Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

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viernes, 16 de febrero de 2024

El faro de Valencia

 




Hoy languidece, solitario y en la lejanía, el centenario faro de Valencia.

El progreso pudo con él. Fue tal la ampliación del puerto, levantaron tanto el dique que el patrón de sus destellos, únicos e intransferibles para cada faro, apenas se distinguía y lo jubilaron sin, ni tan siquiera, la pensión vitalicia de servir de coartada para jóvenes fogosos o abuelos ociosos. 

Ya no valgo ni para oscuro refugio, se lamenta arrinconado.

Antaño cómplice mudo de tantas parejas que buscaron intimidad bajo la luna y su perfil protector, ahora solo es visitado por las gaviotas.

Pobre faro centenario que, rodeado de enormes embarcaciones y mercancías, como un trasto más, se aburre en una esquina del mar. Pobre faro, que desde el 2015, no logra hacerte un guiño seductor con su luz. Nadie le hubiera convencido de su triste destino, cuando en aquel lejano 1905 le inauguraba Alfonso XIII.

No te apures, musito desde la lejanía. 

No vas a ser ni el primero ni el último a quién me acerque gracias a mi cámara, porque no pueda hacerlo con mis pies. 

Y mientras me alejo con el botín de las fotos robadas, siento que me habría gustado alcanzarle, pasear su base, admirar su porte vetusto de piedra, acariciar su piel marina.

Será que éste tampoco era, suspiro, mientras me despeina el Levante.

Porque no pierdo la esperanza de que la luz exacta y particular de algún faro me conduzca a la isla del tesoro. 

Mientras la encuentro, ellos seguirán señalados en todos mis mapas.







viernes, 9 de febrero de 2024

Las gárgolas de la Lonja

 


Las gárgolas de la Lonja saben bien que es viernes.

Y aunque llueve sobre las catedrales y las calles, ellas dejan su función para abandonarse a la lujuria y el pecado. 

Quimeras ya son, maravillosas gárgolas ociosas, cómo y cuánto se entrelazan sobre nuestras cabezas, y nos miran, nos tientan, posan y ríen descaradas. 

Para, no pases de largo ¿no las ves? ¡Ahí arriba! 

Mira cómo andan divirtiéndose por las torres y las fachadas, ángeles y demonios, dragones y brujas, animales, grifos y demás seres que nos sobrevuelan.

¿Acaso no los ves? ¡Fíjate en ellos!

Bien saben que danzando ahuyentarán a los espíritus malignos. 

Bien saben que ya es viernes, viernes bendito.



#lonja de la seda #valencia #gárgolas









domingo, 28 de enero de 2024

Las verjas pintadas de Valencia

 


¿Y si no te dejaran leer? Pues te morirías. Seguramente. Te morirías de nostalgia, y llorarías lágrimas planas como páginas, llorarías muchas páginas que formaran capítulos hasta llorar libros y libros y deshacerte de pena. Tú no podrías vivir sin leer.

Es el letrero con el que tropezaste en la verja de la de la librería Ramón Llul de Valencia, que está en el barrio del Carmen donde hay muchísimos murales más, pero eso, te dices, lo contaremos otro día.

Hoy te centras en las verjas. Y no solo en la de la librería Ramón Llul. Sino también en la que leíste otra frase, ésta dicen que es de Frida Khalo, y que te gustó mucho. También del mismo barrio de Valencia.

Y la de aquella farmacia, donde removía su pócima aquel personaje de Asterix, el druida, que por más que revolvías en el trastero de la memoria, no conseguiste hallar su nombre: ¡Panoramix! Eso era... leíste luego.

Y la última verja que traes, también del barrio del Carmen, y que bien podría titularse: "¡Pero qué bien se está de viaje!". 
 

Y que sí, que seguramente es mejor decir persianas metálicas, en este caso, que verjas... Pero la palabra "verja" ¿¿No os parece mas bonita??

