Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

martes, 30 de junio de 2009

Emilio Gastón en el Café Galdós







Hace un par de miércoles tuvimos la suerte de tener en nuestra tertulia a Emilio Gastón. El miércoles 17 de junio del 2009.

Para ser justos, tengo que decir que vino gracias a Sagrario, que es una compañera de la tertulia que estuvo en la lectura poética que él hizo el lunes 15 de junio en la Biblioteca Nacional, dentro del ciclo Poetas en vivo, organizado por la Obra Social Caja Madrid y que presenta Enrique Gracia Trinidad. Sagrario estuvo allí y le invitó muy acertadamente a que el miércoles siguiente se pasara por nuestra tertulia.

Y él, junto a su mujer y a unos amigos, nos visitaron. Qué sorpresa y qué suerte.

Emilio Gastón es poeta, escultor, político y abogado. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza.

Como dicen en todas partes, y para resumir:

“Este aragonés es hombre de múltiples saberes, inconforme, rebelde, heterodoxo, abogado de todas las utopías, fundador de partidos federales, partícipe de Juntas Democráticas, activo diputado constituyente, Justicia de Aragón, rapsoda impenitente, defensor de causas perdidas, escultor, poeta ... Y es junto a Miguel Labordeta, uno de los grandes contribuyentes a la aportación épica de la generación de poetas aragoneses que por los años 50 y 60 constituyó la O.P.I (Oficina Poética Internacional) del Café Nike de Zaragoza. Además de ser autor de múltiples libros de Poemas.”

Pues bien, este hombre tan importante, estuvo en nuestra tertulia hace un par de miércoles como uno más. Cambiándose de sitio cuando las prioridades de los dueños del Galdós lo veían conveniente. Soportando con buen humor las incomodidades de sitio y ruido que conlleva siempre el traslado. Apretujándose con nosotros, esforzándose por oírnos, recitándonos de memoria sus largos poemas, salpicados de palabras tan peculiares y tan suyas como “ipsofactamente”, sin perder ni un momento la sonrisa. Todo fue tan espontáneo, tan sencillo, tan natural como especial.

La verdad es que tanto su mujer como él, fueron muy agradables con nosotros y daba gusto estar con ellos.

Este fin de semana su mujer, María del Carmen Gascón, nos ha enviado un par de fotos que hizo ese día inmortalizando el momento y que son las que encabezan esta reseña.

Muchas gracias a los dos.


PROSEQUAMUR MEDITANDO


Abro con negligencia
mis armarios roperos del recuerdo …
y me pongo el corazón que más me gusta,

Pero no es más que simple debilidad,
Y es que los corazones
los recuerdos
las ilusiones
las esperanzas
tienen su estante de alma en el armario
como las lapiceros
los zapatos,
las guías telefónicas …
y el traje.

Mi corazón a cuadros de la tercera percha
saltó en gritos patrióticos un día.
Aquel desparramado por la luna
conserva las ingenuas cicatrices
del pequeño amoreo que soñaba.

Por encima de todas estas cosas,
de los gritos patrióticos incluso…
está el chillido tierno y humanísimo
de los viejos teatros y mercados…
recién desmantelados para siempre-

Emilio Gastón

"Autopsia de un cadaver" es una redundancia según la Fundeu

Dice la página de la Fundeu, a raiz de todas las noticias de Michael Jackson, que la expresión "Autopsia de un cadaver" es una redundancia.
La Fundeu es una institución sin ánimo de lucro que vela por el buen uso del idioma español. La Fundeu nace por una asociación entre la Agencia EFE y el BBVA. Y su página es http://www.fundeu.es/
De vez en cuando yo entro en su página porque siempre dice cosas interesantes sobre el lenguaje. Y siempre que tengo alguna duda les consulto con un correo y contestan muy rápido. Son muy eficientes.

Bueno pues dicho ésto, hoy leo en su página que han observado con motivo de la muerte de Michael Jackson que se utiliza muy a menudo la expresión "autopsia de un cadaver" y está mal dicho.

Os copio palabras textuales.


«autopsia de un cadáver», redundancia

29/06/2009

La Fundación del Español Urgente advierte del uso redundante de la expresión autopsia de un cadáver.

La definición de autopsia es 'examen anatómico de un cadáver para determinar las causas de su muerte'; por lo tanto, este término ya lleva implícito en su significado que solamente puede hacerse a un cadáver.

Estos últimos días se han oído o leído frases como «La autopsia al cadáver de Michael Jackson ha concluido poco después de la medianoche» o «Los familiares de Michel Jackson piden que se haga una segunda autopsia al cadáver».

En ambos casos debió decirse «La autopsia de Michel Jackson ha concluido poco después de la medianoche» o «Los familiares de Michel Jackson piden que se haga una segunda autopsia».

La Fundéu BBVA insiste en que el término autopsia es suficiente para referirse al examen anatómico de un cadáver.





lunes, 29 de junio de 2009

XVI edición del Premio de Narrativa de la Asociación de Periodistas de Ávila, relato de Rocío Díaz





Este fin de semana me han dado mi último premio. El viernes último, el 26 de junio, se celebró en Ávila la entrega de premios del XVI Premio de Narrativa de la Asociación de Ávila, donde me han premiado mi relato La piel de la rutina. Es un relato que escribí en el año 2006, pero han tenido que pasar tres años para que tuviera su puesta de largo.


Como suele pasar, pasé muchísimos nervios, hay cosas a las que una, afortunadamente, no se acostumbra nunca. Pero estaba muy contenta y la verdad es que la entrega, que fue en el Palacio Los Serrano de Ávila, estuvo muy bien. Qué gusto.


Os dejo aquí con el principio de mi relato, porque si no sería muy largo, con algunas fotos y una de las noticias que ha salido en los periódicos.


La piel de la rutina
Los lunes de 9 a 10 Doña Pilar tiene “Lengua”. Por eso desde las nueve menos cinco, ni un minuto de más ni uno de menos, porque la puntualidad es principio de Reyes, norma de caballeros y costumbre de gente bien nacida, ella ya está sentada, en su cuarto de estar, con las piernitas juntas y las gafas en la nariz, al lado del teléfono.

A esa hora ella ya ha hecho su cama, se ha duchado y arreglado con esmero y de arriba abajo, con esas prendas que utiliza para estar cómoda en casa pero abrigada, sin estar de punta en blanco pero presentable, por aquello de si tiene que salir a abrir la puerta. Ya está también desayunada, ya se tomó su pieza de fruta, se hizo las tostadas con aceite de oliva, porque junto a las nueces es lo mejor para la circulación, y ya lo ha acompañado de un delicioso y humeante café, descafeinado por supuesto, que la entone para enfrentar un nuevo día.

A las nueve menos tres doña Pilar ya tiene la agenda en la mano y a las nueve en punto coge el teléfono para ir enlazando una conversación con otra y esta con otra, sin descanso pero sin cansarse, hasta las diez menos un par de minutos de la mañana. Momento en que considera que por el lunes, ya se ha puesto al día en todas sus relaciones familiares y de amistades varias, dando por finalizada la “Lengua”.

La piel de la rutina es dura, cuarteada por los años, claro, pero resistente. Eso cuenta doña Pilar. La piel de la rutina te encorseta, pero a la vez te acuna, te mece, te va guiando. Doña Pilar necesita de esa rutina, y la lleva a rajatabla. Atrás quedaron los años de su recién iniciada jubilación. Atrás quedó la euforia de los primeros meses, cuando se creía liberada de los madrugones y de los niños gritones, del bullicio del colegio y de la esclavitud de los temarios, de las épocas de exámenes y de las tediosas recuperaciones. Atrás quedaron aquellos días en que todo era recreo. Puro y bendito recreo.

