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jueves, 21 de julio de 2022

Casa Museo de Carlos Barral en Calafell (Tarragona)

 

En el paseo marítimo de Calafell, el pueblo costero de Tarragona, hay una antigua casita de pescadores donde veraneaba Carlos Barral.

 

 

Carlos Barral, fue poeta de la generación de los 50, como Gil de Biedma, gran amigo suyo. También fue un editor muy importante. Al principio nadie apostaba por esa pequeña editorial, pero con el tiempo Seix Barral llegó a ser una de las que más prestigiosas e influyentes, y no solo aquí, sino también en el mundo editorial internacional. Creó también varios premios importantes gracias a los cuales en España llegamos a conocer a escritores como Vargas Llosa, García Marquez y tantos otros. El premio Biblioteca Breve,  el Prix International de Littérature y el Prix Formentor, otorgados ambos entre 1960 y 1967. 

Cuando su socio murió siguió en solitario con Barral Editorial, creando el premio Barral de Novela.

 

Aquella casita de pescadores en Calafell, que tan buenos recuerdos le traía de su infancia, sigue abierta. Es ahora una casa/museo que se puede visitar. Con las puertas y las ventanas de un intenso color azul y sus vigas de madera también pintadas, la vieja casa de pescadores se mantiene erguida, en pleno paseo marítimo, contra viento y marea. 

Es pequeñita, está salpicada de objetos y frases, fotos y recuerdos. 

Es un lugar muy agradable. 

Pero sobre todo en ella se respira el amor por el mar, y la literatura. 

 

  “Eran unas discusiones muy agradables, hasta que se emborrachaban completamente, y entonces yo los mandaba a la mierda”. Yvonne, editora y mujer de Carlos Barral.

 "Fue el único que confió en un muchacho que le llevaba un original para publicar por primera vez. Fue mi editor más importante y mi mejor amigo" Juan Marsé

"Ha sido un hombre importantísimo, sobre todo como editor. Ahora estamos descubriendo a autores que él ya había editado en los años cincuenta" Eduardo Mendoza

  "Carlos tradujo muy bien y muy tempranamente a Rainer Maria Rilke. Recuerdo un verso: ¿Quién habla de victoria? Sobreponerse es todo. Ha sido uno de los últimos editores". Jesús Aguirre 

 


 













sábado, 7 de noviembre de 2020

2020 Año Galdós. Galdós y Madrid.


En este año raro en el que casi siempre haces el mismo paseo por Madrid, de casa al trabajo, del trabajo a casa, buscas ocasiones de celebrar. 

¡Cuánta falta nos hace este año celebrar! Lo que sea. Tienes razón, no hay mucho que festejar, si no es por prevención, es por miedo, sales menos.

Aún así, sientes que debes esforzarte, intentarlo, obligarte si cabe. Que no nos roben aún más del 2020.

Arropa mucho una buena celebración, un aniversario, un reencuentro, una ilusión. 

Este año somos más vulnerables, más frágiles. Regálate una celebración, una pequeñita.

 

Y en este año raro celebramos el año Galdós. Tocaba. Hace 100 años que murió en Madrid el gran Galdós. Aquel autor que conociste por primera vez gracias a la serie de televisión "Fortunata y Jacinta".

Qué bien retrataba este autor las pasiones, las desigualdades, la sociedad y el Madrid de entonces. Sí, acuérdate, le conociste primero por aquella serie que nunca se te olvidará, ni por sus personajes, ni por su argumento, ni tan siquiera por aquella música tan especial que tenía, de Antón García Abril. 


Y Galdós era aquel hombre alto, delgado, solitario, tímido pero sin embargo mujeriego, y sobre todo un enorme narrador. A tu vida después llegarían sus novelas. 

En este año raro celebramos el año Galdós, y tú no has podido ir a ninguna lectura, ni obra de teatro, ni concierto. Pero queda alguna que otra exposición, a la que quizá aún llegues.

