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jueves, 13 de noviembre de 2014

"La soledad" de Natalio Grueso






 «Muy temprano, con las primeras luces del amanecer, con la piel erizada aún por las caricias, el elegido debía marcharse, con la seguridad de que nunca jamás volvería a vivir nada igual, de que nunca más volvería a visitar el paraíso

¡¡Cuánto me ha gustado este libro!!

Me ha gustado tanto que, nada más terminármelo, me lo comencé a leer de nuevo... Quería volver a descubrir a esos personajes tan originales y saborear esa prosa tan intimista, tan poética.

¿Qué más puedo decir?

"El día de su cumpleaños a Lucas le regalaron cuatrocientas palabras. Gastó las dos primeras en darle las gracias a su madre, y con las catorce siguientes escribió un par de versos dedicados a la chica de la que estaba enamorado. Hacía ya unos meses que la corporación multinacional Pinkerton había comprado los derechos de uso de todos los idiomas del mundo, de todos los lenguajes hablados y escritos, de todas las palabras inventadas."

Es una novela con magia, con una estructura a modo de relatos, que de alguna manera se enlazan unos con otros. Historias cortas que algunas tienen más relación con las demás, y otras menos. Pero todas juntas han formado un perfecto puzzle, donde se comparte el mismo tema: todos estamos solos, todos buscamos la felicidad. O eso creo yo.  

Hay muchos argumentos, al tratarse de diversas historias. Aunque el principal es el de un hombre, Bruno Labastide, a quién no le gustaba la vida gris que le esperaba y quiso cambiarla viajando, convirtiéndose en un caradura guapete y simpático que vivía a costa de las mujeres que seducía. Cuando ya es mayor busca el retiro solitario de una Venecia donde vive la joven japonesa Kioko, de los ojos color miel, que cada tarde elige a la persona con la que va a dormir esa noche en función de sus palabras escritas, de las que más le conmuevan. Y Bruno, que siempre ha vivido inventándose historias, frente a ella se queda en blanco.

Pero cómo os decía hay muchos argumentos porque hay más de una historia. Y por tanto también hay más personajes, todos igualmente originales e interesantes: el recetador de libros, el locutor de radio argentino, el niño que jugaba al futbol, el contrabandista de palabras...

Del mismo modo en las localizaciones espaciales también vamos saltando de decorado: Venecia, Guatemala, París, Buenos Aires, Sanghay... Lugares todos ricos y sugerentes para cualquier historia.

Destaca la prosa cuidada, delicada y poética de este narrador. Un lenguaje lírico, lleno de imágenes. Un tono intimista, suave. Una novela sentimental.

«Llega un momento en que la soledad es tan profunda que te cala en los huesos, como te cala la humedad de los callejones de la Serenísima al relente de las madrugadas de enero, un frío atroz que te devora las entrañas, te paraliza el habla y te adormece los dedos. Un frío miserable que te impide respirar, que transforma tu rostro en el de un payaso patético que no para de llorar, lágrimas que al poco se convierten en hielo, pestañas que son de escarcha

En fin... que lo he leído dos veces porque me ha gustado mucho. Es una novela, un ramillete de historias, para leer despacio, para saborearlo. Disfrutar de sus personajes, sumergirse en esos ambientes, sentir.

Ah y la portada del libro yo creo que está muy bien elegida: tan sugerente como lo que viene a continuación.



 "El peso de la memoria puede ser a veces insoportable, y uno ya no sabe si duelen más los recuerdos felices o los infelices, todos acaban convirtiéndose en tristes."