Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

Mostrando entradas con la etiqueta palabras del verano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta palabras del verano. Mostrar todas las entradas

domingo, 13 de septiembre de 2020

La piscina de todos los veranos en un año raro



La piscina de todos los veranos ha cerrado hoy la temporada.

Que yo recuerde ningún año estuve en tan señalado día, siempre coincidió con uno de esos largos viajes "al extranjero", que dirían mis abuelos que me encanta hacer en septiembre. 
Sin embargo en este año raro todo es posible, hasta cerrar la temporada piscinera.

La piscina de todos mis veranos huele a arizónicas y bronceador. Y suena a "Marco-Polo" en las horas ruidosas y al murmullo del agua en las tranquilas. Es "hermosa" como dirían en el pueblo, y está rodeada de un cesped verde mullido donde apenas yo me tumbo, pero que me gusta pisar con los pies descalzos. Es agradable sentir como el acolchado cesped amortigua mis pisadas.

La piscina de todos mis veranos tiene moscas tan pesadas como las de Machado y chicharras que en los días de más calor te acompañan en las horas de siesta, mis preferidas para frecuentarla.

Es mi biblioteca de estío, mi otro lugar elegido para leer en silencio, es la calma, el asueto.

Aunque en este año raro también era diferente. Cuadricularon la hierba con el cortacesped para que no nos moviéramos de nuestro cuadrado, guardando la obligada distancia. No nos han dejado sentarnos en el borde de la piscina, con las piernas dentro del agua, donde acostumbrábamos a juntárnos a charlar. Y cuando abrías el grifo de la ducha, o tocabas las escaleras para subir y bajar, te llevabas también, de regalo, un leve pero persistente olor a lejia con el que las desinfectaban. Pero no importaba nada, tan contentos de que pudiéramos ir.

La piscina de todos mis veranos ha cerrado hoy la temporada. Echaré de menos una de esas sensaciones más placenteras, dejar que mi piel mojada se seque al sol despacito, calentándome de fuera adentro, dorándome sin darme ni cuenta, calentándose hasta mi corazón.

A modo de saludo se repetía hoy la misma frase: "hay que aprovechar, ¡es el último día!". El sol también nos lo decía con su cielo azul y raso, sin una nube en el horizonte. Nos susurraba a su manera que aprovecháramos, que nos llevarámos en la piel, como sibilinos ladrones, los últimos rayos de la temporada.

Pero, entre el olor de las arizónicas y el bronceador, hoy se sentía el de la despedida. 

En un momento dado alguien, con cara de circunstancias y atuendo piscinero, se levantó de su toalla o su silla, y empezó a cantar con voz profunda aquello de "Llegaaaado ya el momeeeento de la separacioooón...", entonándolo con piel de gallina, mientras se le escapaban las lágrimas por debajo de las gafas de sol. Al escucharle, todos, uno a uno, como fichas de un dominó "fin de temporada", nos fuimos poniendo de pie, todos a una, en bañador y con idéntica emoción, terminamos a grito pelado junto a él, cudrícula de cesped a cuadrícula, como si fuera codo a codo, cantando la conocida canción. Desde el primer bañista hasta el último, más los dos socorristas, la señora que toma la temperatura del agua y el chico que recoge los carnés. Todos. Cantando. Con tanta intensidad, tanta, que nuestras voces se colaron por todas las ventanas y balcones hasta conseguir que el barrio entero supiera de nuestra pena, ay, nuestra pena piscinera.


Increible. Hubiera sido increible ¿eh? Inolvidable, habría sido, no me digáis que no. 
Pero por supuesto no ha pasado. 
Una lástima.
No ha pasado, no, y eso que éste, hasta en la piscina, es un año raro.





viernes, 10 de julio de 2020

¿Bambas, deportivas, zapatillas, tenis, playeras...? ¿Quién da más?



