Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

lunes, 30 de noviembre de 2009

José Emilio Pacheco. Premio Cervantes 2009, hoy 30 de noviembre


Concordancias: Las personas del verbo
Una vez
y por breve tiempo
hace mucho tiempo
tú y yo
fuímos de pronto hasta muy adentro
Nosotros.

"Nosotros dos" podía yo decir
en las horas voraces que fueron nuestras.

Desde hace tiempo
si hablo de tí
solo puedo emplear
la tercera persona: Ella.

El yo empobrecido se hunde
entre las concordancias de la nada.


JOSE EMILIO PACHECO, Poemas Inéditos
El Cultural.es
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/26141/Jose_Emilio_Pacheco

domingo, 29 de noviembre de 2009

Manuel Vilas "Estaturas de hombres famosos del 1,82 de Kafka al 1,72 de Lou Reed". Qué buena



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No puedo dejar pasar más tiempo sin comentar la conferencia expres que dio Manuel Vilas en el pasado Festival Eñe. Sería prescindir de uno de los mejores momentos de todo el festival. Ya el título prometía: Estaturas de hombres famosos: del 1'82 de Franz Kafka al 1'72 de Lou Reed.
Confieso que yo no conocía a Manuel Vilas. Ahora pienso seguirle el rastro. Lo prometo. Porque fue un descubrimiento. Porque su conferencia fue de lo más original y divertido de ese fin de semana literario. Fue casi un delirio. O un delirio. Sin casi.
Dice Manuel Vilas que nos presentamos ante los demás en forma de cuerpo. Y él se siente especialista en el tema. Somos un cuerpo que se traslada a los demás en forma de estatura. Él nos va a hablar de todo ello, de esa rama que él llama “Iconografía simbólica” y que se asienta en la Psicología Social.
La causa de todos los males de Bruce Lee, dice Manuel Vilas, es su baja estatura: 1,71cm. 5 o 6 cm menos de que los que debería medir. Jesucristo medía 1,80 o 1,83 cm. Como debe ser. No hubiéramos aceptado una figura divina de 1,55 cm. No hubiera existido el cristianismo si él hubiera medido metro y medio. ¿En quién creeríamos ahora de haber pasado eso? ¿En un coetáneo suyo que midiera el uno setenta y tantos...?
En lo que se refiere a las mujeres, según Manuel Vilas, la estatura matriz sería 1,65, lo que medía María Magdalena. O lo que medía Marlene Diectrich o Esperanza Aguirre.

No se conoce la estatura exacta de Camilo José Cela. Pero las múltiples fotografías que existen junto al Rey Juan Carlos I, nos dicen que si el Rey mide 1,83, Cela debía medir 1,78 aprox. Dependiendo de los castellanos que usara.
La caída de la URSS podría explicarse por eso también, por la poca estatura de sus líderes. En cambio la corporalidad elevatoria de los líderes de los EEUU traduciría su éxito.
Por otra parte el Vaticano debería reflexionar sobre el 1,68 del Papa Benedicto.
Dice Manuel Vilas que esta fascinación por la estatura que él tiene, no se puede confesar así como así, porque eso sería confesar la fascinación por el cuerpo.
También de este modo, por la estatura, se puede explicar la negativa de Franco a entrar en la 2ª Guerra Mundial. Franco inconscientemente supuso que el déficil de 4 cm de su estatura con respecto a la de Hitler, se repetiría demasiadas veces en las imágenes.
Por otra parte Obama no hubiera ganado las elecciones si hubiera medido lo que Luther King. Porque Obama es negro, pero mide 1,85.
¿Por qué los Who jamás superaron en fama a los Stones? Porque aunque estaban en la cumbre del rock, existía una evidente asimetría elevatoria de sus líderes, pues Roger Daltry medía 1,62, 23 cm menos que el otro lider. Este motivo impidió que alcanzaran la popularidad de los Stones, cuya estatura es similar, Mick Jagger y Keith Richards miden 1,77.
La gente se siente mas tranquila ante la simetría de la estatura.
También son fascinantes algunas estaturas en la literatura. Tenemos a Kafka que medía 1,82, se llevaba 23 cm con la media judía. La literatura se vio influída sin duda alguna por este hecho biológico y trascendental.
Otra estatura fascinante sería la Johny Cash, 1,86 cm + 4 cm de tupé. Casi 20cm más que Bob Dylan (1,67 cm). ¿Por qué? Nos pregunta Manuel Vilas. Para que iconográficamente parecieran padre e hijo...
La conferencia de Manuel Vilas sobre lo glorioso de las estaturas, sobre la importancia de la iconografía simbólica sorprendió a todos los que estábamos allí. Nos obligó a reírnos sin apenas darnos cuenta. Y nos mantuvo así, de carcajada en carcajada durante esa media hora delirante donde se le otorgaba el puesto merecido a los centímetros de unos y otros. Conferencia original, fresca, atropellada y sobre todo divertida.
Por supuesto Manuel Vilas mide 1,77 cm. Porque la estatura sí que importa. Como sus palabras.
Os adjunto el link de la web de Manuel Vilas donde habla de esta conferencia:

Otra vez el frío y la bendita lluvia. Andrés Aberasturi




"Otra vez el frío y la bendita lluvia, y la tarde que se me pone de pronto borde y negra, equimojada. También los días, igual que las palomas del poeta, se equivocan y en vez de al sur van al norte y entran en mi corazón lleno de nubes porque se creen que mi corazón es ya su casa.

La tarde, equimojada, se ha posado en mis cosas suavemente; entró por la ventana e igual que el humo falso de la tele, se arrastró por la alfombra, trepó por las patas de las sillas, subió hasta lámpara y poco a poco fue tomando posesión de todo, negra y lluviosa, la tarde equivocada igual que las palomas, la tarde equimojada, creyendo que su corazón era mi casa.

Así que aquí me tienes, lluvioso en esta noche de abril, anubarrado, más triste que feliz, más cansado que harto, dispuesto a casi todo con tal de recobrar la primavera que se quedó colgada en el perchero de este martes tan raro, tan raro que de pronto fue otoño, lluvioso y gris.

Intuyo que algo grave habrá pasado más allá de anticiclones e isobaras. Tu risa es un tejado de palomas, en tus manos se deshilvanan las tormentas, tus ojos son dos charcos de luz.

Intuyo, a la vista de lo visto, que esta tarde has llorado. "

Andres Aberasturi
La Leyenda continúa

Sial Edicione
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sábado, 28 de noviembre de 2009

Lorenzo Silva. "El novelista como cazador" Conferencia en la Biblioteca Nacional


El miércoles pasado estuve en una conferencia de Lorenzo Silva en la Biblioteca Nacional. Conferencia, que sobre todo para los que escribimos, resultó muy instructiva.

Confieso, también es verdad, que tengo una especie de "cariño literario" hacia este autor desde hace tiempo y por varias razones. Primero porque tuvo la deferencia de venir un día a nuestro taller de escritura creativa, hace ya un montón de años, a darnos una conferencia. Por entonces era menos famoso, aunque ya había ganado el Premio Nadal. Llegó y nos dió una conferencia perfectamente estructurada, densa, exhaustiva sobre el hecho de escribir. Y lo hizo todo el tiempo como si lo estuviera leyendo de algún lado, aunque luego descubrimos que solo tenía un pequeño papelito que doblaba y desdoblaba mientras hablaba del que no leía nada. Jo. Todo salía de su cabeza... Después mi cariño hacia él ha ido aumentado según le he ido leyendo, soy incondicional de sus novelas de los dos guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, me gusta mucho esa mezcla de acción con reflexión que tiene en estas historias. Y después porque me gusta su forma de conferenciar, ordenada, sistemática, tranquila, interesante y culta.

El miércoles pasado en la Biblioteca Nacional no erámos tantos como en la conferencia de Millás de la semana anterior, pero sí que llenaríamos las siete u ocho primeras filas.

"El novelista como cazador" tituló la conferencia. El novelista como cazador de historias, como cazador de personajes.

Según Lorenzo Silva hay dos tipos de novelistas. 1º Los que construyen sus historias a partir de su mundo personal, en el que indagan y crean una mirada particular a partir de ese mundo: Los "Ensimismados". Y 2º Los que, como su mundo no es tan rico o con tanto material, escogen mirar fuera, mirar más allá de ellos mismos, donde pueden encontrar buenas historias o buenos personajes:"Los cazadores". Entre los que pertenecen a éste último grupo, se incluye él.

Entre sus referentes literarios, nos dijo también Lorenzo Silva, por tanto estarían autores como:

- Marcel Proust.- Durante años se dedicó a participar de la vida social parisina, yendo a todos los bailes y fiestas que había. Después se encerró en su casa a escribir. Y curiosamente ya no volvió a salir a ningún otro evento, pues todo lo que necesitaba ya lo había vivido.

- Kafka.- También sus biógrafos ponen de manifiesto todos los conflictos reales que tuvo, en su trabajo y en su vida, con todos esos burócratas que conoció como jurista. Todo eso luego lo trasladó a sus obras.

- Hammet y Chandler.- también estarían entre sus referentes. El primero fue investigador privado y el segundo siempre se considero extranjero en su propio país, pues su formación era británica, además después fue a la guerra y al final se hizo un rico más entre todos esos ricos que dieron lugar a la aparición de Hollywood. Pues bien, si uno bucea en sus biografías podemos ver también, lo importante que fue su experiencia personal, en ella cazaron sus historias y sus personajes.

- Ramón J. Sender.- Ya en la literatura española Silva señala a este autor como el que más instinto tuvo para buscar sus personajes en la sociedad española contemporanea. Aunque ahora apenas se le estudie, cuando estudiábamos BUP sí que era lectura obligatoria, él nos recomienda todos sus libros.