Los lunes de 10 a 11 doña Pilar tiene “Matemáticas”. Por eso nada más colgar el teléfono se va hasta la mesa camilla y después de beberse un vaso de agua de la jarrita que siempre tiene a punto, se sienta dispuesta a poner orden en las cuentas de la casa. Repasa los recibos que se han ido acumulando desde el jueves a las 12.15 que dejó las matemáticas, apunta y pone al día los gastos diarios de pan y leche, periódico y demás minucias. Y va repasando, mientras puntea más despacio, la cuenta de la compra del viernes, tomando nota fiel de lo que supusieron los descuentos del 2X1, lo cara que está la vida y lo poquísimo que cunde la pensión. Sabe doña Pilar que el camino de la fortuna depende de tres palabras: trabajo, orden y economía, por eso, aunque lo suyo siempre fueron las letras, no deja esta ingrata labor hasta que puede clausurar el cierre de los cuadernos con un largo suspiro de alivio, tras cerciorarse bien de que son las 11 menos tres minutos.
©Rocío Díaz Gómez
2006






Diario de Ávila Digital
Vivir
27/06/2009
El tiempo domesticado


Rocío Díaz Gómez recibió ayer el galardón de la XVI edición del Premio de Narrativa de la Asociación de Periodistas de Ávila, al que se hizo acreedora por el relato titulado ‘La piel de la rutina’


Rocío Díaz Gómez recibe el galardón
David Castro.
David Casillas / Ávila


Rocío Díaz Gómez, ganadora del XVI Premio Nacional de Narrativa de la Asociación de Periodistas de Ávila, recibió ayer el galardón al que se hizo merecedora por el relato corto La piel de la rutina, un atinado cuento sobre la rutina de la vida que el jurado consideró el mejor de entre los más de 380 presentados a concurso y enviados desde varios países de todo el mundo.


La ganadora, madrileña, es licenciada en Psicología, funcionaria del Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, y en su curriculum de escritora aficionada puede presumir de poseer varios primeros premios de narrativa a nivel nacional.
La obra premiada, que fue elegida como la más relevante por un jurado integrado por los escritores Óscar Esquivias, Clara Janés, Alfredo Pérez Alencart, Antonio Sorel y José María Muñoz Quiros, además de por dos miembros de la Asociación de Periodistas de Ávila (Estela Carretero, como secretaria, y Antonio Mayoral, como presidente del jurado), cuenta la historia de una maestra jubilada que trata de no caer en la desidia y el abatimiento a través de una serie de rutinas semejantes a las que establece un horario escolar.


La consecución del premio, manifestó Rocío Díaz, «ha supuesto para mí una gran alegría», fundamentalmente por lo que «significa de reconocimiento a un esfuerzo creativo previo», que en esta ocasión tomó la forma de la historia de una maestra recién jubilada que para conseguir «que el tiempo no se la coma» se aferra «a la rutina como guía para su vivir del día a día».


Este año era la segunda vez que la autora de La piel de la rutina se presentaba al Premio de Narrativa de la Asociación de Periodistas del Ávila, certamen en el que probó suerte por primera vez en 2008, cuando el ganador resultó, precisamente, «un amigo mío».


El acto de entrega del galardón tuvo como escenario el auditorio del Palacio los Serrano de Caja de Ávila, entidad patrocinadora del premio, sala en la que Rocío Díaz estuvo acompañada por Agustín González, presidente de Caja de Ávila; Antonio Mayoral, presidente de la Asociación de Periodistas de Ávila, y Javier Arenas, secretario de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España.


El primero hizo entrega a la ganadora del cheque, por valor de 3.000 euros, y el segundo hizo lo propio con la escultura del escultor abulense Nacho Martín que se otorga al vencedor del certamen, artista que también estaba presente en el auditorio.Antonio Mayoral mostró su satisfacción por el éxito de este certamen «perfectamente consolidado… éxito que lo es no sólo por que hayamos superado al número de participantes de cualquier otra edición, hasta llegar a los 384» y por el considerable número de trabajos «llegados de otros países», sino, sobre todo, porque «de año en año aumenta la calidad de los relatos presentados al concurso».


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sábado, 27 de junio de 2009

Ironías de Madrid




En la calle dedicada a Cervantes está la casa donde vivió Lope de Vega, concretamente en el número 11. En ella vivió el poeta desde 1610 hasta 1635. En contrapartida en la calle Lope de Vega fue enterrado Cervantes en el convento de las Trinitarias, un intercambio que quizá no hubiera gustado mucho a los protagonistas en alguna época de sus vida, pues sus relaciones no fueron siempre demasiado buenas. Así mismo en la de Quevedo esquina a Lope de Vega, vivió Góngora.



Gea Ortigas, María Isabel. Curiosidades y anécdotas de Madrid. Ediciones La Librería. 1996

jueves, 25 de junio de 2009

El muro. Microrelato de Rocío Díaz


EL MURO


Pues claro que tiene su explicación. Y una explicación bien cabal, que ahora mismo yo se la voy a dar en menos que canta un gallo. Faltaría más.

De chavales el Tomás y yo siempre andábamos juntos correteando por el pueblo. Se estilara el tiempo que se estilara no parábamos quietos ni un segundo siquiera. En diciembre enredando en la matanza, en mayo jugando entre las espigas, en septiembre saltando los racimos o en julio bajando a la carrera al río. Tenía que habernos visto por aquel entonces. Siempre pegaos el uno al otro como viejas comadres barruntando alguna trastada. Flacos y despeinaos. Juntos riendo, juntos hablando, juntos jugando. Juntos. Siempre juntos. Tanto que hasta cuando nos venían las ganas, también juntos orinábamos allá en el muro del cementerio, entre risas y aspavientos, dibujando con el chorro nuestros nombres sobre las viejas piedras. Qué tiempos aquellos... Qué hasta firma y todo le hacíamos al nombre. Echelé...

Ayer mañana me han mandao recao del pueblo de que se me ha muerto el Tomás. Hay que fastidiarse. Que no lloro Padre, estese tranquilo, que es este viento que se ha levantao. Algo que se me habrá metío en el ojo. Y como los hijos siempre andan atareaos y parecía que nadie me iba a poder acercar hasta el pueblo a despedirle, bien temprano antes de que nadie despertara me he abrigao bien y me ido despacito hasta el cementerio del barrio, que no es el del pueblo pero oiga es un camposanto lo mismo. He mirao pa un lao y luego pal otro. He mirao bien y he vuelto a remirar a los dos lados, antes de apuntar al muro y dibujar bien grande las cinco letras de “Tomás” con el chorro. Confieso que no me ha salido el nombre muy bordao porque uno ya tiene el pulso un poco temblón, que los años no perdonan, pero ahí está... Ahí está. Y no me arrepiento. Coña Padre, que el Tomás era un amigo y que yo lo he sentío mucho, pero mucho... Que era de ley que yo le despidiera como está mandao... ¡Y que no se me sale esto del ojo, leche...!

Pero para eso estoy aquí. Para confesarme. Que lo sé, que uno ya no tiene edad para estas acrobacias. Que hace falta tener poco conocimiento. Porque se había levantado un cierzo... Que ni le cuento. Para agarrarme una pulmonía. Bien que lo sé. Pero se lo debía. Se lo debía al Tomás, y se lo debía a los dos chavales flacos que fuimos. Pero usté no se preocupe que en llegando mi nieto de sus clases le mando para acá y que se lo limpie en un santiamén. Palabra de honor Padre. Palabra de honor que le deja el muro como los chorros del oro, faltaría más... Como los mismos chorros del oro.


©Rocío Díaz Gómez

lunes, 22 de junio de 2009

El poder de la coma


El poder de la ubicación de la coma en los escritos.

Lea y analice la siguiente frase...

'Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda'.



Falta una coma ¿no? ¿Donde? Solución: Mas abajo...


Si usted es mujer, con toda seguridad ha colocado la coma después de la palabra mujer.

Si usted es hombre, con toda seguridad ha colocado la coma después de la palabra tiene.

domingo, 21 de junio de 2009

Madrid y sus mentideros

Querría en este blog abrir una pestaña con el título: “Mentidero”. Siempre me ha gustado mucho esta palabra.

En esta sección del mentidero iré recopilando curiosidades del mundo literario. Pero ya que he bautizado esta sección con ese nombre me gustaría en primer lugar que comentáramos un poco qué eran los mentideros y dónde estaban en Madrid.

Según el diccionario María Moliner: Mentidero m. Lugar en la calle donde se reunía la gente para hacer tertulia y chismorrear. Hoy se usa figuradamente sin referirse a ningún lugar concreto.

