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sábado, 19 de noviembre de 2011

"Música callada: La vida rima " en el Teatro Español. Qué buen espectáculo para las letras


  Acabo de venir de ver en el Teatro Español "Musica callada. La vida rima". Y cuánto me ha gustado...

Al piano Rosa Torres-Pardo que ha hecho todas las adaptaciones musicales. Y en la voz Ana Belén. Que buenísima conjunción. De fondo, el virtuosismo de Rosa Torres-Pardo desde Mozart a Albéniz, de Stravinsky a Chopin, pasando por Beethoven, Bartok o Mompou. Sobre la música Ana Belén va hilando todas esas melodías, con textos de Luis Cernuda, San Juan de la Cruz, Rafael Alberti, Federico García Lorca, José Hierro o Luis García Montero

Y es éste, García Montero, quién ha escrito el guión y lo ha ido adaptando a la música. Y la dirección escénica corre a cargo de Jose Carlos Plaza. Aunque he leído que la idea del invento partió de la pianista, de Rosa Torres-Pardo, que de verdad que toca que es una maravilla escucharla.

Este espectáculo no es teatro, tampoco es un concierto, es algo distinto, es un diálogo entre la poesía y la música, mientras reflexionan sobre el arte, la vida... 

De verdad, qué sugerente me ha parecido a veces, qué poético, qué elegante, que coloquial otras cuando casi conversan entre ellas sobre la música, que bien se acoplan las dos veces, cómo juega la música con la voz de Ana Belén... y hasta hay una vez que cantan ambas en francés.

"Todo el mundo debe tener una segunda oportunidad", repetían más de una vez... Trayendo el futuro junto al pasado, lo clásico con lo cotidiano...

Qué dos artistas, cada una en lo suyo.

De verdad, cuánto me ha gustado. Qué buen espectáculo poético-musical.

miércoles, 23 de junio de 2010

Joaquín Sabina y yo... ayer en Las Ventas




Hoy soy más joven que ayer. Os lo tenía que contar.

Porque dice una canción de Joaquín Sabina “Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver…” Pues yo a sus conciertos vuelvo una y otra vez. Una y otra. Por eso mismo. Porque es un lugar donde soy feliz.

Ayer otra vez, junto a miles y miles de personas, pisé Las Ventas, esperando a que Sabina saliera en el que dice que seguramente será su último concierto a lo grande en Madrid. Y mientras nos lo dice se le quiebra la voz, y la multitud a la de una quiere arroparlo y se levantaba en bloque y le vitorea al unísono, como en una nana.
No lo sé. Quizás. Pero si es así yo habré estado en el último. Y todo porque ayer mismo por la mañana mi amiga Ana me llamó para hacerme una proposición deshonesta: “Rocío que te llamo porque resulta que tengo una entrada para el concierto de Sabina de esta noche…” YO VOY, YO VOY, dije sin querer oír más. Bendita Ana, querida Anita, que me despierta de golpe del letargo laboral con uno de los regalos que más ilusión me hacen en el mundo: Un concierto de Joaquín Sabina. Y otra vez canté a gritos, salté, me apretujé y disfruté de todas sus canciones. Porque ayer hizo un recorrido muy amplio por todo su repertorio. Del último disco cantó como mucho tres canciones. Todas eran de siempre. Y allí cantaron todos, cantó Panchito Varona, cantó García de Diego, cantó Marita, la chica que le acompañaba, cantó todo el mundo y canté yo. En el ruedo. Como hacía veinte años…



Y Sabina además de cantar hablaba mucho. Nos hablaba mucho. Y nos dijo que había estado como cuatro años sin escribir una sola canción y que él buscaba a las Musas y las esperaba pero nada, y mientras Almudena Grandes le hacía tortilla de patatas, y mientras Luis García Montero le corregía los sonetos, que luego Chus Visor le publicaba… y venga a escribir pero canciones nada, pero que nada, de nada, que las Musas no venían, que las Musas estaban follando con Serrat… y en algún lado estaba Fernando León de Aranoa grabando todo el concierto para un documental o una película que quiere hacer.

Y como dice Sabina “Nadie se ha muerto por ir sin dormir al currelo” y claro que no me he muerto, no me he muerto pero me muero, me muero todo el rato de sueño con estas escasas cuatro horitas en brazos de Morfeo que he estado, pero ¿Y lo bien que estuvo el concierto de ayer? Lo bien, bien que estuvo…

Rejuvenezco con cada uno de esos conciertos. Y os lo tenía que contar. Hoy soy más joven que ayer. Mucho más. Y he vuelto a un lugar donde he sido feliz, y lo he vuelto ser. Feliz.

Os dejo dos de las canciones que más me gustan de Sabina, y que ayer, qué suerte, nos cantó:


Amor se llama el juego (Joaquin Sabina/1992)


Hace demasiados meses
que mis payasadas no provocan tus
ganas de reir.
no es que ya no me intereses
pero el tiempo de los besos y el sudor
es la hora de dormir.