Lorenzo Silva cree que la realidad española es un enorme vivero donde se cuecen miles de historias. La lista de las novelas que ve a su alrededor y que él podría escribir, son tantas que ya no cree que tenga ni tiempo para escribirlas. Pensó eso cuando escribía sobre Marruecos y lo piensa ahora con la Sociedad Española.

"Lo más dificil de contar es lo evidente", nos dice también, y ésto por supuesto nos lleva a hablar también de la creación de los personajes. Dice Lorenzo Silva que trabajar con unos personajes como los guardias civiles, como ha sido su caso en varias novelas, personajes normalmente tan poco percibidos, pues todos apenas vemos la parafernalia exterior de su uniforme y poco más, es precisamente para el escritor la oportunidad de inventar unos personajes que sean interesantes para el lector.

El novelista busca un buen personaje que le permita inventar una buena historia que descoloque al lector, que le impacte, sobre todo debido a ese desconocimiento que tiene de él.

Eso también lo pensó cuando empezó a escribir literatura juvenil. Miró a su alrededor y vió muchos libros juveniles sobre magos, vampiros... pero poca gente estaba contando historias sobre adolescentes normales de barrios periféricos.

Y una narración debe tener interés además de por sus personajes por la forma de contarlo, debe ser contado de forma amena. Y no solo eso sino que además el escritor debe intentar que trascienda esa historia más allá de la peripecia concreta, que sirva para una reflexión.

Por ejemplo tenemos la historia actual de ese alcalde de un municipio alicantino que ha entrado en prisión presuntamente por organizar el asesinato de su antecesor del mismo partido. Para lo cual contrató a otros tres. Todo ello porque chocaba contra sus intereses de urbanizar. Bueno pues, la historia en sí tiene interés. Pero además ¿Cuántas más cosas de este país cuenta la simple historia de estos hechos, cuántas otras explica?

Finaliza Lorenzo Silva la conferencia diciéndonos que él echa de menos más autores que presten atención a estas historias actuales, cotidianas. pero que él por su parte seguirá con la escopeta, seguirá cazando.

El turno de preguntas también dió lugar a que se hablara de temas muy interesantes. Alguien le preguntó otra vez por el ámbito donde nacen sus personajes. Lorenzo Silva nos volvió a decir que el personaje interesante es el que encierra una paradoja, el que nos sorprende. Por ejemplo en el caso de sus guardias civiles, todo su trabajo está sometido a lo que diga un juez. Eso encierra una tensión, una paradoja bajo la que tienen que trabajar. Otra paradoja es que poca gente sabe que hubo muchos españoles en la SS, y estaban allí para paliar la traición que según ellos había hecho Franco a Hitler no queriendo entrar en la guerra. Eso es cierto. Luego ya, dice Lorenzo Silva, el juicio moral se lo dejo al lector.

¿Por qué escribes? le preguntó otra persona. Para Lorenzo Silva la literatura es un modo de conocimiento, cuestionable, no falsable, pero un conocimiento. Escribo también claro para que me quieran. Escribimos para conseguir que nos quieran un poco más. Yo, dijo, me siento mejor cuando escribo, es un disfrute personal para mejorar el conocimiento de las cosas. Y he aprendido mucho porque cuando escribo y construyo un personaje, me exigo intentar entenderlo, intento llegar a lo que siente.

Lorenzo Silva piensa que hay que hacer ese esfuerzo de conocer e intentar comprender las motivaciones. Por ejemplo, por qué la gente mata. Él ha reflexionado sobre ello, y eso le ha llevado a saber el peso del miedo. Mucha genta mata por miedo.

Una compañera nuestra de la tertulia, Ana, le pregunta si no se aburre de sus personajes. Silva, dice que claro es un riesgo. Le pasó a Conan Doyle con Sherlock Holmes. En mi caso, dijo, mis personajes suelen ser de un solo disparo, aparecen en una novela y ya está. Por otra parte mato a los que creo que debo matar, y a veces incluso ésto lo hago con dolor. He repetido personajes en dos ocasiones. En las novelas juveniles, que son dos libros, y repetí porque eran dos personajes y cada libro es de una chica. Y los abandoné cuando consideré que habían crecido y habían dejado de ser adolescentes.

Y luego también en el caso de los dos guardias civiles. Pero para evitar aburrirme tomo muchas precauciones. Por un lado escribo dejando pasar mucho tiempo, entre estas novelas hay una diferencia de quince años, entre cada una de las primeras ha dejado pasar tres años y ésta última que ya va a salir, ha dejado pasar cuatro años. Y siempre que recupero a estos personajes, han envejecido y el paso del tiempo en los libros en un buen aliado, porque el tiempo cambia a las personas y por tanto a los personajes. Por otra parte no tengo, dice Silva, ninguna prisa en contarlo. Aunque confiesa que le interesa cuando por ejemplo Bevilacqua llegue a los 50 años y tenga mucha experiencia y en cambio le digan que se tiene que ir ya a su casa. O cuando Chamorro ya tenga cuarenta y lleve 20 trabajo y se plantee que quiere una vida familiar más estable... En cada momento hay novedades. Estos personajes son versátiles y flexibles y por eso los puede seguir utilizando...

He comenzado diciendo que tengo debilidad por este autor. Y ahora que releo esta entrada tan larga que he escrito me convenzo aún más de mi primer juicio. A aquellos que me leen y han aguantado hasta el final, les pido perdón por la extensión. Pero no sé hacerlo más corto. Me falta concisión, como dice David que le falta a él, un compañero de la tertulia.

No sé acortar lo que nos contó Lorenzo Silva, porque todo me parece importante. Creo que sobre todo para los que escribimos su conferencia estuvo llena de ideas instructivas e interesantes.

Quería también pegar aquí el comentario que hizo también David, el compañero del que ya he hablado, de esa misma conferencia, para ofrecer dos opiniones. David Lerma, compañero y buen narrador:

"Respecto de la conferencia de ayer de Lorenzo Silva, me da la sensación de que no fue tan divertida como la de Millás, pero a cambio creo que resultó muy nutritiva. Lorenzo Silva tiene algo de empollón de la clase, pero sin llegar a parecer pedante. Fue verdaderamente asombroso el derroche que hizo de cultura y conocimientos literarios. Habló de Onetti, de Proust, de Kafka, de Chandler y Hammet, los maestros de la novela negra americana, y de Ramón J. Sender. Dan ganas de leer alguno de esos libros de Sender a los que se refirió Lorenzo Silva con tanta pasión, ¿verdad?. Lo que más me gustó de todo fue cuando habló de la inmensidad de novelas que veía a su alrededor, todos los días, en todas partes; de cuánto le gustaría escribirlas y de la triste certeza que tenía de que no podría escribirlas jamás por falta de tiempo. Ese comentario decía mucho de la realidad que nos rodea y aludía directamente a esa angustia que persigue a los que nos gustaría pasar las 24 horas del día leyendo, o escribiendo, o, al menos, pensando en lo que nos gustaría leer o escribir."

Y por último, quería aprovechar y ya finalizar esta entrada, recomendando los libros de Lorenzo Silva. Tiene varios, algunos llevados al cine como la Flaqueza del Bolchevique o El alquimista Impaciente. Pero sobre todo yo quiero recomendar los de sus guardias civiles, que a mí son los que más me gustan. "El lejano país de los estanques" Premio Ojo Crítico 1998, "El alquimista impaciente" Premio Nadal 2000, "La niebla y la doncella".

Pero ya de paso adjunto también su web: http://www.lorenzo-silva.com/ Para quién quiera conocerle mejor.


domingo, 22 de noviembre de 2009

Fomento de la lectura


Esto sí es fomento de la lectura y lo demás tontería...



(De un correo que me han envíado...)

viernes, 20 de noviembre de 2009

La frase del día: Luis Landero


"Nuestra vida
se parece mucho a una colección de cuentos"


Luis Landero
En el Ojo Crítico (20 noviembre 2009)
RNE

jueves, 19 de noviembre de 2009

Ayer con Millás en la Biblioteca Nacional

¡Millás con nosotros! Gracias a mis compañeros de la tertulia que son "mucho más arrojados que yo" y propusieron hacernos una foto con él...



Ayer por la tarde, 18 de noviembre, fui a la Biblioteca Nacional, un lugar tan solemne, a una conferencia sobre palabras (menudo planazo, que dirían algunos) de Millás, un literato serio y formal, Premio Nacional. Me apetecía ir, me parecía que iba a estar bien, las palabras son mi debilidad, pero que me reiría tanto, durante un rato bien largo, eso sí que no lo sabía. Y lo mejor es que no lo hice solo yo, sino todos los que estábamos allí, cerca de doscientas personas entre los que estábamos sentados (yo estuve en la última fila) y los que tuvieron que estar de pie.

Allí Millás comenzó su peculiar monólogo sobre el lenguaje, su diccionario particular y las palabras. Ya nada más comenzar, empezamos a sonreírnos: “¿Cómo cambiaría Grace Kelly su título de Reina de Hollywood por el de Princesa ¡Monegasca!?... Si da apuro hasta decirlo. Monegasco. Qué palabra. O por ejemplo la palabra “colutorio”, aprendí a hacer gárgaras pronunciando la palabra monegasco con el colutorio en la boca…” Millas iba saltando de una palabra a otra, jugando con el lenguaje, con su sonido, con el significado que tienen en el diccionario las palabras y el otro muy distinto y particular que tienen para cada persona.

Y de ahí a saltar a la propia infancia solo hubo un paso. “De pequeño no comprendía por qué mis hermanas, siendo chicas, comían garbanzos y no garbanzas, y por qué a los chicos nos daban remolacha en lugar de remolacho. ¿Por qué sillas y no sillos? ¿Por qué mesas y no mesos? Y si había colegios para chicos y colegios para chicas ¿Por qué colegios y no colegias? ¿Por qué se contaban cuentos y no cuentas?... Angustiado por todas estas cuestiones se lo contó a su madre. Y su madre le dijo que no se preocupara, pero le pidió que no se lo contara a nadie, que ya se ocuparía ella de arreglarlo”. Por supuesto su madre no pudo arreglar el mundo.

