Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

Mostrando entradas con la etiqueta Artículos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Artículos. Mostrar todas las entradas

martes, 7 de febrero de 2017

"El padre de Rapunzel" de Arturo Pérez Reverte









Me ha gustado mucho este artículo, así que lo comparto con vosotros. Es de Pérez Reverte.

El padre de Rapunzel



Acabo de darme una vuelta por la cuesta Moyano de Madrid, deteniéndome a charlar con los viejos amigos de las casetas, y camino sin prisas, dando un paseo con el botín de la jornada en una bolsa de lona. La mañana de caza no ha estado mal: un par de libros útiles para documentar un episodio de la segunda novela de Falcó, que va por su quinto capítulo sin problemas dignos de mención, y también, aunque ya están en mi biblioteca, El asesinato de Rogelio Ackroyd, de Agatha Christie, Las hazañas del brigadier Gerard, de Conan Doyle, y el volumen de obras completas de Wodehouse sobre Bertie Wooster y su mayordomo Jeeves; libros estupendos que cada vez que me tropiezo con ellos compro para regalar a algún amigo. Total del gasto, y eso que el de Jeeves es caro, 59 euros. Para que luego vengan diciendo los que nunca leen –y no sé cómo lo consiguen– que los libros cuestan demasiado y que la perra vida no tiene analgésicos.


Paseo, como digo, con mi biblioteca portátil en la mano, camino de la terraza de un café para echar un vistazo tranquilo a las alforjas, cuando me cruzo con un grupo de niños de ambos sexos acompañados por algunos padres y madres. Los críos tendrán entre los seis y los ocho años. Debe de haber alguna fiesta escolar cerca, porque todos llevan disfraces. No soy nada ducho en iconografía infantil, pero reconozco a alguno de los personajes homenajeados: uno va de Mario Bros y otro de Bob Esponja, emparedado entre dos cartones pintados de amarillo. Me los quedo mirando con una sonrisa, porque incluso esos días en los que uno se levanta, oye la radio, hojea los diarios, mira el mundo y piensa que no habría nada más grato que olor a napalm por la mañana, los niños y los perros siempre se salvan. Los dejas aparte. Lo de los críos es más discutible porque luego crecen, se parecen a los padres y se convierten, a su vez, en buenos candidatos al napalm. Pero de momento, a esa edad, aún te remueven cosas. Como los perros, ya digo. Los niños, con su lógica implacable y su honradez intelectual, aún están a la altura de esos chuchos nobles y leales. Todavía te ponen blandito por dentro.

El caso es que estoy viendo pasar el grupillo de enanos, y hay una niña que viene algo más retrasada, junto a uno de los padres. Lleva un vestido violeta y una larga peluca rubia de Rapunzel, y camina algo entorpecida por el ruedo de la falda. Y de pronto, otro de los críos se vuelve y le grita: «Venga, Carlos, que llegamos tarde». Entonces veo que Rapunzel hace ademán de acelerar el paso, le miro bien la cara y descubro, o comprendo, que no es una niña sino un niño. Ignoro si la sorpresa se me refleja en la cara o no, pero lo cierto es que lo miro –la miro– con discreta curiosidad. Y en ese momento, mi mirada se cruza con la del padre que camina a su lado. Es un hombre todavía joven, bien vestido. Nos observamos durante unos segundos. Ignoro si me reconoce o no, pero acto seguido tiene una reacción rápida, casi brusca. Extiende una mano, coge la de su hijo y me sostiene la mirada con aire desafiante. Sigo mi camino, y él y su hijo siguen el suyo. Y me alejo dándole vueltas a la mirada de ese padre, entre otras cosas porque, a partir de cierta edad y con ciertas cosas en la mochila, uno sabe interpretar miradas como ésa. Y la que el padre de Rapunzel me dirigió era elocuente. Atrévete a sonreír, decía sin palabras, y te arranco la cabeza.