 


#valencia #verjaspintadas #barriodelcarmen #barriodelcarmenvalencia #letreros






jueves, 18 de enero de 2024

"Celebración" Mi relato publicado en la antología "Celebración"

Toronto. 2016.


Si la vida se detuviera, y nos pudiéramos bajar un rato para conversar, tomarnos un café, o lo que el rato nos deparara, te contaría que ayer, los compañeros de mi tertulia literaria, presentamos en público el libro titulado "Celebración" en el Centro Cultural Clara del Rey-Museo ABC

Se trata de una antología de textos, poemas y relatos, que hemos escrito con el mismo tema del título: "Celebración".

El caso es que al final, de pronto, una compañera, Amelia Serraller, con el coordinador, Javier Díaz, hablaron de darnos una sorpresa. Consistía en que algunos de los textos se leerían en otros idiomas para que viéramos como sonaban en esas lenguas. Amelia es traductora de varios idiomas y profesora. Yo pensé, la verdad, que escogerían solo poemas, vamos, estaba convencida. Y escuchamos ruso, italiano... Y resulta que sale una chica, Nicole Katarzyna Hanas, y dice que ha escogido uno de mis textos y lo ha traducido al portugués.

Qué sorpresa... Qué ¡obrigada! me sentí. 

Eso te contaría si nos viéramos. Porque estuvo chulo, porque fue toda una sorpresa que no me esperaba para nada. 

Y cómo hace tanto que no dejo aquí uno de mis relatos, pues he pensado que comparto con vosotros éste que he publicado en nuestro libro. Son tres historias cortitas que están relacionadas.

Imaginaos por un momento un bloque de vecinos. En el primer piso está ocurriendo una historia, al mismo tiempo y, en el segundo piso, está ocurriendo otra... Y varios minutos después de ambas, ya en el portal surge la tercera.

Aquí os las dejo. 



Celebración

Rocío Díaz


1.  Celebración de la resta

En el primer piso de un edificio de vecinos, un niño de seis años y su joven niñera se disponen a darse un festín. Delante del bol rebosante de gusanitos, nubes y otras chuches al crío le brillan los ojos, mientras la niñera no consigue retener una lágrima al fotografiarle radiante abrazando su trofeo. Felicidad y tristeza ya siempre se darán la mano en aquella foto.

 La madre del niño les tiene “terminantemente prohibidas las chuches, que luego los dientes…”. Sin embargo, el crío y su niñera se han compinchado para saltarse la prohibición. La ocasión lo merece, es una celebración de despedida. La joven, que se va de Erasmus fuera de España, ha tenido buen cuidado de ir comprando solo las especiales para diabéticos.

 El crío aún no sabe ni lo que es un Erasmus, ni los diabéticos, ni cuánto echará de menos a esa niñera que lleva cuidándolo desde que era un bebé. Sin embargo, ella sí sabe cuánto añorará su carita de pillo aprendiendo a guiñar el ojo sobre las chuches, sus bracitos agarrándose fuerte a ella cuando, con la tripa llena, le lleva medio dormido a la cama, sabe de su respiración tranquila, inundándola de paz, cuando le arropa. Ella sabe, claro que sabe cuánto pierde y sintiendo que le está fallando, se le parte el corazón al despedirse.

 Bajando las escaleras del bloque, una vez que le deja con los padres castradores de chuches, piensa que ojalá seis años antes se hubiera hecho paseadora de perros.

 

  

2.    Celebración de la suma

En el segundo piso del mismo edificio, un atractivo veinteañero, recién duchado y oliendo de maravilla, va silbando por la casa mientras cambia sabanas, airea habitaciones, y coloca flores aquí o allá. Necesita que todo esté perfecto, porque es una celebración: suman un año juntos.

 Ella está a punto de llegar y a él le puede la impaciencia. Está deseando aspirar su perfume mientras va rozando con sus labios su cuello; deseando apresar el lóbulo perfecto de su oreja antes de zambullir su lengua en ella, esa caricia la enciende como pocas; está deseando desnudarla lentamente, mientras de fondo suenan esas canciones tristes que, sin embargo, a ella le alegran tanto. Un año ya. Tiempo de decir: “Quédate conmigo”.