De ahí pasó Millás a contar su primer día de colegio. Observó que cuando se pasaba lista en clase los niños cuando se les nombraba decían “Vicente”. Al principio le extrañó pero luego rápido encontró la justificación, puesto que el director del colegio se llamaba Vicente. Entonces siempre que le nombraban a él, decía “Vicente”. Y era curioso porque aunque todos los demás niños decían “Presente”, Millás niño entendía perfectamente “Vicente” y cuando le nombraban a él todos entendían que él decía “Presente”, aunque en realidad decía “Vicente”. El problema empezó cuando cambiaron al Director y en vez de llamarse Vicente se llamó Federico. Millas niño empezó a enfermar de nervios viendo que todos los demás niños cuando se pasaba lista seguían diciendo “Vicente” en vez de Federico y a la vez deseaba que llegaran ya a la M porque él sí que lo iba a decir bien. Así que en cuánto dijeron “Millas, Juan José”, él gritó a pleno pulmón “Federico”. Cuando todos rápidamente se volvieron a mirarle ya vió que algo no iba a bien. Pero cuando se dio cuenta de lo que en realidad pasaba, también pensó que cómo iba él a dar su justificación… esa justificación de la confusión con los nombres de los Directores... Así que optó por el mutismo. Del colegio llamaron a casa y hablaron con su madre, a la que oyó decir por teléfono que “le observaría…”.

El lenguaje, según Millás, ya en aquel tiempo era “un territorio minado”. “¿Por qué decía papá y veía en su cabeza a su padre entero, y decía pa y no veía solo a la mitad de su padre…?”

Entonces se volvió un niño muy silencioso, que sin embargo escuchaba todo.

La conferencia de ayer de Millás era casi un monólogo de humor, pero además había poesía en sus definiciones, en su forma de ver y admirar las palabras. Para Millás las palabras tienen sabor y volumen. Tienen textura, las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las hay que entran sin sentir, como un licor dulce. Estaban las que curaban y las que hacían daño, las que dormían y las que despertaban. Las que proporcionaban inquietud y paz. Había palabras, incluso, que mataban".

También contó que su hijo un día le preguntó por la palabra “Efímero”. Entonces él antes de darle una definición le preguntó que de dónde la había sacado, porque eso según él es importante. Su hijo le contestó que de un libro. ¿De qué libro? Le siguió preguntando porque no le gustaba que fuera cogiendo palabras de por ahí, de cualquier sitio... que las palabras traen muchas infecciones. Pero al final intentó darle una definición. Efímero: Algo que no duraba. Al final su hijo le preguntó si entonces ¿La vida era efímera? Y entonces él comprendió que al final sí, al final había cogido la palabra de donde no debía…

Luego abordó la cuestión de las frases hechas. Y contó que cuando era pequeño su madre con mucha pasión decía “En esta casa somos muy cafeteros” Y entonces él pensaba que el colmo de la personalidad era ser muy cafetero… Y su padre decía “Los negros llevan la música en la sangre” y también lo decía con tanto convencimiento y tantas veces, que él pensaba que eran cafeteros y negros. Y como veraneaban en la sierra y allí “a media tarde hay que ponerse una rebequita...” Y ya si su padre decía “...y por la noche te tienes que echar una manta...”. Ellos tenían todos esos atributos que o tenían los demás niños que iban a la playa o por ahí lejos a veranear. Ellos además de ser muy cafeteros, eran negros, se tenían que echar una rebequita a media tarde y además dormían con manta. El colmo de los atributos. Era muy gracioso cómo Millás contaba estas cosas. Como narraba con tanta convicción lo que puede pasar por la cabeza de un niño cuando escucha tantas veces este tipo de frases. Así de este modo dice Millas que expresiones como por ejemplo: “vacío interior, mandíbula batiente, muerte súbita, devastador incendio…” son un próspero negocio que se va trasmitiendo de padres a hijos…

Según Millas las palabras nos hacen y nos deshacen. Tienen un significado dentro de ti y otro fuera. Fue muy divertido cuando habló de la palabra vagina. Dice el diccionario: “Vagina: Conducto de paredes membranosas que en las hembras de los mamíferos se extiende desde la vulva hasta el útero”. Esa definición, da el diccionario. Pero entonces Millas nos dice que si la vagina no fuese más que eso, solo lo que dice la definición: “¡Qué interés, por Dios íban a tener los hombres en meterse en ellas y con la desesperación que lo hacen, como si les fuera la vida en ello…!”.

O cuando su tía siendo él pequeño tuvo un aborto. Él se preguntaba que sería un aborto que todo el mundo hablaba de ello y lo decía en voz tan baja… y claro buscó aborto en el diccionario y encontró: “Cosa sobrenatural, rara…” Y claro aquello le excitó porque él quería ver dónde tenía su tía el aborto. O la palabra “Abotargar”. A la que cogió pánico, en cuánto leyó la enfermedad que era. Y tuvo una historia sentimental con una chica que terminó cuando le dijo que “se le estaban abotargando las piernas…”. Porque cuanto más deprisa huyes de lo que temes, antes lo alcanzas.

Y contó la confusión que había tenido entre abúlico y abulense. Y la historia de ese hermano abúlico, que a ver si es que entonces no era tan hermano como los otros… y de ahí que incluso ya siendo mayores, cuando se ha discutido algo en familia, la opinión de ese hermano casi le haya parecido menos legítima que la de los demás…

O cuando se preguntó lo que significaba “Ahilarse”. Y cuando lo comprobó le empezó a entrar mucha aprensión y cada vez que miraba la caja de costura de su madre con todos esos hilos pequeños y ordenaditos, le daba por pensar si no serían otros hermanos suyos que habían terminado convirtiéndose en hilos… O cuando preguntó a su padre que qué significaba “amorfo”. Y su padre le contestó “Una persona sin personalidad”. Y entonces él que pensaba tanto, empezó a darle vueltas a la idea de si podría existir una mesa sin mesalidad o una sartén sin sartenidad… y así con todo, hasta que su padre le miró y le dijo: “¿Pero tú eres idiota o qué…?”

Ayer disfruté tanto con la conferencia de Millás, me parecía todo tan ingenioso lo que decía, que ahora mismo lo contaría todo otra vez. Pero sé que eso es imposible. Y tampoco es cuestión de hacer una entrada muy, muy larga, porque nunca por mucho que uno quiera contar las cosas, es como vivirlas.

Millás nos dio una lista de palabras de su diccionario particular muy interesante, en la que estaban palabras como amputar e imputar o angosto o aplique o ave maría (oración con la que se castigaba por masturbarse y al final uno no podía masturbarse sin rezar, ni rezar sin masturbarse...)...

Millás terminó diciéndonos que las palabras son una fuente de confusión aterradora. Todo el mundo sabe lo que hacer con las palabras pero no sabemos qué hacen ellas con nosotros.

Después en el turno de debate se hicieron preguntas muy interesantes. Alguien preguntó que cómo se planteaba él la escritura. Millás respondió que nunca sabía lo que iba a escribir en la página siguiente. Esto a mí, que me ocurre a menudo, me gustó mucho. Decía Millás que empieza a escribir a partir de una idea que le obsesiona y después va tirando del hilo... A veces la idea inicial que ha provocado esa novela, lo mismo termina desapareciendo, pero ahí estaba. La necesidad de escribir aparece cuando aparece esa idea. Y un buen día decides que tienes que escribir para ver que sale de ella.

Después alguien le pregunto por qué recurrir a la infancia. Y contesto que solamente se puede escribir desde la extrañeza, desde el conflicto. Y a esas edades, la infancia, la adolescencia, hay mucho conflicto.

¿Y la inspiración? Terminó preguntando alguien. Millás contestó que más que inspiración: trabajo. Sentarse todos los días y mucha disciplina. Dicen que a los poetas los poemas se los regalan los dioses. Pero a los narradores no, hay que sentarse con disciplina y al cabo de media hora te llega la concentración necesaria...

Para terminar voy a acabar con una frase que dijo Millás al respecto de la infancia que me gustó mucho: “Crecer consiste en fingir que entiendes”.

Quizás me he extendido mucho en el comentario de la conferencia de ayer. Seguro. Pero qué bueno Millás, qué bueno.

Ayer la tertulia del Galdós se trasladó por un día al Café Gijón

En la primera foto el Gijón en 1947. En esta de abajo nosotros en el 2009.







Ayer tuvimos tertulia extraordinaria en el Gijón, en la calle Recoletos. Uno de los lugares de Madrid con más solera como Café y como lugar de encuentro de tertulianos selectos.

Quedamos allí todos los compañeros de la tertulia del Galdós, para hacer una tertulia previa, antes de ir a disfrutar de la conferencia de Juan José Millás en la Biblioteca Nacional. Porque fue eso, disfrutar, lo que hicimos en la conferencia. Aunque lo contaré en otra entrada.


El Café Gijón se inauguró el 15 de mayo de 1888 por Gumersindo G. (no me atrevo a decir el apellido porque en unos documentos encuentro García y en otros Gómez), uno de esos indianos que regresaron tras hacer “las Américas”. En homenaje a sus orígenes, le dio el nombre de "Gran Café Gijón". Tras unos años pasó a ser, dicen en Wikipedia que por la módica cantidad de traspaso de 60.000 pesetas, de Benigno López (un barbero del barrio) que prometió no cambiarle el nombre. Y cuando este murió se encargó de él su viuda hasta que murió. Desde el año 1977 es de Gregorio Escamilla, que lo comparte con Ángel, que lleva más de 20 años en el Café, primero como empleado y ahora también como propietario.