Estaba yo charlando con mi compañera de trabajo de lo humano y divino cuando caímos en la cuenta de que yo había dicho "Playeras" para referirme a mi calzado deportivo.

Es verdad que toda la vida llevas diciendo una palabra y necesitas que alguien te la repita en voz alta para que te fijes, para caer en tu costumbre.

Porque es verdad que yo utilizo este término cuando no pienso mucho al hablar. Porque me consta que de vez en cuando también digo deportivas o zapatillas de deporte. Pero qué más quisiera yo que hablar siempre con propiedad. Y en este caso, no me engaño, lo que me sale de dentro, de dentro, es "playeras".

¿Y vosotros qué?

¿Vosotros cómo las llamais?

Parece mentira la cantidad de palabras que usamos para el mismo calzado, e incluso parece ser que dependiendo de nuestra geografía así nos inclinamos por uno u otro término. Qué rico es el lenguaje.

¿Os acordais de aquella entrada de agosto de 2012 cuando nos paramos a pensar si decíamos "aguadillas" o "ahogadillas"?

Pues hoy, señores y señoras, les toca el protagonismo a los pies, que nos dan una guerra en verano con las dichosas rozaduras... Así que venga sin pensar mucho:

¿Cómo se refieren ustedes a sus zapatillas de deporte?

¿Bambas, deportivas, zapatillas, tenis, playeras...?

 
Muchas veces también las llamamos por su marca y decimos mis "reebok", o mis "adidas" ¿No es verdad?

Yo ya me he confesado. Lo mío son las "playeras" que ¿deriva de playa? Pues si es así, ahora que lo pienso, quizá no sea la forma más acertada de llamarlas. Es verdad.

Pero me salva que hasta viene en el diccionario de la Real Academia, no os creais, en su quinta acepción:

playero, ra
1. adj. Perteneciente o relativo a la playa. Vestido playero.
2. m. y f. Persona que conduce el pescado desde la playa para venderlo.
3. m. y f. Arg. Peón encargado de una playa (‖ espacio plano).
4. m. Cuba. Pantalón corto con peto y tirantes que usan los niños.
5. f. Zapatilla de lona con suela de goma que se usa en verano.
6. f. Cante popular andaluz, parecido a la seguidilla gitana. U. m. en pl.
8. f. Méx. Camisa de manga corta y sin cuello.

 He leído que el nombre podría venir, más que de playa, de la palabra inglesa "play", de juego, por tanto. Y quizá sí, quizá entonces tendría más sentido.

Veeennnga ¿Y vosotros cómo decís?

Os dejo una ilustración muy curiosa de cómo se le suele llamar según el lugar donde vives, y mientras lo vais pensando...




#Palabras
#Lenguaje coloquial
#Playeras

miércoles, 8 de julio de 2020

Palabras de verano: "Bermudas", "Sombrero de panamá", "Resol" y "Solana".

Ilustración de Monge Quentin



Pues ya sí que sí estamos en verano.

Un verano raro, todo hay que decirlo, bien raro, pero verano al fin y al cabo.

Y como en este blog nos gustan mucho las palabras, hoy nos vamos a fijar en algunas palabras que andan “veraneando” como nosotros.

Lo primero que tenemos que hacer para echarnos a la calle, es vestirnos.
 
Es tiempo de ponerse unas “bermudas”. Con este término, y en verano, aludimos a ese tipo de pantalón tan socorrido que es el pantalón bermudas. Y como hacemos siempre, nos vamos al diccionario de la Real Academia española.

pantalón bermudas
Tb. ~ bermuda.
1. m. pantalón ceñido a los muslos que llega a la altura de la rodilla. U. m. en pl. con el mismo significado que en sing. Pantalones bermudas.

La o las bermudas las encontramos en una de las acepciones que  el diccionario de la RAE le dedica a la palabra “pantalón”. Este tipo de prenda nos llega desde el lenguaje militar. Comenzó a utilizarse en la primera mitad del siglo pasado en las colonias británicas del Atlántico norte, de ahí su nombre.


