Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

martes, 6 de octubre de 2009

Un poema de Jesús Jiménez Reinaldo


Hoy me he tropezado de nuevo con un poema. Y de nuevo, también, me ha hecho sonreír. Me gusta tanto cómo me gustó cuando lo leí por primera vez.

Es de Jesús Jiménez Reinaldo.

A Jesús le conocí gracias a Javier Díaz Gil, gracias a nuestro taller de creación literaria. Después tuve la suerte de que me publicaran un par de relatos en la revista literaria Luces y Sombras, en el número 23 (diciembre de 2007), de la que Jesús es codirector, y gracias a eso compartimos varias presentaciones de la revista. Después hemos coincidido en lecturas poéticas, en tertulias, en otras presentaciones y siempre su compañía ha sido amena, interesante e instructiva.

Jesús Jiménez Reinaldo, reside en Rivas Vaciamadrid (Madrid), donde es profesor de Lengua Castellana y Literatura en un Instituto de Enseñanza Secundaria. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza y resumiendo mucho podríamos decir que tiene diversos premios en su haber como poeta y narrador, es colaborador habitual de varios periódicos y publicaciones, ha codirigido durante un tiempo la tertulia “Indio Juan”, ha formado parte de diversos jurados de premios literarios y ha impartido conferencias.

Este poema que os dejo aquí, obtuvo el año pasado, entre más de trescientos poemas participantes, el primer premio en la quinta edición del Premio Internacional de Poesía Gil de Biedma y Alba, convocado por el Ayuntamiento de Nava de la Asunción.

Se titula “Por Boston, con un radiador de aceite y un bocadillo de mortadela

Y dice así:



"Por Boston con un radiador de aceite y un bocadillo de mortadela"

(Jesús Jiménez Reinaldo)


He tenido un indio sioux,

durmiendo en el jardín de mi casa,

durante más de una década.

Vino un día cualquiera,

al terminar la jornada en una obra del centro de la city,

y se quedó sin oposición con la caseta del perro.

Las autoridades me obligaron a empadronarlo en mi hogar,

como si fuera uno más de la familia,

y lo sumé a mi declaración de Hacienda,

y a los partidos de los Celtics,

bebida fría y perritos calientes.

A los vecinos no les gustaba su aspecto

y se quejaban, sobre todo, porque andaba mucho de noche,

sigiloso como gato de callejón.

Y lo mismo aparecía inesperadamente entre el ramaje,

que ocupaba por sorpresa cualquier cuarto de baño.

"Estar desocupado" les decía; "Tú no usar ahora,

indio tener ganas." Y tomaba una cerveza de la Westinghouse

y se iba a mirar las estrellas desde los bajos del sauce.

Como era inteligente,tenía cada día más tiempo libre.

Se pasaba las tardes de marzo cultivando el jardín,

abonando la tierra para la floración de los narcisos,

escardando las malas hierbas en busca de limacos,

siempre con su rastrillo y su azada.

Desde hace diez años

no roban en mi barrio.

Se rumorea que el sioux imponía una ley no escrita,

que defendía el jardín y los alrededores

como si todo fuera suyo,

que era verdaderamente feroz con los amigos de lo ajeno.

Tan bien se comportaba con los nuestros

que los niños del barrio lo habían adoptado como propio

y hablaban todo el tiempo con infinitivos.

Pero hoy no lo encontramos. Son las doce de la noche

y el jardín parece vacío sin sus ojos de lechuza.

Tal vez se haya puesto enfermo, de manera imprevista,

y no nos ha podido avisar de su ausencia.En los hospitales no está.

Y esta noche, qué insólito,

no ha habido crímenes en Boston.

De casa solo nos falta un radiador de aceite

y el bocadillo de mortadela de mi hija pequeña.

Tal vez con estos datos puedan encontrarlo.

Es que le echamos de menos,

no sabe cuánto,

señor agente.

Y para ustedes consta que es de mi familia.

Avísenos en cuanto lo encuentren,

que mañana tenemos timba de póker

y luego juegan los Celtics contra Cleveland.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios me enriquecen, anímate y déjame uno