Y oigan. No tengo ni idea de pedagogía, ni de aficiones a tal o cual disfraz, ni de hasta qué punto un crío de ocho años disfrazado o travestido de chica entra en los cánones convencionales de la normalidad de sexos, o se sale de ésta. Ni idea. No sé si eso es bueno o malo para él, e ignoro si un padre que accede a que su hijo se disfrace así hace lo correcto, o no lo hace. Opinar sobre ello no es asunto mío. Todo ser humano es un mundo; y cada familia, un laberinto de afectos y esperanzas, un territorio complejo que resulta estúpido juzgar de forma superficial, desde fuera. De lo que sí estoy seguro es de que hace falta mucho amor y mucha entereza para acceder a que un hijo tuyo, nacido varón, vaya a una fiesta escolar cumpliendo su ilusión de vestirse de niña. Y, lo que es aún más importante, acompañarlo con paso firme y la cabeza bien alta, dándole la mano, protector, cuando temes que alguien pueda mirarlo con burla o desprecio.


Así que rectifico. No sólo críos y perros. También, si uno se fija, hay adultos que se salvan y nos salvan. Porque no me cabe duda: si yo fuera un niño al que le hiciera ilusión vestirse de Rapunzel, querría tener un padre como ése.
__________
Publicado en XL Semanal el 5 de febrero de 2017.

domingo, 15 de enero de 2017

"La trastienda de los premios literarios" de José Blasco del Alamo


"... ¿Qué nos queda entonces? Pues nos quedan los premios medianos y pequeños, y las personas buenas (“en el buen sentido de la palabra”): como Antonio Machado, jurado del Premio Nacional de Literatura que ganaría un joven desconocido, Rafael Alberti. Ya vencedor, hojeando el manuscrito que acababa de recoger, Alberti encontró un papelito amarillento escrito con letra trémula: “MAR Y TIERRA. Es, a mi juicio, el mejor libro de poemas presentado al concurso”."


Quería compartir con vosotros este artículo sobre los premios literarios.

Espero que os guste. A ní me ha parecido interesante.

Es de José Blasco del Álamo.




EL ESPAÑOL, 5 de enero de 2017
La trastienda de los premios literarios
José Blasco del Álamo                                                                                        Foto: Dani Pozo
Periodista y Escritor


