niño creciera como un comemierda, como un comemierda más...

Teníamos que intentar salir como fuera de allí, aunque nuestro corazón cubano se dividiera con la marcha y se quedara la mitad para siempre diciéndonos adiós desde el malecón, en la isla... o en la casa. Aquella que habíamos ido acondicionando poco a poco para los frecuentes cortes con otros inventos añadidos... Aquella que juntos habíamos ido apañando mientras Clarita soñaba con una cocina nueva y un teléfono como aquel de las telenovelas, uno que sonara en su casa para no tener que ir corriendo hasta la del vecino... mientras soñaba con apagar la luz cuando ella quisiera, con dar en la ducha al grifo de agua caliente sin cargar agua todas las noches... una ducha con tu pastilla de jabón a un ladito... en la cartilla de racionamiento teníamos derecho a media tableta de jabón de baño cada tres meses, y otra media tableta de jabón de lavar, también cada tres meses.

Clarita había soñado durante mucho tiempo con escapar para reunir una buena cantidad de dólares que gastar... una buena cantidad para poder también enviar a los parientes que se quedaran, y además, porque soñar es gratis, tener unos ahorros y manejarlos “...óyeme mi amor, ¿tú sabes lo grande que sería tener alguna que otra tarjeta de crédito...?" me susurraba con su acento dulzón de bolero caribeño.

Decidí que no podíamos esperar más, teníamos que intentar salir de allí como fuera para que Clarita tuviera todo aquello con lo que había soñado.

.....

Clarita. Finales de mayo 2001.

Todo el viaje me lo pasé rezando a la Virgen del Cobre, patrona de la isla, diosa Yoruba del sentimiento. No recuerdo cuánto se demoró el avión hasta que llegó a Barajas, pero fue mucho, muchísimo tiempo. Una vez allí no recuerdo como llegué hasta la sala de tránsito... debí ser la viva estampa del miedo de recién llegada a aquella sala, aquella donde en un santiamén me sentí atrapada y arrastrada por la persona que me esperaba. No recuerdo cómo recorrimos pasillos y salas y puertas del aeropuerto, ella volando entre ellos y yo amarrada a su brazo. Recorrimos y recorrimos hasta alcanzar la salida de nacionales de donde salí rodeada por los turistas que procedían de un vuelo de Canarias... como uno más... como uno más de ellos entrando, entrando ligera a Madrid.

No lo recuerdo. Pero estaba en Madrid. Bendita suerte. Al fin.

.....

Néstor. Abril 2001.
Delante de un plato de arroz con frijoles, sin vegetales, sin carne, conjugamos el verbo escapar... El sueño del paraíso americano era demasiado peligroso, habíamos conocido a muchos vecinos construyendo balsas en las terrazas. Balsas frágiles hechas de madera, llantas y plásticos en las que jugarse la vida persiguiendo el sueño. Balsas como cáscaras de nuez meciéndose con fragilidad de héroes, luchando, defendiéndose apenas de un Mar Caribe de enormes olas. Supimos de muchos vecinos embarcados al fin, en un viaje muy peligroso donde desistieron hasta de comer mareados por las corrientes. Solo algunos balseros muy afortunados llegaron a tierra, muchos naufragaron... si tuvieron suerte les rescató algún guardacostas, si no la tuvieron... terminaron ahogados o devorados por los tiburones.

“No, de balseros mi vida no...” me decía Clarita acariciándose la barriga, “de balseros, no...” me decía bajito, bajito...

Los días siguientes fueron jornadas enteras dedicadas a resolver, atar todos los cabos para poder escapar. ¿Óyeme quieres que te haga el cuento de todos los sobornos, de toda la jodedera de aquellos días...?
Finalmente logramos tener un contacto en Moscú, una persona a quién le pagamos buena parte de lo ahorrado para que cuando llegáramos nos tuviera preparados unos pasaportes para poder viajar más tarde hasta Madrid. Teníamos unos deseos locos, tremendas ganas de vernos ya en el avión...