 

 

¿Te acuerdas cuando en Gran Canaria visitaste la casa donde nació? La casa-museo de Benito Pérez Galdós en Las Palmas de Gran Canaria.

Era de color azul por fuera y de color albero en su patio interior. Era luminosa.

Dentro, entre otras estancias, estaba su despacho, que habían copiado del que tenía en su residencia de Santander (San Quintín). Porque Galdós en su casa natal solo vivió hasta los 19 años que se vino a Madrid. 

Te gustó mucho aquel despacho, con páginas manuscritas del autor con su caligrafía igualita, menuda, inclinada hacia la derecha, con sus tachones incluídos, fruto de haber estado corrigiendo. Y del sacapuntas... ¿Te acuerdas de aquel enorme sacapuntas? 




 
Curioso afilador de lápices ¿Verdad?

En el año 1862 pisó la estación de Atocha por primera vez. Y se sintió tan bien, que después dijo que él había nacido ese año en Madrid. 
Por eso, a falta de otras manifestaciones culturales, debes celebrar Galdós buscando sus huellas por tu ciudad, esa misma ciudad que el autor adoptó como propia. 
 
Por la zona de Sol, en una callecita perpendicular a la calle Mayor, una llamada Las Fuentes, en el núm. 3 estaba la pensión donde vivió el jovencito Pérez Galdós al poco de llegar a Madrid. Había estado en otra en Lavapiés, pero ésta le quedaba más céntrica para ir al Teatro Real y a los Cafés de la zona. Estamos hablando de los años 1862-63. 

Te salieron muy reguleras las fotos, era de noche y sin la cámara, pero bueno, no eran para ningún concurso.


 

Por la zona de la Plaza de España, en una callecita muy poco transitada,otro día topaste con esta placa en un edificio nuevo: "En este lugar se alzaba hasta 1989 la vieja casa donde Benito Perez Galdós dirigió el diario "El Debate" entre los años 1871 y 1873". 





Y caminando por la calle Hortaleza, un día de verano, fuiste a dar sin querer con el edificio en dónde estuvo la editorial fundada por el autor "Obras de Pérez Galdós", que duró desde 1907 hasta 1904.
 

 

Además, y por otra parte, no puedes evitar acordarte también de él, cuando paseas por Madrid y te encuentras con la huella dejada por "La inevitable", como apodaban algunos de sus colegas (¿Clarín?) a la escritora Emilia Pardo Bazán. . 


Mi bien, miquiño mío del alma: [...] Haz por venir pronto, cielo feo, monigote, y mientras no puedas arrancarte de esas playas, escríbeme [...] y un deseo tal de verte otra vez en cualquier misterioso asilo, apretaditos el uno contra el otro, embozados en tu capa o en la mía los dos a la vez, o tumbados en el impuro lecho, que nuestra amistad tiernísima hace puro en tantas ocasiones. Sí, yo me acuesto contigo y me acostaré siempre, y si es para algo execrable, bien, muy bien, sabe a gloria... porque tienes la gracia del mundo y me gustas más que ningún libro.

Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdós

Se sabe y se conoce de 94 cartas de amor entre ellos. 93 de Doña Emilia a Don Benito, y una sola de Don Benito a la escritora.


Y finalmente, cómo no vas llegar hasta la casa donde dice la placa que vivió y murió...

 En esta casa de la calle Hilarión Eslava 7, en 1922, por fin, apareció una lápida conmemorativa en latín clásico. Victoriano Moreno, secretario de don Benito, manifestó que el sobrino de este, José Hurtado de Mendoza, cansado de esperar a que el Ayuntamiento la pusiera, la hizo colocar él en la casa.
 
Llegó 1924 y una mañana, en el mes de junio, un obrero puso en la tapia del jardín de Hilarión Eslava unos azulejos con letra formando un rótulo que decía: "Aquí vivió y murió Benito Pérez Galdós". Finalmente, en noviembre de ese año el Ayuntamiento subsanó el olvido y colocó una lápida en donde aparece en bronce el busto del novelista y se lee: "A Galdós, el pueblo de Madrid".
La lápida, al derribarse la casa, se conserva en el edificio moderno que se levantó en aquel lugar. 
 