César González-Ruano, que tenía fama de cleptómano de libros y relojes de mesa, quiso robarle el primer Nadal a Carmen Laforet. El paquete que llevaba Nada, hojas tan desnudas, sensibles y poéticas, llegó de Madrid horas antes de que el plazo expirara. Venía lleno de sellos de urgencia, como si aquella novela tuviera prisa por inaugurar una era. Atardecía. Ignacio Agustí abrió el paquete, leyendo las primeras páginas... “Así se empieza un libro”, pensó. En menos de veinticuatro horas lo había acabado, convencido de que “nadie había hecho una radiografía de los años medio vacíos, medio angustiados, extrañísimos de la posguerra como Carmen Laforet”, a quien no conocía.
Al día siguiente de la entrega del premio, para darle una explicación, Agustí acudió a la casa de Ruano en la calle Mayor de Sitges. César estaba tan indignado que hizo como si no le conociera, tratándole de usted. Cuando oyó el argumento de que había triunfado la democracia, repuso: “Hemos hecho una guerra para acabar con la democracia y ahora la democracia se proclama desde un pequeño premio literario. ¿Es que no sabéis que en España los premios se han dado siempre a los amigos? ¡Dónde se ha visto que un premio sea para el que nos parezca mejor!”.
Cuadro de texto: Cuando le dieron el Nobel a Echegaray en 1904, Valle-Inclán recorrió los cafés madrileños gritando: “¡Viejo imbécil!”La polémica en los concursos es casi tan antigua como la propia literatura: cuando le dieron el Nobel a Echegaray en 1904, Valle-Inclán recorrió los cafés madrileños gritando: “¡Viejo imbécil!”. Siguiendo el criterio de Ruano, podríamos decir que Valle no obtuvo ningún premio importante porque apenas tenía amigos: a un joven escritor que le ofrecía, dedicado, su primer libro, el manco le respondió a voz en grito: “¡Déjeme usted en paz, imbécil!”, al mismo tiempo que le amenazaba con el bastón. También lo enarboló frente al Palacio Real, también gritando: “¡Usurpadores austriacos, levantaos y dejad ese trono a Don Carlos, su verdadero dueño! ¡O venid a luchar con el Marqués de Bradomín, que aquí os espera!”.
Cansinos Assens, en esa hoguera de las vanidades que es La novela de un literato, cuenta su visita a Daniel de Cortázar, unos de los jurados del Premio Fastenrath que concedía la Real Academia Española: “Yo no leo literatura. Yo soy sólo matemático. Cuando me nombran jurado, delego en mi hija… y casi siempre doy mi voto en contra”.
Del mismo premio, Cansinos Assens cuenta otra anécdota: “Se comenta con asombro la concesión del Fastenrath a la novela de un autor cuyo nombre suena por primera vez. ¿Quién es Díaz Caneja…? Bóveda nos explica el triunfo: Caneja es empleado de Correos y está destinado en la estafeta del Senado. Conoce a todos los senadores, entre los cuales hay varios académicos. En vísperas de otorgarse el premio, situose al pie del ascensor del Senado y fue pidiéndoles su voto a todos los académicos de la casa. ¿Quién iba a negárselo, al hombre encargado de cursar sus misivas?”.
Cuadro de texto: Concha Espina decía que para ganar el Nobel se debía hacer una campaña no menos laboriosa que la de un candidato a la presidencia de Estados UnidosConcha Espina sostenía que el escritor que quisiera ganar el Nobel debía realizar una campaña no menos laboriosa que la de un candidato a la presidencia de Estados Unidos. Ella no lo ganó por un solo voto, pero finalmente alcanzó la fama por una senda inesperada: da nombre a la avenida del Santiago Bernabéu. Antes, violando el secreto de los lemas, envió a Cansinos Assens —jurado del Premio Zozaya a la mejor crónica— una carta de recomendación a favor de su hijo.
Y Pío Baroja, en su casa de Ruiz de Alarcón (donde no le aguardaba el Nobel sino la muerte), le decía a Josefina Carabias: “En eso del Premio Nobel supongo yo que también habrá mucho caciquismo, mucha política. Fíjese usted en que siempre suelen dárselo a países que por unas cosas u otras están de moda. Creo que ahora, tras ganar la guerra, los anglosajones son los que tienen más posibilidades”. Sesenta años después los tiempos cambiaron: con Obama, los estadounidenses ganaron la paz y Dylan el Nobel de Literatura, aunque se había unido al pacifismo para tener más público.
Cuadro de texto: Rosa Montero me aconsejó que no me presentase a los premios grandes porque suelen estar manipuladosRompiendo la frialdad digital con esa calidez que la hace tan especial, Rosa Montero me aconsejó que no me presentase a los premios grandes porque suelen estar manipulados. Y mi primer editor, Francisco Villegas, me confesó que una autora consagrada (cuyo nombre omitiré porque ya no está entre nosotros) había ganado el Azorín sin haberse presentado.
En sus memorias, Carlos Barral nos da una clave para entender cómo funcionan hoy en día los premios literarios: a mediados de los 70, “de pronto todas las conversaciones derivaban a asuntos relacionados con el éxito y el dinero. Sin ningún pudor por parte de sus practicantes y de los aspirantes, la literatura era una cuestión de mercado… Los nuevos escritores aspiraban a triunfar y no a escribir. Probablemente había nacido un atroz desequilibrio en la cotización de los derechos de autor, provocado por la selectiva eficiencia de los agentes literarios y por el mercadeo desenfrenado de los grandes premios literarios”.
Cuadro de texto: Para Vargas Llosa el vacío dejado por la desaparición de la crítica lo ha llenado la publicidadVargas Llosa abunda en esa idea en su lúcido ensayo La civilización del espectáculo: “El único valor es el comercial… El vacío dejado por la desaparición de la crítica ha permitido que, insensiblemente, lo haya llenado la publicidad”. A don Mario, sin embargo, le reprocho dos cosas: que no deje de aparecer en la revista Hola, a pesar de que en dicho ensayo asegura que es uno de los productos periodísticos más genuinos de la civilización del espectáculo; y que aceptara el Premio Planeta, otro producto igualmente genuino.
A los que han ganado premios grandes a sabiendas de que estaban manipulados y luego se pasean por los medios de comunicación criticando las corruptelas de los políticos, les pediría que no nos dieran lecciones morales.
Cuadro de texto: Nos quedan los premios medianos y pequeños, y las personas buenas... como Antonio Machado y     Miguel Delibes¿Qué nos queda entonces? Pues nos quedan los premios medianos y pequeños, y las personas buenas (“en el buen sentido de la palabra”): como Antonio Machado, jurado del Premio Nacional de Literatura que ganaría un joven desconocido, Rafael Alberti. Ya vencedor, hojeando el manuscrito que acababa de recoger, Alberti encontró un papelito amarillento escrito con letra trémula: “MAR Y TIERRA. Es, a mi juicio, el mejor libro de poemas presentado al concurso”.
Personas como Miguel Delibes, a quien un delegado de Planeta le propuso que se presentase al premio con una novela que tenía recién empezada. En la propuesta estaba implícito el triunfo. “¿Qué pensarán de mí?”, preguntó Delibes al delegado. “¿Quién?”. “Los que han presentado sus novelas al premio y se encuentran con que está dado antes”. “Eso qué importa. Pensarán que su historia era la mejor, sin duda”. “A mí me importa, y mucho”. Y con esta respuesta don Miguel perdió tantos millones como dignidad ganó.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Un artículo sobre Valle Inclán