Hasta el último día no habíamos dicho nada a parientes ni vecinos, para que nadie fuera con el chisme y se estropeara todo... Esa mañana recién levantados fuimos anunciándoselo mientras nos despedíamos de ellos... Resultó cómico ir viendo las caras de unos y otros cuando Clarita les iba con el cuento de que nos íbamos... Después cuando ya nos creyeron, todos nos fueron haciendo mandados, millones de notitas que atesoraban importantes encargos, grandes necesidades apretujadas en pequeños papelitos arrugados que Clarita guardaba cuidadosamente entre sus cosas: el dibujo de la plantilla de un pie infantil, el apunte de las dioptrías para unos espejuelos nuevos...

.....

Clarita. Junio 2001.
Mi Néstor aún tardó varios días más en poder tomar otro avión hasta España. También él subió al avión Moscú-La Habana, cómo había hecho yo semanas antes, Moscú – La Habana, escala en Madrid.

Con él no se podían volver a arriesgar tanto nuestros parientes, así que una vez transcurrido el vuelo, una vez en España pidió asilo político.

“Y qué malo es eso de ser emigrante, que malo... “

......

Néstor. Mayo 2001.
Moscú.

Nerviosos y tristes, después de despedirnos entre lágrimas de la familia, los vecinos, los amigos, conseguimos tomar el avión que nos llevaría hasta Moscú.

Entre el equipaje habíamos escondido varias cajas de puros, algunas que nos habían pedido el favor de hacérselas llegar a un familiar que vivía en Rusia, las demás por si necesitábamos venderlas para conseguir más dinero, “Porque óyeme mi amor, nunca se sabe...”

.....

Clarita. Junio 2001.
Todo el tiempo que estuve sin Néstor, estuve sin mí. Todo me daba igual, me paseaban de un lado a otro por Madrid pero la vida me parecía dificilísima sin él, vivía con una nostalgia que pa qué... me paseaban pero no me fijaba en nada, recostada en un estado constante de idiotez, amarrada a mi pena... como un balsero a su cáscara de nuez.

Hasta que él llamó a mi hermano que fueran a buscarle a Barajas que al fin salía del aeropuerto. A mí nada me dijeron, fueron a por él y cuando estuvo ya en la casa, cuando se paró bajo la ventana, silbó. Hasta que mi Néstor silbó y yo acerté a oírle... no respiré. Mi corazón al escucharle viró alegre como un mambo burlón y revivió de su letargo triste.

Imagínense... Yo a grito pelado y él esperándome en la puerta. Y los dos ya en Madrid y los dos escandalizando, escandalizando y pegando saltos como niños majaderos...

.....

Néstor. Enero 2002.
Ahora ya hace tiempo que mi Clarita, sabor a isla, sabor dulzón, paseó su tripa con cubana dejadez, demorando el vaivén por el centro de Madrid, de mi mano, siempre de mi mano. Ya hace tiempo que visitamos al fin, la puerta de Alcalá y la Plaza Mayor y todos aquellos lugares que soñamos visitar un día desde allá, desde nuestra tierra...

Ahora ya hace tiempo que Clarita disfruta de los probadores de las tiendas, poniéndose y quitándose trajes... mientras nuestro bebito la mira embobado... Hace tiempo que disfruta del tacto helado de la nieve deshaciéndose en las manos... ¡Ay m´hija y qué blanca y que fría...!... tiempo que juega a tirarse por ella y dar vueltas y vueltas y vueltas...

Ahora ya hace tiempo que va filmando y fotografiando cada lugar, cada momento, cada segundo de la sonrisa de nuestro bebito que un día, bendita suerte, será español. Muchas fotos para reunirlas y regalarlas en correos y cartas con destino allá, para los parientes, para su mami que volará a Madrid en cuánto pueda... Muchas fotos regalando sus días en España “... donde hay de todo caballero... donde se encienden más luces por las calles en Navidad que las que necesitan treinta pueblos como el nuestro para alumbrarse...”
Ahora ya se ha mecido apacible el tiempo, y ha llegado un mes y luego otro y después otro como olas de nuestro Caribe... y han pasado muchas desde aquella primera vez que mi Clarita se quedó sin su habla caribeña durante varios minutos, muda de la sorpresa... “Todos aquellos estantes mi amor, repletos de alimentos... todos esos pasillos llenos, llenos de comida y jabón y millones, millones de cosas al alcance de la mano...”
Aquella misma vez que Clarita, sabor a isla, sabor dulzón de plátano maduro frito, compró tremenda garrafa de aceite de cinco litros, porque sí, porque su alma cubana se lo pidió, porque necesitaba ir de vez en cuando a la cocina y mirarla...

