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martes, 15 de septiembre de 2015

Nombres de tiendas de y para los más pequeños

Esta tienda de ropa está en Madrid, por el barrio Salamanca

Siguiendo la línea de nuestras últimas entradas donde tangencialmente hemos hablado del mundo infantil al hablar de las "ikastolas" (las escuelas de Navarra) y después los escritores siendo niños, hoy también seguimos con los más pequeños.

Pero en ésta ocasión nos vamos a centrar en nuestra colección "Los nombres de las tiendas", que hace mucho tiempo que no tocamos este apartado. Hoy nos vamos a fijar en el lenguaje con el que han decidido denominar a éstas tiendas que se ocupan de los niños. Vamos a centrarnos en algunos rudimentos del lenguaje infantil.

Como podemos observar en las fotos, a la hora de buscar un nombre para estos establecimientos, hay varias opciones: O bien se utiliza el lenguaje de las rimas fáciles, como en la foto que encabeza la entrada "La oca loca", muy utilizado en los cuentos y poemas infantiles.

O bien se pueden utilizar esas frases hechas que los niños enseguida aprenden y con las que pretendemos hacer las actividades más lúdicas como en el caso del nombre de la tienda de la foto de debajo de éste párrafo: "Al agua patos". También hay una canción con este título.
Está tienda está en Madrid, por el barrio Salamanca

O podemos utilizar otros recursos también lúdicos como por ejemplo las adivinanzas, esos acertijos con rima, como la que tienen en el escaparate de la zapatería de abajo: "Alegría de niños soy, vengo, vengo y voy".


Esta zapatería está en Menorca, en Mahón

Por supuesto también otros títulos para tiendas surgen, como decíamos antes, de las canciones infantiles. Canciones que todos nos sabemos porque nos llegaron dentro de algún cuento. Así tenemos en la tienda de debajo de éste párrafo la archiconocida frase "Tralaralarita" que cantaba la Ratita Presumida: "Tralaralarita barro mi casita...".

Los cuentos infantiles y sus canciones son un filón a la hora de elegir algún nombre para estas tiendas. Inmediatamente nos van a trasladar a nuestra infancia, y la nostalgia va a conseguir que el nombre de la tienda se nos quede rápido en la cabeza y quieras o no ya acaparará nuestra atención.






Por último también otro recurso es utilizar esas frases que todos conocemos por la misma razón anterior porque todos tenemos una infancia y hemos crecido con ese lenguaje infantil universal. Tenemos así el caso de la tienda de juegos y juguetes "Abracadabra". "Abracadabra, pata de cabra" decíamos jugando a los magos...

Y ya, no quiero extenderme más. Espero que os haya parecido entretenida esta entrada.

jueves, 2 de julio de 2015

Desde el "Ya no me ajunta..." hasta el "Me ha pedido salir...": Los veranos y los libros


Hubo un tiempo, que todavía palpita en la memoria, donde te sentías morir si alguien que te caía fenomenal había decidido "no ajuntarte", aunque al segundo siguiente y levitando, rozaras el cielo, porque ese mismo alguien, o cualquier otro con los granos más especiales del mundo, "te pedía salir".

Esas expresiones que utilizabas en aquel tiempo remoto y te abrían la puerta del Paraíso o te empujaban al mismo Infierno, se han quedado pegadas con chinchetas invisibles al corcho de tu habitación de entonces. Una habitación, seguramente empapelada de papel pintado, que contaba con alguna que otra litera, o una cama de las que salían de la única pared de tu habitación que no podías alegrar con varios posters de aquellos ídolos abrumados de penas de amor. A Camilo Sexto le dolía Melina, casi al mismo tiempo que Linda hirió a Miguel Bosé. A los Pecos no les quedaban esperanzas ni Aire a Pedro Marín, mientras tú, tarareando a unos y a otros, hojeabas el nuevo número de la SúperPop.

En el espacio entre "el ya no me ajunta" y "me ha pedido salir" sigue latiendo tu primera adolescencia, donde por supuesto que estabas secuestrada por tus emociones, pero donde también en verano tenías todo el tiempo del mundo para aburrirte de leer, aburrirte y leer. 

Leer. Leer y volver a leer. Tardes enteras. Qué felicidad. Y no lo sabías.

La de siestas de aquellos veranos que aprovechaste leyendo. Habías pasado ya por todos los Cursos de Santa Clara de Enyd Blyton en veranos anteriores. Pero en aquellos de tus doce, tus trece, tus catorce años cayeron todos los libros de Agatha Christie uno tras otro como fichas misteriosas de un dominó. Leíste "Lo que el viento se llevó", aunque algunos párrafos de aquella Guerra de Secesión te los leyeras más rápido que los de Rhett Butler y Escarlata O`Hara donde te demorabas a conciencia leyendo y releyendo aquellos fantásticos diálogos. Para continúar devorando, uno a uno, con tiempo y hambre de letras, muchos de los libros que había comprado tu padre y estaban esperándote en el mueble del comedor.

Aquellos veranos donde hacía tanto calor, como en éste o más, porque ¿quién tenía aire acondicionado? Aquellos de melón y abanico. Aquellos de sandía y ventilador. Aquellos donde la sombra más fresca la hallabas bajo los libros, benditos libros, donde podías refugiarte si alguien que te caía fenomenal había decidido "no ajuntarte", y donde siempre, siempre, el héroe "pedía salir" a quién llevaba esperándole una eternidad.

Por aquellos días, por aquellos libros, por los siglos y los siglos de lecturas de tus veranos. Nuestros veranos.



A Ana R. que me recordó cuando no nos ajuntaban...



Ver conjugación ajuntar.
(De juntar).
1. tr. vulg. juntar.
2. prnl. vulg. amancebarse.
3. prnl. ant. juntarse.
4. prnl. ant. Unirse en matrimonio.