Don Benito está aún en Madrid.

Hay huella de su vida en tantas esquinas... vive en sus rincones.

No dejes de celebrar su escritura, su paso por aquí, por nuestras calles, por nuestra literatura, donde dejó escritas en mayúsculas sus enormes obras, a fuerza de escuchar a los demás primero, y después a saber contar esas vidas, con la fuerza y la naturalidad que él lo hacía. 

Ya te hubiera gustado conocer a Don Benito ¿verdad? 

A mí también.


sábado, 6 de junio de 2020

Confinamiento.Madrid. Finales de la Fase 1. Gloria Fuertes.



Tus pies quieren andar, quieren movimiento, sentir que tú y el asfalto estáis vivos cuando lo pisas. 

Madrid es enorme pero se puede caminar. 
Sin más brújula que la intuición y el sol en la cara. 
Sin más destino que las calles menos transitadas. 
Vas alejándote de casa, del barrio, para seguir descubriendo tu ciudad.

Hay que salir cada vez más temprano para no hacerlo a deshoras. 
Bendita fase 2 que nos dejará caminar a cualquier hora. 

Madrid de vez en cuando se viste de gala y te muestra una de esas casas que te gusta encontrar. 
Esta vez ha sido la de Gloria Fuertes. 
Otra para la colección. 


Está en la calle Alberto Alcocer, esquina con el Paseo de la Habana. 
Sabes que esta casa se la compró después de haber vuelto de su experiencia como profesora en EEUU. Ella que no tenía ni el bachillerato, que tenía un curriculum "anémico" se pudo ir becada a una universidad a dar clase, con la ayuda de su amor de entonces. Pero ella lo valía, lo valía de sobra, y durante dos años los alumnos la celebraron como la mejor profesora que habían tenido. 
Ella fue feliz y sus alumnos lo fueron más.

Qué pena no haber podido disfrutar de sus clases, tenían que ser tan grandes como Gloria.

Te recuerdas a ti misma de niña delante del televisor. A tu lado sentados tus hermanos en el suelo, en todas las manos el bocadillo de la merienda. En la pantalla están echando "Un globo, dos globos, tres globos". 
Te encantaba. 
Ese recuerdo en casa de pequeña, con tus hermanos, tus padres, todos cerca, es uno de los tesoros que guardas en la memoria. 

Vuelve el recuerdo, viene envuelto en aquella musiquilla.

"Un globo, dos globos, tres globos, la tierra es un globo que se me escapó". 
Ya estaba ahí Gloria Fuertes, en tu vida, y tú sin saberlo.

Aunque ahora de mayor, te inclinas por sus poemas para adultos. 
Esos poemas aparentemente sencillos, pero profundos. 
Esos poemas cercanos, que te llegan como pocos.


YA VES QUÉ TONTERÍA

Ya ves qué tontería,
me gusta escribir tu nombre,
llenar papeles con tu nombre,
llenar el aire con tu nombre,
decir a los niños tu nombre,
escribir a mi padre muerto
y contarle que te llamas así.
Me creo que siempre que lo digo me oyes.
Me creo que da buena suerte.

Voy por las calles tan contenta
y no llevo encima nada más que tu nombre.


autógrafo


#Madrid
#Casas de Escritores
#Gloria Fuertes

sábado, 1 de febrero de 2020

Casa de José Saramago en Tías (Lanzarote)




"La vivienda en la que pasó la mayor parte de sus últimos 18 años. Hecha de raíz para las necesidades de dos familias, la Saramago-Del Río a un lado, al otro la Pérez-Fígares-Del Río, cómplices en el proyecto arquitectónico y en la vida. Así, cruzado el portón de entrada, un pequeño patio da acceso a las dos viviendas y a las zonas comunes. Enfrente está la puerta de la casa de José Saramago."