Según la Wikipedia:
Existieron tres muy famosos en Madrid que eran conocidos como:
Representantes. Situado en un ensanchamiento que tenia la calle del León, en pleno barrio de las letras, y que respondía al nombre de plazuela del León. Allí se reunían las gentes del teatro (los representantes o actores) y los literatos y quienes aspiraban a serlo.
Losas de Palacio. Situado en la parte delantera del Real Alcázar o Alcázar de los Austrias que era como popularmente se conocía. Dada su concepción de centro de gobierno, los alrededores del Alcázar se poblaban de personas en procura de favores o concesiones gubernativas. Igualmente en las ocasiones que la Realeza salía a la calle el pueblo copaba el lugar por ver a los Reyes al pasar.
Gradas de San Felipe. Estaba situado este mentidero en las escaleras que tenia la iglesia de San Felipe en la Puerta del Sol. La iglesia se encontraba situada en un plano más elevado ya que ocupaba la manzana que daba a la calle Esparteros, la calle del Correo y la calle Mayor y esto posibilitaba que en las escaleras se situasen todos aquellos que, disponiendo de mucho tiempo para el ocio, deseaban conocer de primera mano las noticias de las posesiones españolas y para ello la proximidad de la Real Casa de Correos era optima. Por otra parte la calle Mayor, era lugar de paseo obligado de los madrileños y en ella, a una hora u otra, siempre era posible encontrarse con la persona buscada, ya fuese un amigo, conocido o la amada. Las gradas suponían un balcón inmejorable sobre esta calle y por ello estaban muy concurridas.
No era extraño encontrarse, a diferentes horas, a las mismas personas en Losas de Palacio, más tarde en Gradas de San Felipe y con posterioridad en Representantes.

Y según el libro “Leyendas y Anécdotas del viejo Madrid” de Francisco Azorín.:
“El mentidero de Representantes esta situado en la esquina de la calle de León con la del Prado y formaba una amplia plazoleta enlosada en la que había unas mustias acacias.
Las reuniones se celebraban entre las diez de la mañana y la una de la tarde, y acudían a ellas todas las personas relacionadas con el mundo del teatro: poetas, dramaturgos, cómicos cesantes, arrendatarios de corrales, representantes de compañías y apasionados, aficionados. Allí se hablaba de cuánto se refiriese a la profesión y sobre todo, se murmuraba con singular malevolencia de los frecuentes amores de las comediantas con encopetados caballeros, que tan proclives se mostraban a este tipo de devaneos. Y es que no era sólo la afición al comentario y a despellejamiento ajeno lo que llevaba al mentidero a un público tan numeroso: era que un sentimiento magnético les atraía hacia aquel sitio, que llenó con su vida Cervantes y consagró con sus despojos mortales; era que el “Fénix de los Ingenios”, venía desde su casa en la calle de Francos a decir misa diaria en el convento de las trinitarias para acercarse a su hija natural, son Marcela de San Felix, que permanecía allí, en clausura, con la otra hija amada de Miguel de Cervantes...
De cuando en cuando se dejaban caer Tirso de Molina, Moreto, Rojas Zorrilla, Quiñónez de Benavente y cuántos escribían para los corrales del Príncipe y de la Cruz. En el mentidero contrataban sus trabajos dramáticos, con arreglo a la siguiente tarifa: cien reales por una loa, doscientos a cuatrocientos por un sainete, trescientos por un entremés o una mojiganga y cuatrocientos a quinientos por una comedia de tres o más actos. Sin embargo, los autores de fama cobraban emolumentos superiores: a Moreto le abonaban setecientos, ochocientos a Calderón y mil a Lope de Vega, favorito del público...”

Y de este modo, queda inaugurada esta sección del mentidero.

© Rocío Díaz Gómez
Junio 2009

Ayer en Getafe con Javier DÍAZ GIL recitando...


Ayer fui a la lectura que hizo Javier Díaz en Getafe de “Regresar a Chile”. Allí nos juntamos varios compañeros de la tertulia del Café Galdós, amigos, compañeros de la ONG Balanza de Cristal y otros allegados. No éramos un grupo numeroso, pero sí los suficientes para formar un auditorio escogido. Javier se sentó entre nosotros e iba leyendo en voz alta sus poemas a la vez que iban pasando las diapositivas. Quedaba muy bien así, porque solo te llegaba la voz del poeta posándose ligera sobre la imagen. Con esa mezcla creo que ayer todos estuvimos entre las calles de Santiago, en la Patagonia, en Los Lagos, en el desierto de Atacama que cantaba Víctor Manuel.

Después para terminar de una forma más lúdica, nos leyó toda la serie de poemas breves que le tienen de un tiempo a esta parte robada la voluntad y que hablan de fantasmas y ángeles. Me gustan mucho. Tienen un tono irónico y a la vez profundo que hacen que cuatro palabras tengan el poder de dejarte pensando un largo rato. Seguro que algún día formaran un libro muy interesante.

Y cómo no tengo aquí ninguno de sus poemas de ayer para poder dejaros en la boca la sensación que yo tuve allí, os voy a dejar otro de sus poemas. No lo leyó ayer, pero va de cuentos y a mí me gusta mucho.



Cuéntame un cuento
que acabe bien,
un cuento que regrese al agua.
Un cuento de princesas
y leones
que saben de lucha
y de tristeza.

Un cuento que acabe
-para poder dormir-
con delfines que saltan
sobre la blanca espuma
de las olas.

Mayo del 2007
© Javier DIAZ GIL

viernes, 19 de junio de 2009

Un relato con siete años de historia de Rocío Díaz




Más o menos por ahora pero hace siete años me dieron mi primer premio de relato. ¡Siete años ya! En junio del 2002 fue la primera vez que me llamaron por teléfono para darme esa noticia tan buena. Y teníais que haberme visto, mientras hablaba el pobre hombre, yo ahí revisando a cien por hora en mi mente la lista de mis amigos a ver de quién era la voz del gracioso… ¡Y claro no la encontraba…! No me lo podía creer. Qué ilusión.

Han pasado siete años, pero cada vez que me llaman para decirme que tengo algún premio se me sigue encogiendo igual el corazón, me ataco entera otra vez y no sé ya que decir para agradecerlo.

Aquella vez, la primera, me dieron el primer premio en el “VII Certamen literario de Narración Corta Peña de Tomelloso”. Era el 2002 y era premio único. No tuve que irme muy lejos, la entrega fue en Madrid en pleno centro, en la calle la Palma. Estaba organizado por la Asociación Cultural Peña de Tomelloso que tiene su sede en la Casa de Castilla-La Mancha.

Releo el relato que me premiaron y ahora le cambiaría mil cosas. Es normal, nunca dejaría de corregir lo que escribo y quiero creer que en estos años he aprendido algo más en ésto de contar. Pero claro no le voy a cambiar ni una coma. Le tengo demasiado cariño.

Tal y como era aquí os lo dejo. Se titula Aquelarre y decía así,



AQUELARRE


“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Cuál es la fuente de su semen? ¿Prefiere algún momento para el acto sexual? ¿Escoge a mujeres especiales? ¿Era el acto sexual más o menos placentero con él?”...

Una y otra vez las mismas preguntas. Una y otra vez, una y otra. Pues la mejor prueba es la confesión. Y la mejor forma de librar a una mujer del poder del diablo y hacerla confesar es mediante tortura. El potro, la empulguera, sillas con puntas afiladas calentadas desde abajo, hierros candentes, tenazas al rojo vivo, hambre, insomnio o la estrapada: una cuerda que ata las manos del acusado a la espalda, se pasa sobre una viga y se iza para que éste cuelgue justo por encima del suelo, con los brazos alzados y los hombros, como mínimo, dislocados.

“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Cuál es la fuente de su semen? ¿Prefiere algún momento para el acto sexual? ¿Escoge a mujeres especiales?...”

Una y otra vez. Una y otra vez, una y otra. Y la partera no soporta más, no aguanta... Grita, diciendo que confesará y pide que la bajen. No habla suficiente. La vuelven a aplicar la tortura, pero solo consiguen dejarla inconsciente. Por el momento no se puede hacer nada más. La trasladan a prisión y vuelven a torturarla días más tarde.

“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Prefiere algún momento para el acto sexual?”... Vuelven a preguntar, vuelven a torturar, tras el tercer levantamiento grita que no puede aguantar... Los jueces oyen todo lo que desean de ella: Su unión con el diablo había empezado con una relación sexual en su propia casa. Montaba con él en un palo hasta el aquelarre, sexo contra natura, comidas fantásticas con pan blanco, vino blanco y manzanas, reuniones los jueves y viernes. El prometió ayudarla, ella a cambió mató niños pequeños nada más nacer, cuando el agua bendita aún no les protegía...

Ella, que había ayudado a nacer a tantos y tantos... ella, que hubiera muerto por cada uno de ellos. Ella, que hizo cuanto pudo por aquel que no consiguió nacer...

“¿De qué está hecho el diablo cuando tiene relaciones sexuales? ¿Lo puedes ver? ¿Escoge a mujeres especiales?...”

Con amenaza de nueva torturas, sella su confesión con el juramento final y se dicta sentencia.


.......