 Qué importa si ella es bastante mayor que él, qué importa si trabajan juntos. Lo que, en un principio, fue el desparrame pasajero de la cena de navidad de empresa, tras ese largo año, siente que es la unión perfecta. Suena el timbre. ¡Por fin!

 Al otro lado de la puerta, mientras espera que él abra, ella, sin dejar de moverse, repasa en su mente una y otra vez cómo le dirá que esta vez será la última. Está embarazada. Está tan feliz que levitaría. Quiere este niño. Su marido y ella están de acuerdo. Un niño llega, un niño nacerá en su hogar. Se acabaron las historias con terceros salpimentando su matrimonio. Qué importa el apellido del espermatozoide. Borrón y cuenta nueva.

 

  

3.    Celebración de la aritmética

En el portal de ese edificio de vecinos, naufragan una noche una triste cuidadora y un veinteañero despechado. Con la mirada húmeda y el alma espachurrada, abrochándose los abrigos, topan, frente a los buzones, entonando a dúo el mismo desgarrado y profundo suspiro.

—Anda toma -dice ella ofreciéndole un pañuelo de su paquete.

—Gracias. Algo se me metió en el ojo -Contesta él sin apenas mirarla.

—A mí se me metió un hombre de 6 años -replica ella valiente- y me ha partido el corazón.

—Vaya… Sí que vienen pisando fuerte las nuevas generaciones -responde él sin pensar, ni delatar su pena. Sin embargo, al ver que ella solo asiente, decide ser sincero: A mí me pisoteó el corazón una de casi cuarenta. Números cantan. Salgo ganando…

—Viéndonos aquí más parece que los dos salimos perdiendo. -Replica ella, sentándose en el primer escalón.

Él se sienta a su lado, sin ganas de nada y sus miradas tristes se encuentran, se calibran. Durante unos minutos, siguen compartiendo pena y pañuelos en silencio hasta que ella, palpándose un par de chuches del bolsillo, saca una y pregunta:

—¿Quieres?

Y él, a modo de respuesta, piensa en voz alta:

—Mojadas en unos benjamines que tengo arriba podrían estar buenas. Eran para una celebración ¿sabes? pero…”. Quiere explicarle.

Sin embargo, masticando ya una de las chuches, ella no le deja continuar:

—Pues, venga. ¿A qué esperamos? ¿No eran para una celebración? Y tomándole de la mano le anima a levantarse: ¿Dónde tienes esos benjamines?



La foto de la portada es un mural que descubrí en Toronto, una noche. Septiembre de 2016.

miércoles, 8 de noviembre de 2023

De pajaritos y otros dichos.

 



Esta mañana, de pronto, advertí que tenía frio y pensé "Me estoy quedando pajarita". Y al decirlo, sonreí. Siempre me ha hecho gracia esta expresión. Y no acababa de pensarla cuando ahí me veis buscando su origen como una loca. Pues sí, cada una busca como lo que es ¿Qué le vamos a hacer? 

Y encuentro que el posible origen de la expresión está en la creencia popular de que en invierno mueren de frío muchos pajaritos. Aunque, mira por dónde, Amando de Miguel, que también le ha dado muchas vueltas a eso de las palabras, apostilla que "la verdad es que los pájaros suelen resistir muy bien el frío, pero su naturaleza frágil y su aspecto endeble hacen que los asociemos a esa sensación de sentir frío."

Es cierto, pensé. Los gorriones siempre me han parecido muy frágiles, y sin darme cuenta de su pura vulnerabilidad me vino a la cabeza otra expresión: "Morirse o quedarse alguien como un pajarito". Así es, pasar a mejor vida, o resumiendo: morirse con sosiego, sin hacer ruido. Cómo imaginamos deben morir los pobres pájaros. De ahí la expresión.