En todos esos años se fue convirtiendo en referente cultural de Madrid. Después de la Guerra Civil los tertulianos convencieron a la viuda para que hiciera la primera reforma, que fue en el año 1948 en la que se sustituyeron las lámparas de gas por la iluminación eléctrica, se puso madera de roble en las paredes y se baja el techo. Después hay una segunda reforma a mediados de los años 70.


Escritores, artistas, políticos han frecuentado desde hace más de cien años este lugar. Severo Ochoa, Benito Pérez Galdós, Pío Baroja o Jacinto Benavente han sido asiduos. Después Camilo José Cela y sus coetáneos también se reunieron allí. En tiempos de postguerra lo hicieron los que se llamaron la “Juventud Creadora”. El tiempo ha pasado y más tarde allí también se han reunido otros de la talla de Arturo Pérez Reverte, Paco Umbral, Rafael Alberti o Fernando Fernán Gómez, que ideó la creación del Premio de Novela Café Gijón.

Y así una larga lista de personas célebres, hasta ayer mismo que mientras nosotros estábamos sentados en nuestra mesa, en una de las que están situadas en el lado de los ventanales que dan a la calle (y que cuando yo llegué estaban protegidas por el cartel de “reservadas”), estaba sentado Álvaro de Luna con otros. Yo no distinguí en ese momento a más conocidos de las letras, pero Sagrario, compañera de tertulia, señaló que también estaba Armas Marcelo.


Leo en internet en un artículo de Fabián Barrio en la revista Forumcafé una entrevista con uno de los propietarios donde habla de esos tertulianos de las mesas que están junto a la ventana: "Ahí, en la cuatro, junto a la ventana, se ponen los poetas a las cuatro de la tarde, todos los días, les tenemos la mesa reservada. Buero Vallejo estaba siempre con ellos. Y Vicent viene todos los dias a las cinco a esta mesa que está más acá. Los martes por la tarde tocan los pintores plásticos, todos estos cuadros que ves aquí son de ellos. Y los domingos por la mañana se ponen en aquella esquina del fondo los de Bellas Artes".



De vez en cuando no está nada mal visitar el Gijón, convertirte por unas horas en tertuliana de ese renombrado lugar, pensar que allí mismo han estado sentados tantos importantes de las letras… Allí mismo donde ahora tú estás, aunque un simple café con leche te cueste 3,70 €, o para llegar tengas que atravesar una "pura zanja llamada Recoletos" surcada de obras y semáforos y madrileños y... Pero esa ya es otra cuestión… Pensaremos que unas cosas por otras.

martes, 17 de noviembre de 2009

Principio de Incertidumbre, de Dessal. El último libro que he leído


Principio de Incertidumbre

Gustavo Dessal

RBA 2009





“Principio de Incertidumbre” es una de las novelas que me regalaron en el programa de radio Ojo Crítico este verano como parte del premio en un certamen de relatos veraniegos. También es el último libro que he leído.

El autor es Gustavo Dessal, un psicoanalista argentino de prestigio, afincado en España (Buenos Aires, 1952). Aunque ya tenía publicados algunos libros de relatos, esta es su primera novela, publicada este mismo año en la editorial RBA,

Arranca la historia con el doble crimen de dos mujeres Melinda Rainfield y su compañera de piso Janis Vitola, y cómo este suceso afecta a varios protagonistas, especialmente a Mark Gallaway, novio de la primera, que se viene abajo esa noche. Mientras eso ocurre, la tercera inquilina del piso, la modelo y azafata Rebeca Mendelsohn, masturba un cerdo en directo en un late-show británico.

El esclarecimiento del asesinato es el tema central de la novela, para lo que se apoya en una doble línea argumental: por un lado lo investigará Mark ante el cierre del caso por parte de la policía, y por otro lado lo investigarán en paralelo un inspector y una ayudante porque desembocan en este caso ocupándose de otro.

Reconozco que la novela me ha tenido todo el tiempo atrapada. Tiene un estilo que envuelve. A eso ayuda que esté enfocado desde el multiperspectivismo. Se cuenta desde diferentes puntos de vista, alternando un narrador en primera persona con otros en tercera, de tal forma que se crea un puzzle con retazos de la historia que poco a poco van acoplándose entre sí.

De ahí el título. El Principio de Incertidumbre es una teoría física establecida por Heisenberg, que afirma que es imposible medir simultáneamente de forma precisa la posición y el momento lineal de una partícula. Son tan pequeñas las partículas subatómicas que forman un átomo que un solo fotón de luz las hace cambiar de posición. Tenemos que aceptar la incertidumbre absoluta respecto de la posición exacta de cada partícula. Como nos pasa en esta narración. Cada personaje es una de esas partículas, y desde su punto de vista más o menos atormentado, te cuenta la historia. Estas partículas, estos personajes con su propio universo se entrecruzan, y van tejiendo la historia, van haciendo entero el puzzle.

En muchas de sus frases se nota que está contado por un psicoanalista. Se transparenta que está escrito desde el conocimiento de los impulsos humanos. El narrar a través del multiperspectivismo ayuda a que los distintos personajes se puedan caracterizar mejor, afinando en cada uno. Hay muchas frases que podríamos comentar pero a modo de ejemplo os copio una en la que se dice que la significación con la que construimos nuestra vida pasa primero por “las memorias con las que estamos dotados, la de la punta de la lengua, la que tenemos debajo de las aletas de la nariz, la que yace enroscada en el pabellón de las orejas, la que todo lo guarda detrás de las pupilas, la que se esconde en los poros de la piel desnuda…”.
Me gusta mucho la forma de contar que tiene Dessal, esa mezcla de acción con reflexión. El lenguaje es esmerado, pulido y a través de él te deja atrapado en una historia de sexo, deseo, muerte y dolor o lo que es lo mismo en una historia de cuadros misteriosos y tráfico de armas, la guerra de Chechenia y los intereses políticos.


Definitivamente me ha gustado esta novela.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Lorenzo Silva e Ignacio del Valle: "Juicio a Larsson" en el Festival Eñe


Siempre que he ido a escuchar una conferencia de Lorenzo Silva me ha parecido muy interesante.

Esta vez confirmé con creces lo que siempre he sentido. El viernes por la tarde, dentro del festival Literario Eñe, había un “cara a cara” entre Lorenzo Silva e Ignacio del Valle titulado “Juicio a Larsson” en la sala de Columnas del Círculo. Se suponía que los dos autores, ambos de novela negra, iban a tratar de acercarse al fenómeno literario del año, y eso se utilizaría de excusa para hablar de literatura, superventas, editoriales y todo lo que gira a su alrededor.

Ya en otra entrada de este blog hablé de la trilogía de Millenium con el título “La creación de los personajes: Lisbeth Salander. Porque confieso que he leído el segundo y el tercer libro y no me he leído el primero por dos razones, porque ya he visto la película y porque mi lista de “libros por leer” es tan grande que siento que debo leer antes otros libros que ese. Sin embargo estoy segura de que me gustaría, me entretendría, y disfrutaría ahondando en el personaje fascinante de Lisbeth. Porque eso precisamente fue lo que a mí más me gustó de estos libros, el personaje de Lisbeth.

Como lectora, como aficionada a la escritura este debate me apetecía mucho. Y salí contenta. ¿Por qué Larsson tiene tanto éxito? Fue la pregunta que le hizo Ignacio del Valle a Lorenzo Silva para abrir el coloquio.

Silva en primer lugar dijo lo que ya todos sabemos: “La trilogía surgió de que Larsson decidió retomar un cuento que ya tenía y a partir de ahí escribió tres tochos que vemos arrastrando a millones de personas por el metro, por las piscinas, por la calle…” Y le escuchaba y sonreía porque es verdad. ¿Quiénes no los han visto? “El secreto, según Lorenzo Silva, está en los personajes, porque aunque a primera vista no parecen muy realistas, tienen una fuerza simbólica importante, son arquetipos, como ya dijo Vargas Llosa, aunque mucha gente ha pensado al oírle que chocheaba…”

Pregunta Ignacio del Valle si él cree que ha influido la enorme campaña de marketing. Silva contesta que en su opinión quizás eso haya influido en el segundo y el tercer libro pero no en el primero. Cuenta que él leyó “Los hombres que no amaban a las mujeres” en francés, cuando aún no era fenómeno de ventas y ya le gustó. Además dice que la primera apuesta por este libro fue moderada en tiradas, y los medios le hicieron un relativo caso, y tampoco la editorial hizo el gran despliegue. Pero aún así, la primera novela de la trilogía en 6 meses se colocó entre las principales.

Ignacio del Valle contesta que a él no le convencía demasiado la estructura, en su opinión hay muchas novelas con ese perfil. Incluso muchas series como CSI, que hacen una división muy maniquea entre el bien y el mal. En realidad lo que le pareció diferente a las demás, fue la violación de la heroína, de Lisbeth.

Apunta Lorenzo Silva a éste respecto, que precisamente para él Lisbeth es la verdadera protagonista. En el primer libro no lo tenía tan claro, pero ahora que ya ha leído los tres, tiene claro que la protagonista es ella, porque siempre encuentra la información, la ejecuta y además su biografía es la que engarza las tres novelas. Lisbeth es el caballero andante, aunque sea mujer y joven e inexperta y de alguna manera gracias a sus traumas sea una minusválida psíquica. Es la protagonista aunque le mueve una idea de la justicia como venganza, de hecho en algún momento ella dice: “Nadie es inocente solo existen distintos grados de responsabilidad”. En cambio, Mikael Blomkvist es su Sancho Panza, es el que tiene los pies en la tierra, y piensa que hay que ir a los Tribunales, no ir por ahí matando a la gente. Decididamente sin Lisbeth, opina Lorenzo Silva, esta novela no sería nada.