Me ha gustanto tanto este artículo sobre Valle Inclán (este año se conmemora el 150 aniversario de su nacimiento) de Xosé Carlos Caneiro, en el periódico La voz de Galicia, que he querido compartirlo con vosotros. 

A ver qué os parece.






A VOZ DE GALICIA, 24 de septiembre de 2016

Valle-Inclán y el país mezquino

Xose Carlos Caneiro
 
Era carlista por estética, decía. Después quiso ser revolucionario. Coincidió este tránsito con la escritura de una de sus obras magnas: Luces de bohemia. No fue la única. Sus textos están escritos con pluma de ruiseñor, armónica y rutilante. Era y es gallego, aunque nadie lo recuerde. Al final de su vida decía ser comunista y no me extraña. En aquella España, cuando la República no era menos mediocre que la dictadura de Primo de Rivera, huir de las mayorías otorgaba un hálito distinguido. Algún día habría que hablar de la idílica república que tantos recuerdan con afán reivindicativo. No fue para tanto. Pero hoy no escribo de política: corro el riesgo de convertirme en ellos, ser como ellos, parecerme. Son los héroes del presente. Se habla más de Pablo Iglesias, Rivera, Sánchez y Rajoy que de la gente verdaderamente importante. Y menos, casi nada, de los imprescindibles. Este año se conmemora el 150 aniversario del nacimiento de Valle-Inclán, el centenario de Cela y los 400 años de la muerte de Cervantes. Qué importa. Aquí lo que se celebra es la política. Y así nos va.