No os lo niego, a la que me descuido, puede parecer que "Tengo la cabeza a pájaros". Ya sabéis, que soy un ser poco práctico, distraída con "mis cosas"... O cómo nos lo define el Diccionario de la Real Academia: "Muchos pájaros, o pájaros en la cabeza: Fantasías o ilusiones infundadas." 

Y puede ser que la tenga. Tampoco pasaría nada ¿no? Esta expresión creen que tiene su origen en la Edad Media, cuando pensaban que las aves podían hacer un nido y criar en el cabello de las personas. Sí también lo he buscado, lo confieso. 

Y si lo sigo pensando un poco más, no os discuto que en mi pelo incluso podrían anidar... Porque tengo, tener pelo tengo. Y si lo pienso aún más, lo que me da es un poquito mucho de grima, la verdad. Y en la Edad Media, tan avispados ellos, pensaban que si te hacían un nido en la cabeza y criaban, pues la cuestión te podía llevar incluso a la locura. ¡Cómo para no pensarlo! Y claro derivando, derivando, pues se acabó por adjudicar la expresión a los que no veían "muy centrados". Venga confesad, no me digáis que no habéis pensado alguna vez que tengo la cabeza a pájaros...

No, no me lo invento que "me lo dijo un pajarito". El origen de este dicho podría estar en el uso que antiguamente se le daba a las palomas mensajeras. Gracias a ellas existía la comunicación. Un dicho parece ser antiquísimo. Pero si ya Noé, sí el del diluvio famoso al que se van pareciendo cada vez más nuestras tormentas, envió una paloma para que le anunciara cuándo podría bajarse de una vez ya de la dichosa arca. Que estaba ya cansaíto el hombre de tanto navegar y tanto bicho. 

Bicho buenos. El arca lo llenó de parejas de bichos buenos. Que no es lo mismo que tropezarse con un "pájaro de cuenta". Expresión que utilizamos para hablar de los "sujetos" con los que, en cambio, no conviene tropezarse. Mira tú.

Aunque, curiosamente, si "te caga un pájaro en la cabeza" puedes estar contento. Porque dicen que eso significa una bendición de los dioses, que vas a tener suerte, fortuna, felicidad, o yo que sé cuántas cosas buenas te van a ocurrir si su deposición cae en tu misma cocorota. Para que luego te quejes. El origen estaría en la creencia de que los pájaros eran mensajeros de los dioses. Sííí, también lo busqué.

En fin... Pues a lo que íbamos. Si yo solo os quería comentar que ¡Vaya si ha cambiado el tiempo! ¿Verdad? Fijaos que esta mañana, de pronto advertí que tenía frio y pensé "Me estoy quedando pajarita".


Todas las fotos son mías: Lorca en la Plaza de Santa Ana de Madrid, las cigüeñas de Portugal, el cóndor de Perú, las gaviotas de Huelva, otra de Corfú... Y la de la figura en una jaula, tan simbólica y que me encanta, es de Roberto Reula, se titula "Luciernaga" y está tomada en la exposición "Flecha 2021". 



 





sábado, 4 de noviembre de 2023

Rascamán en Alaquás III. Historia de un recital literario

 


Os estaba contando en la entrada anterior, que los compañeros de la tertulia literaria Rascamán nos habíamos escapado a Alaquás, un pueblecito valenciano, a hacer un recital en su fantástico Castillo que está en mitad del pueblo y dedican a toda clase de actos culturales. 

En la entrada anterior os he ido presentado a los compañeros que leyeron en la primera mitad. Y en esta entrada quería que conocierais a los que leyeron en la segunda parte. Después de la actuación musical salió Cinta R. Guil.




Cinta R. Guil, nuestra maestra, también escribe muy variado. Escribe poemas, relatos, cuentos infantiles e incluso novela. Lleva un taller de adultos de creación literaria y es una escritora incansable. 



Carlos Ceballos, tiene un poemario publicado y ahora está preparando su segundo. Nos leyó un par de poemas. Carlos es muy concienzudo con lo que escribe. Tampoco vive en Madrid, pero comparte nuestras reuniones desde el zoom. 