- ¡Hola cariño! Ya estoy en casa. ¿Estás por ahí..? Ah, en la cocina, ya voy... ¿Qué tal el día, querida? Pero, bueno ¿Qué te ha pasado en las manos?
- Oh, nada, poca cosa, el vendaje que es muy alarmante...
- Pero ¿Qué ha sido, qué ha pasado?
- Pues nada que estaba cocinando y me he quemado con el agua hirviendo... No veas... en un segundo.
- ¡Dios mío! Te dolerá un montón...
- Sí un poco, la verdad es que sí, pero qué le vamos a hacer... una, que es así de torpe...
- No digas eso, con lo inteligente que tú eres...
- Ya, pero está visto que la cocina no es lo mío...
- Claro mujer, es que perfecta, perfecta no encontraba ninguna...

Marga era una mujer inteligente, moderna, culta. Desempeñaba uno de los puestos de doctoras en obstetricia en uno de los mejores hospitales de la ciudad. Sin embargo las tareas domésticas no eran lo suyo, no, no eran su fuerte, a menudo tenía contratiempos con los electrodomésticos, la cocina, los grifos... aunque nunca de forma tan peligrosa como esta vez.

Horas más tarde, de madrugada sus gritos despertaron a su marido...
- Marga, Marga despierta, despierta cariño... despierta...
- ¡¿Qué pasa, qué pasa?!
- Nada, nada, tranquila. Estabas gritando dormida, debías tener una pesadilla, te retorcías y te quejabas...
- Oh sí, Ya recuerdo... ¡Qué horror! hacía muchísimo calor, había fuego, mucho fuego por todas partes y se oían gritos...
- Bueno, ya ha pasado, no te preocupes, no es más que un mal sueño, quizás tienes fiebre por las quemaduras, te traeré una aspirina y ya verás como descansas...
- Vaya día que llevo...
- Venga no te preocupes, no es nada...

Durante los días siguientes, Marga no se encontró bien, las manos le dolían muchísimo, por las noches su sueño era ligero y a menudo se despertaba sobresaltada por inquietantes pesadillas...

.......

Una gran muchedumbre se ha congregado desde primeras horas del día.

Alboroto, gritos de los niños, murmullos de conversaciones, alegres canciones de músicos, voces de vendedores de comidas, bullicio. Los balcones llenos de gente. La plaza a rebosar. Un sacerdote pide silencio y les dirige en el rezo de sucesivos padrenuestros.
.......

Al ir pasando las semanas, Marga empezó a encontrarse mejor.

Gracias a las pomadas y otros ungüentos mágicos de su dermatólogo las quemaduras empezaron a secarse y poco a poco se alivió el dolor. Afortunadamente sus noches también se sosegaron, y fue restableciéndose la normalidad.

Hasta que una mañana un incidente rompió la monotonía.

El hospital amaneció rodeado de pancartas y una gran muchedumbre se concentró en sus puertas... Los médicos y todo el personal de plantilla tuvieron que aguantar gritos e insultos cuando entraron a ocupar sus puestos. No era más que otra de las manifestaciones que últimamente cada vez eran más frecuentes en las cercanías del hospital: las listas de espera, la falta de camas y personal, la sanidad pública, que una vez más era fruto de quejas y concentraciones airadas de protesta. Sus compañeros estaban, lamentablemente, ya acostumbrados, y resignados, no le dieron mayor importancia, sin embargo Marga que otras veces se lo había tomado como ellos, esa mañana se mostraba agitada y nerviosa, no podía concentrarse oyendo el bullicio y las voces de los manifestantes. No aguantaba esa multitud de personas increpándoles, rodeándoles... Fue una jornada tensa y eterna.

Cuando llegó a casa se lo comentó a su marido:
- Hoy hemos tenido manifestación...
- ¿Otra vez...?
- Ha sido tan desagradable...
- Como siempre, ya estarás acostumbrada...
- Eso me decían todos... pero no sé hoy era diferente, no podía trabajar con esa presión fuera, esos gritos, y esa violencia contenida...
- Pero sí últimamente las tenéis cada dos por tres...
- Ya, pero me sentía fatal, y fíjate no sé por qué pero después, estaba tan nerviosa, que en vez de coger el autobús he venido paseando y al pasar por la Catedral he entrado un rato...
- ¿Tú? ¿En la Catedral...? Eso sí que es una novedad...
- Pues sí, no es un lugar que yo haya frecuentado mucho, pero parecía tan tranquila, tan acogedora, tan silenciosa... Ha sido muy reconfortante no creas...
- No, no sí te creo, es sólo que me cuesta reconocerte en esos ambientes...

.......

Se acerca una carreta de granja tirada por asnos con los convictos: tres de ellos llevan los sambenitos amarillos marcados con cruces transversales, han sido condenados a regresar a sus pueblos y a llevar el sambenito durante largos períodos de penitencia.

Una mujer lleva un sambenito de color negro adornado con demonios y llamas infernales, ha de morir en la hoguera.

.......

Pasaron las semanas y los meses, y Marga volvió a ser la eficiente y agradable doctora de siempre, a menudo recibía felicitaciones de sus agradecidas pacientes que ya con sus bebés, volvían contentas a sus casas. En el hospital, sus compañeros solían pedirle su colaboración en algunos partos especialmente difíciles o con cierto riesgo, su actitud en el ejercicio de su profesión siempre había sido impecable.

Una noche, después de bastante tiempo sin pesadillas, de nuevo se despertó sobresaltada por una de ellas. Sudando y angustiada, se incorporó. Todavía en su interior permanecían las imágenes que le habían despertado. Se trataba de un parto, un complicado parto en que la madre no paraba de gritar y retorcerse de dolor, agotada, extenuada por el sufrimiento clamaba por que le sacaran a su bebé, el cual evidentemente mal colocado no lograba salir. Cuando al fin logró nacer, después de horas y horas de sufrimiento fetal, ya había muerto. ¿Por qué? Se preguntaba Marga, ¿Por qué otra vez las pesadillas...? Creía que estaban olvidadas... ¿Pero qué me pasa...?

La mañana siguiente uno de los partos que tuvo que atender presentó complicaciones, el niño estaba encajado, a la madre después de varias horas empujando, le fallaban las fuerzas, estaba exhausta... No era un parto normal pero tampoco nada que un buen equipo no pudiera solucionar...

La doctora Marga pidió a una colega que por favor, la sustituyera.

Nunca, nunca en todo el tiempo que llevaba en ese hospital le había pasado algo semejante, ella siempre se había mostrado fría en las situaciones críticas, su paciencia era increíble, nunca se dejaba llevar por las emociones. Pero en el quirófano, aquella mañana, las imágenes de su mente se superponían con las reales, ya no sabía si la paciente era realmente la que veía o la que la había despertado en la pesadilla. ¿Cómo iba a intervenir en ese estado...? No se fiaba de ella misma... y en su profesión eso era lo peor.
.......

A la mujer le arrancan el sambenito negro a la fuerza, le despojan de todos sus vestidos bruscamente.

Completamente desnuda es arrastrada hacia un poste y allí le atan los brazos tras éste.
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Las semanas siguientes Marga estuvo de baja, le recomendaron que se tomara un tiempo libre, quizás simplemente estaba estresada. Unas semanas de descanso y volvería como nueva. Estuvo completamente de acuerdo. Desde aquellas quemaduras no había estado nada bien, cualquier cosa le agitaba, estaba intranquila y nerviosa, su sueño no había sido nada reparador y así no podía trabajar.

Era octubre, hacía un tiempo muy agradable, Marga salió al jardín con algunas revistas y folletos para leer tranquilamente; en el suplemento del periódico vio los anuncios de las fiestas de Halloween, aquellas fotos de calabazas y personas disfrazadas de brujas llamaron inmediatamente su atención... Pero ¿A qué viene que celebremos esta fiesta ?se preguntó, está visto que por celebrar ya no sabemos ni qué hacer... y pasando de página inmediatamente olvidó aquel detalle.

Sin embargo... en la noche de nuevo sus sueños se volvieron negros, la brujas de las fotos de Halloween volaban chillando en torno a ella, hacía calor, demasiado calor, y aquellos seres no paraban de reír, y de gritar y de bailar alrededor de un fuego... Nerviosa, sudando y agitada se despertó sobresaltada.

- Cariño... ¿Qué pasa...?
- Otra vez, otra vez las pesadillas, ¿Qué me pasa? ¿Por qué me atormentan los malos sueños, unos sueños que no entiendo, que no tienen nada que ver conmigo...? ¿Por qué...?
- Venga, duérmete no te preocupes. Cuando estés más tranquila se pasarán solos, ya verás.