Dejémoslo. Hoy quiero escribir de un genio mayúsculo. Probablemente uno de los escritores más importantes de la historia de la literatura universal. Digo otra vez que era gallego. Escribía tan bien que a uno, y no lo niego, le han dado ganas de ponerse a aplaudir después de leerlo. En sus principios escribía desde la nostalgia. Pero terminó siendo el crítico más áspero de los tiempos que le tocó vivir. La realidad no le agradaba y por eso la distorsionó en el Callejón del Gato, donde todo se veía como en realidad era: deforme y grotesco. Fue antiburgués porque fue libre. Y carlista, también. Y comunista. Pero qué importa eso. Nada de lo que fue puede menguar la grandeza de su obra. Sus párrafos son de una exquisitez inaudita. Comenzó escribiendo las Sonatas y terminó redactando novelas que son poemas (¿Ha leído usted La corte de los milagros? Es tan espléndida que en verdad comprendemos el significado exacto de la palabra maravilla). Después de Valle-Inclán todos querían ser Valle-Inclán, aunque ninguno lo ha conseguido. El modernismo literario tiene en él la cúspide. Con Joyce y Proust. Lo demás son sombras a su lado. En ninguno de sus libros falta el talento.

Escribía de oído: eso que no saben hacer la mayoría de los redactores de historias con los que nos castiga el presente. Escribía teatro, pero en realidad solo escribió poemas que eran novelas (los personajes dialogaban para matar el tempo narrativo).

Valle-Inclán es tan formidable que en esta columna solo quiero reivindicarlo. Reivindicarlo frente a la bajeza política. Frente a la literatura de la bajeza. Frente a esta contemporaneidad que niega lo sublime y ensalza a los necios y majaderos. Era gallego, insisto. Y español. Que este 2016 pase de largo sobre Valle-Inclán y su obra es el síntoma evidente del país que somos: mezquino y gris.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Ocho hechos que marcaron la literatura en el 2015 - Articulo


Se nos está acabando el año 2015 y, cómo este es un blog centrado sobre todo en la literatura, me ha parecido muy oportuno un artículo que he encontrado sobre los ocho hechos que marcaron la literatura durante este año. 

Me ha gustado porque aunque es sencillo y conciso, va deteniéndose en cada punto importante de este año que estamos dejando atrás a modo de recuerdo.




EL COMERCIO, 23 de diciembre de 2015

Ocho hechos que marcaron la literatura en el 2015

Las muertes de Gunter Grass y Eduardo Galeano, el regreso de Harper Lee, el nobel para una periodista, entre otros hechos

