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viernes, 8 de junio de 2012

"Dientes de leche" Ignacio Martínez de Pisón



"Había muchas cosas que Raffaele no entendía del comportamiento de los españoles, tan semejantes a los italianos en algunos aspectos y tan distintos en otros. A veces les daba por insultarse de unas trincheras a otras. Casi siempre recurrían a rimas elementales. Desde la trinchera de enfrente alguien gritaba "¡fascistillas, os vamos a hacer papilla!", y en la suya se levantaba una voz que contestaba "¡marranos republicanos!". Y a eso seguían, en uno y otro lado, unas carcajadas demasiado ruidosas. En otras ocasiones, para desmoralizar al enemigo, se reunían dos o tras soldados y le cantaban canciones y los otros no tardaban en replicar. En una trincera cantaban A las barricadas o La internacional y en la otra el Cara al Sol o el himno de la Legión, y al cabo de un rato, acababan cantando entre todos algunas canción de la época en la que los españoles vivían juntos y en paz..."



Acabo de terminar de leer "Dientes de Leche" de Ignacio Martínez de Pisón y me ha gustado mucho.

Es muy agradable de leer, poco a poco te vas sumergiendo en la historia de la familia Cameronni y ya no quieres dejar de leer su historia. La novela empieza con el nieto acompañando al abuelo a un aquelarre fascista, aunque luego vuelve al principio y cuenta la historia de la familia Cameroni a lo largo de tres generaciones, desde que Raffaele, combatiente fascista, viene a luchar a la Guerra Civil para dejar de ser pobre en su Italia, y se queda porque se enamora de una jóven enfermera, cuya familia es de izquierdas. 
 
Los personajes están muy bien construídos, vas leyendo a medida que van creciendo los tres hijos de la familia: Rafael, Alberto y Paquito. Son personajes complejos, muy bien perfilados. Aunque parecen mucho más protagonistas las dos mujeres del libro: Isabelita, la madre, y Elisa, la mujer de Alberto. Ellas son las que van sosteniendo la línea argumental con paso firme.  

Es una historia que no puedes dejar de leer.

En esta novela están representandos: el antagonismo ideológico, la venganza, la piedad, la búsqueda de los orígenes, el amor, el paso del tiempo con los avatares de la vida y de la historia.

Muy bien estrucrurado, todos los capítulos tienen entidad en sí mismos y un final efectivo. Y la historia abarca desde la Guerra Civil hasta los años ochenta. Su desarrollo es líneal, pero con elipsis que logran que la historia vaya avanzando, de forma muy conseguida. Es una estructura aparentemente sencilla, pero muy compleja.

La ambientación está muy lograda también. Están narrados los acontecimientos sociales más relevantes y sus personajes son de marcado carácter político, pero todo es pura literatura, sin lucir tintes reinvindicativos.

Creo que este autor domina la narración de forma impecable, sabe hacer malabarismos con la estructura exhibiendo una forma de escribir sencilla pero con una maquinaria muy completa en la estructura sobre la que va como dibujando la historia. 

Me ha gustado mucho, es una historia de nuestro país, con algo de nostalgia, pero de esas que se quedan en la memoria porque se te hace entrañable.

 "Alberto esperaba en el salón, instalando el trípode y los focos y haciendo mediciones con el fotómetro, y mientras tanto la tía Milagros se encerraba a arreglarse en el dormitorio. Así lo exigía el ritual. Para cada sesión fotográfica debía ponerse ropa distintas, y a ella le hacía gracia volver a ponerse algunos de los muchos vestidos que a lo largo de las décadas se habían ido acumulando en su ropero. Los primeros retratos se los había hecho con piezas de su vestuario más reciente. Solo cuánto éste se hubo agotado, recurrió a las prendas pasadas de moda, primero a las de los últimos años y después a las más antiguas, remontándose por tanto en el tiempo recorriendo a la inversa las pequeñas efemérides de la historia familiar; éste me lo puse cuando el entierro de Isabelita, éste para el bautizo de Paquito... El contraste  era curioso  y (¿Por qué no decirlo?) desasosegante: mientras la tía Milagros envejecía despacio, su ropa rejuvenecía a toda velocidad, y las dos sesiones que mediaban entre una sesión fotográfica y la siguiente podían suponer un retroceso de varios años en su vestimenta."

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