Pero aquella imagen de aquel parto oscuro y malogrado, la sensación de ese asfixiante calor, aquellos seres que no paraban de chillar y reír... la incomodaban constantemente.

Aquella noche ya no durmió más.

.......


Se amontona leña y maleza alrededor de la condenada.

Insultos de la gente, gritos de júbilo, chillidos, voces, risas... Las ramas cubren la parte inferior de su cuerpo. El verdugo acerca una antorcha encendida, prendiendo fuego a la leña.

Rápidamente las llamas se elevan al cielo. Crepita el fuego.

Exclamaciones de temor, exclamaciones de alegría. Voces. Insultos. Más voces. Gritos.

Un calor espeso y pegajoso se extiende por la muchedumbre. Rugen las llamas. La condenada parece gritar. No se la oye.

Su cuerpo se retuerce por el dolor.
.......

Pasadas unas semanas desde aquella noche eterna de insomnio, en que el sueño, salpicado de imágenes oscuras de brujas, se resistió a llegar, a Marga le llamó una amiga:
- ¡Hola Marga! ¿Cómo estás?
- Bueno, un poco mejor, creo. Estoy tomando unas pastillas que me han recetado para dormir... y el descanso se nota...
- Me alegro. Pues ¡Venga anímate! Te arreglas y me acompañas a una exposición...
- ¿Una exposición?
- Sí una sobre estilos de vida, enigmas de la cultura... es de un antropólogo de prestigio...
- Parece interesante...
- Sí dicen que está bien, el por qué del tabú judío sobre la carne de cerdo, o el machismo, o el auge de los Mesías, las distintas religiones, la transmigración ...
- ¡Ay la de la transmigración y la reencarnación...! ¿Pero todavía te interesan esos temas? Pensaba que con los años, ya sabes la madurez y todo eso, te habías olvidado ya de esa obsesión...
- Marga, es que tú siempre has tenido una mente demasiado científica...
- ¡Claro! Y por eso ya no me has vuelto a hablar de ello, para qué ibas a seguir hablándome del tema ¿no? Me dejaste por imposible...
- Mas o menos... pero ¿ves? Esto es una señal, el destino nos ha dado tiempo libre... y ha colocado esa exposición en nuestro camino... y si Mahoma no va a la montaña tendrá que ir la montaña a Mahoma...
- Tú misma lo has dicho “tengo una mente científica”, esa montaña y ese Mahoma no van mucho conmigo...
- Pero mujer, además de ese habrá otros muchísimos temas interesantes, tiene que estar bien... ¡Anda anímate! Y luego nos tomamos un cafetito y charlamos...
- No sé...
- ¡Venga mujer! A las once estoy en tu casa.

Y a las once en punto salían charlando animadamente hacia la sala de exposiciones. La conversación relajada e intrascendente fue como un bálsamo para Marga, necesitaba distracción, sol, aire libre... Le hacía mucho bien estar con su amiga.

La exposición realmente parecía entretenida, a esas horas apenas había gente, así que podían disfrutar de todo el tiempo que querían para, a su ritmo, visitar cada sala; los distintos apartados aún teniendo poco que ver unos con otros eran igualmente interesantes. Y curiosamente, se sintió especialmente atraída por la transmigración, realmente estaba sorprendida, ella nunca se había interesado por ese tema, sin embargo el renacimiento de un alma en un nuevo cuerpo humano, tal y como estaba expuesto allí, con todos aquellos detalles y visiones, era una concepción apasionante.

Leyó con avidez las creencias sobre la reencarnación de los antiguos egipcios, de Pitágoras, de Platón, de la religión hindú, el budismo y el jainismo. “Suponían que el cuerpo está habitado por una sola alma o esencia vital, que se creía se separaba del cuerpo con la muerte y el sueño, saliendo por la boca o la nariz. La reencarnación se lograba por la transmigración del alma de una persona muerta al cuerpo de un niño de la misma familia, los parecidos familiares se establecerían gracias a este proceso”... llevaba escrito uno de aquellos paneles. Qué curioso, pensó, realmente curioso, no sí va a resultar que al final Maite va a tener algo de razón... Totalmente irracional pero curioso... ¡Cualquiera se lo dice!

Y así llegaron hasta la sala de la Inquisición, un escalofrío le recorrió la espalda, algo en su interior se agitó, algo inexplicable y caliente que se extendió por su interior.
- ¿Pasa algo? –le preguntó su amiga.
- No, no te preocupes... estoy bien. ¿No me habías dicho que también se trataba el tema de la Inquisición...? Estos sucesos son, fueron tan inquietantes...
- Pues no sé, pensé que no tenía por qué especificártelo... forma parte de los mismos enigmas que se tratan en toda la exposición ¿Cuál es el motivo de que los hindúes adoren las vacas, por qué surgen los movimientos mesiánicos, cuales son las razones de la caza de brujas que asoló a la Europa renacentista...?
- Ya, ya, es interesante, pero es que este tema no me atrae nada...
- Bueno no creo que a mucha gente le encante pero nunca me habías comentado que te resultara tan...
- Ya, nunca... quizás es que no lo había pensado... pero no me negarás que no es nada agradable...
- Por supuesto... nada agradable, pero afortunadamente no vivimos en aquel siglo...

Y continuaron paseando entre las vitrinas, Marga se sentía nerviosa, aunque no se explicaba por qué. La misma atracción que había experimentado por el tema de la reencarnación, aquí se traducía en verdadera repulsión. Quería acabar cuánto antes con ésta sala, no estaba disfrutando nada. No lo entiendo, se dijo, debe ser algo visceral, quizás es que aquí hace demasiado calor, y se quitó la chaqueta... En ese momento el grabado de una escena de aquellos tiempos llamó inmediatamente su atención, se aproximó lentamente...

Una muchedumbre se amontonaba en torno a una ejecución, en el centro había una hoguera, y en la hoguera una mujer... Ante la visión de la escena, Marga se estremeció, se estremeció de angustia y miedo... Algo la empujaba a aproximarse más y mas... se acercó lentamente al grabado y estudió las facciones de la mujer cuidadosamente..., la línea de la mandíbula, la forma de los labios, la mirada franca...

Millones y millones de voces comenzaron a superponerse en su cabeza, hablando todas a la vez, cada una luchando por hacerse oír sobre las demás: “Esto es una señal, el destino nos ha dado tiempo libre... ha colocado esa exposición en nuestro camino...” “...del alma de una persona muerta al cuerpo de un niño de la misma familia...” “afortunadamente no vivimos en aquel siglo...” “el bebé evidentemente mal colocado no podía salir...”

Un grito antiguo y doloroso nació en su garganta, creció amargamente, clamó por salir..., ella deseó gritar pero sólo dejó escapar un débil gemido...

Es demasiado tarde, el rostro de Marga dibujado en el grabado también parece gritar. No se la oye.

Su cuerpo se retuerce por el dolor.


©Rocío Díaz Gómez
Invierno 2002

Lectura de Javier Díaz en Getafe. Sábado 20 de Junio

Mañana, día 20 de Junio, lee Javier en Getafe. "Regresar a Chile" es el nombre que escogió para reunir todos los poemas de su viaje y acompañarlos de algunas de las fotos que hicieron por aquel país que algún día yo conoceré. Ahora pasados un par de años, repite lectura acompañándolos de algunos nuevos.
Yo ya he visto esta lectura. Y la disfruté en su día en "todos los bolos" que hizo a lo largo y ancho de las bibliotecas madrileñas. Seguro que mañana también está bien. Bien porque se verá mejorada con sus poemás más recientes. Y bien sobre todo, porque Javier si algo sabe hacer en este mundo, es recitar.
Os dejo aquí con su invitación y con una de las diapositivas de la lectura.
"...ya sé que tendréis todos magníficos planes el sábado pero por si acaso la poesía y este poeta que suscribe os llama la atención, os invito a la lectura de poemas que daré el próximo sábado a las 19 horas en Getafe.Leeré los poemas del libro "Regresar a Chile" y algunos poemas nuevos.
La lectura se acompaña de una proyección de fotos (algunos sufridos ya la conocéis y ¿no está mal, verdad?)
El lugar:
Biblioteca del Centro Cívico Juan de la Cierva
Plaza de las Provincias s/n
Getafe (Madrid)
¿Os animáis a acompañarme?..."






miércoles, 17 de junio de 2009

Hermoso poema árabe...

