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miércoles, 8 de junio de 2011

La ruta (La forja de un rebelde) de Arturo Barea



Tengo muy atrasados los comentarios de los libros que leo. El tiempo que no da más de sí... Porque primero hay que vivir para luego contar ¿no?.

Pero bueno, voy a ver si pongo un poco de orden.

El primero del que os quería hablar porque para mí su lectura está ya más lejana en el tiempo es el segundo libro de la trilogía "La forja de un rebelde":


La ruta de Arturo Barea.

El argumento cuenta la experiencia de Arturo Barea en la guerra de Marruecos donde estuvo destinado como sargento.

No recuerdo haber estudiado en historia esa guerra. Yo creo que mucho no debimos dar sobre ella, porque yo tenía una laguna inmensa de conocimientos sobre este tema. Así que la verdad es que me gustó mucho leer esta parte de nuestra historia tan desconocida para mí. 

Como en el primer libro está contado en primera persona, y es muy enriquecedora la visión y la forma de contar del autor.

La guerra de Marruecos se nos muestra desde el juicio del autor como el colmo de la corrupción, es increíble como se enriquecían unos pocos mientras como guerra era de lo más estéril y suponía desastre tras desastre en la economía de España.


En la vida civil se miden las dificultades y se lanza uno contra ellas, o se soslayan. Si se fracasa, mala suerte. Si se triunfa, mérito de uno. Si no se decide uno a luchar, se queda donde está y no pasa nada. Pero en el ejército es distinto: le colocan a uno frente a las dificultades y no hay más remedio que acatarlas; si se fracasa, le castigan a uno; si se triunfa, se ha cumplido con el deber.

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Durante los primeros veinticinco años de este siglo Marruecos no fue más que un campo de batalla, un burdel y una taberna inmensos.

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En el pueblo de al lado, al que le tocaba ser soldado era al hijo del cacique, y en mi pueblo, yo. Debíamos haber sorteado a ver cuál iba, pero como yo soy sordo, el hijo del cacique tenía que ir de todas maneras. Así que vino el médico y dijo qe yo no era sordo y que el hijo del cacique estaba tísico. Y aquí me trajeron. Y aquí, pues, me hicieron sanitario, porque como soy sordo... pues, usted comprende.

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El español tiene una adaptabilidad peculiar. Puede adoptar todas las características del mundo que le rodea y sin embargo mantener su personalidad intacta. La consecuencia es que a la larga absorbe el pueblo que ha invadido.

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Es terroríficamente fácil para un hombre el caer en estado de bestialidad.

(...)

- ¿Sabes?, la bestialidad es seguramente la cosa más contagiosa que existe.

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La taberna tenía para mí la misma atracción que un manicomio para una persona que normal en su primera visita: repulsión, miedo y la fascinación del terror desconocido de la locura.

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Se habían pasado casi dos años desde que había salido de España, dejando tras de mí la vida civil y mi propia vida, para sumergirme en el anonimato de la vida militar en África.

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Lo que un soldado ve en una guerra puede compararse con lo que un actor ve de un film en el que toma parte. (...) Cuando el actor ve la película terminada, difícilmente se reconoce a a sí mismo y tiene que forzarse para reconstruir mentalmente las escenas que repitió un sinnúmero de veces.

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Un pez luchando por su libertad es seguramente uno de los seres más espléndidos de la creación, aunque ninguno de nosotros seamos capaces de medir su coraje.

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Aquella masa de campesinos analfabetos, mandada por oficiales irresponsables, era el espinazo del Ejército español en Marruecos.

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Odiaba esta hambre horrible, escondida y vergonzante...

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La amistad entre gentes que han estado juntos en una guerra es un sentimiento estraño. (...) Son gentes absolutamente desconocidas. La vida común los convierte en camaradas. La guerra, al fin, los suelda unos a otros con una solidaridad que no es humana, sino más bien la de animales en peligro común que se agrupan en manada; y al fin esta solidaridad se convierte en amistad.

2 comentarios:

  1. Rocío, tuve la misma impresión que tú cuando leí El nombre de los nuestros, de Lorenzo Silva, que trata también ese episodio de la guerra de Marruecos. Caí en la cuenta de que no sabía nada de esos años, de que no había nada sobre ellos en los libros de texto que estudié. ¿Algún tipo de censura? supongo que será eso. Pues nada, después de haber leído gracias a tus recomendaciones La Forja, pongo a la cola esta segunda parte que promete. Por cierto, muy recomendable el libro de Lorenzo Silva también. Besos Rocío, y creo que ya toca feliz santo ¿no?

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  2. Sí mi santo fue ayer, ya de verdad, pero claro como siempre pasó desapercibido... Este santo movible es lo que tiene. Ayer me volvieron opaca los Antonio`s y Antonia`s de este mundo. Qué se le va a hacer... No tiene ninguna importancia. Con la guerra de Marruecos sí, yo no tenía ni idea, la gran desconocida de nuestra historia. Por eso viene muy bien leerse estos libros que nos iluminan un poco. Lorenzo Silva siempre está bien, así que imagino que ese lo estará, pero claro siempre prefiero su Bevilacqua. Muchas gracias por leerme y por tus comentarios, siempre acompañan. Un abrazo, Rocío

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