Aún así y a modo de crítica también dice que de cada libro él piensa que sobran como doscientas páginas. Y que quizás la forma de contar Larsson como Lisbeth se hace con tanto dinero no es del todo creíble. Cree que quizás ahí el autor forzó un poco la máquina, porque la verdad es que así, si ella tenía dinero, podía resolver muchas cuestiones que pudieran surgir en la narración.

También en el coloquio se habló de la revista. Cuenta L. Silva que Larsson fue redactor de una revista que denunciaba a la ultraderecha. Parece ser que a esa revista les denegaban todas las ayudas mientras que a otras revistas más nazis no. Ese desajuste que existe en Suecia es el que Larsson pretende denunciar. Así como la explotación de las mujeres que en Suecia es una realidad. Larsson estaba convencido de que la literatura es un arma.

Luego, en este coloquio además de hablar de Millenium como éxito de ventas, se habló de la sociedad sueca, y por último de la literatura sueca y de los lectores suecos. Dice Lorenzo Silva que allí los escritores son muy eficaces a la hora de narrar. Porque tienen muchos lectores con un mejor nivel intelectual, y entonces eso se nota a la hora de narrar, tienen que afinar mucho más.

Fue un coloquio muy interesante. Como siempre brilló la forma de comunicar que tiene Lorenzo Silva. Se notaba que estaba muy documentado en todo lo que decía, eso unido a su forma sencilla de contarlo, con tantos datos y referencias a la vida de Larsson y a Suecia volvía el debate muy ameno y muy entretenido. Qué lástima que no hubiera durado más tiempo.
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Ignacio del Valle: Escritor. Nació en Oviedo (1971), aunque reside en Madrid. Ha publicado hasta la fecha seis novelas, la última "Los demonios de Berlín"(2009). Tiene en su haber más de cuarenta premios de relato a nivel nacional. Y colabora en varios diarios, entre ellos El País.
Lorenzo Silva: Escritor y abogado. Nació en Madrid (1966). Autor de novelas policíacas, con más de una veintena de títulos. Ha sido premiado con el Nadal con "El alquimista Impaciente" y con el Primavera de Novela por "Carta blanca". Es comisario del festival Getafe Negro. Y sin dejar la novela negra, se ha iniciado también con la literatura de viajes.

Festival literario Eñe en Círculo de Bellas Artes de Madrid




Este fin de semana pasado, el viernes 13 y el sábado 14, ha tenido lugar el festival literario Eñe en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Los que hemos podido asistir ambos días, nos hemos sumergido en un mar de letras, de libros, de escritores, de cultura. Ha habido conferencias Express que duraban media hora, conversaciones entre autores, música, mesas redondas, acciones poéticas, películas…

A mí me ha gustado ir. Por supuesto no todas las conferencias te gustan igual, ni se disfrutan tanto. Pero era muy agradable saber que tenías ante ti un repertorio muy variado y sugerente de propuestas culturales donde lo único que tenías que hacer era estar pendiente de la hora y el lugar para llegar a tiempo.

El viernes cuando llegamos a media tarde ya había gente, pero a medida que iba avanzando la tarde aquello cada vez tenía más ambiente. En todas las plantas de Círculo había actividades, podías tomar algo en la cafetería de siempre de la planta baja, o también en la segunda planta, donde también habían colocado un puesto de venta de libros y de firma de autores.

El viernes estuve en la conferencia expres de Soledad Puértolas “Las enfermedades de los escritores” y después en el cara a cara de Lorenzo Silva e Ignacio del Valle “Juicio a Larsson”. Por último estuve en la entrega de premios literarios “Cosecha Eñe 2009” donde entre los diez finalistas estaban dos amigos míos de los concursos, y para amenizarlo pudimos escuchar a Germán Coppini.

El sábado repetí. Por la tarde pude asistí a la conversación entre Juan Cruz con Javier Cercas. Después también estuve en la conversación entre Juan Barja y Antonio Gamoneda. A eso de las ocho empezó la conferencia expres de Bernardo Atxaga. Lo bueno de las conferencias expres es que duraban media hora más o menos. Eso te permitía el poder llegar a otra actividad con cierta facilidad, así que después estuvimos en la conferencia del fotógrafo Alberto García Alix, tan peculiar como siempre, solo le hicieron una pregunta nada más terminar su intervención a la que no contestó porque estaba muy cansado… y finalmente fui a la conferencia expres de Manuel Vilas “Estaturas de hombres famosos: del 1,82 de Franz Kafka al 1,72 de Lou Reed” que puso el final ameno y distendido a tantas horas de cultura.

Muy entretenido el festival la verdad. En otras entradas hablaré más despacio de estas conferencias. Algunas muy interesantes. Yo creo que en general el festival ha sido un acierto. Además yo así pude coincidir con mis amigos "concurseros". Ya solo por eso mereció la pena.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Curioso origen de algunas palabras, origen en un nombre propio


Del libro “La Enciclopedia de los nombres propios” de Josep M. Albaigés (Barcelona Planeta 1995), os dejo con algunas palabras que proceden de nombres propios pero han evolucionado de tal forma que han terminado siendo sustantivos.



Magdalena:


«Bollo pequeño, hecho y presentado en molde de papel rizado, con los mismos ingredientes que el bizcocho en distintas proporciones»; según el DRAE esta denominación parece que alude a Madeleine Paumier, cocinera francesa a la que se atribuye la invención de ese dulce.

Josep M. Albaigès cree, sin embargo, que quizás su nombre procede de que se emplea para mojar, con lo que gotea, recordando los lloros de la santa arrepentida María Magdalena.



Masoquista:


La palabra alude al novelista austriaco Leopold von Sacher-Masoch (1835-1895) —“Masoch”ismo—, de quien se afirma que gozaba haciéndose azotar por una mujer, y que utilizó como protagonistas de varias de sus novelas a personajes que gozaban con la propia humillación y sufrimiento.

El DRAE define masoquismo como: «Perversión sexual de quien goza con verse humillado o maltratado por otra persona. Cualquier otra complacencia en sentirse maltratado o humillado». Y masoquista: «Perteneciente o relativo al masoquismo. Que tiene tendencia al masoquismo o lo practica».



Charlatán:
El Diccionario académico define esta palabra como: «Que habla mucho y sin sustancia», «Persona que se dedica a la venta ambulante y anuncia a voces su mercancía»… El vocablo procede del italiano ciarlatano y, al parecer, alude a Latán, un famoso sacamuelas y curandero, a cuyo paso por París gritaba la gente «¡Voilá, le char de Latan!».

jueves, 12 de noviembre de 2009

Los idiomas que se pierden para siempre. Artículo de Andres Alsina



Este artículo me ha parecido muy interesante, habla de los idiomas que se perderán cuando acabe este siglo... ¡el 90%! Cuánta riqueza perdida...


Espero que os guste.



Los idiomas que se pierden para
siempre


Por Andrés Alsina,
El
Observador



No puedo imaginar mayor soledad: hay un idioma que sólo es hablado por una persona, el bikya. Es una lengua de la rama idiomática Níger-Congo, y esa persona, una mujer, vive en el poblado de Furubana, en la región noroeste de Camerún, cuna de los bantúes que en el siglo II a. de C. se dispersaron desde la costa africana hacia el este y el sur del continente, llevando civilización con su cultura de metalurgia en hierro y el cultivo de nuevas especies. La penetración alemana que comenzó en la región en 1884 se apropió de las tierras más fértiles y fue el comienzo del fin para muchas cosas en Camerún. Al fin de la Gran Guerra, en 1918, Inglaterra y Francia invadieron el territorio, y luego de la segunda guerra, en 1945, comenzó el movimiento anticolonial. Hoy son quince millones de personas que viven de cereales importados y tienen un PIB per cápita de 610 dólares.


A esta mujer, cuyo nombre ignoro, la filmó el lingüista David Dalby hablando bikya como su idioma natal para que no se perdiera su lengua. No logro recordar la fecha en que lo hizo, pero la mujer tenía en ese momento 87 años. Me enteré también de que en 1986 eran cuatro las personas que hablaban bikya. Fue una referencia vista al pasar en una noticia menor de la BBC lo que me despertó el interés. Supe así que el lipán apache es hoy hablado por dos personas, y el totoro, en Colombia, por cuatro. Hacia fines de este siglo, el 90% de los idiomas actualmente hablados en el mundo habrán dejado de existir.


Los idiomas hablados por menos de diez personas son hoy 133. Quiere decir esto que viven toda la vida en esa prisión del entendimiento, esa reducción del mundo. La globalización y el inglés arrasan con ellos. La organización estadounidense Ethnologue afirma que hay 473 idiomas en peligro de extinción, y la tendencia no es una preocupación que aflija este mundo. Ethnologue es una organización cristiana que estudia idiomas poco difundidos para proveerlos de biblias. Esta gente tiene contabilizados 7.358 idiomas, el 6% de los cuales es hablado por el 94% de la población, mientras que un 6% de la población habla el 94% restante de los idiomas.


Hoy el español es el segundo idioma más hablado; el primero es el mandarín, hablado por 845 millones de personas, el español por 329 y el inglés por 328 millones de personas. La suma de estos tres idiomas equivale casi a la cuarta parte de la población mundial y los hombres damos por un hecho capacidades culturales adquiridas. La experiencia personal de haber vivido muchos años en otro idioma me cambió la perspectiva. Podía notar cómo iba perdiendo mi español: mi léxico disminuía a pasos agigantados. Veía a mi alrededor cómo gente que no trabajaba con el idioma quedaba reducida al vocabulario hogareño, tal vez mil palabras.