حسب الدستور المعدل عام أصبحت إسبانيا دولة قانون و ديمقراطيةتحت نظام ملكي برلماني. الملك منصبه فخري و رن و واحدئيس الوزراء هوالحاكم الفعلي للبلاد. البرلمان الإسباني مقسم الى مجلسين واحد للأعياوعدد أعضاء يبل عين و واحد للنواب و عدد نتائج الانتخابات نائب. نتائجالانتخابات الأخير مباشرة من أصبحت الشحسب الدستور المعدل عام أصبحت إسبانيا دولة قانون إجتماعية و ديمقراطية تحت نظام ملكي برلماني. الملك منصبه فخري و رن و واحدئيس الوزراء هوالحاكم الفعلي للبلاد. البرلمان الإسباني مقسم الى مجلسين واحد للأعياوعدد أعضاء يبل عين و واحد للنواب و عدد نتائج الانتخابات نائب. نتائجالانتخابات الأخير مباشرة من أصبحت الشعبسنوات، بينما كل سنوات، بينمايعيعنتخاباتضو من مجلس ا الشعب أيضاً. رئيس الوزراء و الوزراءيتمعبسنوات، بينما كل سنوات، بينمايعينعنتخاباتضو من مجلس ا الشعب أيضاً. رئيس الوزراء و الوزراءيتمماعية و تعيينهمللأعيان

Qué hermoso!, ¿verdad?. Yo casi lloro donde dice: قبل البرلمان اعتماداً على نتائج


(De esos correos que se mandan...)

lunes, 15 de junio de 2009

"Para que me cuente" Relato de Rocío Díaz

Y como unas cosas llevan a otras, pues aquí os dejo el relato que me premiaron cuando conocí a Juana Cortés. Se titula "Para que me cuente" y fue primer premio en el "V Certamen de Poesía y Relato Corto de la Fundación de la Mujer del Ayuntamiento de Cádiz. 2007"
Este relato llevaba una cita que decía:

Uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes,
pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos.
Karl Gustav Jung


PARA QUE ME CUENTE


1.

A Doña Lidia comenzaron a lloverle relatos.

Una mañana abrió el buzón y encontró entre las cartas un sobre más abultado que los demás, un sobre con sus señas casi dibujadas de tan cuidadosamente habían sido escritas. No conocía la caligrafía, ni conocía el remite. No conocía de quién ni de donde llegaba aquel sobre. Extrañada lo abrió con cuidado, y aún más extrañada descubrió lo que guardaba en su interior. Tres o cuatro páginas manuscritas que comenzó a leer con curiosidad, que siguió leyendo con interés, que terminó con un suspiro. Tres o cuatro páginas de las que no levantó la vista hasta que no encontró el fin. Porque así lo llevaba claramente escrito. Porque era un relato. ¡Bendito destino! Un relato... Una historia mágica. Un regalo.

Uno de papel que terminaba con la dedicatoria:
“Para usted Doña Lidia, para que me cuente”

No sabía por qué, pero aquel sobre existía. Y había llegado a su buzón, y tenía su nombre, y tenía sus señas. Era para ella, de eso estaba bien segura. ¿Quién lo enviaría? Y mientras hilvanaba preguntas y más preguntas, mientras descosía respuestas que se torcían, todo el día lo llevó guardadito en el bolsillo. De vez en cuando lo releía y se lo volvía a guardar, a salvo y seguro. Y cuando ya casi de tanto leerlo se lo aprendió, solamente lo tocaba por encima de la tela, y lo acariciaba lento, lento, sabiéndolo allí, sabiéndolo cerca.

Pasaron dos o tres días, y una mañana al abrir el buzón de nuevo otro sobre la sorprendió. El mismo contenido abultado y la misma caligrafía manuscrita. Las mismas señas y la misma dedicatoria. Y entre ellas otro relato, otra historia, otro regalo. El mejor.

Y tampoco casi lo creyó. Y ya eran dos los cuentos que guardaban su bolsillo. Y ya eran dos los que de tanto leer acabó aprendiendo. Dos los que acariciaba por encima de la tela.

A Doña Lidia siguieron llegándole relatos. Cada poco, uno nuevo le daba los buenos días desde su buzón. Y le alegraba la mañana, y le alegraba tanto el alma que casi podía sentirla bailar de puro contento entre aquellas frases. Y el montoncito iba creciendo tanto como su corazón se encogía.

Porque nadie necesitaba ese puñado de relatos como Doña Lidia.

Nadie.




2.

A Doña Lidia se le habían ido encogiendo las letras.

Y sin apenas darse cuenta, como globos parecían habérsele ido volando, tan alto, tanto, que por más que estiraba la imaginación no conseguía alcanzarlos.

Y sin letras no había frases, sin frases no había párrafos, sin párrafos no había historias. Y Doña Lidia había escrito muchas historias, miles y miles, millones de ellas. Y escribiendo había cumplido sueños que nunca soñó cumplir. Y escribiendo había conjurado demonios, había escapado de la existencia vulgar, había idealizado un matrimonio rutinario, había sublimado una agotadora profesión de maestra, que ahora y a menudo sentía desierta y monótona.

Porque escribiendo Doña Lidia había conseguido reinventarse el mundo. Había conseguido sentirse casi feliz.

Nadie necesitaba de ese puñado de relatos como Doña Lidia que empapelaba ese vacío de millones de papelitos. Ideas, comienzos, finales, personajes y lugares sobre los que escribir. En mitad de una clase, entre el primer y el segundo plato, en plena ducha, había tenido tantas veces que detener lo que estaba haciendo solo para escribir. En un vano afán de capturarlas. Que no se escaparan, no, que algún día servirían. Millones de papelitos que año tras año había ido reuniendo y atesorando con la esperanza de que un día ayudaran a echar a andar de nuevo. Pero ese día no había llegado nunca y habían quedado olvidados en cajas y más cajas en un desván.

Doña Lidia ni tan siquiera sabía porque las letras le habían ido abandonando. Hubo quién dijo que quizás se cansaron de sentirse utilizadas, o que quizás un miedo malvado a la falta de originalidad las paralizó en un lugar remoto de la imaginación. Hubo quién afirmó que todo caudal de agua termina por agotarse, o quién sugirió que quizás la falta de riego terminó por secarlas. Hubo quién, investido de pomposos títulos, le puso nombre de enfermedad; o quién, neciamente, le aconsejó dedicar sus seniles esfuerzos a completar cualquier nueva y rara colección.

Qué mas daba. Un millón de nombres o ninguno. Un millón de intentos o ninguno en poner etiquetas. Qué más daba. El caso es que Doña Lidia dejó de contar.


Y así pasaron tiempos y más tiempos, hasta que a su buzón comenzaron a llegar relatos. Y con una gota, y con dos, y luego tres, termina por llover. Y los bolsillos de Doña Lidia desbordaban historias que iba aprendiendo, y esos regalos de papel arropaban el vacío que habían dejado en ella sus propias letras.





3.

A Doña Lidia le habían sobrado historias.

“¡A ver caballeros! ¿Quién quiere empezar hoy?” Y Juan García, 1º de bachiller del 75, levantaba rápidamente el dedo, moviendo sin parar el culo en el asiento, nerviosito, deseando hablar, loco por empezar. “Señor García deje usted el baile de San Vito que no va a empezar hoy, que eso ya sé que se le da como hongos, no, no estese bien atento que le tocará la ultima frase...” Y así doña Lidia se aseguraba que Juan García, prestara atención durante toda la clase, una hazaña para él mayor que cualquiera de las del Cid Campeador.

“Rodrigo Pérez, a ver caballero, una frase con “musarañas”, que nos va a dar usted el principio del relato...” Y Rodrigo Pérez, 1º de bachiller del 76, tenía que bajar a todas prisas de su mundo para comenzar la historia... Esa historia que uno a uno, pupitre a pupitre irían inventando...

“¡Germán Sánchez! ¿Cómo es nuestro protagonista? denos a sus compañeros y a mí 5 cualidades”, “¡Cincoooo!, protestaba Germán Sánchez, 1º de bachiller del 77, abriendo los ojos de par en par y elevando el tono de voz como si le hubieran pedido que recitara todos los misterios del Rosario... “Pues tiene usted razón, Germán, todita la razón, contestaba doña Lidia espabilando hasta a las arañas que trabajaban en los altísimos rincones de aquella clase, cinco van a ser pocas, denos mejor diez”. Y Germán Sánchez parsimoniosamente, sin gana ninguna comenzaba la retahíla: “Fumador, holgazán, despistado...” “¡Pero bueno, un momento, un momento, gritaba doña Lidia, ¿Qué hemos aprendido en todo este tiempo...? A ver Felipe Gómez, aproveche ese arte que le ha dado Dios para hacer payasadas, y vaya poniendo los gestos a las características que le vaya diciendo Germán”. Y Felipe Gómez, el gracioso de la clase, iba haciendo mímica y ahora tenía un cigarrillo en la mano, ahora bostezaba, ahora tropezaba...

