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jueves, 3 de agosto de 2023

Antoine Saint-Exupery, autor de EL PRINCIPITO. Y su paso por Toulouse.

 


Quizá sea porque hace tres días que fue el aniversario de la muerte de Antoine Saint-Exupery (Lyon, 1900 - Mar Mediterráneo, 1944), el autor de El Principito, puesto que desapareció un 31 de julio. O quizá sea porque hace escasamente un mes que estuve en el hotel en el que se solía alojar en Toulouse, y en su vestíbulo hay algunas fotos también de él. O quizá y sobre todo porque me encantó El Principito cuando me lo leí, no hace tantos años. Pero seguramente por todo eso junto y revuelto, hoy me apetecía recordarle. 

El pasado 31 de julio fue el aniversario de su misteriosa muerte, pues el piloto "no volvió a la base" simplemente registró su expediente. Desapareció pilotando durante una misión de reconocimiento en la isla de Córcega durante la Segunda Guerra Mundial, exactamente ese día de 1944. Fue un misterio puesto que en teoría tenía combustible de sobra. Pero no volvió. Durante 60 años no se supo nada más, hasta que en 1998 un pescador encontró al sureste de Marsella una pulsera o brazalete grabado con su nombre y el de su mujer más algún dato de su editorial. Gracias a eso buscaron por esa zona el avión. Y sí, un submarino encontraría unos restos que en 2004 se confirmó que efectivamente eran del P38 que pilotaba el escritor. Años después, en el 2008, un jubilado alemán, Horst Rippert, de más de ochenta años confesaría que cuando era un joven piloto abatió con varios impactos al avión del escritor, por supuesto en ese momento no supo quién era, pero después tras saber de su desaparición había llegado a esa conclusión. Una lástima porque lo derribaron solo unas semanas antes de que París fuera liberada.

El escritor tenía 12 años cuando viajó por primera vez en avión y ahí comenzó su interés por ellos, que continuó hasta convertirse en piloto durante el servicio militar. Pilotaba y escribía. Unía sus dos pasiones.

A loas 26 años publicó su primera narración breve El aviador en una revista literaria importante. Pero se hizo famoso con su libro "El Principito" que había publicado un año antes de morir, en 1943 y se convirtió en el libro de autor francés más leído y traducido en lengua francesa.

“Todas las personas mayores han comenzado por ser niños (aunque pocas lo recuerden)”



¿Qué significa “domesticar”?
—Es una cosa demasiado olvidada —dijo el zorro—. Significa “crear lazos”.
—¿Crear lazos? —Sí —dijo el zorro—. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.

Me encantó este libro, aunque hay que leerlo ya de mayor, desde luego para niños no me parece, a pesar de sus tiernas ilustraciones hechas en acuarelas por el mismo autor. En él se cuenta como un piloto, que se ha perdido en el desierto del Sahara, conoce a un pequeño príncipe que viene de otro planeta, el asteroide B-612. Es un libro lleno de simbolismo y reflexiones.

 






Y como ya os he dicho, hace nada estuve en Toulouse y en el centro, muy cerquita del Capitolio, en una de las esquinas de la plaza está la calle en la que se ubica el hotel Le Grand Balcón (8-10 Rue Jean-Antoine Romiguiéres), donde se hospedaban los pilotos, los héroes de Aérospostale, los pioneros de la aviación comercial que a primeros de 1920 llevaban las primeras sacas del correo al otro extremo del mundo, a Centroamérica y Argentina. La misma compañía comercial donde trabajaba nuestro autor. 

En el vestíbulo-cafetería tenemos algunas fotos de su paso por allí, junto a otros pioneros famosos: Henri Guillaumet y Pierre-Georges Latécoère. He leído que siempre escogía la habitación 32 que parece ser, porque yo no la vi, que ahora es la suite Saint-Exupêry, y además de tener unas buenas vistas está decorada como en la época. Así que nada, habrá que volver...

Espero que a vosotros también os haya interesado este recordatorio del autor de El Principito.


viernes, 5 de febrero de 2010

"¡Por favor... domestícame!" El Principito de Antoine de Saint-Exupery




"Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Pero tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de comprenderlo todo, incluso los libros para niños. Tengo una tercera excusa todavía: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Tiene, por consiguiente, una gran necesidad de ser consolada. Si no fueran suficientes todas esas razones, quiero entonces dedicar este libro al niño que fue hace tiempo esta persona mayor. Todas las personas mayores antes han sido niños. (Pero pocas de ellas lo recuerdan).Corrijo, por consiguiente, mi dedicatoria:

A León Werth, cuando era niño"



Así comienza una asignatura pendiente que yo tenía. Leer “El Principito” de Antoine de Saint-Exupery. En estos últimos días he compaginado la lectura del libro de Isabel Allende que me leía, con su descubrimiento.

Me ha gustado mucho. Me ha encantado. Es una fábula. Una metáfora.

Ahora sé que no era una lectura pendiente desde hace tanto tiempo como yo creía, porque es para leerlo (en mi caso) o releerlo cuando uno ya es mayor.

Imagino que todos sabréis que fue publicado el 6 de abril de 1943 y es el relato corto más conocido del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Lo escribió mientras se hospedaba en un hotel en Nueva York y fue publicado por primera vez en los Estados Unidos. Ha sido traducido a ciento ochenta lenguas y dialectos. (Wikipedia).
El argumento es el de un aviador que está perdido en el desierto del Sahara, debido a una avería en su avión. Entonces aparece un pequeño príncipe. Y empiezan a conversar… El principito busca respuestas haciendo preguntas. Y al mismo tiempo va contando que vive en un planeta diminuto con tres volcanes, una rosa, y unos árboles baobab que constantemente tiene que evitar que echen raíces, porque harían estallar su pequeño planeta. Pero un buen día decide salir de allí para explorar otros mundos y conoce seis planetas cada uno habitado por un personaje: un rey, un vanidoso, un borracho, un hombre de negocios, un farolero y un geógrafo. Al final viaja a la Tierra que es donde encuentra al aviador…

La verdad es que no podría elegir cual es la parte que me gusta más. Pero si hiciera un esfuerzo escogería dos. La descripción de su pequeño planeta. Y la parte en la que conoce al zorro, que me gusta mucho, cuando habla del domesticar, de las relaciones humanas.

Pero no os cuento más, porque os contaría todo. Cada detalle, cada frase. Porque como os decía, en realidad es una metáfora. Una joya que encierra profundas reflexiones sobre la vida adulta, la estupidez, la niñez y sus verdades. Habla de los problemas, de la ambición, de la lealtad, de la amistad, del amor.

El relato viene acompañado por ilustraciones dibujadas por el autor.


Es un libro para leer despacio, para saborearlo. Para releer de vez en cuando.

Os dejo con algunas de sus frases:

“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle.”

Fuente: Capítulo IV.


“No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.


“Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…”


"Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá los campos de trigo?. Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo… El zorro calló y miró largo tiempo al principito. - ¡Por favor…domestícame! -dijo. -Bien lo quisiera -dijo el principito -..."

“Y cuando te hayas consolado (uno siempre termina por consolarse) te alegrarás de haberme conocido”

(Del diálogo entre el Principito y el zorro)