Lo ideal sería combinar las bermudas con “un sombrero panamá”. Nos referimos a esos sombreros a los que el diccionario de la RAE nos reconduce llamándolos de “jijipapa”. Ay qué equivocados estábamos y nosotros sin saberlo. Ni se llaman de Panamá, ni son de Panamá porque son de Ecuador. 

panamá
De Panamá.
2. m. Tela de algodón de hilos gruesos, muy apta para el bordado.

sombrero de jipijapa
1. m. sombrero de ala ancha tejido con paja muy fina, que se fabrica en Jipijapa y en otras varias poblaciones ecuatorianas.

Por lo menos, lo que tienen de bueno es que se enrollan muy fácilmente y lo podemos meter en la maleta como si nada, que no se nos estropearán.

Y ahora que ya estamos ataviados con nuestro atuendo veraniego, podemos hablar de dos palabras muy bonitas que podemos ya sufrir porque vamos preparados, que son:

“Resol”:
 Y como siempre, acudimos a nuestro diccionario.
 
resol
1. m. Reverberación del sol.
2. m. Luz y calor provocados en un sitio por la reverberación del sol.

reverberación
Del lat. reverberatio, -ōnis.
1. f. Acción y efecto de reverberar.
2. f. Reflexión difusa de la luz o del calor.

Vamos, que tenemos resol cuando el sol no nos da directamente, sino de forma difusa. No me digáis que no es chula la palabra “resol”.

En el poema de Antonio Machado “Algunos lienzos del recuerdo” la tenemos:

(...)
Ante el balcón florido
está la cita de un amor amargo.
Brilla la tarde en el resol bermejo...
La hiedra efunde de los muros blancos...
A la revuelta de una calle en sombra,
un fantasma irrisorio besa un nardo.

Y ya por último, si en el resol, la luz nos llega de forma difusa, en la “solana” nos atiza de lleno:

solana
1. f. Sitio o lugar donde el sol da de lleno.
2. f. Corredor o pieza destinada en la casa para tomar el sol.

Solana deriva de la palabra latina “Sol, solis”, que era como los romanos llamaban al sol. También he encontrado que puede derivar de la palabra solanus, también latina que sería el viento de donde sale el sol.
La "solana" o el "solano" que también se puede decir, sería lo opuesto a la "umbría", palabra también muy especial.  

Es utilizada en algunos refranes: 
"Viña preciada, dámela en solana".
"Lino, ni lana, no quiere solana".
"El aire solano, malo de invierno y peor de verano".
"Haz tu casa al solano, y vivirás sano".


En este blog tenemos muchas entradas dedicadas al lenguaje, si os interesa este tema, en la etiqueta "palabras del verano" tenemos recogidas muchas a las que les hemos dedicado su espacio veraniego. Podéis darles un repaso. 

Por otra parte ya tenemos preparadas unas cuántas más, pero mejor las dejamos para otra entrada, por hoy ya está bien. 



#Palabras
#Verano

jueves, 2 de julio de 2015

Desde el "Ya no me ajunta..." hasta el "Me ha pedido salir...": Los veranos y los libros


Hubo un tiempo, que todavía palpita en la memoria, donde te sentías morir si alguien que te caía fenomenal había decidido "no ajuntarte", aunque al segundo siguiente y levitando, rozaras el cielo, porque ese mismo alguien, o cualquier otro con los granos más especiales del mundo, "te pedía salir".

Esas expresiones que utilizabas en aquel tiempo remoto y te abrían la puerta del Paraíso o te empujaban al mismo Infierno, se han quedado pegadas con chinchetas invisibles al corcho de tu habitación de entonces. Una habitación, seguramente empapelada de papel pintado, que contaba con alguna que otra litera, o una cama de las que salían de la única pared de tu habitación que no podías alegrar con varios posters de aquellos ídolos abrumados de penas de amor. A Camilo Sexto le dolía Melina, casi al mismo tiempo que Linda hirió a Miguel Bosé. A los Pecos no les quedaban esperanzas ni Aire a Pedro Marín, mientras tú, tarareando a unos y a otros, hojeabas el nuevo número de la SúperPop.