Y la clase entera estallaba en sonoras carcajadas mientras poquito a poco y sin darse ni cuenta iban aprendiendo a revolver en el trastero de la imaginación. Entre bromas y medio jugando, iban poniendo orden en sus propias historias, vistiendo y desvistiendo al personaje de gestos, iban trayéndole y llevándole por la vida que ellos mismos le estaban inventando.

Y doña Lidia curso tras curso, corría de un pupitre a otro, de una esquina a otra de la vieja clase, señalando, nombrando, espabilando, riendo, aplaudiendo, soñando entre ellos, con ellos, para ellos.

Que sin apenas darse cuenta aprendían a contar.



4.

A doña Lidia comenzaron a lloverle fotos.

Una mañana abrió el buzón y encontró entre las cartas un sobre idéntico a los que ya tantas veces había recibido. Un sobre con sus señas casi dibujadas de tan cuidadosamente habían sido escritas. Y aunque no era tan abultado como los demás, de éste tampoco conocía la caligrafía, ni conocía el remite. No conocía de quién ni de donde llegaba aquel sobre. Extrañada lo abrió con cuidado, y aún más extrañada descubrió lo que guardaba en su interior. Tres o cuatro fotos color sepia, que comenzó a mirar con curiosidad, que siguió observando con interés, que dejó de ver entre lágrimas. Tres o cuatro de las que no podía levantar la vista, porque le pesaban en los ojos, en la memoria, en el alma.

Porque eran las ideas, los comienzos, los finales, los personajes y los lugares que tantas veces ella había soñado atrapar en papelitos, como quién atrapa raras mariposas y desea clavarlas con alfileres en la memoria. Porque allí estaban, en aquellas fotos. Porque allí estaban las caras imberbes aún, de sus primeras promociones de alumnos. Un puñado de chavales sentados en dos filas sonriendo a la cámara, al lado de una Doña Lidia joven, que les acompaña de pie, les acompañaba. Una Doña Lidia que les enseñó a bucear entre las ideas y a escoger el mejor comienzo. Les enseñó a elegir los finales más inesperados y a crear los personajes más especiales. Les enseñó a inventarse un mundo propio huyendo de lugares comunes.

Allí estaban. Juan García, que había salido movido, si es que no paraba quieto ni un momento, ¡ay el del baile de San Vito!. Rodrigo Pérez, mirando para otro lado, como siempre, pensando en las musarañas... Germán Sánchez, agachado, medio tumbado encima del compañero, demonio de crío, que nació cansado, tuvo su madre el parto de la burra porque no le daba la gana de nacer y siguió luego igual de holgazán... Felipe Gómez, ¡cómo no! haciendo monerías, poniéndole orejas al de delante...

Hasta doña Lidia llegaron sus gestos, sus bromas, su particular forma de crecer. 1975, 1976, 1977... Allí estaban todos. Todos aquellos a los que había enseñado a contar.

Fue dando vuelta a las viejas fotos y descubrió que detrás y a la altura de cada uno de ellos, estaban sus nombres, los que recordaba y los que ya había olvidado, y bajo esos nombres, los títulos de los relatos que había estado recibiendo.

Allí estaban. Los mismos que habían acudido a la fiesta de su jubilación, allí estaban... ¡Ay que bandidos...! Medio calvos ya y todavía a sus espaldas habían conspirado para seguir haciendo travesuras juntos... todos juntos, uno a uno... uno detrás de otro... ¡Benditas travesuras...!

Y supo que ya nunca volvería a sentir vacíos sus bolsillos. Y dos lágrimas quisieron salir de aquellos ojos con cataratas. Supo que los relatos no dejarían de llegar a su buzón, como gotas, una detrás de otra. Y otras dos lágrimas las siguieron. Porque esas eran las primeras, pero habían sido muchas, muchas las promociones que vio crecer. Y ya no podía parar tantas lágrimas. Porque hay deudas impagables. Deudas de gratitud absoluta.

“Para usted Doña Lidia. Para que me cuente”.


“Demonio de críos...”
© Rocío Díaz Gómez
2006

Juana Cortés Amunarriz. Feria del Libro II


La segunda vez que he ido este año a la Feria del Libro ha sido el sábado 13 de junio. Tarde que firmaba en la caseta de la librería Berkhana, Juana Cortés Amunarriz.
Conocí a Juana porque a ambas nos premiaron en un certamen literario. Era febrero del 2007 y hasta Cádiz que nos fuimos a conocernos, viviendo ambas en Madrid. Pero allí coincidimos y allí comenzó esta relación que tenemos salpicada de letras y relatos.

Después de aquello Juana ha seguido ganando premios, entre ellos uno de los más importantes, el segundo premio del Hucha de Oro 2006. Para celebrarlo hizo una fiesta en junio del 2007 donde coincidimos muchos de los “concurseros” y aficionados a las letras que transitan por Madrid. Juana fue muy generosa acercándonos. De esa fiesta es la foto que encabeza esta entrada.

El sábado 13 de junio Juana firmaba en la feria su primera novela “Memorias de un ahogado”. Me alegro muchísimo por ella, porque tiene constancia y disciplina, y sobre todo porque escribe tan bien que se lo merece. Tiene un blog donde podéis ir viendo la trayectoria de Juana con su novela. http://memoriasdeunahogado-jcortes.blogspot.com/

Pero mejor os dejo con un párrafo de ésta:

Fragmento de la novela:
“Así como en momentos me había sentido sometido a una parte de mi cuerpo, ahora me había convertido, todo yo, en un hígado. Un hígado enfermo. Hubiera dado cualquier cosa por volver a ser el hombre corazón. El hombre polla. Cada órgano o cada miembro dicta sus principios. ¿Qué se podía esperar de un hombre hígado? ¿De un hombre hígado enfermo? El corazón o la polla, enfermos o no, tienen su belleza. No podemos concebir la vida sin ellos. Pero el hígado… ¿Quién piensa alguna vez en él? Órgano escondido y olvidado. Todos sabemos dibujar un corazón, aunque no se parezca en nada al real. Corazones infantiles, de color rojo, que significan amor. Todo el mundo sabe dibujar una polla, el dibujo más fácil del mundo. Pero ¿cómo se dibuja un hígado? Si yo lo dibujara y, como el Principito, le preguntara a un adulto qué es, podría obtener cualquier respuesta. Incluida la del sombrero. El hígado sombrero. Así de incierta es la idea que tenemos de él.”

Ana Delgado Cortés y la Feria del Libro de Madrid 2009

Este año he ido dos veces a la Feria del Libro. Y las dos veces las he hecho coincidir con el día que firmaban dos escritoras, una poeta y la otra narradora, a las que tengo la gran suerte de conocer, e incluso soy afortunada de poder compartir con ellas de vez en cuando este tiempo “raro y especial” y de las letras.

El viernes 5 de junio firmaba ANA DELGADO CORTÉS.

Conozco a Ana de la tertulia del Galdós. Era uno de esos tertulianos del Círculo de Bellas Artes que ahora de vez en cuando comparten nuestra tertulia con nosotros. Gracias a ello, algunos miércoles, tenemos el placer de escuchar sus poemas. Desde el primer momento que lo hice pensé que Ana había nacido para la poesía. No podría decir qué me gusta más si leerla o escucharla recitar. Quizás gustar no sea la palabra adecuada. Seguramente. No sé que me llega más si sus letras o su voz recitándolas.

Mejor os dejo con uno de sus poemas. Uno que está incluido en su libro “Poemas del amor sumiso”, premio Carmen Conde 2008,

El hombre que me muerde
no muerde en mí la carne, el pecho, el labio.
El hombre que me muerde
muerde de mí el instante
y sólo permanezco por su boca.

sábado, 13 de junio de 2009

Javier Díaz Gil, mi maestro



Javier Díaz Gil es mi amigo, mi maestro y un buen poeta.
Durante años fue profesor de dos talleres de creación literaria en dos Centros Culturales de Madrid, el primero en Villaverde Alto "Ágata" y el segundo en la Alameda de Osuna, el "Teresa de Calcuta". Con él yo asistía a ambos talleres. Después nos independizamos y nos convertimos en tertulia, primero en Amargord, una editorial que estaba en Lavapiés y ahora en el Café Galdós, en la calle Los Madrazo.
Con Javier Díaz Gil yo me discipliné a la hora de escribir un relato. Con él busqué los conflictos, los puntos de giro, con él descubrí los lugares comunes y los concursos. Con Javier he aprendido mucho en ésto de la escritura. Mucho. Y sigo aprendiendo. Siempre.
Pero además es poeta.
Extraigo de su blog: http://javierdiazgil.blogspot.com/ uno de sus poemas. Uno que a mí me gusta mucho. Como tantos...


