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domingo, 15 de enero de 2012

Ayer con Javier Ruibal en Rivas




Hoy no vengo a hablaros de libros, pero sí de letras. De poéticas letras acompañadas de música, de canciones, de Javier Ruibal.

Cuando comenzó el concierto ayer en Rivas él prometió "cambiarnos diez euritos por cuarto y medio de emoción". Todos los que estábamos allí ya sentados, minutos antes deseando que saliera, y en ese momento deseando que comenzara a cantar, le aceptamos de inmediato con una sonrisa el trato. Cuando, qué pena, ya salíamos del concierto, no sé que pensarían otros, yo desde luego tenía claro quién salió perdiendo en el cambio, porque nosotros, yo, me llevé mucho más que cuarto y mitad de emoción. Mucho más.

En un sala abarrotada de entregado público, donde pasamos muuuuucho calor, sobre todo él, Ruibal nos encandiló con su guitarra. Él, su guitarra y su voz. Nada más íntimo, ni más cercano. Un lujo esas letras con aires flamencos y africanos y caribeños... Un lujo tenerle tan cerca, en la segunda fila, un lujo escucharle tan bien esa voz que gasta. Un lujo zarpar a bordo de esas canciones suyas, que huelen, que saben, que te tocan... Canciones de mar y de cielo, de caricias y besos, pero que sin embargo parecen tan ligeras y frescas.

Hablábamos entre nosotros ya en la calle de la diferente percepción que podemos tener a la salida de un concierto. El multiperspectivismo del que tantas veces hemos hablado. Algunos amigos decían que en otros conciertos el público se había entregado más. Quizá. Pero ayer, y sin embargo, hubo quién sentado a nuestro lado hasta lloraba bajito, bajito, y quién al lado se desgañitaba en bravos, mientras los demás, unos y otros, pedían a gritos diferentes canciones suyas, todas tan especiales.

Qué más os puedo contar... Que a mí cuánto me gusto, cuánto.



"Me llevo tu nombre escrito / por los montes de la luna. / ¿Cómo puede ser delito, / en este mundo maldito, /quererte como a ninguna?".


"Si por azar o por miedo / yo sin tu boca me quedo, / sálvame de la tristeza. / Si no me vas a elegir, / voy a dejarme morir / ¡Ay de mí si no me besas!".



En la cola de un ave del Paraíso
se van mis amores sin compromiso
y en su nido yo quiero anidar;
y colgao del alero, de nube en nube,
la voy siguiendo, sube que sube,
y ahora no pienso bajar...
 
 
 
 
  
 
  Oye, mi bien,
tú la reina de Isla Mujeres;
y yo, si tú me quieres,
seré tu esclavo más fiel.
Pobre de mí,
si de tu fuego me extravío,
mi corazón, de frío,
se olvidará de latir.

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