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jueves, 6 de agosto de 2009

Microrelato de verano de Rocío Díaz Gómez


Dice mi amigo David una frase que a mí me ha gustado mucho “La vida es una especie de chistera de mago”. Y es verdad ¿No es así?


Me lo ha dicho a propósito de algo que me pasó ayer. Algo extraordinario y digo lo de extraordinario porque desde luego se salió de lo ordinario. Y lo que es más importante: me alegró el día.


Lo que pasó ayer tiene detrás una historia que lo hace aún más curioso:


Porque yo suelo escuchar "El ojo crítico", ese programa de Radio Nacional de España sobre cultura que hay de 19 a 20 h de lunes a viernes, que siempre es interesante. Pero aunque lo suelo escuchar siempre que puedo, no puedo obviamente todos los días, claro... y menos ahora en verano que uno sale más y me pilla en la piscina o de vacaciones o tomando algo... Vamos que es más raro. Pero justo el otro día, el jueves o el viernes estaba en casa y vi que aún podía escuchar algo y al encender la radio dio la curiosidad de que hablaban de un concurso de microrelatos pero la verdad es que como la noticia estaba empezada no me enteré del todo bien, pero debe ser que me quedé con la copla. Y ayer, que terminaba ayer miércoles, no sé por qué alguien en el trabajo dijo algo de las quemaduras solares y por esas asociaciones raras que uno hace sin querer, me acordé del premio y me acordé de que el concurso del Ojo Crítico tenía ese por tema, y también de que me sonaba que yo tenía un micro que más o menos hablaba de eso. Pero a ciencia cierta no sabía seguro cuando terminaba el plazo, ni las palabras máximas, ni si tenía que ser con seudónimo... Pero estaba tan agobiada con cosas del trabajo (que parece mentira que sea agosto) que me dije: "Mira voy a desconectar diez minutos y voy a hacer esto... que me he ganado un ratito... me lo merezco" Y ahí me tenéis a cien por hora buscando el micro, releyéndolo deprisa, repasándolo, ajustando a lo que más o menos pensaba que sería de longitud y muy rápido todo les mandé un correo diciéndoles que bueno que me parecía que pedían eso, pero que si no me ajustaba a las bases pues que lo entendía y que al menos así aprovechaba para darles la enhorabuena por el programa. Y después de hacer todo eso en un tiempo record, resulta que el correo en cuestión veo que se me queda en la bandeja de salida estancado porque justo el correo en ese momento en el trabajo no iba nada bien. Así que yo ya convencida de que con tanta aceleración no se pueden hacer las cosas y que de ahí no saldría nada de nada. Llegaron las tres hora de irme a casa y ahí seguía el correo en la bandeja de salida, así que me encogí de hombros y para casa.


Y cuando llego al trabajo ayer, me fijo, y veo un "entregado" de Radio Nacional de España y digo ¡anda pues sí que llegó! Y no me volví a acordar en todo el día. Cuando resulta que estoy ayer por la tarde hablando por teléfono y veo que son las siete y media y le digo a la persona del otro lado del teléfono: "Oye que ahora te llamo que es que justo está el programa éste que me gusta y voy a ver porque he mandado un micro, a ver si dicen algo más y me entero bien..." pero sin la más minima esperanza ni nada de nada, solo para saber... Y justo, justo enciendo la radio y ¡oigo mi nombre! A veces pasan cosas así, cosas increíbles, casualidades mágicas que de pronto dices: ¡¡Pero bueno que esa soy yo!! Y estoy en la radio, y me están leyendo... Jo, qué gracia. Bueno ¡que cosas! es que no me lo creía, y qué graciosa y qué bien dramatizado por parte de la lectora, con su música de fondo de los "¡Ángeles de Charlie!" y todo... De verdad que me ha dado una cosa de oír mi nombre en la radio y de ver que lo leían así tan curioso, con la de incidentes que había tenido para mandarlo, que había sido una cosa así sin prestar demasiada atención ni nada... que es increíble.