Y esta manía de ver las casas de los escritores.
Esta necesidad de conocer y arrastrar a mis compiches a esas aventuras literarias. 

Ese buen sabor que nos dejó la blanca casa de José Saramago en Tías (Lanzarote), se notaba que era una casa vivida. Vivida por un escritor con mayúsculas, y contada para los que queremos visitarla. 

Nunca olvidaremos aquella foto en la que Saramago y su pareja Pilar del Río caminaban por el volcán del Cuervo, que nos inspiró aquella visita a ese volcán con nombre: colarnos dentro de su crater mientras el atardecer recortaba su perfil a trasluz. Cómo olvidar a aquel "chico" con un pañuelo en la frente, que nos hizo un dibujo en la tierra con un palito para explicarnos cómo llegar. Aquel a quién no pedimos su teléfono... ¡me cachis!

Nunca olvidaremos aquel reloj de la entrada, aquellos relojes con la misma hora, siempre las cuatro, esa hora en la que Saramago conoció a Pilar.

Nunca olvidaremos que el escritor se volvió a acostar a media mañana para descansar y ya nunca se levantó. La muerte le llegó sin dolor, sin estrépito, plácida.

No olvidaremos a aquella chica que se mudó hasta Lanzarote desde Barcelona para contárnoslo, ni a aquellos compañeros de visita. 

No olvidaremos el olivo que se trajo Saramago entre las piernas diminuto y que crece fuerte a la entrada de la casa. Ni el riquísimo café portugués al que nos invitaron sentados al sol y cuyo aroma nos envolvía camino del jardín.

Qué buen sabor nos dejó la casa de José Saramago en Tías (Lanzarote). 

Qué bueno.







"Algunos objetos, un reloj con la hora que el escritor decidió que deberían registrar los relojes de la casa y que él mismo dejó marcada: las cuatro de la tarde, la hora en que conoció a su compañera, Pilar del Río Sánchez."





"En esta habitación, se instaló hace 18 años. Aquí se puso a escribir las primeras líneas de Ensayo sobre la ceguera, inaugurando así un periodo creativo fecundo, activo, sin huecos ni horas muertas, porque “el tiempo aprieta”, dejó dicho."







"Lo demás que contiene la habitación es la cotidianidad de una casa: recuerdos, libros de poesía en el estante móvil que hay junto al sillón de lectura, el de descanso (6) —en el que tantas horas pasó durante sus últimos meses y donde tantas veces escribió su blog—, los libros que Saramago tenía sobre la mesa cuando le llegó la muerte, la pasión de leer nunca abandonada, de convivir con los suyos, las fotos que son vida, imágenes captadas por cámaras ajenas, el presente, el pasado, estar, haber estado, seguir estando."





"En este cuarto murió José Saramago el 18 de junio de 2010. Eran las once y media de la mañana de un día que se presentaba normal. Desayunó y quiso descansar un poco. A las diez y media tenía una cita en el médico. No tuvo que ir. A esa hora, sin agonía, sin dolores, sin lamentos, ni llantos, con la misma naturalidad con que había vivido, trabajado y amado, con la sencillez con que había sido, cerró los ojos y dejó que la vida se le fuera yendo, o él se fue yendo de la vida, rodeado, querido, oyendo decir su nombre como el mejor elogio, la mejor declaración. José. José. José. Está todo bien."






