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martes, 20 de noviembre de 2012

Día Mundial del Niño. Muñoz Molina y Elvira Lindo




Hoy, 20 de noviembre de 2012, es el Día Universal del Niño.

He pensado que qué mejor día, para dejaros con un artículo de Antonio Muñoz Molina de su blog, del día 15 de noviembre, donde hablaba de un niño, el niño que inventó Elvira Lindo.

Sabéis de quién os hablo ¿verdad?

http://antoniomuñozmolina.es/2012/11/mejor-que-nunca/



Mejor que nunca

nov 15
2012

Ya no tan niño, pero todavía un niño: y no porque siga teniendo pocos años -¿once, doce ahora? Nunca estuvo muy clara su edad- sino porque es de esas personas que preservarán durante toda la vida un vínculo muy cercano con la infancia. Hacía más de diez años que no se sabía nada nuevo de él: la escritora que contaba la crónica de su vida, dice él, se marchó, irresponsablemente , a “la ciudad de los rascacielos” y dejó a su madre embarazada, todo interrumpido.

Ahora vuelve, pero no quiere que sigan llamándole Manolito, en un intento vano por ganarse un respeto que para él siempre será dudoso y difícil: es de esas personas destinadas a provocar ternura, o desdén, o a pasar inadvertidas entre los arrogantes, pero nunca a imponerse a los demás. Mejor Manolo, pide ahora, sin mucha convicción, sabiendo que aunque él insista y aunque parezca que logra algo al poco tiempo le volverán a llamar por el diminutivo.

En el mundo exterior han pasado más de diez años, pero en el suyo particular sólo tres, más o menos. Al comienzo de la segunda parte del Quijote no ha pasado ni un mes desde el final de la primera, pero entre una y otra hay una distancia de diez años. El tiempo pasa de otra manera en la literatura. El tiempo de los héroes de la cultura popular es un tiempo raro y casi siempre suspendido en el que ellos viven como en un burbuja, y por eso los admiramos tanto, y nos dan tanto consuelo, porque nos permiten cobijarnos brevemente en una temporalidad sin decadencia ni pérdida. Empieza una historieta de Calvin y Hobbes, de Charlie Brown, de Mafalda, y cuando llega al final la interrupción nos devuelve una y otra vez al principio, al mismo principio, a la vida intacta por la que no pasa el tiempo, la vida de Sherlock Holmes, la de Maigret, la de ese Nueva York de cuento que habitan Jerry Seinfeld y sus tres amigos, nunca del todo adultos, con sus pequeñas aventuras tan ordenadas como las viñetas en una página de tebeo.

Manolito es parecido a ellos, pero no exactamente como ellos. El tiempo ha pasado. No tanto como para expulsarlo de la niñez. Pero sí para que ocurra algún cambio decisivo, como esa hermana de la que su madre estaba embarazada hace once años pero que ahora tiene sólo tres, o esa seriedad estrambótica del sempiterno hermano pequeño, el Imbécil, al que en Estados Unidos hubo que cambiarle el nombre, para que no se traumatizaran los niños americanos. Los niños americanos pueden ver películas de gente descuartizada viva o convertida en pulpa sangrienta por una explosión pero no leer que a un personaje infantil le llaman Susana Bragasucias(tampoco los niños escandinavos, por cierto).

Manolito, o mejor Manolo, ha cambiado sutilmente: ha ganado en perspicacia sin perder la inocencia. Los dibujos de Emilio Urberuaga captan y explican muy bien esos cambios nada ostensibles. Y es el hablador de siempre, con una voz como no hay otra en la literatura de ahora mismo, tan rica en matices y en veladuras de sentido dentro de su naturalidad que pueden disfrutarla igual un niño y un adulto, como se ríen un niño y un adulto viendo a Chaplin o a los hermanos Marx y cada uno escucha o ve algo distinto y algo idéntico. Hay una oralidad extraordinaria en este nuevo Manolito -mejor Manolo, perdón- parecida y distinta a la de los anteriores, pero se ha acentuado una comicidad visual que ya existiía antes: ocurre algo digamos que en primer plano, una conversación, y un poco más allá hay personajes que gesticulan y hacen diabluras, como Chicco y Harpo en un margen de la pantalla mientras Groucho seduce a una millonaria jamona.

Manolito vive en un mundo que es tan exclusivamente suyo como el de Calvin o el de Seinfeld, pero también vive, y eso forma parte de su originalidad, en el mundo real de ahora mismo. La suya es una de esas familias que ni siquiera en los años más delirantes vivieron “por encima de nuestras posibilidades”. Ya pasaban apuros en los tiempos de la burbuja y ahora siguen pasándolos. La diferencia es que ya no habrá tantos lectores que encuentren exóticas sus estrecheces. Manolito, Manolo, está a un paso de dejar de ser niño, y a mí me gusta que aunque se haya hecho algo mayor siga suspendido en ese tiempo anterior a la adolescencia, acogido a la estabilidad perfecta de su familia, sus vecinos, su barrio. Algo de la melancolía del tiempo se filtra en esta nueva salida, pero es una melancolía tenue y mezclada con la risa, como sucede siempre en la comedia.

eo el libro y me acuerdo de una frase de Onetti que me gusta mucho, y que creo que tiene que ver con esa parte del carácter de Elvira del que brota el torrente limpio del habla de Manolito(o mejor Manolo):


“El hombre que no conserve algo de la infancia nunca podrá ser totalmente amigo mío”.








Las fotos de niños de esta entrada las tomé yo en Tailandia, este septiembre pasado.

viernes, 26 de octubre de 2012

Visita a una guardería



En este blog nos intereresan las palabras ¿verdad? los distintos tipos de lenguaje, de palabras, por eso quería dejaros con algunas fotos de una visita que hice en mis últimas vacaciones a una guarderia en un poblado de las montañas de Tailandia. Siempre me han gustado las guarderías, ese lugar mágico donde académicamente comienza el aprendizaje del lenguaje.