Después leyó Luis M. Gil uno de sus documentados poemas de navegantes. En estos días está preparando un poemario sobre el mar. Escuchando a Luis no me cuesta nada verme dentro de un navío entre bucaneros luchando a brazo partido como si estuviera en la novela de Melville. Es increíble lo bien ambientados que están sus escritos.



Con Ana González, AnaGonz, le tocó el turno a la poesía de nuevo. Ana escribe poemas también en gallego. Son muy especiales esos poemas con esa música tan particular, son muy evocadores. En esta ocasión nos leyó varios en castellano. 




A continuación salió Celia Cañadas, profesora de secundaria y también poeta. Los poemas de Celia son también extraordinarios, diferentes, muy cultos. 




José Antonio Carmona, qué talante más conciliador tiene. Gracias a él la tertulia ha publicado dos libros de nuestros textos reunidos. Y su poesía es cotidiana y entrañable y tiene aroma. Tiene unos personajes en ellos, como Matilde, que a mí me tienen robada la voluntad. En esta ocasión leyó un par de ellos, distendidos, escuchad un pedacito de la dedicada a Cibeles.




A continuación me tocó a mí. Como yo solo escribo prosa, y no podía llevar un relato largo, opté por llevarme dos relatos cortitos. No se puede explicar esa sensación de cuando desde ahí arriba del escenario, tú vas desgranando tu historia delante del micrófono y al mirar las caras atentas sientes que te están siguiendo... 





Y por último salió Mariana Feride, nuestra poeta rumana que nunca pierde la oportunidad de decirnos que nos quiere sea donde sea. Mariana llevaba hasta hace un par de meses la Unión de Escritores Españoles y siempre está inventando actos culturales. Una suerte tenerla entre nosotros ¿Cómo no la vas a querer?


Finalmente despidieron los músicos el acto. Un lujo. 



Antes de irnos nos hicimos la foto de grupo con los poetas de Alaquás, los del grupo de Omega.







Y hasta aquí la reseña del último recital de Rascamán. Somos muchos más, pero estos fuimos los que pudimos viajar y reunirnos. Cómo disfrutamos de nuestra escapada literaria. El castillo de Alaquás es un lugar único para leer. Fue un viaje breve pero intenso. Y tras un cafetito en la playa de la Malvarrosa volviamos a Madrid charlando tranquilamente. 




La felicidad es pasajera, la encuentras en esos pequeños momentos en los que no piensas, simplemente vives la placidez del momento que dura un beso, un rayo de sol en la cara, un café rico, un buen texto, una conversación jugosa... o un día bueno en Rascamán.


Escapada literaria con Rascamán a Alaquás I

 


No hay nada mejor que tener un refugio. Poder cerrar todas las puertas y dejar fuera durante un rato lo que nos duele, nos preocupa o simplemente nos aburre.

Hace 25 años que yo encontré a mi grupo literario, primero fuimos un taller de creación literaria, después una tertulia y siempre, ese refugio donde seguimos aprendiendo mientras compartimos la pasión por la literatura, por leer y sobre todo escribir. 

A veces escapamos de ese sótano céntrico donde nos reunimos cada semana. Y la última vez que nos aventuramos más allá de Madrid ha sido el último fin de semana de octubre donde fuimos a dar un recital literario hasta un pueblecito de Valencia, Alaquás.  

El pacto era coincidir todos en ese Palacio-Castillo del siglo XVI que tiene tan chulo. Celebrar en él un recital donde leeríamos poemas y relatos, combinándolos con algunas actuaciones musicales, preciosas actuaciones musicales, a cargo de unos músicos de Alaquás, gracias a una compañera (Omega), muestro lazo de unión con aquellas tierras donde ella vive y estudia violín. 