Duele verte removiendo
la cajita de cenizas que el placer
tras de si dejó,
mal y tarde estoy cumpliendo
la palabra que te dí cuando juré
escribirte una canción.

Un dios triste y envidioso
nos castigó
por trepar juntos al árbol
y atracarnos con la flor de la pasión
por probar aquel sabor.

El agua apaga el fuego
y al ardor los años,
amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño.
y cada vez peor
y cada vez más rotos
y cada vez más tú
y cada vez más yo
sin rastro de nosotros.

Ni inocentes ni culpables
corazones que desbroza el temporal,
carnes de cañón.
no soy yo, ni tú, ni nadie,
son los dedos miserables que le dan
cuerda a mi reloj.

Y no hay lágrimas
que valgan para volver
a meternos en el coche
donde aquella noche en pleno carnaval
te empecé a desnudar.


El agua apaga el fuego
y al ardor los años,
amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño.
y cada vez peor
y cada vez más rotos
y cada vez más tú
y cada vez más yo
sin rastro de nosotros.


Peces de ciudad
Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d'Austerlitz.

Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de san Martín.

Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a mademoiselle Amsterdam.

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,
pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar

y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.


Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.

El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.

En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un liguero de mujer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.

lunes, 19 de abril de 2010

Ñaco Goñi y aquellos que aún están


Durante unos minutos eternos la lámpara me cegó y sentí como el tiempo se plegaba sobre si mismo, sobre nuestras caras de más de cuarenta que iban suavizándose, diluyéndose en aquellas que tuvimos, redondas, intactas de arrugas y responsabilidades, salpicadas de sueños y granos. Durante unos minutos eternos pude volver a estar, pude volver a vernos, escucharnos...


Mil novecientos ochenta y tantos... Aún estamos estudiando el último curso del BUP o quizás ya hemos empezado el COU, qué importa... No somos de la misma clase, pero sí del mismo barrio, del mismo Instituto. Es viernes, y estamos en Los Luises, el bar donde disfrutamos las peyas, en el patio del fondo, haciéndonos unos futbolines, mientras planeamos el finde a golpe de voces y risas, entre cañas y goles de un equipo u otro. "¡Ahora solo las chicas! Que no nos dejáis jugar..." Han acabado los exámenes y estamos contentos, porque horas más tarde estiraremos el tiempo apretujados en un mismo banco, calzados con deportivas, abrigados con aquellos “plumas” y una amistad alegre e incondicional que cada viernes y juntos, nos devuelve a aquel parque donde nos reunimos. Hasta allí irá Blanqui después de hacer la compra en el mercado. Mariano y Papi me pasarán a buscar camino de la Esperanza: "¡Veeenga hija…!" gritarán  parados  en mi verja. Poco a poco iremos llegando todos. Paloma saldrá porque ya no habrá que estudiar, y seguro que Isalé se traerá la guitarra… Tenemos que hacer planes, pensar donde iremos en Nochevieja, somos tantos, muchos, compraremos bebida y patatas en “Mayorico”, ¿este hombre no se dará cuenta de lo mal que le queda el peluquín?, charlaremos y reiremos, nos sentiremos bien, muy bien, ¿estamos juntos no? y todavía calada a calada comenzaremos a cantar... "¿Cantamos Rogaré..?" "Noooo, Rogaré no... esa de las últimas..." "¿Entonces cual? "Pues la de..."Y nos pilla la noche tocando en el metro y no tengo una libra en total...""Pero esa es una macarrada" "¿Macarrada? tú no tienes ni idea..."


Pero de pronto la luz deja de cegarme, y no es Isalé quién toca la guitarra,  ni los demás andamos discutiendo si esta canción o la otra... sino que es Ñaco Goñi quién toca con la armónica… La lámpara ha vuelto a su lugar sobre este otro futbolín que tenemos en el centro de nosotros, este futbolín sobre el que aún Mariano improvisa goles con los cubitos de hielo, y lo que es mejor los cuela: “No se me ha olvidado…” nos sonríe cómplice. Qué frase más oportuna… Porque sí, la luz deja de cegarme y siento que cada uno contamos muchas nocheviejas, muchas primaveras, páginas y páginas de nuestros íntimos calendarios,  que tampoco hemos compartido. Pero estamos aquí. Parte de aquellos. Algunos se quedaron en los pliegues del tiempo, otros a la vuelta de la esquina, pero nosotros seguimos aquí, vestidos con una hipoteca y un pasado, renovando los carnés caducados y  repitiendo día a día las mismas frases que nos decían a nosotros, “pon la mano en la mesa”, “habla bien”, "ten cuidado"... ¿No os dais cuenta?¿Nos veis? seguimos aquí, todavía,  echándole ganas y risas a un buen rato, a una cena, a un concierto, a un "decíamos ayer"…

Decimos hoy.

Estar juntos, como meter goles al futbolín, tampoco “se nos ha olvidado…”. Y qué bueno es eso.


INB Conde de Orgaz- Beethoven Blues Bar
Abril 2010