¡óyeme mi amor, solo mirarla...!
© Rocío Díaz Gómez

jueves, 9 de julio de 2009

Dichos y Frases hechas



A mí siempre me ha parecido muy curioso el origen de algunas expresiones o frases hechas.

Os voy a dejar aquí hoy un par de ellas. "Se va a armar la gorda" y "Sin decir agua va".

Se va a armar la gorda
Así decimos para amenazar o anunciar que se puede producir alguna pendencia o alboroto ruidoso. Aunque parece que ya se hablaba de la gorda antes de la revolución de 1868. Fue en los meses anteriores a septiembre de ese año cuando se popularizó esta expresión para referirse a la revolución que se avecinaba y que el pueblo anunciaba y al mismo tiempo sentía “como una tormenta que se les venía encima”, algo que se adensaba en el ambiente y que podía explotar en cualquier momento. En la calle, en los cafés, en las tertulias y mentideros de Madrid, se preguntaban cuándo “se iba a armar la gorda”, que según creían, resolvería una situación que ya resultaba insostenible. La gorda era la revolución y al fin se armó el 29 de septiembre de 1868 contra Isabel II, provocando la caída de los Borbones.
Un testigo de la época, Eusebio Blasco, en unas charlas que da en 1898 en el Ateneo madrileño sobre el Madrid de 1868, nos cuenta cómo, al incorporarse a la capital como periodista “no oía más que una palabra que se le grabó en el oído, palabra que repetía todo el mundo, que era la expresión de toda una época, el anuncio del fin de una sociedad y de la aparición de una nueva. Madrid repetía en voz baja y a todas las horas: “¡La gorda: se va a armar la gorda, viene la gorda”.
Luego ya quedó en expresión popular para indicar cualquier alboroto o pendencia que se avecinaba o que se iba a armar. Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta: “Lo que él quería era que se armase la gorda; pero muy gorda, a ver si...”

Sin decir agua va
Significa “sin avisar” y se utiliza como reproche a quién nos ocasiona un daño o pesar sin habernos prevenido. Esta locución recuerda a los tiempos en que se vaciaban los orinales en la calle arrojando su contenido desde la azotea de las casas, que entonces servían de excusado, al grito de “agua va”. Parece que no siempre se avisaba o, al menos, no con tiempo suficiente para evitar molestas salpicaduras. Hasta el siglo XIX no se impuso la necesidad de instalar letrinas en el interior de las casas.
Había disposiciones municipales que regulaban el modo y la hora para este vaciado de inmundicias y aguas sucias en la calle. La hora, que solía ser al anochecer pero que variaba según fuese verano o invierno, era una de las llamadas “hora menguada” o desdichada, para las calles, y por supuesto, para quienes transitaban por ellas...
Lo amenaza de que se previniese cada uno. Particularmente cuando se iban a decir que verdades que podían molestar. Quevedo en Romances varios: “Chitona ha sido mi lengua /habrá un año, y ahora torno/ a la primer taravilla: / agua va, que las arrojo / quítenseme de delante”.



Del libro,
"¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario"
Jose Luis García Remiro. Alianza Editorial

Ángel Guinda

A veces nos parece que todos los días son iguales. Que cada día podría ser una fotocopia del anterior. O quizás una fotografía retocada del mismo paisaje de ayer.

Pero nos equivocamos. No nos damos cuenta de que hay pequeños descubrimientos que hacen ese día distinto, y por tanto van modificando nuestra vida aunque sea en una pequeñísima parte.

Ayer en nuestra tertulia del Galdós, Sagrario del Peral, habló de Ángel Guinda. Y no era la primera vez que lo hacía. Sin embargo ayer era distinto porque lo hizo con sus poemas de un solo verso contenidos en su libro “Toda la luz del mundo”:

Pág, 42.
Para saber qué es la lejanía he llegado a este mar.