ITACA
Las bocas
de los centros comerciales
son refugio de sirenas.
Danzan los parkings
a golpe de baquetas
entre el murmullo de ascensores
insomnes.
Música de cámara
para dormir al héroe.
Se pierde Ulises entre los estantes
del supermercado.

Hoy más que nunca
Itaca está de oferta.

© Javier Díaz Gil
Febrero 2009

Gracias. Gracias. Gracias.
Rocío Díaz Gómez


viernes, 12 de junio de 2009

Mi tertulia del Café Galdós






Los miércoles nos reunimos en el Café Galdós. Somos una tertulia viva, ruidosa, y al menos para mí entrañable. Allí nos juntamos poetas y relatistas cada semana para leernos cuentos y poesías, para hablar de cine, para reír, para conversar, para ir tejiéndonos a una vida que se va haciendo palabra a palabra.
Cada día uno de nosotros, a nuestra manera, contamos el miércoles anterior en un blog: http://bitacoratertuliagaldos.blogspot.com/.
Javier Díaz Gil es de alguna forma no escrita nuestro coordinador. Primero fue el profesor del taller de creación literaria donde íbamos algunos y ahora es el alma mater de nuestro grupo. Un grupo cada vez más numeroso.

Entre ellos, con ellos, crezco.

Rocío Díaz Gómez




Hoy Alberto Ramos Díaz ha ganado el segundo premio en...

Hoy, doce de junio de 2009, ha salido la noticia de que mi amigo y mejor escritor Alberto Ramos Díaz ha ganado el II premio del III Certamen de Relatos Cortos 'El tren y el viaje'.
Me siento muy orgullosa de él, porque se lo merece.
Más de 3.300 personas han participado en esta tercera edición del concurso que invitaba a los viajeros de Cercanías a expresar en 99 palabras cualquier historia inspirada por un viaje en tren. Los tres relatos ganadores, así como los otros 97 relatos finalistas se integrarán en un libro virtual que se publicará en la página web de Renfe Cercanías Madrid (www.renfe.com/cercanias/madrid).
y el suyo dice así:
Segundo Premio: ALBERTO RAMOS DIAZ
Coincidieron en el Cercanías dirección a Alcalá. Él estudiaba Literatura. Ella limpiaba escaleras. Él dijo que por una mirada un mundo. Ella respondió "qué cosas dice usted". Él juró que de ser golondrina colgaría un nido en su balcón. Ella "que vivía en un bajo". Él añadió que, como Lorca, se la llevaría al río. Ella "que Lorca era un pueblo de Murcia". Él habló de los veinte poemas de Neruda, ella dudó si Neruda era una mujer o una flor..., Hasta que encendidos, cómplices del tren, se bajaron en Torrejón buscando un hotelito donde apagar su poesía.
Yo también participé. Y he quedado entre los 97 finalistas. El mío se titulaba "Cazuela de viaje con imprevistos" y decía algo como ésto:

CAZUELA DE VIAJE CON IMPREVISTOS

Calienta los preparativos y dora el viaje a fuego vivo (sin hacerlo del todo por dentro). Cuando empiece a tener color, sácalo a tiempo de coger el tren y escurre bien las prisas. Ya sentado, reduce el fuego y deja el viaje reposar, dejándote llevar. Depende del punto de largo que te guste. Para evitar que se pegue vas añadiéndole un chorrito de entusiasmo. Tritura los imprevistos hasta hacerlos puré. Agrega buenos compañeros de viaje. Una pizca de equipaje. Y sírvelo con rodajas de bellas vistas y salsa de experiencias. Degústalo despacio.
Lo dicho. Entre 3.300 cuentistas, el segundo premio para Alberto Ramos. Enhorabuena. Cuánto me alegro.

Hoy comienzo este blog

Hoy, 12 de junio de 2009, comienzo esta aventura en forma de blog.

Me gustaría poder inventarme un país propio. Uno sobre palabras y relatos, la literatura y sus protagonistas.

Y creo que la mejor forma de presentarme es hacerlo con uno de mis relatos. Uno sobre el escribir y el pánico a la página en blanco. Se titula "Con un salvavidas bajo el asiento" y fue premiado en el año 2007 en el II Certamen Artístico del Ministerio de Medio Ambiente, en la modalidad de Narrativa.

Y dice así,

Con un salvavidas bajo el asiento


El personaje, aunque iba a morir, se alegró de su fatal destino. Se alegró por él y por su autor, y lo hizo con una sonrisa que no le habían inventado. Una sonrisa de oreja a oreja que le salía de dentro, de la euforia que no lograba retener su alma de DIN A-4, la misma que subía atropellada por su cuerpecillo de papel, esa misma que intentando escapar por alguna abertura curvaba sus labios en una sincera y estirada sonrisa ficticia. Su autor le había imaginado serio, y con la boca contraída, por eso sentirse así, saberse así, le hacía experimentar una alegría aún mayor. Por lo demás, iba tal y como su autor le había imaginado: sentado, con un chaleco salvavidas bajo el asiento y un cinturón de seguridad que no se podría quitar hasta que las luces del techo no se lo indicaran.

El autor, afanoso aspirante a escritor, no se alegraba nada del trágico destino de su personaje. No era capaz, por más horas que dedicaba, por más comienzos que iniciaba, de inventarse una historia que arropara a aquel personaje destinado al fracaso. La inspiración no le rozaba con su varita mágica. La pesadilla de la hoja en blanco recurrente y recurrente delante de él, se había transformado en una extensión blanca y blanda donde se hundían sin remedio sus pies de escritor, donde naufragaba cualquier atisbo de argumento. Su frágil autoestima de incipiente inventor de historias chocaba una y otra vez contra aquella pauta, se perdía en aquella ingrata pauta, que en un principio le había parecido tan sugerente, pero que ahora era un páramo enorme y estéril.

“Escribir para la semana siguiente un poema o relato en el que “al protagonista” le sucede algo que tiene que ver con él sentado en un avión”.

Y no le costó a nuestro autor más que un par de segundos imaginarse a su personaje dentro del avión, sentadito, con un chaleco salvavidas bajo el asiento y un cinturón de seguridad que no se podría quitar hasta que las luces del techo no se lo indicaran. Y durante aquel par de segundos hasta pudo sentir sus oídos taponados, el frío del que intentaba resguardarse con la frágil mantita, su desagrado ante el olor que emanaba de la bandeja de comida que le había traído aquella esbelta azafata...

Pero poco más. Nada más. El olor, el frío, sus oídos taponados. Eso era todo. Los argumentos volaban a su alrededor como moscas pesadas que no lograba cazar. Su zumbido de saberlas ahí pero no poder apresarlas, le iba poniendo nervioso y nervioso y nervioso. Los folios mil veces empezados, tatuados con apenas cuatro o cinco líneas que hablaban de aviones y compañías aéreas, de azafatas y chalecos salvavidas, iban siendo desechados, rotos en pedazos, arrugados como una bola o tirados al vacío sin más... Y poco a poco se amontonaban, desbordaban la papelera y se derramaban a sus pies, obligando a los personajes que los habitaban a huir a cuatro patas de la basura o la quema, hacia un final incierto.

El autor, afanoso aspirante a escritor, harto de no lograr meter a su personaje en un avión de forma fantástica y creíble, se rindió. Suspiró. Dejó el bolígrafo en la mesa. Y casi sin darse cuenta cogió el ultimo folio en blanco del que llevaba apenas escritas cuatro o cinco líneas y empezó a doblarlo por la mitad, dobló después sus esquinas, lo dejó como una capucha, estiró, volvió a doblar las puntas, volvió a doblar, estiró e hizo con él un avión de papel que resignado echó a volar.

El personaje, aunque al igual que sus compañeros iba a morir, se alegró de su fatal destino. Volaba, estaba volando al fin. Y se alegró por él y por su autor, y lo hizo con una sonrisa que nadie le había inventado.
Rocío Díaz Gómez