Fuimos cada uno como quiso, repartiéndonos en algunos coches, o solos. También cada uno se organizó el finde como le pareció, llegó el viernes o llegó el sábado, se fue antes o después. Somos ya muy mayores para movernos como un colegio. Respetamos lo que cada uno elige. Pero a las doce de la mañana del sábado 28 de octubre del 2023 Rascamán, como un clavo, compartía sus libros y sus textos (poemas y relatos) en ese castillo. 

Allí estuvimos. Juntos. Celebrando que nos unen las letras.

Somos muchos más Rascamanes que los que leímos en Alaquás, fuimos una pequeña representación. Pero disfrutamos mucho de la comida y la luz de Valencia. De su temperatura benigna y sus paisajes. De la amabilidad del grupo poético en el que ahora está Omega y que nos recibió "en su casa". De estar juntos, de leer, de escribir. 

He pensado que voy a dividir esta entrada en tres partes. 

En ésta, si me lo permitís, os pongo en situación. Y en la siguiente os presento a mis compañeros. 


Aquí los protagonistas.







Y aquí el castillo donde celebramos el recital. Qué buen día nos hizo. Apenas a tres horas largas de Madrid y era otro mundo con un cielo muy azul y un sol rico que nos dejaba ir más ligeros de ropa por la vida. 









Entonces si os parece, en las siguientes entradas del blog os voy contando cómo fue discurriendo el acto literario. 

lunes, 30 de octubre de 2023

Corfú y Los Durrell

 


 “En algún sitio entre Calabria y Corfú comienza realmente el azul”

Lawrence Durrell

 

Ahora que llueve y hace más frío, ahora que no vienen bien dadas y un páramo laboral se extiende ante mí, me escaparía otra vez a Corfú.

Me hacía mucha ilusión conocer aquella isla en la que había un palacio de Sissi, como en aquellos libros de "Historias selección de Bruguera" que leía de pequeña. 

Me hacía ilusión, también, seguir el rastro de los Durrell, aquella familia (“...La madre viuda, Louisa, y sus cuatro hijos: Larry, obsesionado con la literatura, Leslie, obsesionado con las armas, Margo, obsesionada con los chicos y Gerald, obsesionado con los bichos) cuya serie había devorado días antes de ir, a falta de tiempo para lo que realmente deseaba: leerme primero los libros de los hijos escritores.

Y descubriendo y atrapando faros, comprobar si era cierto aquello de que en su mar comenzaba el azul, como contaba el mayor de los hermanos.

Ahora, me escaparía otra vez a Corfú, porque dicen que siempre hay que dejar algo para volver. 

Y no me extrañaría que fuera el consuelo que alguien inventó porque le faltó ver algún lugar que llevaba apuntado. Alguien de los míos, de los que no quieren perderse nada. 

O quizás no, quizás es verdad que adrede habría que dejarse algo y volver. 

Sea como sea, yo me perdí las casas donde vivieron los Durrell. A falta de eso me paseé por su parque y pude hacer eso que tanto me gusta, sumar destinos a literatura.  

¿Pero y sus casas? insiste mi yo más viajero.

Mientras vuelvo para verlas, "Mi familia y otros animales" de Gerald y "La celda de Próspero" de Lawrence esperan pacientemente su turno en mi mesilla. Me gusta saberlas cerca. Me gusta la certeza de que puedo asomarme a sus páginas y recuperar un trocito de aquella isla que no terminé de ver bien.

Por todo eso, yo, en estos días lluviosos, me escaparía otra vez a Corfú.





viernes, 27 de octubre de 2023

De balcones y ventanas

 


No estabas loco, lo eras.

Y cada mes tu locura se resumía en algo distinto. 

En el último se te antojaron las ventanas y balcones. Cuanto más decorado o recargado mejor, decías. 

No te bastaba con descubrirlos, con contemplarlos, con fotografiarlos. No, tenías que estar, asomarte, respirar con los brazos extendidos y posar para mí. Ese era el reto.

Y un día eras el nuevo pintor de la fachada del edificio y otro el que revisaba las persianas, un día el que contralaba la salida de los humos y otro los riesgos estructurales. 

