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jueves, 9 de julio de 2009

Dichos y Frases hechas



A mí siempre me ha parecido muy curioso el origen de algunas expresiones o frases hechas.

Os voy a dejar aquí hoy un par de ellas. "Se va a armar la gorda" y "Sin decir agua va".

Se va a armar la gorda
Así decimos para amenazar o anunciar que se puede producir alguna pendencia o alboroto ruidoso. Aunque parece que ya se hablaba de la gorda antes de la revolución de 1868. Fue en los meses anteriores a septiembre de ese año cuando se popularizó esta expresión para referirse a la revolución que se avecinaba y que el pueblo anunciaba y al mismo tiempo sentía “como una tormenta que se les venía encima”, algo que se adensaba en el ambiente y que podía explotar en cualquier momento. En la calle, en los cafés, en las tertulias y mentideros de Madrid, se preguntaban cuándo “se iba a armar la gorda”, que según creían, resolvería una situación que ya resultaba insostenible. La gorda era la revolución y al fin se armó el 29 de septiembre de 1868 contra Isabel II, provocando la caída de los Borbones.
Un testigo de la época, Eusebio Blasco, en unas charlas que da en 1898 en el Ateneo madrileño sobre el Madrid de 1868, nos cuenta cómo, al incorporarse a la capital como periodista “no oía más que una palabra que se le grabó en el oído, palabra que repetía todo el mundo, que era la expresión de toda una época, el anuncio del fin de una sociedad y de la aparición de una nueva. Madrid repetía en voz baja y a todas las horas: “¡La gorda: se va a armar la gorda, viene la gorda”.
Luego ya quedó en expresión popular para indicar cualquier alboroto o pendencia que se avecinaba o que se iba a armar. Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta: “Lo que él quería era que se armase la gorda; pero muy gorda, a ver si...”

Sin decir agua va
Significa “sin avisar” y se utiliza como reproche a quién nos ocasiona un daño o pesar sin habernos prevenido. Esta locución recuerda a los tiempos en que se vaciaban los orinales en la calle arrojando su contenido desde la azotea de las casas, que entonces servían de excusado, al grito de “agua va”. Parece que no siempre se avisaba o, al menos, no con tiempo suficiente para evitar molestas salpicaduras. Hasta el siglo XIX no se impuso la necesidad de instalar letrinas en el interior de las casas.
Había disposiciones municipales que regulaban el modo y la hora para este vaciado de inmundicias y aguas sucias en la calle. La hora, que solía ser al anochecer pero que variaba según fuese verano o invierno, era una de las llamadas “hora menguada” o desdichada, para las calles, y por supuesto, para quienes transitaban por ellas...
Lo amenaza de que se previniese cada uno. Particularmente cuando se iban a decir que verdades que podían molestar. Quevedo en Romances varios: “Chitona ha sido mi lengua /habrá un año, y ahora torno/ a la primer taravilla: / agua va, que las arrojo / quítenseme de delante”.



Del libro,
"¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario"
Jose Luis García Remiro. Alianza Editorial

1 comentario:

  1. Rocío
    tienes un blog superinteresantísimo. Qué pena que no hayas empezado antes a publicar cosas.
    ;-)
    Un besazo

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