La imagen de mis abuelos húngaros perdiendo su idioma natal antes de terminar de aprender el español era mi futuro probable; yo terminé chapurreando en cuatro idiomas, además del natal. Al volver a Uruguay pude sentir cómo crecía mi vocabulario y con él, la complejidad de mi pensar y entender.


Admiro a los cosmopolitas, que piensan y seguramente sueñan en varios idiomas, sin problemas, como los centroeuropeos, por ejemplo. Estoy seguro de que esto les permite desarrollar mejor su inteligencia. La hegemonía del español es muy fuerte, como se demuestra en Estados Unidos y en el propio Uruguay, donde saber brasilero es una excepción, y la geografía nos da una amplia faja de transición idiomática con diversos grados de portuñol.


La experiencia personal me lleva (prevengo que mi conclusión no tiene base académica) a estar convencido de que el idioma es consecuencia de una cultura y no su puerta de entrada. Perder idiomas es, para la humanidad, naturalmente, perder una herencia cultural. Pero más importante es perder la posibilidad de razonar y adquirir conocimientos en libertad. En fin, son noticias que uno ve al pasar y los diarios no titulan.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Recordando a Antonio Machado en Villaverde Alto




El jueves pasado, día 5 de noviembre, estuve en el homenaje a Machado que hicieron en la Biblioteca Maria Moliner la Asociación de Minusválidos Físicos de Villaverde Alto (AMIFIVI) en colaboración con la tertulia Literaria Galdós y la biblioteca.
El homenaje comenzó a las cuatro de la tarde con una lectura de poemas. Después hubo un documental sobre la vida de Antonio Machado que acababa de empezar cuando yo llegué allí, bastante antes de las seis de la tarde. Me sorprendió encontrar a mucha más gente de la que suele uno encontrar en este tipo de actividades. El documental fue muy interesante, muy entretenido.

Después del documental comenzó la conferencia de Enrique Gracia "Los hermanos Machado detrás de la Poesía". Conocí a Enrique Gracia hace ya algunos años, cuando iba al taller de creación literaria de Ágata, en Villaverde, por aquel entonces estaba allí haciendo un ciclo de conferencias sobre Madrid. Después he tenido ocasión de escucharle leyendo sus poemas en alguno de sus recitales y varias veces también haciendo la presentación de otros poetas que leen sus poemas en el Ciclo de Poetas en Vivo que coordina en la Biblioteca Nacional de Madrid. La verdad es que siempre da gusto escucharle. Sabe como atraer tu atención, es un conferenciante muy ameno, entretenido, que salpica todas sus conferencias de un lenguaje muy cercano e innumerables anécdotas que agilizan mucho la exposición. Por supuesto el jueves pasado con los Machado no fue una excepción. Pasó el tiempo volando escuchando su conferencia, y cuando terminó, de nuevo me quedé con ganas de escucharle durante más tiempo.

Después empezó la mesa redonda. Feli, poeta y compañera nuestra del Galdós, pero también parte integrante de AMIFIVI, era la moderadora. Llevaba preparadas unas preguntas que les iba haciendo a los integrantes de la mesa, a quiénes en primer lugar presentó. Enrique Gracia era también uno de ellos. Después estaba Aureliano, poeta e integrante de varias tertulias literarias en Madrid, como la del Círculo de Bellas Artes, la del Café Lión, y la nuestra del Galdós. También estaba Amparo que es la profesora de alfabetización en el Centro Cultura Ágata y Javier, poeta y nuestro coordinador de la Tertulia Galdós.

En la mesa redonda se abordaron muchos temas relacionados con Machado. Por supuesto la situación histórica en ese momento. Que ya también se había abordado en el documental y la conferencia. En todo momento se subrayó que Antonio Machado era partidario de la República. Se habló de la sobreentendida separación de su hermano por cuestiones políticas aunque se dijo que se seguían queriendo. También se comentó, la forma en que condujeron a él y a otros intelectuales a Valencia cuando ya se sabía que la guerra estaba ganada por los nacionales. Y por supuesto de su precaria situación en esta marcha de España, debido a que estaba enfermo y mayor, atravesando a duras penas la frontera hasta alcanzar Colliure, su hermano José, su madre y él. Entre las anécdotas contaron que cuando bajaban a cenar en la pensión en la que estuvieron y murieron tanto él como su madre, bajaban siempre por separado su hermano y él porque solo tenían una chaqueta y no querían bajar sin ella. También se habló de la permanente ceniza en las solapas del abrigo de Machado o en su dejadez a la hora de vestirse. Así como de la anécdota esa que es conocida de un jovencísimo Alberti que le enseñó a Machado en la tertulia que frecuentaban un libro de poemas de Verlaine que había conseguido y del que estaba orgullosísimo, y que Machado tras verlo, lo dejó en la silla donde estaban todos los abrigos que era la que estaba a su lado. Como no era muy cuidadoso y siempre estaba fumando y hablando pues al final de la tertulia el libro tenía dos quemaduras de su cigarro. Claro cuando se lo devolvió a Alberti el pobre se quedó un poco desconsolado. Pero dicen que con el tiempo apreciaba más ese libro por las quemaduras de cigarro que había hecho Antonio Machado que por el autor del mismo.

Fue una mesa redonda donde se tocaron diversos temas. Política, religión, cultura, intelectuales, todo encuadrado en el tiempo histórico en el que se desarrolló la vida de Machado. Aureliano aportó su experiencia como poeta, Enrique la suya como conferenciante. Era la primera vez que escuchaba a Amparo, la monitora de alfabetización del Ágata, me pareció una persona muy tranquila hablando, muy cercana, con las ideas claras. A Javier, varias veces le salió la vena de moderador que ha tenido en otras ocasiones y también aportó a la discusión la lectura de tres poemas sobre Colliure, uno de Joan Margarit, otro de Ángel González y otro de García Montero, muy apropiados y que enriquecieron aún más la tarde y cuyo enlace os adjunto para que podáis leerlos en su blog.

Y fue también Javier quién puso final a la mesa redonda con la semblanza humana, el retrato de Machado, que hace Jesús Marchamalo en su libro “36 escritores y medio” que yo aconsejo desde aquí porque hace un retrato de varios escritores de forma muy sucinta y amena.

La tarde recordando a Antonio Machado, su vida y su poesía, fue emotiva e interesante. Todos los que allí estuvieron encargándose del homenaje, o bien leyendo o conferenciando o participando en la mesa redonda, contribuyeron de forma muy generosa e instructiva al repaso de este poeta. Yo me alegré mucho de haber estado allí.

Os dejo como final con ese último verso alejandrino y huérfano que se encontró a la muerte del poeta en uno de sus bolsillos y del que tanto hemos oído hablar:

Estos días azules y este sol de la infancia.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Epi y Blas



Quizás sea porque es viernes, o quizás porque el otoño es nostálgico, o porque la cuestión del paso del tiempo siempre me da qué pensar, el caso es que no puedo dejar de buscar un momento hoy para hablar de Barrio Sésamo. Se lo debo.
Cuando era pequeña y volvíamos del colegio, mis hermanos y yo veíamos "Un globo, dos globos, tres globos" en la televisión. Cada tarde. Todos los días laborables. Siempre. Entre sus apartados había un espacio para Barrio Sésamo, para Epi y Blas, para Coco, para el Monstruo de las galletas... "Dentro, fuera". "Cerca, lejos". "Derecha, izquierda".
Hoy leo que están a punto de convertirse en "cuarentañeros"... Qué cosas.
Y al caer en la cuenta, nunca mejor dicho, retrocedes, recuerdas, y no lo puedes evitar, te sonríes.
Buen fin de semana.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El libro de las adivinanzas de Bimbo. Relato de Rocío Díaz




Hace tiempo que no os dejo un relato.

He pensado que en este mes de noviembre, con esos colores marrones y verdes tan suaves a nuestro alrededor, con ese olor a castañas asadas en el aire, ese calor casero que uno echa de menos cuando está en la calle pisando las hojas, invitan a estar cerca de una estufa comiendo rosquillas y escuchando una historia cotidiana, doméstica, y algo nostálgica.

El relato “El libro de las adivinanzas de Bimbo” fue premiado con el segundo premio en el 3º Concurso Literario María Moliner que convoca el Centro de Estudios de la Mujer de Las Rozas, en el año 2005.

Os dejo con él. Espero que os guste.








EL LIBRO DE LAS ADIVINANZAS DE BIMBO


Todo lo que sabemos del amor
es que el amor es todo lo que hay.
Emily Dickinson (1830-1886)
Poetisa Estadounidense



La abuela Chelo a menudo decía que “las equivocaciones nacen de pensar cuando hay que sentir y de sentir cuando hay que pensar”. Y estaba en lo cierto.

Decidí mi profesión el día que un olor me devolvió otro, el día que acurrucado tras el olor a pegamento, el de mis diez años me atacó a traición. Ya no recuerdo dónde estaba ni con quién, solo recuerdo percibirlo en el ambiente, reconocerlo, inspirar con todas mis ganas, apurarlo y emborracharme con ese olor a pegamento que después de tanto tiempo volvía. Solo una gota bastó para que se colara dentro de mí poniendo patas arriba mi vida, sacando del último cajón de mi memoria todos los pantalones cortos de entonces, todas las canciones, todas las voces. Sacando a mi abuela. Mi abuela sabia.



Mientras Uri Géller doblaba aquellas cucharillas en el programa de José María Iñigo, a mi hermano Fernando le gustaba una chica de clase. La chica del pupitre de delante, que parecía mayor que él y mayor que todo aquel aula entero de bachillerato. Por las noches soñaba que se desnudaba solo para él, entre sueños creía ver su cabeza, su coleta, su cuello, su espalda, pero el resto, el resto del cuerpo que veía era el de Maria José Cantudo que había protagonizado el primer desnudo integral de la época y cuyas fotos ligerita de ropa habían corrido por debajo de los pupitres de toda España tan deprisa como si quemaran entre las manos. Tenía que ser el de la Cantudo porque de la chica que le tenía el alma estrujada, lo que mejor conocía, lo único que conocía y conocería nunca, era su espalda. La de poemas que pudo mi hermano escribir a los lunares de su cuello, a sus omóplatos, al nacimiento de su pelo, a las etiquetas de su ropa... incapaz de ponerse frente a ella para nada más que morirse de la vergüenza, de tan pequeño se sentía a su lado.