Y bueno toda esta historia es para dejaros el micro en cuestión. El tema eran Quemaduras Solares, la extensión menos de 350 palabras. Y el premio un lote de libros. Qué mejor regalo. En el blog del Ojo Crítico han dejado la noticia. Y me dijeron cuando hablé con ellos por teléfono que colgarán el audio del relato leído en la página de Radio Nacional de España, así que estaré pendiente y cuando lo hagan os lo dejaré aquí porque es muy curioso cómo lo dramatizaron.


Aquí os transcribo el micro:



BOCA ABAJO

Tenía trece años y una piel más blanca que la leche Frixia que entonces compraba mi madre.

Eran los tiempos en que todavía la mercromina y el agua de sal lo curaba todo, tiempos de estirar y estirar aburridos veranos en las playas de la Costa Brava.

Hasta que hice aquel descubrimiento dentro del puesto de Avidesa.

¡Dios! No lo podía creer. Era igual, igual que Starsky, el de Hutch. Quizás más alto, más fuerte, no tan moreno, ni su pelo tan rizado... pero ¡vamos! que prácticamente igual. No podía creerlo. Pero aún creí menos el guiño y el beso que me tiró desde dentro del puesto.

Vuelta y vuelta, vuelta y vuelta, y otra vez vuelta y vuelta en la toalla. Así una y otra vez. Una y otra. Hasta que me armé de valor y fui a por un helado.

Entonces me dijo aquello de “Nena, cuánto te pareces a Sabrina, la de los Ángeles de Charlie”. ¡Madre mía...! Como una medusa hinchada por el piropo, floté esponjosa alrededor del puesto... ¡Madre mía...! Hasta que recordé que mi hermano decía que “...de las tres, Sabrina era la más plana”.

A partir de ahí pasé todo el día tumbada boca abajo en la toalla. Siempre boca abajo, por favor que no me viera por delante, que no se fijara... Boca abajo, pero sin quitarle ojo, sonriendo tontamente.

Boca abajo.

Boca abajo.

Boca abajo.

Dorándose mi piel. Enrojeciéndose. Tostándose. Achicharrándose. Hirviendo con casi quemaduras solares de segundo grado.

Seguí boca abajo durante casi tres semanas, noche y día, día y noche.

Aquel amor duró lo que dura una insolación. Aún el olor a vinagre me devuelve aquel guiño y aquel beso que me llegó desde dentro de un puesto de Avidesa, ese vinagre que mi madre echaba sobre mi piel para curar las quemaduras. Aún el olor a vinagre termina recordándome el primer plantón de mi vida: el que me dió tres semanas después un Starsky de Casteldefells.

Aquel, que no curó el vinagre ni tampoco las lágrimas que cabrían en un enorme y salado Mar Mediterráneo.
©Rocío Díaz Gómez


2 comentarios:

  1. Pues lo voy a intentar de nuevo.
    Comentario anónimo,por eso de ahorrar tiempo burocrático. Pero espero que sepas que soy la de la no gripe A. Para tu información el moco sigue cayendo.
    El caso es que yo también soy asidua al ojo crítico así que me ha gustado mucho la historia lateral. Casi todos los días que tengo trabajo lo escucho y da un gustirrinín en Bruselas con el fresquito y ellos hablando del festival de Mérida o de cosas que pasan por Madrid con el calorcito... Es una forma de tener un pie aquí estando allá.
    El caso es que quería darte las gracias por email de esta mañana tan cargadito.
    Y probar si puedo con la tecnología.
    Besos
    Paloma

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  2. ¡Ahora sí que sí!

    Ahora sí que tenía un correíto avisándome de que un anónimo "Besos Paloma" me había dejado un comentario. ¡Por fin! Y el monstruo de la técnica se fue desinflando y desinflando hasta perderse por el sumidero de las cosas que nos parecían insalvables y luego no lo eran tanto. Espero que tu gripe también poco a poco se vaya pasando y que ya sea desde Bruselas o ya de vuelta a estos Madriles hasta que te vuelvas a ir (que conociéndote será lo más probable) me sigas visitando y dejando huella de tu visita. Gracias a tí. Un abrazo fuerte.

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