Pág, 44.
Lo inalcanzable me hace señales desde el horizonte.Pág. 46
“He movido la noche para que cante el sol”
Pág. 94.
“Te amo mortalmente: para resucitar”
Pág, 104.
¿Sólo el adiós acerca?
Pág, 100.





CAJAS
Lo diría una indígena y tendría razón:
“Ustedes tienen la vida organizada en cajas.
Nacen y les depositan en una cajita,
su casa es una caja, y las habitacionesson cajas más pequeñas.
Suben a la casa en una caja,
Bajan a la calle en una caja.
Viajan en una caja.
Duermen y hacen el amor sobre una caja.
A través de una caja ven el mundo.
Cambian de casa: lo meten todo en cajas.
Los Bancos y las Cajas hacen caja.
Y cuando mueren
Les introducen también en una caja.”
Todo está hecho para que encajemos.
Nos encajan la vida.
Algunos no encajamos, y nos desencajamos.

Voy por la casa apartando cosas porque falta tu luz.



Estos poemitas de Ángel Guinda fueron un descubrimiento de ayer, 8 de julio del 2009.

Hoy 9 de julio, Ana Delgado, de la que ya he hablado en este blog, siguiendo esa conversación y esa lectura que hizo ayer Sagrario, nos ha enviado un poema de Ángel Guinda que a ella le había gustado especialmente. “Cajas”.

A mí también. Y por eso me ha picado la curiosidad y me he entretenido un rato en buscar por Internet más poemas de él.

No sé si hoy habrá más descubrimientos que harán de este día distinto al de ayer. Pero por lo pronto ya tengo uno: La poesía de Ángel Guinda.

"Saber perder" de David Trueba


El último libro que me he leído ha sido “Saber perder” de David Trueba. Lo terminé hace tres o cuatro días y me ha gustado mucho.

Ya me había leído previamente otros libros de este autor: “Abierto toda la noche”, “Cuatro amigos” y el guión de “Bienvenido a casa” que dicho sea de paso me lo regaló de sorpresa uno de mis hermanos firmado por el autor. De entre ellos escogería “Abierto toda la noche” que en su día me sorprendió muy gratamente. Y ya llevaba tiempo queriendo leer este último libro, al que le dieron el premio de la Crítica 2009. Me ha costado la verdad hacerme con él. Cuando estaba en todas las librerías, tenía fila en casa de libros por leer y dije pues nada me lo pido para mi cumpleaños a ver si cae... No hubo suerte, no cayó. No pasa nada, pensé, se lo pido a los Reyes Magos de Oriente. Sus Majestades llegado tan señalado día consideraron que mejor me traían otras cosas... Y nada que otra vez me dejaron sin él. Visto el éxito de mi petición me puse yo misma a buscarlo. ¿Y qué paso? que entonces estaba agotado. En fín... Menos mal que vino una amiga en mi auxilio y se presentó una buena mañana de un día cualquiera y por sorpresa con un envoltorio de regalo con toda la pinta de ser un libro: ¡Saber perder! de Trueba. Bieeeen. Una de las mejores cosas de las vida, está claro que son los amigos.

“Saber perder” cuenta cuatro historias que se cruzan. La de cuatro personajes. Sylvia que cumple 16 años cuando comienza la novela, su padre Lorenzo, que intenta sobrevivir a su separación, su abuelo Leandro que quiere “vivir” porque piensa que está dejando de hacerlo, y Ariel Burano, un jugador de futbol argentino al que fichan en un equipo español y conoce a Silvia.

Me gusta cómo escribe David Trueba porque me emociona, porque tiene un fino sentido del humor siempre latente, porque te crees que esos cuatro personajes existen y podrían ser vecinos tuyos.

“Saber perder” habla exactamente de eso, de aprender a perder, de sobrevivir a las pérdidas, de enfrentarte a lo que tú piensas, a lo que tú sientes. Habla de lo que nos importa el juicio de los que tenemos cerca. “Saber perder” podría hablar de cualquiera de nosotros.

Lo dicho. Me ha gustado mucho.

©Rocío Díaz