El año literario que culmina se vio marcado por la pérdida de narradores reconocidos y de fuerte compromiso social como el uruguayo Eduardo Galeano, el alemán Günter Grass y el sueco Henning Mankell, mientras la bielorrusa Svetlana Alexievich fue laureada con el codiciado Premio Nobel y el mexicano Fernando del Paso se alzó con el Cervantes.
A continuación algunos de los hechos más destacados del panorama de la literatura en 2015:
1. DE LUTO POR PARTIDA DOBLE
El mundo de las letras se puso de luto por partida doble el lunes 13 de abril, con las muertes de Galeano y el Nobel Grass en sus respectivos países. El autor de "Las venas abiertas de América Latina", un intelectual que siempre abrazó las causas de izquierda, falleció a los 74 años, poco antes de que se publicara su último libro "Mujeres". Galeano, entre los autores más leídos de lengua española, combinó como pocos el oficio periodístico y la creación literaria y se dedicó a denunciar desigualdades e injusticias.
Mientras tanto, el autor de "El tambor de hojalata" se erigió en uno de los personajes más influyentes de la vida literaria y cívica desde la posguerra en Alemania. Provocador y comprometido hasta el final, murió a los 87 años. 2015 también será recordado por el fallecimiento de dos célebres escritores suecos: Mankell, autor de la exitosa saga de novelas negras protagonizada por el inspector Kurt Wallander, y el poeta y Nobel 2011 Tomas Tranströmer.
2. CERVANTES A MEXICANO DEL PASO
Fernando Del Paso, autor de "Palinuro de México" y "Noticias del imperio", se convirtió a los 80 años en el sexto mexicano en alzarse con el Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas. "Sus novelas llenas de riesgos recrean episodios fundamentales de la historia de México, haciéndolos universales", valoró el jurado del máximo galardón de las letras hispanas.
3. NOBEL A BIELORRUSA ALEXIEVICH
La concesión del Nobel de Literatura a la bielorrusa Svetlana Alexievich tampoco sorprendió, ya que figuraba como favorita en listas de apuestas. Por "su obra polifónica, un monumento al sufrimiento y al valor en nuestro tiempo", la autora de "Voces de Chernóbil" fue la primera periodista y la decimocuarta mujer en quedarse con el premio de la Academia Sueca. Entre los galardonados de 2015 también se destacó el cubano Leonardo Padura, quien se alzó con el Princesa de Asturias de las Letras.
4. LA PARTIDA DE CARMEN BALCELLS
La agente literaria española Carmen Balcells, artífice del "boom" de la literatura latinoamericana, falleció a los 85 años y dejó un vacío difícil de llenar para los autores iberoamericanos. Entre sus representados estuvieron el colombiano Gabriel García Márquez, el peruano Mario Vargas Llosa, el mexicano Carlos Fuentes y el chileno Pablo Neruda.
"Gracias a ella los escritores de lengua española comenzamos a firmar contratos dignos y a ver nuestros derechos respetados", la despidió Vargas Llosa en "El País". Balcells, apodada "Mamá Grande" por un relato de Gabo, había firmado el año pasado con su colega estadounidense Andrew Wylie un acuerdo de intenciones para crear la mayor agencia literaria del mundo, que no llegó a concretarse. 
5. CERVANTES, ENTRE EL CONVENTO Y UNA ESTRELLA
Mientras 2015 celebraba el cuarto centenario de la segunda parte del Quijote, se lograron dos empresas quijotescas. Primero, se localizaron los restos de Miguel de Cervantes Saavedra, que pueden visitarse desde mediados de año en la iglesia del convento de Las Trinitarias en Madrid.
Y el genial escritor español también dio nombre a una estrella y los personajes de su novela más famosa, Quijote, Rocinante, Sancho y Dulcinea, a los cuatro planetas que la orbitan. La propuesta cervantina se impuso ampliamente con más de 38.000 votos en un concurso de la Unión Astronómica Internacional. 
6. EL REGRESO DE HARPER LEE
Más de medio siglo después del éxito de "Matar a un ruiseñor", se produjo gran revuelo con el lanzamiento de "Go set a Watchman" ("Ve y pon un centinela"), segunda novela de la estadounidense Harper Lee. El día del lanzamiento, miles de personas se dirigieron a las librerías para obtener el ejemplar. Fue uno de los récords de ventas de este año.
7. EL HOMBRE DEL AÑO: CHRISTIAN GREY
Y tras la exitosa adaptación cinematográfica de "50 sombras de Grey", primera entrega de la saga erótica, la británica E.L. James publicó "Grey". El cuarto volumen narrado desde la óptica de su protagonista Christian Grey vendió 450.000 ejemplares en Latinoamérica, indicó a dpa editorial Grijalbo. 
"Creía que todos devendríamos artistas y poetas, pero luego las cosas se torcieron y, entre sombras de Grey, ahora triunfa la corriente de aire, siempre tan limitada, de los novelistas con tendencia obtusa al 'desfile cinematográfico de las cosas', por no hablar de la corriente de los libros que nos jactamos groseramente de haber leído de un tirón", advirtió el escritor catalán Enrique Vila-Matas al recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances en la última Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
8. LOS 150 AÑOS DE ALICIA Y LOS 100 DE GREGOR SAMSA
Dos grandes clásicos de la literatura universal festejaron aniversarios redondos en 2015, mientras siguen fascinando a quienes se sumergen en sus páginas. Las increíbles aventuras de "Alicia en el país de las maravillas" del británico Charles Dodgson, más conocido como Lewis Carroll, cumplieron 150 años de su primera edición. En tanto, "La metamorfosis", la obra más famosa e influyente del checo Franz Kafka, cuyo protagonista Gregor Samsa se convierte en insecto, celebró un siglo.