En el espacio entre "el ya no me ajunta" y "me ha pedido salir" sigue latiendo tu primera adolescencia, donde por supuesto que estabas secuestrada por tus emociones, pero donde también en verano tenías todo el tiempo del mundo para aburrirte de leer, aburrirte y leer. 

Leer. Leer y volver a leer. Tardes enteras. Qué felicidad. Y no lo sabías.

La de siestas de aquellos veranos que aprovechaste leyendo. Habías pasado ya por todos los Cursos de Santa Clara de Enyd Blyton en veranos anteriores. Pero en aquellos de tus doce, tus trece, tus catorce años cayeron todos los libros de Agatha Christie uno tras otro como fichas misteriosas de un dominó. Leíste "Lo que el viento se llevó", aunque algunos párrafos de aquella Guerra de Secesión te los leyeras más rápido que los de Rhett Butler y Escarlata O`Hara donde te demorabas a conciencia leyendo y releyendo aquellos fantásticos diálogos. Para continúar devorando, uno a uno, con tiempo y hambre de letras, muchos de los libros que había comprado tu padre y estaban esperándote en el mueble del comedor.

Aquellos veranos donde hacía tanto calor, como en éste o más, porque ¿quién tenía aire acondicionado? Aquellos de melón y abanico. Aquellos de sandía y ventilador. Aquellos donde la sombra más fresca la hallabas bajo los libros, benditos libros, donde podías refugiarte si alguien que te caía fenomenal había decidido "no ajuntarte", y donde siempre, siempre, el héroe "pedía salir" a quién llevaba esperándole una eternidad.

Por aquellos días, por aquellos libros, por los siglos y los siglos de lecturas de tus veranos. Nuestros veranos.



A Ana R. que me recordó cuando no nos ajuntaban...



Ver conjugación ajuntar.
(De juntar).
1. tr. vulg. juntar.
2. prnl. vulg. amancebarse.
3. prnl. ant. juntarse.
4. prnl. ant. Unirse en matrimonio.

lunes, 8 de julio de 2013

El verano y los libros...


En verano me da una pereza infinita escribir. Solo leería y leería...

¿Y vosotros?

¿Escribís?

¿Leeis?






martes, 28 de agosto de 2012

El origen de la palabra tanga



Otra palabra del verano es Tanga. ¿Os habéis preguntado alguna vez de dónde nos ha llegado esta palabra? Pues, como tantas veces, hay varias versiones.


La palabra procede de la prenda triangular del mismo nombre, una prenda muy pequeña, elaborada con fibras, que las indígenas tupí brasileñas se ponían para cubrirse el sexo. Los tupís eran aborígenes brasileños que vivían allí cuando llegaron los portugueses. El español toma esta palabra del portugués, que la toma del tupí.

En 1974 Carlos Ficcardi, un genovés afincado en Brasil, la reinventó, y ese mismo año fue comercializada por el diseñador Rudi Gernreich, que la puso de moda.

Otra versión dice que proviene de Africa "ntanga", exactamente de una tribu de pigmeos angoleña, los Qumbudú, que la usaban desde tiempos antiguos.

Según otra versión, tanga es una abreviatura de Tanganica, actual Tanzania, por ser la prenda que usaban allí las mujeres.

En algunos países de Sudamerica la prenda se denomina colaless y en inglés de dos formas: se denomina thong (cuando la parte de atrás va de uno a dos centímetros) o G-string (si es una simple cuerda).