"En los pueblos antiguos la cocina era un lugar de encuentro y convivencia. Así lo quiso Saramago: otra estancia de la casa abierta a amigos, lugar de conversación, trabajo, cenas y largas sobremesas… Amigos de distintos continentes que han consumido horas de conversación y de intercambio de ideas, de risas y de solidaridad.Por esta cocina han pasado personalidades imprescindibles de la cultura contemporánea, desde Bernardo Bertolucci a Susan Sontag, pasando por Juan Goytisolo, Carlos Fuentes, José Luis Sampedro, Carlos Reis, Eduardo Galeano, Marisa Paredes, Álvaro Siza Vieira, Ángeles Mastretta y Pedro Almodóvar, entre otros. Políticos como Mário Soares, José Luis Rodríguez Zapatero, Santiago Carrillo o Carme Chacón; jueces como Baltasar Garzón o Martín Pallín; amigos de distintos continentes que han consumido horas de conversación y de intercambio de ideas, de risas y de solidaridad. Sobre esta mesa Sebastião Salgado desplegó las fotos del trabajo en el mundo, y nada más verlas Saramago dijo que escribiría el texto que Salgado le solicitaba, aunque, decía Saramago, las fotos lo contaban todo...(...) y el mundo entrando por los periódicos y el mar."


#Lanzarote
#Saramago
#Tías
#CasasEscritores

domingo, 6 de octubre de 2019

La Casa Museo de Mario Vargas Llosa en Arequipa (Perú)


LA CASA DE AREQUIPA
Por Mario Vargas Llosa

"La casa en que nací, en el número 101 del Boulevard Parra, en Arequipa, el 28 de marzo de 1936, no tiene ninguna distinción arquitectónica particular, salvo la vejez, que sobrelleva con dignidad y que le da ahora cierta apariencia respetable. Es una casa republicana, de principios del siglo veinte..."


 "Bienvenidos a este museo virtual. En esta casa nací y aquí pasé mi primer año de vida junto a mi madre y mi familia materna. Y aquí está reunida ahora, en una animada síntesis, toda mi trayectoria de escritor"



El lujo de estar en Arequipa y ver la Casa Museo de Mario Vargas Llosa. 
             Situada en la avenida Parra, 101, la casona donde nació el escritor, y donde solo vivió su primer año de vida.
Inaugurada como Casa Museo en abril del año 2014.


El placer de visitarla casi a solas con una guía exclusivamente para tí.
             Una guía amable que nos dejaba todo el tiempo que quisiéramos en cada una de salas, que nos dió toda la información y permitió que hiciéramos las fotos que quisiéramos.  


El descubrimiento de ver lo interactiva que era, con hologramas y vídeos en todas las salas donde el escritor te va contando a ti solo cómo ha sido su vida.

Ordenadas las 16  salas cronológicamente, vas haciendo un recorrido por toda su vida guiados por su voz, sus recuerdos y sus anécdotas. 
Hay muchos hologramas, vídeos, fotos y objetos personales del autor.

La sala donde te habla de cuando nació, 
la sala donde te cuenta cuando empezó a leer y sus años de escuela, 
la sala que es un vagón de tren donde te habla de lo que supuso para él la vocación de escribir, 
la sala donde te habla de sus obras, 
la sala donde recuerda su época en Barcelona con un homenaje a la generación de autores latinoamericanos coetáneos a Vargas Llosa y donde se puede ver otro holograma donde el escritor peruano comparte mesa con sus hijos literarios más carismáticos, personajes más emblemáticos a los que dio vida en sus novelas;
 la sala dedicada a su afición por el cine, 
la sala dedicada a sus diplomas y trofeos con el discurso del Nobel incluido... 


El entusiasmo de saberte en una casa especial, una de las mejores casas de escritores que has visitado. 


Y El ruego de que nadie interesado por la literatura deje de visitar este lugar, absolutamente recomendable, si pasa por Arequipa.





La sala dedicada al nacimiento de Vargas Llosa, la cama original.











Sala dedicada a su paso por el Colegio Militar Leoncio Prado


En la sala dedicada a su tiempo como reportero, su máquina de escribir







Sala ambientada como un tren donde te habla Vargas Llosa de su vocación












Sala dedicada a el tiempo que estuvo Vargas Llosa en Barcelona

Su estancia en Barcelona, con otros grandes autores como García Márquez




El manuscrito del discurso del Nóbel






#Casa Museo Mario Vargas Llosa
#Arequipa
#Perú
#Casas de escritores