Uri Géller doblaba aquellas cucharillas en el programa de Iñigo, cuyo bigote ya hacía semanas que a mi hermano Fernando le traía por la calle de la amargura. Él que cada día se contaba y recontaba los escasos pelillos que iban naciendo sobre su labio superior no podía acabar de entender cómo y porqué la vida marcaba esas diferencias entre las personas. Pero mientras a Fernan le reconcomía por dentro el mostacho del famoso presentador, a mi hermano Carlos se le dilataban los ojos viendo aquello tan impresionante de las cucharillas, tanto que desde aquel día y durante una temporada no hubo manera de que mi madre encontrara alguna al ir a poner la mesa. Sacar el mantel y oír la voz materna chillando “Carlos, demonio de crío, trae acá las cucharillas...” era todo uno.


Mis abuelos habían venido del pueblo a pasar unos días porque tenían que hacerles unas pruebas en el hospital. Para dejarles una habitación libre y que tuvieran algo más de intimidad, nos habían amontonado a todos en la otra habitación, acoplando nuestras noches entre las literas y un par de colchones tirados en el suelo. A los pequeños nos hacía más ilusión la novedad, eso de tumbarnos ahí todos juntos era muy emocionante, como si estuviéramos de acampada, a los mayores con más exámenes que estudiar, con ese afán de independencia y privacidad con que te viste la adolescencia ya no les hacía tanta.

Mi hermana Carmencita que quería ser María Magdalena, que quería llorar pegadita a Camilo Sesto en Jesucristo Superestar, suspiraba por una entrada para el teatro Alcalá Palace que nunca llegó a tener; mientras tanto se encerraba en el único cuarto de baño para tararear a voz en grito las canciones del musical. Mi hermana Merche que en los últimos días había discutido tantas veces con ella por si estaba mejor Camilo Sesto que Braulio, aporreaba la puerta para que saliera, no más enfadada porque estuviera dentro, que por que “Sobran las palabras” hubiera quedado en décimo sexto lugar en Eurovisión, dándole oportunidad a Carmencita para que se metiera con ella por lo bajini y con muy mala idea cantando aún más alto Getsemaní: “Quiero saber, quiero saber Señor, quiero saber, quiero saber Señor, por qué he de moriiiiir...”. Porque ella lo sabía, que era por eso, y solo por eso. Lo peor pensaban ambas, era encima tener que compartir uno de los colchones...

Ajenos a las peleas entre las chicas, ajenos al desamor de Fernan, ajenos a la impotencia de Carlos frente a la rigidez de la cubertería, mi hermano gemelo y yo teníamos nuestro propio drama. Habíamos hecho una apuesta con los amigos del cole que consistía en que el primero que terminara una colección que estábamos haciendo se llevaría la bola loca que tenía uno de ellos. Nuestro amigo Fede, el de la panadería, hijo de la ley del mínimo esfuerzo y amante de la vida contemplativa, prefería un álbum con todos los cromos ya puestos que ir juntándolos y pegándolos, que ir dando saltos por la vida con la bola loca esa. Demasiado cansado para él. “Bola loca, cantaban en el anuncio, el juego loco, loco del verano”. Faltaba demasiado para que vinieran los Reyes Magos y era una forma limpia y honrada, como decía mi padre, de conseguir el juego para los dos...

Lo malo era que después de habernos hecho con todos los cromos, después de haber cambiado los que nos sobraban hasta conseguir justo, justo los que necesitábamos, que ni Sppedy González lo hubiera conseguido tan rápido, se nos había terminado el pegamento. No podíamos tener tan mala suerte... no podíamos. “¡No importa, el remedio pegamento Imedio!” decía la radio... y a nosotros que se nos había acabado justo, justo en el cromo número 216. A 10 cromos para acabar la colección y se nos acaba el Imedio banda azul. Por más que lo habíamos escurrido, por más que lo habíamos aplastado y doblado bien estrechito, estrechito para estrujar hasta la ultima gota transparente, del tubito no salía más que el olor.

Y el libro de las adivinanzas de Bimbo a falta de 10 cromos, diez. A nuestro alrededor una casa llena de gente que no podía entender nuestro gran problema. Una madre preocupada por la cena para diez personas, un padre y un abuelo enfrascados en el “Hombre y la tierra”, que ninguno de los dos se lo perdía por nada del mundo. Unas hermanas con su guerra particular, un hermano mayor escribiendo poemas a una espalda y un segundo luchando por que aquellas cucharillas se doblaran de una santa vez, acumulando los destrozos por los rincones. Todos, todos ellos tan llenos de sus problemas que no podían estar a nuestra desgracia. “Imedio no es solo un pegamento, es pegamento y medio” decía otro de los anuncios y nosotros destrozados a 10 cromos, diez, del final. Bimbollos, Bonys, tigretones, la de bollos de Bimbo que nos habíamos podido comer, un millón de todos ellos en busca de los cromos dichosos para que ahora a ultime hora se nos adelantara otro de la panda y nos arrebatara prácticamente de las manos la bola loca.

Mi abuela fue la única que notó nuestra pesadumbre, la única. Acercándose con una mirinda de naranja entre las manos nos dijo bajito que si queríamos un poco, mientras se hacía un hueco a nuestro lado. Mirando a ambos lados por si nos veía nuestra madre que no nos dejaba beber refrescos a esas horas porque nos quitaban el hambre, le dimos dos traguitos muy rápidos el uno después del otro a su vaso. Y eso, como bien sabía nuestra abuela, nos soltó la lengua. Dimos pelos y señales a la abuela de la bola loca, el álbum de las adivinanzas, todos los bollos de Bimbo y Fede. Parecía mentira que la mirinda a pesar de tener un color tan parecido al “mejoral infantil” supiera tan bien, que actuaba como el suero de la verdad de las películas, pero ahí frente a nosotros seguía el álbum con sus diez cuadritos vacíos, y el montoncito de los diez cromos, diez a su lado. “¡No importa, el remedio pegamento Imedio!”. La abuela entendió perfectamente nuestra aflicción, y nos regaló una cara de circunstancias que nosotros no hubiéramos dibujado mejor. Movió la cabeza lentamente calibrando la situación y nos echó otro traguito de mirinda a escondidas, mientras pensaba en las posibles soluciones a nuestro gran problema. Se recolocó en la espalda el cojín de ganchillo que encontró más a mano, y antes de terminar de colocárselo nos miró por encima de sus gafas de ver y nos dijo sonriendo con complicidad: “¡Creo mocitos que ya lo tengo!”.

- Pero madre usté estese tranquila en el comedor que yo me apaño...

Sorteando a mi madre como pudo, entre echarle una mano con la ensalada y otra con el postre la abuela nos preparó la receta mágica. Nosotros desde el umbral la veíamos trastear, la mirábamos entre el respeto que nos habían enseñado a tenerle y el escepticismo, entre el cariño que la teníamos y el agobio que nos reconcomía. En pocos minutos salió de allí removiendo un líquido blanquecino. Aquel engrudo de harina y agua no olía tan bien como el pegamento Imedio banda azul, pero cumplió su función a las mil maravillas. Un milagro, aquello si que era un milagro y no la tontería esa del Uri Géller, decíamos mi gemelo y yo mientras cromo a cromo íbamos rellenando los diez cuadritos vacíos del libro de las adivinanzas de Bimbo.


La abuela Chelo murió meses después, y allí estuvimos todos, los seis nietos con nuestros padres. Cada uno guardaba en su interior un momento en que su presencia había aliviado nuestros problemas, cada uno de nosotros guardaba un trocito de su sabiduría a la justa medida de nuestros males, sabiduría que ella había adivinado cómo y cuándo prestarnos.

Cada uno de nosotros, como en un ritual familiar, rellenó un papelito dándole las gracias que echamos sobre ella. No sé muy bien porque escribieron esas palabras los demás, eso no lo contaron. Pero sus papelitos rezaban: “Iñigo” y “Uri Géller”, “Camilo Sesto” y “Braulio”. Mi hermano gemelo y yo repartimos en dos trocitos del mismo papel nuestras gracias, en uno escribimos “pegamento” y en el otro “Imedio”.



Decidí mi profesión el día que un olor me devolvió otro, el día que acurrucado tras el olor a pegamento, el de mis diez años me atacó a traición.

Muchas veces he pensado si en aquel momento me dejé llevar por un arrebato sentimental más que por una verdadera vocación, en todos los malos momentos que me ha dado esta profesión dedicada a la geriatría, en los momentos más tristes, en los dolorosos de las enfermedades degenerativas, pienso si no sería cierto eso de que las equivocaciones nacen de los momentos en que en vez de pensar, sentimos.

Pero sea o no cierto, el olor del pegamento me devuelve el de mis diez años, me devuelve un sentimiento de gratitud tan absoluto, tan entrañable hacia la abuela Chelo que no se puede encerrar en las cinco letras de la palabra “Imedio”.

©Rocío Díaz Gómez

Homenaje a Machado en Villaverde Alto. Convocatoria Literaria. 5 noviembre


En Villaverde Alto, un barrio del sur de Madrid donde asistí muchos años a un taller de creación literaria, este jueves 5 de noviembre, hay un homenaje al poeta Antonio Machado, con motivo del 70 Aniversario de su muerte.