Y por último, ya os recuerdo que en su día ya hablamos de la palabra biquini:

http://www.rociodiazgomez.blogspot.com.es/2010/06/biquini-o-bikini.html



Fuentes:
http://www.muyinteresante.es/icual-es-el-origen-de-la-palabra-tanga?utm_source=twitter&utm_medium=socialoomph&utm_campaign=muy-interesante-twitter11

http://www.hispanosnet.com/articulos/origen_palabra_tanga.html

http://etimologias.dechile.net/?tanga

http://es.wikipedia.org/wiki/Tanga




lunes, 13 de agosto de 2012

"Chores" - Lenguaje de los mercadillos



¡Chores a 1 €!

No me digáis que no es para nota el lenguaje del verano y los mercadillos.

Y claro, la inmediata, buscar en el diccionario de la Real Academia si viene la palabra "short":


Artículo propuesto para ser suprimido.

Avance de la vigésima tercera edición


short.
(Voz ingl.).

1. m. Pantalón muy corto, usado principalmente para practicar deportes.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados


Y sí, parece ser que es de estos términos que vamos a incluir en la siguiente edición.

Y yo me pregunto ¿Por qué? ¿Por qué tenemos que incluir short? Si tenemos pantalón de hacer deporte o mismamente tenemos "chor" o en plural "Chores".

¿No es más nuestro "chores"?

Si no que se lo digan al vendedor...

La foto está tomada en junio en un mercadillo de la zona norte de Madrid.

viernes, 10 de agosto de 2012

"Aguadillas" o "Ahogadillas": Esa es la cuestión




¿Y tú qué? 

¿Eres de los que hacían "aguadillas"? ¿O de los de las "ahogadillas"?

Confieso que yo soy de aguadillas. Jueguecito que por cierto nunca me gustó demasiado, dado que precisamente la reencarnación de Esther Williams no soy... Pero bueno al margen de estas confidencias que tampoco importan demasiado, por no decir que no importan nada, la cuestión es que el otro día me preguntaba si en realidad se dice "aguadillas" como yo había escuchado toda la vida e incluso había dicho, o "ahogadillas" término que le escuché a una niña a voz en grito el otro día en la piscina.

La verdad que me quedé pensando que tenía su lógica lo de "ahogadillas" porque al fin y al cabo es eso ¿no? jugar a que te ahogan... 

Anda qué... menudo jueguecito... 

Entonces... ¿Qué es más correcto?

Buscamos en el diccionario de la Rae y mira tú por dónde encontramos:

 aguadilla.

¡Nos remite a ahogadilla! que efectivamente...

ahogadilla.
1. f. Zambullida que se da a alguien, en broma, manteniendo sumergida su cabeza durante unos instantes.



Es decir que nos da lo mismo una que otra, pero pienso que por algo será que los sesudos catedráticos escriban la definición en "ahogadilla" ¿no?


Y seguimos buscando. Esta vez en la fundeu, la Fundación de Español Urgente (ya sabéis que a menudo recurrimos a ellos con nuestras cuestiones) y resulta que alguien hace ya dos añitos les preguntó lo mismo que me preguntaba yo:

ahogadilla/aguadilla

10/12/2010
Me gustaría resolver la siguiente duda: yo siempre he dicho de pequeño «hacer una aguadilla» en la piscina, pero he escuchado que también se dice «ahogadilla». He hecho un pequeño sondeo entre gente de distintas zonas de España y sólo una persona dice «ahogadilla», que sin embargo es la forma que acepta la RAE como correcta. ¿Cuál debemos emplear?
La RAE acepta ambos términos, aunque es cierto que prefiere ahogadilla. Sin embargo, está mucho más extendido aguadilla.


Así que me temo que es más correcto "ahogadilla", aunque ¿qué queréis que os diga? a mí me suena un poco peor... No sé, será la costumbre. 


Y bueno que no me habéis contestado ¿Vosotros sois de "aguadillas" o de "ahogadillas"?



La imagen de la entrada es:
 Tres mujeres y una muchacha jugando en el agua | Félix Edouard Vallotton | 1907