Qué más daba, fuera con la excusa que fuera, lograbas colarte en la casa, convencer a quién te abriera la puerta y con una sonrisa triunfante asomarte para mí que, abajo en la acera, me contagiaba de tu sonrisa y con la cámara preparada, musitaba ¡será liante...! y te hacía la foto que querías. 

No estabas loco, eras un encantador de quién te propusieras. En la última semana de octubre un encantador de vecinos. Mi encantador.

No estabas loco, sin duda era yo quién lo estaba, pero por ti. 














lunes, 23 de octubre de 2023

La leyenda del Lago Misurina

 


Misurina, la hija del rey Sorapiss, era una niña consentida que se encaprichó de un espejo que podía leer los pensamientos de quiénes se reflejaban en él. 

El hada que habitaba en el monte Cristallo, poseedora del mágico espejo, solo accedió a desprenderse de él a cambio de que el rey Sorapiss se convertiera en una montaña cuya sombra cuidaría de sus plantas, marchitas por el exceso del sol.

Misurina deseaba tan ardientemente ese espejo que no pensó en las consecuencias del trato y siguió clamando por él. El rey Sorapiss ansioso por complacerla accedió a la condición del hada y mientras la pequeña recibia feliz su espejo, fue transformándose.

Mientras la niña se miraba al espejo, Sorapiss terminó de convertirse en una alta montaña, desde la que Misurina cayó al vacío. El rey contempló impotente el trágico final de su hija, derramando tantas lágrimas que se fue formando en el valle un inmenso lago que llevaría el nombre de su hija y en cuyo fondo se quedó para siempre el espejo roto.

 





Situado en Cadore, a unos 1750 metros sobre el nivel del mar, el lago Misurina, también conocido como la "Perla de los Dolomitas", es el lago natural más grande de Cadore, Véneto.
Rodeado por Tre Cime di Lavaredo, Sorapiss, Cristallo y Cadini, y algunas de las cumbres más famosas de los Dolomitas.




viernes, 20 de octubre de 2023

Il faro de Desenzano

 


Era feliz escapándose de viaje, pero si además el destino estaba cerca de un sereno mar y se salpicaba de algún longevo faro se multiplicaba el placer de la escapada. Sin embargo en aquella ocasión eligieron el norte de un país, eligieron montañas y lagos, eligieron la energía positiva de tierra adentro y el agua dulce.

Por eso, cuando paseando por el Lago de Garda, en el bello Desenzano, tropezó con un precioso faro en su puerto viejo no se lo podía creer. ¿Cómo no sabia de su existencia? Si lo primero que hacía en cuánto tenía unos billetes de avión y un itinerario era empaparse bien de sus tesoros... 

Bendito despiste: Aquel faro llevaba allí esperándola desde mucho antes del 1900. 

Esperando en aquel lugar que previamente se había iluminado con unas pocas lámparas de aceite confiadas a un empleado, pagado por el ayuntamiento, que las encendía según las fases de la luna. Pero en 1882, a causa de la bebida la luna no debía verse muy nítida, porque el ebrio farolero no cumplió con su función, quedándose para la posteridad anotada la consecuente reprimenda.

Y aquello no quedó ahí, porque se decidió contratar a personal más cualificado, un linternero permanente, para ocuparse del nuevo faro (y rompeolas) construído a raíz de la equiparación del puerto de Desenzano con uno marítimo según Real Decreto de 1887. Y "en la tarde del 16 de julio de 1895 se encendió la nueva linterna del puerto" por parte de Flaminio Scarpa, oportuno nombre, el nuevo linternero que se ocuparía de este quehacer hasta 1903, cuando se sustituyó por iluminación electrica. 

120 años después, en un anómalo y cálido octubre, tropezamos casi sin querer con "il faro de Desenzano". Allí nos esperaba gentil y pacientemente. Delicado, elegante, señorial. Alzándose fotogénico sobre las barcas de colores y el agua espejada del lago. Recortándose su perfil sobre el atardecer y el paso del tiempo.