Una amiga y poeta, Feli Martinez, está organizándolo como parte integrante de la Asociación de Minusvalidos Físicos de Villaverde (AMIFIVI). Dicha asociación en colaboración con la Biblioteca Pública Maria Moliner y nuestra Tertulia Literaria del Café Galdós nos tienen preparados un homenaje con un programa muy completo:

- 16:00-17:00 horas - Presentación del acto y Lectura de poemas

- 17:00-18:00 horas - Proyección del documental sobre la vida de Antonio Machado

- 18:00-19:00 horas - Conferencia a cargo del poeta Enrique Gracia "Los hermanos Machado detrás de la Poesía"

- 19:00-20:00 horas - Mesa redonda-coloquio: "Machado, su época y su legado". Integran la mesa los poetas Enrique Gracia, Aureliano Cañadas y Javier Díaz Gil moderada por la poeta Feli Martínez.

- 20 horas: Cierre


Yo creo que puede ser muy interesante.


Jueves, 05 de noviembre de 2009

16:00 - 20:00

Biblioteca María Moliner. c/ Villalonso, 16. Villaverde Alto. Madrid

lunes, 2 de noviembre de 2009

2 de noviembre. Día de los Difuntos.


Hoy, 2 de noviembre, todos sabemos que es el día de los difuntos.


¿Pero quién lo instauró? Para contestar a esa pregunta mucho mejor de lo que haría yo, prefiero dejaros con este enlace a la página de Nieves Concostrina (Madrid 1961) donde explica, de la forma amena que siempre habla ella, de dónde viene este día y de dónde viene la expresión "rollo macabeo". Para quién no la conozca, solo decir, que es una periodista y escritora que trabaja en Radio Nacional de España, los fines de semana en el programa "Hoy no es un dia cualquiera" de Pepa Fernandez, y los laborables en el de Juan Ramón Lucas "En días como hoy" donde a las 7,35 habla de la efeméride del día.




Pero yo de lo que os quería hablar hoy, dado el día que es, es de algunas cuestiones relacionadas con el lenguaje y los difuntos: ¿Hay diferencia entre cremar e incinerar? ¿Es correcto decir "lucir brazaletes negros"...?


He recogido algunas recomendaciones que hace la Fundeu (Fundación del Español Urgente, una fundación sin ánimo de lucro fruto de la unión entre la Agencia EFE y el BBVA, cuyo principal objetivo es el buen uso del idioma español y de la que ya os he hablado otras veces) sobre algunos de éstos términos. Yo creo que son interesantes, a ver que os parecen a vosotros:




«cremar», sinónimo de «incinerar»
02/11/2009

La Fundación del Español Urgente indica que el verbo cremar puede utilizarse con el sentido de incinerar.


Cremar e incinerar tienen el significado de 'reducir algo, especialmente un cadáver, a cenizas'. Si bien el uso mayoritario en España es incinerar, hay que tener en cuenta que en muchas zonas de Hispanoamérica se emplea cremar, verbo que ya recoge el Diccionario esencial de la lengua española. Además, las voces crematorio y cremación son de uso habitual y correcto en el español general.


Por tanto, son igualmente adecuadas en español frases como: «Incinerar un cuerpo costará desde enero 403 euros» o «Cremar un cuerpo costará desde enero 403 euros» y «Se incinera más que se entierra» o «Se crema más que se entierra».La Fundéu BBVA señala que se puede utilizar cremar con el mismo significado que incinerar.



Lucir brazaletes negros
26/12/2007


La Fundéu ha observado que es frecuente el uso de la expresión errónea lucir brazaletes negros.


Aunque también se da en otros contextos, lo habitual es que esa expresión aparezca en las noticias sobre deportes, especialmente de fútbol, en las que los periodistas que cubren la información cuentan que los jugadores salieron al campo con brazaletes negros en señal de luto por la muerte de algún compañero o de alguna persona relacionada con su deporte. En esas ocasiones, muchos redactores optan por usar el verbo lucir, sin tener en cuenta que lo habitual en español es que se luzcan los adornos, y un brazalete negro no es un adorno ('aquello que se pone para la hermosura o mejor parecer de personas o cosas').


Así, en frases como: «Los encuentros comenzaron con diez minutos de retraso en señal de duelo, donde jugadores y colegiados lucían brazaletes negros en recuerdo de la muerte del…» o «…en medio de una concentración de personal sanitario del centro, muchos de los cuales lucían brazaletes negros».


Debería haberse usado simplemente el verbo llevar: «Los encuentros comenzaron con diez minutos de retraso en señal de duelo, donde jugadores y colegiados llevaban brazaletes negros en recuerdo de la muerte del…» o «…en medio de una concentración de personal sanitario del centro, muchos de los cuales llevaban brazaletes negros».



"Disparar mortalmente"
20/12/2007


La Fundéu ha observado que en ocasiones se utiliza de forma errónea la expresión disparar mortalmente.En los medios de comunicación, especialmente en las secciones de sucesos, aparece esa expresión para referirse a un disparo que ha ocasionado la muerte de alguien: «… el individuo se abalanzó sobre ellos y forzó a un agente a disparar mortalmente sobre él»; «… uno de los delincuentes detenidos resultó herido de gravedad tras disparar mortalmente contra el agente que intentaba detenerlo».


La Fundéu aclara que mortalmente es incorrecto porque este tipo de palabras ―los adverbios― se utilizan para explicar cómo se desarrolla la acción, es decir, complementan al verbo, y no a otros elementos de la frase. Y si con disparar mortalmente lo que queremos decir es que la víctima del disparo murió a causa de este no nos estamos refiriendo a la forma de disparar.


Por lo tanto, habría sido más correcto escribir: «… el individuo se abalanzó sobre ellos y forzó a un agente a dispararle de muerte»; «… uno de los delincuentes detenidos resultó herido de gravedad tras matar de un disparo al agente que intentaba detenerlo».



«Cuerpos»

19/07/2007


La Fundéu ha observado que se está utilizando de forma abusiva la palabra cuerpos en lugar de cadáveres.


En las noticias sobre el accidente de avión ocurrido en el aeropuerto de São Paulo (Brasil), y también en la mayor parte de las informaciones sobre accidentes en los que se producen muertes, es muy llamativa la tendencia a evitar el uso de la palabra cadáveres y emplear en su lugar el eufemismo cuerpos. Quizás se trate del resultado de las malas traducciones del inglés corpse.


La definición de cadáver que encontramos en el Diccionario de la Real Academia (DRAE) es bien clara y sencilla: 'cuerpo muerto'. Y si miramos también en el DRAE la definición de cuerpo, veremos que puede significar muchas cosas; tiene veinte acepciones, y entre ellas (la 12.ª) aparece también la de 'cadáver'.


Pero aunque esa palabra, cuerpo, pueda funcionar como sinónimo de cadáver, no es aconsejable que se opte por no usar nunca esta última; si en español tenemos una voz tan específica como cadáver para designar a un cuerpo muerto, no es lógico que en el lenguaje periodístico esta se vea desplazada por otra mucho más general y que, en principio, no implica la idea de muerte. Conviene huir de los usos eufemísticos y parece claro que nos hallamos ante uno de ellos.


Por ello, la Fundéu repite la recomendación que ya hizo en el 2005 e inidica de nuevo que en las noticias sobre accidentes con muertos se prefiera la palabra cadáveres.


«Féretro» y «Sarcófago»

12/01/2007


La Fundéu ha observado un uso inadecuado de las palabras féretro y sarcófago.


A propósito del hallazgo del sepulcro de san Pablo y de otras noticias similares, la Fundéu ha advertido que se emplean indistintamente féretro y sarcófago en noticias como: «... se ha intentado visualizar el contenido del sarcófago a través de rayos X, pero el grosor de las paredes de mármol del féretro lo impide, por lo que se estudia la posibilidad de abrirlo».


Con féretro nos referimos a la urna o caja cerrada, generalmente de madera, en la que se transporta el cadáver de una persona; se refiere, por tanto, a un objeto movible (del latín ferre 'llevar'). En cambio, con sarcófago se alude a la construcción, generalmente de piedra, y con ubicación fija, que contiene uno o varios cadáveres introducidos o no en sendos féretros.


En el ejemplo anterior, por tanto, son las paredes del sarcófago y no las del féretro las que dificultan la visión del interior.


Por ello, la Fundéu recomienda emplear féretro para referirse a la caja utilizada para transportar el cadáver de una persona y sarcófago solo en los casos en los que nos refiramos a una construcción inamovible utilizada para dar sepultura a uno o varios cadáveres.


«Calcinado» y «Carbonizado»

27/09/2005


Se recomienda que se evite el adjetivo calcinado para referirse al estado en que queda una persona cuando muere abrasada y se recurra al calificativo carbonizado.


Según el Diccionario de la Real Academia Española, el verbo calcinar significa 'reducir a cal viva los minerales calcáreos, privándolos del ácido carbónico por el fuego' y también 'abrasar por completo, especialmente por el fuego', mientras que carbonizar significa 'reducir a carbón un cuerpo orgánico'.


Por lo tanto, en nuestro idioma como solo se calcinan los minerales, no se puede hablar de calcinado para referirse a una persona que ha muerto abrasada, sino que se debe hablar de carbonizada.


Igualmente, en las informaciones sobre incendios forestales no se debe hablar de «árboles calcinados», pues se olvida que los árboles se carbonizan porque se hacen carbón y no cal.El uso de calcinar como sinónimo de carbonizar puede deberse a la influencia de la palabra francesa calciner que significa reducir a carbón o a cenizas.Se recomienda, en consecuencia, que se utilice el verbo carbonizar cuando se trate de personas y calcinar cuando se haga referencia a aquellas materias que no sean orgánicas. Así pues, las personas se carbonizan y los automóviles, por ejemplo, se calcinan.