Os dejo con algunas fotos de los carteles de los números, de las letras... La verdad es que poco nos contaron del lenguaje tailandés. Solo os puedo decir que parecía muy dificil aprenderlo por varias particularidades que lo hacían muy diferente al nuestro. Resumiendo muchísimo os cuento que:

No cuenta con un abecedario sino con un silabario, como también sucede con el japonés.

Sus verbos no se conjugan, no cambian, como en nuestra lengua, con la persona, el tiempo, voz, modo o número. Tampoco hay participios.

En lo que respecta a la pronunciación llama mucho la atención que tienen cinco tonos muy distintos de cada sílaba, bajo, medio, alto, ascendente y descendente, por lo que solo con subir o bajar ligeramente el tono estarías diciendo otra palabra.

Además se habla de forma distinta según el contexto social. Hay un registro coloquial o informal, que generalmente se utiliza cuando hablas con parientes, amigos, personas de confianza. Un registro elegante o formal, que sería la versión oficial y escrita del tailandés o el que hay en los periódicos. También existe un registro retórico, de uso más público para cuando se habla con un grupo más numeroso de personas. El cuarto registro es el religioso, que se utiliza en el budismo o para los monjes. Y por último está el registro de la realeza: de influencia Khmer, más restringido para digirirse a la realeza o hablar de ella. Nos decía la guía que tuvimos en Bangkok que éste último aunque se aprende, se termina por olvidar hablarlo porque cómo no se utiliza nunca... La mayoría de los tailandeses sólo saben hablar las dos primeras modalidades, aunque son capaces de entender todas los demás.
 
Y por último quería comentaros que utilizan también Khráb y Kháh al final de las frases. Estas dos partículas se añaden al final de las frases para indicar formalidad y respeto por el interlocutor. La primera se usa si eres un hombre y la segunda si eres una mujer. Ésto ya lo comenté en la primera entrada que os hice donde os comentaba que hola, sonaba algo así como "sabandihaaa" como sabandija pero aspirando la j.
 
Bueno no quiero haceros demasiado larga esta entrada.
 
Podéis ver en las fotos a los niñitos de la guardería, una fiesta claro que fuéramos nosotros de visita. Les llevamos caramelos y ellos tan contentos, ya los veis, con su botín.

















Todos los zapatos a la entrada de la guardería. Había que descalzarse para entrar.





Aquí todos despidiéndose de nosotros


sábado, 13 de octubre de 2012

Letreros de un mundo que no es España II



Como continuación, o más bien completando la entrada de los letreros de un mundo que no es España, me refiero a la de hace dos entradas, permitidme que os deje con algunas fotos alusivas a esos carteles.

Espero que os gusten.


















lunes, 8 de octubre de 2012

Letreros de un mundo que no es España




Tal y como ya amenazaba, aquí estoy con nuevos letreros de esos con los que te cruzas e inmediatamente te dices ¡Anda qué curioso!.

Cambia el país, cambia la sociedad, cambian esas imágenes que a un simple vistazo entienden o entendemos todos. La señal de arriba, la fotografié en el metro de una ciudad de Asia con más de doce millones de habitantes: prohibida la venta ambulante. Aquí no tenemos esa señal, o al menos yo no la había visto nunca. Tampoco nuestros vendedores ambulantes son así, desde luego. Sin embargo por allí, cuántos no habré visto.




Tampoco nuestros asientos reservados tienen cinco imágenes ¿verdad?

Estamos acostumbrados a reservar el asiento a las personas mayores, los discapacitados, las embarazadas y las madres con bebés. Pero cómo veis aquí en estos asientos hay un quinto icono. El reservado a los monjes. Me costó, no os creais, me costó un par de minutos darme cuenta (¿A los vendados, los escayolados, los heridos...? Qué raro ¿no?). Claro que eso era muy raro, porque no me daba cuenta de que había saltado unas cuántas fronteras... ¡a los monjes!




Y desde luego, que esta señal de debajo yo no la había visto nunca por aquí. Pero fijaros que, en cambio, ésta no me extrañó tanto... Aún recuerdo mi primera imagen de China de hace unos cuántos años. Beijing, Templo del Cielo, baños, y la visión de uno de esas puertas abiertas dejándome ver a una china ¡de pie en la taza!. Jamás había visto nada igual. Claro después de eso, aunque han pasado varios años, aunque era otro país, ya no me extrañó nada la prohibición. Es otra cultura, su posición en cuclillas, sus tazas a ras del suelo con un agujero...

En fin... que lógicamente cambia la sociedad, cambian las prohibiciones, cambian las imágenes, cambian los letreros.




sábado, 6 de octubre de 2012

Sa wat dee kha/krab - Holaaaa




Cuántas ganas tenía de volver a estar aquí con vosotros. Porque ya he vuelto, ya he vuelto del "País de la Sonrisa Saludable". 

Donde ciertamente sus habitantes sonríen mucho y son muy amables.

Donde "Hola" se dice: Sa wat dee kha/Krab (con una terminación distinta si se lo dices a un hombre o a una mujer) y que cuando lo oyes suena como: "Sabandihaaa". Sí, sabandijaaa. Es gracioso.

Donde están viviendo en el año 2555.

Donde pagan en bath.

La foto de arriba es del viaje, es un libro escrito con su alfabeto thai.

He traído muchas más fotos de letreros curiosos, de libros, de librerías que ya os iré enseñando. 

Ahora solo quería daros las gracias por seguir aquí, leyendo las entradas que os dejé programadas, dejándome vuestros comentarios. Esperándome.